Por Cledis Candelaresi
La convocatoria de acreedores resuelta el jueves por el directorio de Aerolíneas Argentinas podría marcar el fin de una década de gestión que transformó a la línea de bandera en la agonizante compañía que es hoy. Por sí mismos o con el expreso aval del Estado español, solos o acompañados por los directivos argentinos, los administradores ibéricos incurrieron en lo que la jerga técnica define como �mala praxis� gerencial. Quedará en manos de la Justicia definir si la larga serie de decisiones desafortunadas que transformaron a AA en una fácil presa de sus competidoras, incluyendo a la propia Iberia, fue sólo producto de la negligencia.
Tal vez uno de los errores más flagrantes fue el desde hace tiempo identificado como pecado original de la privatización: Aerolíneas cargó en su pasivo las deudas contraídas por su adjudicatario (por entonces Iberia, de la SEPI) para comprarla. Tan conocido como esta maniobra, a la que el gobierno argentino no fue ajeno, es el desmantelamiento de la flota propia, recompuesta luego con aviones alquilados y poco apropiados para una operación eficiente.
La propia estrategia de Aerolíneas para enfrentar la desregulación del mercado transgrede algunas normas elementales del marketing. La empresa privatizada se embarcó en una insostenible guerra de precios con los nuevos operadores, en lugar de ceder ese puesto de combate a su controlada Austral y reservar para sí el lugar de privilegio que le otorgaba su marca y un servicio que en algún momento era bastante superior al de las nuevas operadoras del mercado.
Pero esos desaciertos no son los que más desvelaron al fiscal general Maximiliano Rusconi, quien alistó una presentación contra la empresa privatizada, acusándola de �subversión económica�, ni los que dieron lugar a las causas que elevó a la Justicia el Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, incriminando a la administración hispana por presunto vaciamiento. Estas y otras presentaciones que esperan el dictamen de los tribunales argentinos se fundan en algunos dislates administrativos, como los que a continuación se detallan.
En 1992 la dirección de la empresa ordenó a todas las sucursales radicadas en el exterior girar a la tesorería central (Banesto-New York) �cómo mínimo el 80 por ciento de todos los fondos que cada sucursal recaude�...�con un mínimo de 50 mil dólares�. Al mismo tiempo, las filiales estaban obligadas a refinanciar y postergar todos los pagos, salvo los imprescindibles, como servicios públicos y alquileres. Lo llamativo es que luego, para cubrir gastos operativos, la propia Iberia prestaba fondos a Aerolíneas a tasas inconcebiblemente altas. El círculo se cerraba: los accionistas hispanos absorbían dinero que luego prestaban a la empresa a alto precio.
Aerolíneas tiene el sistema de reservas administrado por Indra, otra empresa de la SEPI, ahora privatizada parcialmente. Esta firma cobra por este servicio 840 mil dólares mensuales, suma generosa si se atiende a los modestos costos operativos de esta prestación, que no superarían los 200 mil pesos por mes. Pero se transforman en una erogación casi absurda si se observa que el personal es el mismo que cumplía esa función en Aerolíneas. Sólo uno de los tantos ejemplos en que ésta cedía lo que luego compraba.
En 1995 Iberia le adquirió a Aerolíneas un simulador usado de aeronave B-747-200 en 700 mil pesos, menos de un tercio del valor de mercado. La empresa argentina no vio un solo peso por esa transferencia, ya que la retribución consistió en permitir que su tripulación usara la máquina para entrenarse por un total de 4700 horas. Cubiertas éstas, Aerolíneas estaba obligada a alquilarle el simulador �a tarifas de mercado� y por un mínimo de tres años.
Con el presunto afán de eludir las comisiones de agencia y desarrollar un sistema de venta directa de sus tickets, Aerolíneas celebró un acuerdo con Alto Palermo Sociedad Anónima (APSA) para instalar stands en losshopping centers del grupo, los principales de Buenos Aires. A cambio de la cesión de ese espacio, AA se comprometió a publicarle una página de publicidad sin cargo en la revista de a bordo, sellando un acuerdo a simple vista razonable. Lo singular es que en el contrato aparece como intermediario Sport & Marketing, cuya única y declarada razón de ser es ligar a APSA con una �línea aérea de primer nivel nacional e internacional, la provisión de determinados pasajes mensuales y vuelos especiales dentro de las rutas que habitualmente opere en la actualidad o en el futuro y la publicidad en una página en la correspondiente revista de a bordo mensual�. Es decir, con Aerolíneas Argentinas y en las condiciones que ésta pactó con APSA. Por esa innecesaria gestión -que neutraliza los beneficios buscados con la venta directa-, S&M cobra una comisión del 3 por ciento sobre cada pasaje vendido, y obtiene billetes sin cargo.
Aerolíneas tercerizó parte de sus servicios de cabotaje, cediéndoselos a Aerovip y pagándole por ello una suma fija por cada tramo volado, más el 81,75 por ciento de lo recaudado por la venta de pasajes. El problema es que el modesto 18,25 por ciento que retenía la empresa privatizada no resultaba suficiente, siquiera, para cubrir el costo de comercializar aquellos vuelos, ya que Aerolíneas se ocupaba desde la venta de los pasajes al check in.
Muchas de estas desafortunadas decisiones se adoptaron mientras estaba en la gerencia general Mario Sruber, alejado luego con una licencia médica. La gerencia comercial estaba a cargo de Sebastián Kantor, quien se acogió a un retiro voluntario, presuntamente inducido por la conducción de la empresa, a cargo de Emilio Cabrera. Antes de abandonar su lugar en Aerolíneas, el joven y dinámico gerente se consagró como quien consiguió elevar la ocupación de los aviones a un nivel admirable. Pero el procedimiento utilizado fue por lo menos discutible, como pasajes a Miami por 450 dólares, con una semana de hotel y auto a disposición, que hicieron las delicias de muchos amigos de la gerencia pero dejaron en la caja de Aerolíneas apenas unas pocas monedas.
Avidez de plata fresca
Patricia Bullrich volvió a reclamar ayer un acuerdo gremial para que haya una �inyección de capital� en Aerolíneas Argentinas, ya en concurso de acreedores tras declararse en cesación de pagos por decisión de su directorio, controlado por la SEPI española. Ahora, bajo la supervisión judicial la empresa podría llegar a un eventual acuerdo con sus acreedores de quitas y reprogramación del pasivo, pero, mientras tanto, es imperiosa la inyección de fondos frescos para normalizar la operación de la compañía, que en su estado actual debe pagar al contado todos sus insumos. La ministra de Trabajo insiste en que técnicos y aeronavegantes tienen la llave. |
|