Por Marta Dillon*
y Martín Piqué
* Desde
General Mosconi
El teléfono del ministro
de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, sonó a 1424 kilómetros
de General Mosconi. Se encontraba en su despacho, a pocas cuadras de la
Plaza de Mayo. Cuando la voz del otro lado de la línea se presentó,
no pudo contener la sorpresa: era el obispo de Orán, Jorge Lugones,
quien le pedía que viajara a la provincia para mediar en el conflicto
que afecta a la región. Cafiero meditó la decisión
en soledad y decidió volar a la zona. Según uno de sus voceros,
recién informó al Presidente de todas las novedades cuando
llegó al aeropuerto de Salta. Desde allí anunció
su compromiso de implementar un plan de desarrollo productivo
y también llamó al gobernador Juan Carlos Romero, quien
se limitó a facilitarle el helicóptero que aterrizó,
a eso de las 8 de la noche, en una cancha de fútbol próxima
a la plaza central de Mosconi. Al cierre de esta edición, el ministro
dialogaba con los líderes piqueteros José Pepino
Fernández, Rodolfo Chiqui Peralta y Oscar Piquete
Ruiz en la capilla del pueblo. Antes, había dialogado durante varias
horas con varios vecinos ligados a la Iglesia.
La imprevista visita de Cafiero puede ser interpretada como un claro gesto
de diferenciación respecto del gobierno nacional. En el Ejecutivo
parecían confiar en que el paso del tiempo mejoraría la
situación en el área del conflicto. Pero el titular de la
cartera de Desarrollo Social prefirió viajar a Salta, a pedido
de monseñor Lugones. Y para ilustrar su posición, reconoció
que algunos sólo son sensibles a los piqueteros de guantes
blancos pero que su deber era dialogar con la
gente que reclama trabajo.
Cafiero pensaba ir primero a Tartagal y recién después a
Mosconi. Pero al final llegó directamente a la ciudad que el domingo
vivió la represión de la Gendarmería. Una vez allí,
el funcionario se dirigió a la capilla del lugar, que queda enfrente
de la plaza en la que los manifestantes instalaron carpas y encendieron
fogatas. Ese fue el escenario de las distintas charlas que mantuvo Cafiero,
primero con el cura local y varios miembros de la Pastoral Social, compuesta
por dirigentes de la comunidad aborigen, el juez de paz, un médico,
comerciantes y representes de PYMES. Después, pasadas las 11 de
la noche, bajo un frío polar, se sumaron al encuentro los líderes
piqueteros que el juez federal Abel Cornejo considera prófugos
por sedición.
La llegada del ministro causó sorpresa. Muchos de los pobladores
de la ciudad no se enteraron de su arribo hasta muy avanzada la noche.
Una vez que conocieron la novedad, algunos comenzaron a acercarse a la
puerta de la capilla, aunque en la plaza muchos advertían que si
se dejaba debilitada la plaza la Gendarmería podría
actuar con más facilidad y desalojarlos del centro del pueblo.
Por eso, decidieron esperar entre las carpas hasta que llegara el momento
de conversar con Cafiero. Queremos un diálogo oficial con
el Gobierno, decían por entonces varios referentes de los
piqueteros.
Durante la reunión, que comenzó después de las 11,
los líderes del corte de ruta reprimido por la Gendarmería
el domingo último negociaban su entrega a la justicia, con la condición
de que se les otorgaran garantías y que después le permitieran
volver a Mosconi. Sus vecinos amenazaban que si los changos
quedaban detenidos, ellos quemarían la iglesia de la localidad,
casualmente la sede de las negociaciones.
Unas horas antes, en la capital provincial, Cafiero había explicado
el propósito de su viaje relámpago y, además, había
anunciado la implementación de una propuesta productiva y
de contención social para Tartagal y Mosconi. Ese proyecto
está en manos del secretario de la Pequeña y Mediana Empresa,
Enrique Martínez. El ministro explicó que ese plan generará
empleo genuino y durable en la zona y subrayó que esa
tarea de reconversión debió haber sido realizada cuando
se privatizóYPF. Martínez viajará el lunes
a Salta. Iba a ser el primer representante del Gobierno que llegara ahí
después de los cortes, pero Juampi Cafiero cambió la agenda.
En sus declaraciones, realizadas en el aeropuerto de Salta, al mediodía,
Cafiero aprovechó para criticar al menemismo, al que consideró
responsable del abandono del norte de la provincia, una región
que durante mucho tiempo creció en torno a las refinerías
de la ex empresa petrolífera estatal. Ese fin, seguramente, lo
llevó a subrayar la necesidad de estar presentes donde es
más visible el abandono de los últimos diez años.
EL
PROYECTO DE ENRIQUE MARTINEZ PARA TARTAGAL
Para generar empleo estable
El secretario de Pymes, Enrique
Martínez, es el autor original del plan para reconvertir la zona
de General Mosconi, quebrada social y económicamente. Su proyecto
durmió durante meses, hasta que, al calor de los últimos
estallidos, el Gobierno decidió sacarlo a la luz. En diálogo
con Página/12, el frepasista explica los detalles de la iniciativa
que se pondrá en marcha el lunes, cuando Martínez viaje
a Salta junto a otros funcionarios.
¿Cómo funcionará el plan?
Hay una serie de actividades que apuntalar: las más típicas
son la industria de aprovechamiento del monte, la industria forestal,
y una cantidad de aprovechamientos de pymes que producen bienes de consumo
o de madera. A eso le vamos a superponer un programa de forestación
y una mejor inserción de la industria petrolífera. Vamos
con un equipo para hacer un trabajo de detalle, no quedarnos en la generalidad.
Por eso vamos a dejar gente en Tartagal. Hay 600 mil hectáreas
de tierra, de las cuales 400 mil tienen actitud forestal, ganadera y agrícola,
que no están siendo utilizadas. Hay que poner eso en valor. Tenemos
confianza.
¿Cuántos recursos serían necesarios?
Para la forestación de 5 mil hectáreas por año,
que generan, entre directos e indirectos, 2500 puestos de trabajo, se
necesita una inversión total de 7,5 millones por año. El
Estado, por ley, ya subsidia con 2,5. Es decir, que hay que sumar sólo
5 millones de pesos de inversión.
¿Y de dónde saldrán esos recursos?
De inversores privados con los que ya estamos conversando.
¿Cuántos puestos de trabajo aspiran a crear y en cuanto
tiempo?
Sobre 100 puestos a cubrir, si entre 30 y 40 son producto de proyectos
industriales o agropecuarios, el resto se generan solos, con actividades
de servicios colaterales. Nosotros creemos que si hubiera de 2000 a 2500
puestos productivos, de actividad primaria e industrial, entonces el problema
de la desocupación en la zona se resolvería. Estimamos que
es posible conseguirlo en un plazo máximo de 18 meses.
¿Por qué no se hizo antes?
Bueno, nos llamaron ahora. Nosotros defendemos estas ideas desde
hace muchos años. Ahora el Presidente se entusiasmó, lo
considera central, y la verdad es que nos dio todo su apoyo.
¿Cuál va a ser el compromiso del gobierno provincial?
Vamos a trabajar en consenso para que asuma que no se trata de una
negociación, no se trata de cambiar paz por planes trabajar. La
idea es generar empleo estable.
¿El plan se va a extender a otras zonas?
(Armando) Caro Figueroa, con buen criterio, dijo que esto tiene
que extenderse al país y anunció que avanzaríamos
con Cutral-Có. Pero hay que tener prudencia, porque sino se genera
la imagen de la gran esperanza blanca, toda llena de magia, que va a resolver
los problemas que nadie resolvió en 20 años, y al primer
fracaso se destruye la idea. Hay que hacerlo con prudencia, aunque me
parece buena la iniciativa de instalar esto a escala nacional. Hoy ya
nos llamaron de 6 lugares distintos.
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