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DON HAHN, PRODUCTOR DE “ATLANTIS”, Y EL FUTURO DE LA ANIMACION
“Las cosas están muy difíciles”

En los 90 fue uno de los responsables
de la renovación de Disney, que ahora apuesta fuerte con su film sobre la ciudad sumergida. De paso por Argentina, admite que los largometrajes animados viven un momento de crisis.

�Atlantis� se estrenó la semana
pasada en EE.UU., y llegará aquí
para las vacaciones de invierno.

Por Martín Pérez

Según cuenta el mito Disney, papá Walt supo hospedarse en el Hotel Alvear cuando llegó hasta las pampas argentinas para buscar inspiración sudamericana para su dibujo animado Adiós amigos. Claro que el gauchito de ese film terminó siendo uruguayo, pero esa ya es otra historia. Siguiendo los pasos del maestro, el productor Don Hahn –responsable de Atlantis, el próximo estreno animado de Disney, un film de aventuras y sin canciones– atiende a Página/12 en el hotel de siempre. Pero no lo hace pensando precisamente en la época de gloria animada de Disney, sino en su actual momento de zozobra guerrera: el estruendoso fracaso de Pearl Harbor se cobró la primera víctima dentro del estudio –Peter Schneider, responsable durante los últimos meses de todos los films de Disney, pero durante aún más tiempo de las películas animadas–, y Hahn no puede evitar hablar de eso. “Debería hacer algunos llamados a casa, para ver si hay más novedades”, desliza, con mucho de guiño cómplice y algo de sincera preocupación.
Son épocas de crisis para Disney, y también lo son para el mundo de los dibujos animados, pero aún así Hahn no pierde la esperanza de seguir innovando en su medio: “Es verdad que en las épocas de crisis financiera se apuesta por lo seguro, pero como productor yo elegiría ir en busca del riesgo artístico. En especial porque en este negocio no hay nada que sea realmente seguro. Y el mejor ejemplo de eso es Pearl Harbor. Para todo el mundo era una apuesta segura, y mire lo que pasó”, ejemplifica Hahn, que ingresó al universo Disney integrando la camada de animadores que renovó al estudio en los años setenta.
“Sucedió algo muy curioso en esa época”, cuenta Hahn. “Por un lado estaban los animadores que habían trabajado junto a Disney en películas como Fantasía o Pinocho, y por el otro estábamos nosotros, los de la nueva camada. Tipos de 60 por un lado, y chicos de 20 por el otro... ¡y nadie en el medio!”, se ríe Hahn al recordar el salto generacional en los estudios Disney. Su generación –como bien cuenta una de las mejores escenas del film El padre de la novia– creció creyendo que el tema “Puff, the magic dragon” hablaba de la marihuana y, no casualmente, el primer producto animado que crearon para Disney fue Pete y el dragón. “Nosotros crecimos pensando que Fantasía era la película ideal para ver de porro”, se ríe Hahn al recordar aquellos tiempos iniciáticos. “Si uno recorría el estudio por aquellos días, abría la primera puerta y se encontraba con Tim Burton; en la siguiente descubría a John Lassiter, el creador de Toy Story; en la otra a Ron y John, los responsables de Hércules y Aladino; y más allá Brad Bird, Don Bluth y demás. Todos recién salidos de la secundaria y con ganas de comerse el mundo.”
– Tomando en cuenta los nombres que usted menciona, parece estar hablando de una época de oro de la animación en Disney... Pero sucedió todo lo contrario, ¿no es cierto?
–Es que en aquel momento los grandes ingresos de Disney estaban en los parques temáticos y en el desarrollo de productos vinculados a sus personajes, y no en los dibujos animados. Así que todos estos talentos terminaron frustrándose creativamente y huyeron del estudio. Claro que salir al mundo real fue duro para ellos, y todos tardaron cinco o diez años en resurgir con algo nuevo.
La carrera de Hahn como productor incluye dicha responsabilidad en la fundamental ¿Quién engañó a Roger Rabbitt? (1988), film dirigido por Robert Zemeckis que revivió el interés de los estudios –y también del gran público– en esa artesanía casi olvidada llamada dibujos animados. “El que logró los permisos de todos los estudios para contar con sus personajes fue Steven Spielberg”, recuerda Hahn. “Levantó el teléfono y consiguió todos los permisos. No fue difícil, ya que por entonces Tweety o Betty Boop eran unas antigüedades. Descansaban olvidados en los estantes oformaban parte de los logos de sus compañías. Pero después del éxito de esa película fueron nuevamente estrellas.”
Aquel reavivado interés en los dibujos animados a fines de los ochenta devino en mina de oro para Disney en los noventa, con la aparición de éxitos como El rey león o La bella y la bestia, producidos por Hahn. Y semejante máquina de hacer millones también despertó la avaricia de los otros estudios, que quisieron su parte. “Hoy en día las cosas no son tan felices dentro del mundo de los dibujos animados”, admite Hahn. “Fox cerró su división animada y Warner la redujo, y los únicos que siguen apostando grande al género es Dreamworks”, señala el productor de Atlantis, una película cuyo competidor directo se llama Shrek, que no casualmente es el último proyecto de Dreamworks, un estudio que –dirigido por el ex Midas animado de Disney Jerry Katzemberg– luego de sus fracasos iniciales parece haber afinado muy bien la puntería. “A todos nos sorprendió que las primeras películas de la división animada de Dreamworks fuesen tan fallidas”, confiesa Hahn. “Pero eso confirma que, cuando se trata de dibujos animados, lo principal es el trabajo de equipo. Algo que Katzemberg no podía haber olvidado. Aunque tal vez lo hizo”, ironiza.
A la hora de hablar del futuro animado de Disney, Hahn admite que –pasado el furor y la competencia– tal vez haya una crisis en puerta. “Creo que, artísticamente, estamos en nuestro mejor momento. Pero debo cometer la blasfemia de aceptar que es totalmente posible que, ante semejante panorama dentro del actual negocio de los dibujos animados, estemos en la puerta de una nueva década llena de frustración, como la que enfrentó mi generación en sus comienzos”, acepta Hahn, que argumenta que la única forma de escaparle a semejante encrucijada es seguir aceptando desafíos. “No hay que caer en la tentación de buscar la seguridad haciendo una y otra vez la misma película, que fue el error del estudio durante las décadas del ‘60 y ‘70”, explica, y se entusiasma hablando de Atlantis, film que se estrenó en los Estados Unidos el fin de semana pasado pero recién se estrenará en Buenos Aires a mediados del mes próximo. “Decidimos encarar Atlantis después de hacer La Bella y la Bestia con los directores Wise y Trousdale. Principalmente porque era una de aventuras, lo opuesto al film que habíamos terminado de hacer.”

 

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