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OPINION
Por Eduardo Aliverti
Millones de más

El país sabe de un nuevo (¿?) paquete económico que es más de lo mismo, si se lo mide en términos de no afectación a los sectores concentrados del privilegio. Sin embargo, los �mercados� �externos, principalmente� vuelven a darle la espalda a las medidas. ¿Qué más quieren?, es la pregunta que se formula del todopoderoso Cavallo para abajo.
Aunque la pátina intente mostrar un reverdecer de cierto intervencionismo estatal, lo que hay es una renovada protección a la oligarquía financiera y la decisión de seguir destinando el grueso de lo que se recaude al pago de la deuda. Con lo cual queda claro que los pilares fundamentales del interés externo permanecen intocables. Pero como el negocio de los acreedores no es que se les pague sino que se les siga debiendo a medida que se les paga, y ya que las sucesivas administraciones públicas de la Argentina no han hecho más que agachar la cabeza frente a las presiones internacionales, no sólo se cobran desde el punto de vista financiero sino desde el político: encima de lo que ya se les tributó y tributa pretenden más achique del gasto público (ahora con la fuerza de choque del �reducir la política�). Y les importa algo así como un pito la cercanía de las elecciones, que aun a gobiernos de alta insensibilidad social como éste les recorta la posibilidad de nuevos aprietes. 
La del viernes pasado es la última apuesta de Cavallo por llegar hasta octubre con alguna expectativa de recuperación de la economía. Después vendrían la devaluación directa, la dolarización o �lo más seguro� un nuevo y bestial ajuste que, nuevamente, tendrá como único límite la reacción de los ajustados. Y en tanto esté imbuida de organización y liderazgo. Caso contrario, el país entero podría ser un piquete pero su grado de desarticulación seguiría siendo funcional al sistema y al modelo. Como cada vez que se producen crisis rutilantes, lo que estalla es reabsorbido por los propios detonadores si no existe una alternativa de poder real. Y Cavallo es el vívido testimonio: viene actuando como bombero de sí mismo durante los últimos veinte años, echando siempre el agua sobre los que más tienen. Por si todavía sobreviviera algún marciano con dudas al respecto, le bastará con buscar entre las últimas medidas una sola -una línea, siquiera una mención� destinada a corregir el estado desesperante de los sectores populares.
Como dijo Martínez de Hoz hace ya 25 años, para el modelo que pretenden a este país le sobran, por lo menos, diez millones de habitantes. 
Y lo están concretando.


 

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