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UN DEBATE CON LOS DIPUTADOS QUE DEJARON EL FREPASO POR EL ARI
�El Frepaso perdió norte político, ideológico y cultural�

Sus diferencias vienen de años, se profundizaron con el gobierno de la Alianza y estallaron hace pocos días, cuando dejaron el Frepaso por el partido que referencia Elisa �Lilita� Carrió. En este debate con Página/12 hicieron su crítica a Chacho Alvarez y hablaron de construir �el campo popular�.

 
Giles, Macaluse y Quiroz, tres diputados que se escindieron del Frepaso, dejaron la Alianza y se alinearon con Carrió.

Por Miguel Bonasso

"El Frepaso se quedó sin alma", dice el ex diputado frepasista Jorge Giles, y sus compañeros de bancada y disidencia asienten, convencidos de que es así: "El partido está en desintegración". Sus diferencias vienen de mucho tiempo atrás, pero recién hace pocos días rompieron formalmente para integrarse a la nueva corriente Argentinos por una República de Iguales (ARI), donde convivirán con otros rebeldes que dejaron la Alianza, la radical Elisa "Lilita" Carrió y los socialistas Alfredo Bravo, Jorge Rivas, Héctor Polino y Oscar González. Los nuevos diputados del ARI son cuatro y proceden de la vieja militancia peronista de izquierda: Jorge Giles (51 años), Elsa Quiroz (50), Eduardo Macaluse (42) y Marcela Bordenave (50). Página/12 los reunió en un diálogo político al que sólo faltó con aviso Bordenave, porque había viajado a Salta para solidarizarse con los piqueteros.

  Sus historias son muy similares: los tres provienen de la lucha social y del gremio docente. Elsa Quiroz militó en los setenta en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y estuvo presa toda la dictadura "menos once días", como aclara con una sonrisa. En 1999 fue elegida diputada por el Frepaso y entonces renunció al cargo de secretaria general de Suteba, Seccional Merlo, que ejercía desde 1988. Aclara, con Giles, que su práctica ha sido renunciar para no acumular cargos como hacen otros. Giles también militó en las trincheras de la Tendencia Revolucionaria en los setenta y ya en los '90 integró el Frente Grande. También estuvo preso durante los ocho largos años que duró la última dictadura militar y es militante de CTERA. El más joven, Macaluse, también dirigente de Suteba y CTERA, comenzó su militancia política y social en relación con los indígenas de Neuquén y a la sombra de un luchador social que venera, monseñor Jaime de Nevares. Macaluse y Quiroz coinciden en otros órdenes de la vida: son hinchas de River. Giles los carga, afirmando que él es "morocho, peronista y, por supuesto, hincha de Boca".

  Durante dos horas dialogaron sin tapujos con Página/12 y pasaron revista a todo: las culpas de Carlos "Chacho" Alvarez, las del Frepaso y las de la mismísima sociedad argentina. También proyectaron sus esperanzas acerca de la imprescindible "reunificación del campo popular" y sus temores sobre el desarrollo e implantación de un proyecto populista de derecha de corte neofascista. A continuación los tramos principales del diálogo.

  --¿Cuándo y cómo tomaron la decisión de abandonar el bloque del Frepaso?

  --Jorge Giles: Fue la culminación de un proceso de discusión democrática, horizontal y profunda con nuestros compañeros.

 

  --Eduardo Macaluse: Formalmente lo anunciamos esta semana, pero fue un proceso largo. Muy largo. Nuestro desacuerdo comenzó con ciertas medidas, como el impuestazo, que tomó el gobierno de la Alianza, con el apoyo del Frepaso.

  --Chacho, concretamente...

  --EM: Chacho y buena parte de la dirigencia. Es más, Chacho toma la decisión de irse del Gobierno y parte de la dirigencia del Frepaso en vez de avanzar en esa dirección, se opone. Ahora bien, nosotros no queríamos simplemente irnos sino generar un profundo debate dentro de la fuerza. Costó mucho construir el Frepaso y había que debatir a fondo. Por eso se hizo un congreso de la militancia el 31 de marzo pasado adonde concurrimos como diputados nacionales, con la idea de abrir un gran debate, reclamando un lugar donde procesar las diferencias internas. Lamentablemente dentro del Frepaso no se dio la posibilidad de generar ese debate.

  --¿Por qué no se dio? ¿Era una estructura muy vertical, muy referida a Chacho?

  --JG: En rigor no existió nunca el Frepaso democrático ni tampoco una estructura vertical. Directamente no existió una estructura. Es un partido que nunca tuvo una forma institucional. Se creó en base al mando unipersonal de Chacho y a través de sus lugartenientes se bajaba la línea.

  --Elsa Quiroz: También insistimos en dar la discusión dentro del bloque parlamentario del Frepaso, que después de la renuncia de Chacho se convirtió en la única referencia del funcionamiento de la Alianza, pero tampoco en ese espacio se pudo dar la discusión. Fue otro intento fallido para recuperar la identidad perdida del Frepaso; el papel que debimos jugar en la Alianza. Pero chocamos contra una concepción que consiste en acumular los cargos en el gobierno, mientras se está avalando la política del gobierno contra la gente.

  --¿En qué momento sintieron que era inevitable irse?

  --EM: Cuando el Frepaso apoya la rebaja salarial a los trabajadores. Sentimos que una fuerza que hace eso deja de ser una fuerza popular. Yo creo que las organizaciones políticas son emergentes de los procesos históricos y que nunca crecen o se hunden por una persona. Lo que pasó con el Frepaso y la Alianza marca los límites de la construcción por el atajo y la alquimia electoral. Hay que enraizar los procesos democráticos con lo que está ocurriendo en la sociedad. Sobre todo con el conflicto social.

  --Pero ¿no les parece que el Frepaso, aun antes de llegar al gobierno, había renunciado a la articulación de su práctica política con el conflicto social?

  --JG: Antes de empezar una ronda sobre este tema, es preciso decir que los diputados aquí presentes, más Marcela Bordenave, hemos estado en contra de los proyectos antipopulares que enviaba el Poder Ejecutivo. No es que hicimos un proceso de último momento. El tiempo que demoramos en irnos fue simplemente el tiempo de la discusión interna. El mojón que puso Eduardo (Macaluse) es el de la rebaja salarial. Pero es verdad que algunos compañeros compraron el discurso de la flexibilización y hubo algunos otros que cuando vieron la posibilidad cierta de acceder al gobierno, se dijeron que debían pensar "con traje y corbata" y le rajaban al conflicto social.

  --En 1996 hubo un seminario latinoamericano en México, organizado por el ex militante de izquierda Jorge Castañeda, actual canciller de Vicente Fox, al que concurrió Chacho Alvarez y ya en aquel momento rechazaba lo que llamaba posiciones "testimoniales", para no espantar a ese centro del espectro político al que apuntaba Castañeda y otros organizadores del evento. ¿Cómo percibían esta concepción al interior del Frepaso?

  --EM: Siempre estuvo el fantasma de no hacer "política testimonial". Muchas veces nos ponían como mal ejemplo al PT de Brasil. 'No queremos ser como el PT --decían-- porque el PT nunca va a ganar las elecciones nacionales'. Sin ánimo de hacer comparaciones odiosas, cabe recordar que el PT tiene la bancada más grande en el congreso de la octava potencia del mundo y que gobierna, bien, varios municipios. Me gustaría que fuéramos testimoniales de esa manera...

  --La derecha es más coherente en la materia, ¿no? Domingo Cavallo se presentaba a cualquier cosa, y no le preocupaba sacar el 10 por ciento...

  --EQ: Esto tiene que ver con el modelo de construcción de la fuerza. Lo prioritario era ganar las elecciones y no estructurar el Frepaso como una fuerza representativa de la sociedad civil.

  --JG: Todo partido tiene determinadas raíces sociales. Y eso constituye su alma. Por eso cuando culminamos el proceso de discusión dijimos que este partido se quedó sin alma. Que es lo mismo que decir: se quedó sin estímulos para militar. ¿Qué vamos a decirles a los militantes? Vamos con fe, compañero, que ahora vienen el encaje y el empalme. Perdió norte en lo político, en lo ideológico y en lo cultural. Por eso, más allá del afecto que nos merecen muchos compañeros que aún siguen en el Frepaso, es un partido que está en desintegración.

  --¿Cómo evalúan el papel histórico de Chacho Alvarez?

  --JG: Yo creo que no está de más señalar todas las cosas positivas que le dio Chacho a la política de este país. Creo que junto con Carlos Auyero y Germán Abdala integró una promoción de dirigentes que establecieron una impronta: la lucha contra la corrupción entendida como sistémica en el modelo y no como "mala conducta" de algunos funcionarios.

  --¿Fue así o se quedó con el aspecto más superficial de las coimas en el Senado?

  --JG: Estoy hablando del momento fundacional del Frente. Creo que la impronta que dejaron esos dirigentes hace que todo el mundo deba hoy comprometerse, aunque sea formalmente, contra la corrupción política. Después se inicia un proceso en el que la forma de liderazgo y conducción de Chacho se torna perniciosa para una fuerza con voluntad de ser democrática. Creo que últimamente cometió varios errores estratégicos, como la forma en que asume su renuncia a la vicepresidencia. Cuando ve que De la Rúa lo empuja, da el golpe ético y se va, pero a renglón seguido confunde al decirle a De la Rúa: "Señor presidente: yo seguiré colaborando con usted desde el llano". Esto provocó zozobra entre los militantes y a él lo sometió a un desgaste tal que finalmente le hizo dar un portazo en el propio Frepaso.

  --Antes impulsó el ingreso de Cavallo al gobierno de la Alianza. ¿No?

  --JG: Sí, y además impulsó muchas de las políticas nefastas que hemos combatido. Discutimos mucho con Chacho por eso.

  --EM: Me parece que para plantearse qué pasó con Chacho hay que hacer un balance sobre lo que pasó con la Alianza. Algunos dicen que la Alianza sólo sirvió para ganarle al menemismo. No es poco, en todo caso. Hay que valorarlo. Si no hubiera ganado la Alianza no habría investigación sobre el lavado de dinero, no estaría Menem preso, no se investigaría a María Julia Alsogaray o a Víctor Alderete. Y Chacho jugó un papel preponderante en la victoria electoral de la Alianza. Pero, a la vez, se despreocupó por tener un partido con la suficiente fuerza como para modificar las cosas con mayor profundidad desde el gobierno. Eso hizo estallar al Frepaso y diluyó a la Alianza. Con esa debilidad, el discurso se limitó a plantear la corrupción como un efecto no querido del modelo cuando es inherente al modelo. La crisis tiene que ver con la forma en que uno se para frente al modelo y al conflicto social que el modelo produce. Hacia adentro nos sentíamos como una fuerza "progresista", pero ante la sociedad decíamos otra cosa.

  --EQ: Yo coincido con el balance que hacen los compañeros. Pero agrego un matiz: le sigo reivindicando a Chacho la renuncia a la vicepresidencia. Creo que el gesto muestra una parte muy importante de lo que Chacho es. Lástima que se quedó a mitad de camino. Y la fuerza no había discutido suficientemente el tema como para poder avanzar en una construcción sólida más allá de estar o no dentro de la Alianza.

  --Este fracaso del Frepaso ¿no le hace perder mucho tiempo a lo que solía llamarse el campo popular? ¿No se torna muy empinada la cuesta?

  --E.M: La disyuntiva era una cuesta empinada o el abismo. Preferimos la cuesta empinada.

  --La pregunta estaba referida a las expectativas populares y a su frustración...

  --EM: Todo fracaso retrasa siempre la constitución de una fuerza popular y esto de la Alianza es un fracaso. El fracaso desmoraliza y genera dispersión, pero también es verdad que no existe un recipiente político para el conflicto social y que es imprescindible abocarse a esa tarea.

  --EQ: Sin duda que la frustración supone un retroceso. Pero también es cierto que al iniciar la continuidad de lo que fue el Frente no lo haremos desde el mismo lugar que lo hicimos en el pasado, sino desde una posición más avanzada. Ha fracasado una determinada política y los que llevaron adelante esa política, pero quedamos algunos que estamos dispuestos a retomar la continuidad histórica en un contexto diferente.

  --JG: Somos empecinados optimistas. El espacio social del Frepaso sigue estando. Por eso Lilita Carrió aparece como un emergente. Y creemos que en la huella que inicia el ARI estamos retomando en esencia lo que fuimos como militantes del Frepaso.

  --¿Cómo ven las próximas coyunturas electorales, la de octubre próximo y la del 2003? ¿Qué va a pasar con la Alianza?

  --EM: En las elecciones de octubre se podrá constatar lo que la sociedad piensa acerca de la política. Aun el que gane no va a tener un cheque en blanco. Lo que nosotros tememos es que puedan crecer los emergentes característicos de estas épocas miserables, que son los que anuncian una salida fácil, con tres o cuatro eslóganes fascistas.

  --¿Carlos Ruckauf?

  --EM: Claro. Por eso nos parece importante y urgente la reconstrucción del campo popular. El peligro está en cierne.

  --¿El ARI tiene postura sobre una posible candidatura a senadora de Carrió? ¿Se presentarán en octubre o planean una estrategia más a largo plazo?

  --EM: Lo esencial para nosotros no es la coyuntura electoral, sino construir consensos fuertes, pero en Capital Federal y provincia de Buenos Aires vamos a tener que confrontar en las próximas elecciones. En lo que respecta a la candidatura de Carrió, lo decidirá ella y debemos ser respetuosos de su decisión.

  --¿No se repetirá con Lilita el fenómeno de Chacho? ¿No se caerá en el seguimiento del líder carismático?

  --EM: Por eso planteamos que primero hay que poner los cimientos de la fuerza. Nunca se llegó a buen puerto con un liderazgo providencial y eso, la primera que lo plantea, es la propia Lilita...

  --... pero hay una cultura seguidista del líder muy arraigada en la sociedad. Esa gente que ya dice "Carrió es una divina, es una ídola"...

  --JG: Hay un riesgo, porque somos parte de una determinada cultura política y hay sectores que juegan muy fuerte para que sigamos varados en esa concepción. Sectores que plantean el trabajo desde los cimientos como romanticismo. Que miran con desconfianza la organización y sólo piensan en lo electoral. Nosotros estamos vacunados y por eso no nos quedamos en la Alianza que podía ofrecernos un destino electoral. Nuestra prioridad es ahora recorrer la provincia de Buenos Aires y hablar con todos los compañeros, no sólo con los que se fueron sino también con los que se quedaron. Con el hombre de Scalabrini Ortiz que "está solo y espera".

  --EQ: Hay que recuperar la elaboración colectiva y el trabajo colectivo como contenidos centrales de la política.

  --EM: Y hacerlo sin sectarismos, pero tampoco con una manga tan ancha por la que entren procesistas y corruptos. Porque por agrandar el espacio, uno termina diluyendo lo que ese espacio tenía que representar.

  --Por la autocrítica que han hecho va de suyo que apuntarán a construir una fuerza que represente las expectativas sociales. Pero el conflicto social tiene muchos actores, tanto en el terreno social (CTA, CGT de Hugo Moyano, piqueteros, etc) como en el plano político (el Polo Social, por ejemplo). ¿Piensan que el ARI va a contener a las diversas expresiones o que va a ser parte de una nueva coalición?

  --EM: El ARI tendría que ser el vehículo, pero no podemos ser tan imbéciles como para pensar que va a ser el único. Hay que establecer el diálogo con otras fuerzas convergentes...

  --¿Cómo se llevan con Luis Farinello?

  --EM: A Farinello lo respetamos mucho; a Alicia Castro también. Con respecto al CTA no pensamos que deban ser las 62 Organizaciones de esta política. Creo, en cambio, que debemos establecer un diálogo profundo y convertirnos en vehículo de muchas de sus propuestas como, por ejemplo, la del seguro de empleo. Porque en este país hay Ley de Responsabilidad Monetaria, que es la de Convertibilidad, pero no hay Ley de Responsabilidad Social.

  --La seguridad jurídica no figura en el contrato social del ciudadano...

  --EQ: En realidad una buena parte de los ciudadanos está excluida del contrato social.

  --JG: El país se está hundiendo. No somos cinco amigos que se juntan en un cantón suizo para formar un nuevo partido. La crisis es fenomenal porque no es sólo económica. Hay crisis de representatividad política y hay una desintegración social muy marcada. Que obliga a reemplazar a la dirigencia política tradicional (y no estoy hablando de edades), responsable de que el país se esté hundiendo. Hay que buscar a los militantes dispersos y convocarlos a una tarea patriótica. Porque urge recuperar la vieja noción de patriotismo.

  --EM: No pensamos que "cuanto peor mejor". Sabemos que hay que reconstruir el tejido social que se dañó muchísimo en los diez años de menemismo e ir generando lazos solidarios dentro de las organizaciones sociales. Y no hay que decirles a esas organizaciones "yo te voy a representar a nivel electoral", sino que hay que sentarse de manera seria y responsable con ellas a discutir las propuestas que deben impulsarse a nivel político. Porque no se las puede tomar como carne electoral, para después apartarse de ellas porque constituyen "una mala señal para el establishment".

  --Los conflictos de Aerolíneas Argentinas y de Mosconi parecen indicar que el conflicto social se radicaliza y que hay una búsqueda subyacente de un discurso político que contenga todas estas reivindicaciones. ¿Es así?

  --EM: Sí. Pero a la vez hay síntomas de confusión en la sociedad. No debemos tener una visión demagógica y pensar que por un lado hay una sociedad excelente y por el otro una dirigencia corrupta y banal. Esta sociedad también está enferma. Esta sociedad se bancó 30 mil desaparecidos mirando para otro lado y después se bancó a un presidente que todos sabían que era corrupto y lo votó de nuevo por la cuota de la heladera. Y después votó a un presidente que era conservador y reaccionario, precisamente porque era conservador y reaccionario. Decir esto probablemente haga que uno pierda votos, pero es una discusión en la que hay que entrar en serio, porque lo electoral y lo partidario forman parte de una discusión cultural.

  --O sea que se aprestan a una lucha prolongada. (Risas)

  --EQ: Prolongada y trabajosa, pero si no es una trampa y una mentira.

 

 

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