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La noche en que un ministro les
dirigió la palabra a los pobres

Nadie lo podía creer, pero ahí estaba. El ministro Cafiero había llegado, hablado, negociado y hasta reconocido la lucha de los piqueteros. La visita descomprimió la situación en Mosconi, que ahora espera el cumplimiento de lo acordado.


Los gendarmes preparan sus equipos para emprender la retirada de una zona convlsionada y pobre.
A pesar de los movimientos, los vecinos de Mosconi no creían que la fuerza de seguridad se retirase.

Por M. D.
Desde General Mosconi, Salta

Los fogones de la noche eran apenas un rescoldo que centelleaba al amanecer cuando los cuerpos que se agrupaban buscando calor dentro de las carpas empezaron a sacudirse la modorra. Hubo que avivar el fuego para calentar agua, buscar la yerba, preparar el mate, quitarse de los ojos el resto de sueño; la gente que acampa en la plaza de Gral. Mosconi tuvo un despertar agitado. El ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, había venido a desayunar con los piqueteros apenas cinco horas después de haber dado las buenas noches a las doscientas personas que permanecen ahí a la espera de una respuesta oficial y cuidando la seguridad de sus líderes, sobre los que pesa un pedido de captura del juez federal Abel Cornejo. Era el final de una visita que deseaban pero no esperaban y que trajo una mañana pacífica en la que se conjuró, por primera vez, al miedo a una represión siempre latente. 
La noche había sido agitada, rumores confusos habían circulado sobre la plaza, al mismo ritmo de la marcha de antorchas que encendió ese círculo verde del que se desprenden las principales diagonales de esta ciudad del departamento de San Martín, en Salta. Aun cuando la mayor parte de los gendarmes movilizados desde distintos puntos del país habían empezado un éxodo de mochilas y botas, la oscuridad alentaba a las voces que auguraban un nuevo avance de la gendarmería. Era una posibilidad que se cruzaba con otra: de boca en boca andaba la noticia de que el ministro de Desarrollo social estaría en Tartagal, tal vez en Orán con el obispo Jorge Lugones. Y aun cuando ya había arribado a Mosconi, cerca de las nueve de la noche, nadie podía creer que el ministro estuviera allí, a pasos de ellos, en la capilla. Tampoco lo podían creer en ámbitos del gobierno provincial. El mismo secretario de seguridad interior de la provincia había asegurado a este medio que de ninguna manera era posible que Cafiero estuviera en la provincia, ni siquiera él sabía que Juan Carlos Romero había tenido que poner a su disposición el helicóptero del diario El Tribuno �propiedad del gobernador� para que se traslade a la zona de conflicto. Ese fue el último contacto que tuvieron ambos funcionarios.
�¿Has visto los ojos que tiene? Le relampaguean en lo oscuro�, dijo una mujer conmovida por la presencia en Mosconi de un funcionario del gobierno nacional. Ella juraba que lo había visto entrar en la parroquia y arengaba a la gente de la plaza a que cruzara la calle. �Andá, dale�, le pedía a Pepino Fernández, lider indiscutido del piquete que durante veinte días y antes de la represión de la gendarmería, cortó la ruta 34. Oscar Piquete Ruiz y Hippie Fernández también referentes de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) lo secundaban atentos. �Que vengan ellos�, contestaba Pepino, sin estar seguro de a quiénes se refería. En la capilla, decenas de personas entraron por una puerta lateral, eran directoras de escuela, uno de los cuatro médicos que en el hospital zonal está disponible para la atención de casi 40 mil personas, comerciantes, pequeños empresarios, laicos de la comunidad eclesiástica. Los había convocado el cura párroco por sugerencia del obispo de Orán que había gestionado la visita de Cafiero. �¿Y por qué tienen que entrar todos esos si los que pusimos el cuero, los que hicimos el aguante estamos todos en la plaza?�. La pregunta la dirigió, certera, una vecina del barrio Fonavi que había asistido al piquete por decisión de la asamblea vecinal, �porque nos quieren quitar las casas a los que no tenemos ni comida para los chicos�. Ernesto Muro, vocero del ministro, se sintió descubierto mientras fumaba un cigarrillo en la vereda. �Va a hablar con todos, aunque tome toda la noche�, dijo. Entonces fueron muchos los que cruzaron la calle, los que se empezaron a amontonar en las puertas de la Iglesia, hasta que alguien dio la orden, había que volver al lugar elegido para continuar la protesta iniciada en la ruta. �Es que no podemos dejar solos a los changos, capaz que ahí losvienen a buscar�, se excusó Juan Camacho, 53 años, 18 de electricista en YPF, cinco de desocupado.
Por la puerta lateral de la capilla seguían llegando vecinos, los más ligados a la iglesia. En la plaza se montaban asambleas espontáneas, se planeaban estrategias en caso de que quisieran detener a los líderes, se acordaban los puntos que se iban a exigir al ministro. �Primero la libertad de los compañeros, después los desprocesamientos de todos�, decía Piquete Ruiz con su eterna bola de coca abultándole la mejilla. Las mujeres hacían guardia en la puerta de donde estaba reunido el ministro, querían su turno y tenían mucho que contar. �¿Nos van a decir por qué nos han pegado? ¿Por qué han pillado a mi cuñado cuando iba a trabajar y lo han molido a palos?�, decía Mercedes Lezcano, madre de seis hijos. 
A las doce de la noche se abrió la puerta, las directoras de escuela salieron y cruzaron raudas a la plaza, volvieron con los tres líderes, Piquete, Pepino y Hippie. A los tres se los llama únicamente por sus apodos, precedidos de una señal de respeto: don, como a los señores. Venían escoltados por una guardia de changos y mujeres que querían asegurarse que no se los llevarían de Mosconi. �¿Sabe la que se arma doñita si se los llevan?�, era la tibia amenaza.
�Es la primera vez que viene un funcionario en vez de un candidato�, dijo contento Piquete Ruiz cuando terminó la reunión, estaban en libertad, y un enjambre de micrófonos se abalanzó sobre el ministro. �Nosotros hablamos de las necesidades y él vino a comprometerse con los acuerdos que llegaron los de la provincia y los de la Nación para que tengamos trabajo en serio -contó Pepino Fernández-. Mi hermano -�don Hippie�- le dijo, que lo que pasaba acá era que la política estaba prostituida. Espero que esta vez no mientan, no va a hacer semejante viaje para mentir�. Esperanzado, el líder de eterno gorro de lana cruzó la calle con el ministro y se paró a su derecha para escuchar un discurso que reivindicó la protesta y terminó con una frase mítica: �donde hay una necesidad, hay un derecho�. La gente estalló en aplausos, eran las dos de la mañana y la helada blanqueaba el pasto. Mientras Cafiero escuchaba las últimas voces ��¿Ha visto que no somos delincuentes, señor ministro?��, en la plaza se coreaba una consigna: �Pepino, Pepino, el pueblo está contigo�.

La presencia del ministro Cafiero descomprimió la situación.
Ayer por la mañana, Juampi se tomó unos mates con los piqueteros.

 

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