Por Daniel
Guiñazú
Oscar de la Hoya entró en la historia. Desde la medianoche del
domingo comparte con Sugar Ray Leonard y Thomas Hearns el privilegio de
haber ganado cinco títulos del mundo en cinco categorías
diferentes. Pero el ingreso del Golden Boy a ese selecto club de celebridades
no estuvo precedido de emociones fuertes ni tuvo el aliento épico
que tiñe las grandes hazañas. De la Hoya hizo todo solo.
Lo único que pretendió el español Javier Castillejo
fue terminar en pie. Y en el boxeo, ya se sabe, cuando uno no quiere,
dos no pelean. Aunque el intérprete del monólogo tenga el
talento y las ambiciones de grandeza del Golden Boy californiano.
Que De la Hoya haya ganado la corona superwelter del Consejo por puntos
en fallo unánime y con 11 puntos de ventaja (119 a 108) en las
tarjetas de los tres jurados ahorra cualquier tipo de consideración
y es prueba más que suficiente de lo que sucedió (o no)
sobre el ring del MGM Grand Arena de Las Vegas. No tuvo historia el combate
porque demasiado pronto quedó en claro que a uno le sobraba todo
lo que al otro le faltaba. Antes del primer minuto del primer round, De
la Hoya (69,853 kg) conectó una derecha a fondo que sacó
de línea a Castillejo (69,853 kg). Y a partir de allí, cada
uno se reforzó en su estrategia. De la Hoya siguió trabajando
con libertad y creatividad, pero sin exigir jamás su máquina
de pelea. Y Castillejo se convenció de que ganar era una quimera
y por lo tanto se dedicó a retroceder y a lanzar tímidas
manos desde lejos con un mezquino y excluyente propósito: que el
final de la contienda lo sorprendiese en posición vertical.
Fue tal la diferencia de jerarquía, tan distinto lo que propuso
De la Hoya de lo que pretendió Castillejo, que los 36 minutos de
combate no destilaron ni una gota de adrenalina. De la Hoya construyó
un dominio sereno a partir del pistoneo de su izquierda en jab y en directo
y de una derecha bien combinada a los planos altos y bajos del español.
Pegó en proporción de 5 a 1. Pero no se apresuró
en procura de un nocaut que le agregara lustre a una victoria que jamás
corrió riesgo. ¿Podía noquear el Golden Boy? Siempre
que un boxeador sube de categoría, pierde la fuerza que tenía
en las divisiones inferiores. Y dio la impresión de que De la Hoya
estaba bien de velocidad, pero sus manos no pesaban como antes. Los tres
kilos que debió subir para desafiar a Castillejo se percibieron
en su rostro más lleno y en un torso más ancho y robusto.
Pero no se hicieron sentir en una pegada que conmovió al huidizo
y especulativo ex campeón español, una vez, a cuatro segundos
del final y lo mandó al piso, más por la fatiga acumulada
que por el vigor descargado.
Desbarrancada prematuramente en una pendiente de sopor, la pelea tuvo
muy pocos picos emocionales. Sólo en los rounds 5º, 8º
y 10º, Castillejo se animó a dar un paso al frente y sacar
algunas manos ascendentes como testimonio de que estaba sobre el ring.
Pero fueron flashes, momentos aislados, insuficientes para alterar una
tendencia irreversible. Cuando aceleró, cuando desplegó
la mayor parte de su inspirado repertorio, De la Hoya fue imparable. Pegó
como y cuando se le antojó y, sin prisa pero sin pausa y sin brillo,
se anotó un triunfo que será recordado como un hito estadístico
notable, no como una cita inolvidable con la emoción.
Tuvo mejores noches De la Hoya, más grandes, más excitantes.
Pero no fue responsabilidad suya que el combate no haya levantado nunca.
Castillejo amarreteó todo lo que pudo, vino a durar, duró,
terminó de pie y a cambio de 800 mil dólares de bolsa, entregó
un título del mundo que gozó durante dos años, más
por la muñeca y los contactos políticos del dirigente español
Rubén Martínez, vicepresidente del Consejo Mundial, que
por los méritos que pudo haber hecho sobre un ring. Nunca fue Castillejo
un campeón mundial de estatura. La derrota lo puso aún más
en evidencia y, después de esta derrota, nadie más se acordará
de él.
En el mazo del futuro de De la Hoya (que embolsó 5 millones de
dólares) entran todas las cartas y están abiertas todas
las posibilidades. Puede subir tres kilos, irse a mediano y desafiar a
Tito Trinidad por el cetroAMB de las 160 libras. Pero también puede
esperar que sea Trinidad quien baje a los 69,853 kg y lo rete por el título
superwelter CMB que acaba de ganar (algo improbable, ya que el puertorriqueño
desafiará en septiembre a Bernard Hopkins por las versiones CMB
y FIB del título de los medianos). Puede defender la corona contra
el californiano Fernando Vargas (ex campeón FIB de la categoría).
Y hasta puede bajar tres kilos y en 66,678 pedirle revancha a Shane Mosley,
uno de sus dos ganadores, por el título welter. Todo es posible
para el Golden Boy, ahora que la historia le guarda un lugar, el de pentacampeón
del mundo, en el que pocos, sólo Leonard y Hearns, tuvieron cabida.
Los supercampeones
Cinco títulos mundiales
Sugar Ray Leonard (1979:
Welter CMB, 1981: Superwelter AMB, 1987: Mediano CMB y 1988: Supermediano
y Medio Pesado CMB).
Thomas Hearns (1980:
Welter AMB, 1982: Superwelter CMB, 1987: Mediopesado CMB, 1987:
Mediano CMB y 1988: Supermediano OMB).
Oscar de la Hoya (1995:
Liviano Jr OMB y Liviano OMB, 1996: Welter Jr CMB, 1997: Welter
CMB y 2001: Superwelter CMB).
Cuatro títulos mundiales
Roberto Durán
y Pernell Whitaker.
Tres títulos mundiales
Bob Fitzimmons, Tony
Canzoneri, Barney Ross, Henry Armstrong, Emile Griffith, Wilfred
Benítez, Alexis Argüello, Wilfredo Gómez, Jeff
Fenech, Julio César Chávez, Iran Barkley, Mike McCallum,
Wilfredo Vázquez, Roy Jones y Félix Trinidad.
|
SOLO
PELEO TRES MINUTOS
Hiena sin decisión
Por D.G.
Anda con
el paso cambiado la Hiena Barrios. Luego de seis meses de inactividad,
reapareció el sábado por la noche en Villa María
(Córdoba) ante el entrerriano Justo Evangelista Martínez.
Y pudo pelear poco más de tres minutos. En el comienzo del segundo
asalto, hubo un choque de cabezas, Martínez salió con una
herida grande encima de la ceja derecha y, como el médico estableció
que no podía seguir combatiendo, el árbitro Brígido
Rosa Vaca dictaminó un fallo sin decisión porque, tal como
lo estipula el reglamento, el incidente había sucedido antes del
comienzo del cuarto round.
Impresionó bien Barrios en lo poco que hubo de pelea. Estuvo ordenado,
movió bien la cintura y colocó buenas manos. Pero lo poco
que duraron las acciones dejó a todos con ganas y sobre todo a
Barrios, quien pidió a los gritos que le armen un combate para
dentro de dos o tres semanas.
En todo momento, Barrios se refirió a sí mismo como campeón
mundial UMB de los superplumas. Pero, aunque no ha habido comunicación
oficial al boxeador, las informaciones que llegan desde Italia y las que
figuran en Internet coinciden en que el argentino ha sido despojado de
su título por negarse a defenderlo ante el sudafricano Phillip
Ndou, y que Ndou y el santafesino Carlos Ríos pelearán por
el título vacante, el miércoles 25 de julio en Carnival
City, Sudáfrica. Ríos ya ha aceptado la oferta y se está
entrenando en su provincia. Cobrará 15 mil dólares por su
cuarta chance de ganar un título del mundo.
|