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INFORME MUNDIAL SOBRE TORTURAS A HOMOSEXUALES
El castigo a la diferencia

Amnistía Internacional presentó
un informe sobre la violencia contra personas por su orientación sexual. Allí figura el caso de la travesti cordobesa torturada. Recorrida en Buenos Aires.

Tras el acto de presentación, desde
un micro se distribuyeron en la ciudad resúmenes del informe.

“Cuando tenía 20 años y estaba a punto de terminar mis estudios, mis padres me dieron como regalo de graduación una esposa; me casaron con una mujer muy hermosa. Fue difícil para mí explicarles que no podía ni quería estar con una mujer, que yo salía con hombres; en especial porque en mi cultura uno no contradice a sus padres. Ese fue el comienzo de mi lucha: tuve que dejar mi tierra y mi vida, escapar de mis padres y de las leyes de mi país para reunirme con gente que sintiera igual que yo.” Rodney es miembro de un grupo de defensa de los derechos humanos de gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales (GLTTB), fundado en Uganda en 1999. El y sus compañeros de movimiento fueron perseguidos y torturados por la policía hasta que abandonaron su país. El caso abre el informe “Crímenes de odio, conspiración de silencio” –un documento elaborado por Amnistía Internacional que recoge casos de tortura y malos tratos en el mundo basados en la identidad sexual–, y su protagonista participó de la presentación del documento, realizada ayer en Buenos Aires. Como broche de oro, los miembros de la sede local de Amnistía y representantes de las principales organizaciones de lucha por los derechos de GLTTB recorrieron el centro porteño, entregaron folletos que reseñan el informe y realizaron una suelta de globos frente al Departamento Central de Policía, en la calle Moreno al 1600.
El informe realizado por Amnistía recoge casos de torturas o malos tratos relacionados con la orientación sexual y la identidad de género, ocurridos en 30 países de todo el mundo durante los últimos años. El documento fue presentado simultáneamente en Canadá, Bielorrusia, India, Venezuela y Argentina, entre otros países. “Se trata de modalidades de tortura que no se denuncian ni se documentan en forma sistemática, lo que hace más ardua la tarea de Amnistía y refuerza el valor del informe”, señaló Ignacio Saiz, coautor del trabajo.
Aunque “Crímenes de odio, conspiración de silencio” pretende dibujar un panorama de la situación mundial de violencia y discriminación contra las minorías sexuales, ciertos casos-testigos dan cuenta de los impresionantes niveles de crueldad que puede generar la homofobia (ver aparte). Uno de esos casos es el de la argentina Vanesa Lorena Ledesma, una travesti que militaba en la Asociación Travestis Unidas de Córdoba (ATUC) y que murió en una comisaría de la capital provincial, brutamente torturada.
Amnistía incluyó la historia de Vanesa en el informe publicado con motivo de su 40º aniversario, al considerarlo uno de los nueve casos emblemáticos de las violaciones a los derechos humanos, y volvió a tomarla como ejemplo de la violencia policial hacia las minorías sexuales. Durante el acto de presentación del informe, el titular de la Comunidad Homosexual Argentina, César Cigliutti, y Vanesa Piedrabuena (presidente de ATUC) mostraron carteles con las imágenes del cuerpo torturado de Vanesa. También se contó el caso de Mocha Celis, una travesti que murió en la comisaría 50ª, del barrio de Flores.
De la presentación también participaron María Rachid (miembro de La Fulana), Lohana Berkins (presidenta de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual) y Alejandra Sardá (coordinadora para América Latina de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de GLTTB). Sardá consideró que la tortura y los malos tratos hacia las minorías sexuales “tienen origen en una concepción militarizada del orden social, donde la uniformidad y la fuerza como medio de ejercer el poder se convierten en valores absolutos”.
Tras el acto realizado en el Salón Dorado de la Legislatura porteña, los representantes de Amnistía Argentina y de las asociaciones por los derechos de GLTTB salieron a recorrer la ciudad en un ómnibus inglés de dos pisos, adornado con globos de colores, carteles de Amnistía y banderas con los siete colores del arcoiris, estandarte que representa en todo el mundo a la comunidad homosexual.
La primera escala fue Plaza de Mayo, donde los manifestantes entregaron folletos con una síntesis del informe, y cortaron la calle Balcarce durante unos minutos, para recordar que “en Argentina, gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales sufren discriminación, tortura y malos tratos”. De nuevo en el micro, las travestis dejaron en claro lo que piensan de la Policía Federal: “¡Hacete puto, que es más honesto que ser policía!”, le gritaron a un uniformado. “¡Cuide la cartera, señora, que tiene un cana al lado!”, le recomendaron a una peatona que esperaba la luz verde para cruzar 9 de Julio. El otro punto elegido para visitar con el micro de Amnistía fue el Departamento Central de Policía, donde se entregó una copia del informe y se soltaron globos de colores. El edificio fue elegido porque la policía es, según la CHA, “uno de los principales responsables de poner fin a la tortura”.

Informe: Silvina Seijas

 

Tres ejemplos del horror

Homosexualidad penalizada: Al menos 70 países siguen teniendo leyes que castigan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. En Uganda, Norah fue arrestada por ser lesbiana. Sus guardias le pegaron y la violaron. “Dijeron que debían castigarme por negar a los hombres lo que es suyo. Incluso insinuaron que debían enseñarme por turnos lo que me estoy perdiendo”, contó.
Odio sexual en cárceles: En Jamaica, 16 presos homosexuales murieron y otros 40 resultaron heridos tras ser atacados por otros reclusos, en 1997. El ataque se originó cuando los carceleros abandonaron sus puestos, cuando consideraron que el gobierno, al repartir condones dentro del penal, “los ofendía”, sugiriendo que tenían relaciones homosexuales con los presos.
La homofobia puertas adentro: “Me encerraron en una habitación y lo trajeron todos los días, para que me violara, hasta que quedara embarazada y tuviera que casarme con él”, narró en 1994 una joven de Zimbabwe. “Quienes ordenaron la violación no eran militares, sino los propios padres de la joven, decididos a ‘corregir’ el lesbianismo de su hija”, cuenta el informe.

 

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