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Una miniserie repara, en parte, la
deuda que el cine tenía con “Duna”

�Duna 2000: El imperio del éxtasis�, editada en video,
supera a la versión de David Lynch, recreando la esencia
de la novela de Herbert.

Búsqueda: Si algo se había
perdido en la versión Lynch era
la dimensión de parábola política, social y hasta religiosa que tenía el libro. Harrison intenta rescatarla.

William Hurt está al frente de un elenco mayoritariamente europeo.

Por Horacio Bernades

Cuando, hace casi veinte años, trascendió que una versión cinematográfica de Duna, la colosal novela de Frank Herbert (1920-1986), se hallaba en preparación, los fanáticos de la ciencia ficción comenzaron a incubar una ansiedad pocas veces vista. Estrenada la película, sobrevino la decepción. Por más que David Lynch se hallara al frente del proyecto, aunque el inefable Dino de Laurentiis haya puesto en el asador toda la carne que era capaz de poner (45 millones de dólares, record hasta entonces), a pesar de la banda sonora a cargo de Brian Eno y un elenco que incluía entre muchos otros a Sting, Max Von Sydow y hasta Silvana Mangano, el resultado fue un film aparatoso e indeciso, a la deriva entre la pompa espacial, toques bizarros alla Lynch y una clase B venida a más.
Había quedado la deuda, y ahora no es el cine sino la televisión la que recoge el guante, en formato de miniserie, quizás el único posible a la hora de restaurar la riqueza y amplitud de la novela original. Estrenada a fines del año pasado en el Sci Fi Channel estadounidense, originalmente en tres partes y con una duración total de cuatro horas y media, en Argentina Frank Herbert’s Dune se conoce vía video. Con el curioso título de Duna 2000: El imperio del éxtasis, el sello LK-Tel la lanza por estos días, en edición simultánea en VHS y DVD, la primera de ellas en dos casetes. Como suele ocurrir con toda gran novela, esta nueva versión no termina de saldar la deuda contraída. Pero empieza a hacerlo. Escrita y dirigida por John Harrison, formado a la vera del legendario especialista en terror George Romero (el de La noche de los muertos vivientes), fotografiada por el célebre Vittorio Storaro en una verdadera orgía de filtros, gelatinas y colores, Duna 2000 insumió 20 millones de dólares, una de las inversiones más altas en la historia de la televisión. Con abundante truca digital y esmerado diseño de producción, en el elenco, mayoritariamente integrado por actores europeos, aparecen William Hurt (como el duque Leto Atreides) y Giancarlo Giannini (como el emperador).
Si algo se había perdido en la versión-Lynch, en su apuesta por el gran espectáculo y los bicharracos gigantes, era la dimensión de parábola política, social y hasta religiosa, que hace de la novela original una de las más ambiciosas del género. Esa dimensión es la que Harrison intenta rescatar ahora, y a la que una mera sinopsis difícilmente haga honor. Allá por el año 10 mil y pico, el orden universal se mantiene en frágil equilibrio, gracias al balance de poderes entre el emperador y su corte, los oscuros miembros del Gremio Espacial (que gobiernan el transporte de un planeta a otro), los señores que, a la manera feudal, rigen sobre sus respectivos planetas y combaten entre sí y una casta religiosa, dueña de poderes mágicos, conocida como Bene Gesserit. Hay un noble justo, el duque Leto, regente de la Casa Atreides y venerado por propios y extraños (William Hurt) y un maquiavélico aristócrata, el barón Vladimir Harkonnen (el actor inglés Ian McNeice, villano exuberante y perverso), que gobierna su planeta pero pretende expandirse, borrando de la faz del universo a los Atreides.
Estos son llamados al planeta Arrakis, también conocido como Duna. Se trata de una gigantesca superficie desértica, carente casi por completo de agua pero rica en una especia conocida como mélange, que permite alargar la vida a quienes la posean y es algo así como el combustible universal. Junto con el duque viaja su cuerpo de asesores y estrategas y también su familia, integrada por su esposa Jessica, que es una hechicera Bene Gesserit (la actriz británica Saskia Reeves) y le dio al duque un hijo llamado a sucederlo (el actor escocés Alec Newman). Saga de iniciación en gran escala, Duna 2000 es, como la novela, el relato de cómo Paul pasa de ser un simple e inexperto hijo de rico a líder guerrero y héroe del mundo futuro. Para ponerlo en otras palabras, de cómo viene a ocupar el lugar del Mesías anunciado a los pobladores de Arrakis, tribus nómades que habitan el desierto. Lugar que Herbert, nada tonto, se ocupará de poner en cuestión sutilmente.
Puede reprocharse a esta nueva versión de Duna un exceso de solemnidad y excesiva pompa en los diálogos. Pero la ambición del original, esa complejísima cruza entre intrigas cortesanas y saga heroica, la fusión entre las más diversas épocas, culturas y estéticas y las oblicuas y fascinantes referencias al mundo contemporáneo, están aquí mucho mejor representados que en aquella otra Duna en la que David Lynch supo tropezar alguna vez.

 

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