Por Carlos Noriega
Desde
Lima, Perú
Fernando Zevallos, el propietario
de Aerocontinente, nunca ha podido explicar satisfactoriamente el origen
de su repentina fortuna. Pero todo apunta a una antigua relación
con el tráfico de drogas. La primera vez que el nombre de Zevallos
se hizo público no fue en las páginas empresariales de los
diarios sino en la sección policiales. Corrían los primeros
años ochenta y las crónicas relataban el caso de un piloto
detenido por la policía luego de que la avioneta que conducía
cayera en la selva con su cargamento de droga. Nada fuera de lo común
en una zona cuya economía gira alrededor de la coca. Y tampoco
resultó fuera de lo común que, a pesar de las evidencias
incriminatorias, el hombre fuera absuelto por un tribunal local. El nombre
de ese piloto que primero logró sobrevivir al accidente aéreo
y luego eludir la prisión era Fernando Zevallos.
Durante los siguientes años, éste siguió volando
por las rutas del narcotráfico. Y la suerte lo siguió acompañando
para hacer fortuna y evadir la justicia. En 1987 fue involucrado en un
asesinato que tenía todas las características de un ajuste
de cuentas entre mafias del tráfico de drogas. Pero una vez más
salió absuelto. Sin embargo, años después, cuando
Zevallos ya era el flamante propietario de Aerocontinente y empeñaba
todo su esfuerzo en borrar su oscuro pasado, aquel crimen regresó
como un fantasma. El asesino había fugado de la cárcel y
desde la clandestinidad aseguraba haber cometido el homicidio por órdenes
de Zevallos. Este negó la acusación, pero para entonces
las relaciones del acaudalado empresario con el narcotráfico eran
ya un escándalo.
En enero de 1995 la policía decomisó tres toneladas y media
de coca y capturó a los hermanos Manuel y Tito López Paredes
como cabecillas de la mafia propietaria de ese cargamento. En el fundo
de los López Paredes, ubicado en una zona selvática dominada
por el narcotráfico, se encontró una agenda que llevó
a la policía hacia varios de los cómplices de los hermanos.
En la agenda se podía leer la palabra .Lunarejo. como uno de los
contactos de esa mafia. .Lunarejo. es el alias con el que Zevallos era
conocido en las dependencias policiales y en el mundo del negocio de los
estupefacientes. Para entonces, era el flamante dueño de la pujante
Aerocontinente, que con precios muy inferiores a los de la competencia
crecía aceleradamente, expulsando del mercado de cabotaje a las
otras aerolíneas. La caída de la mafia de los López
Paredes comenzó a descorrer el velo sobre el origen del dinero
para fundar y sostener Aerocontinente.
A raíz de este hecho se supo que los fraternales mafiosos le habían
dado a Zevallos un millón y medio de dólares para que fundara
Aerocontinente en 1992. Tal lo que reveló primero Luis Izuski,
quien hizo las veces de intermediario cuando los hermanos, desde la prisión,
intentaron sin éxito cobrar esa deuda, y luego el propio jefe del
clan delictivo, Jorge López Paredes, quien fuera detenido en México
en 1999. Los L.P. fueron condenados a cadena perpetua y Zevallos, incluido
en el proceso judicial bajo el cargo de lavado de dinero. La fiscalía
pidió para él 25 años de prisión, pero logró
fugar del país en 1997, siendo su sentencia reservada por tatarse
de un reo ausente. Según algunas versiones, Zevallos habría
escapado rumbo a la Argentina en un avión carguero alquilado. En
la Argentina, en Chile y Estados Unidos habría pasado la mayor
parte de estos últimos años de clandestinidad.
Pero mientras estaba prófugo, su compañía aerocomercial
no dejó de crecer. En 1995 había comenzado a volar a Miami,
y en 1998 ingresó al mercado chileno, donde, al igual que lo hiciera
en el Perú, creció gracias a sus bajos precios, que para
otras líneas aéreas resultaban imposibles de enfrentar.
Para evitar que Aerocontinente se viera afectada por los cargos en su
contra, transfirió la conducción de la empresa a su hermana
Lupe,aunque todos sospechan que es él quien toma las decisiones.
Los negocios de Zevallos se han extendido entre tanto más allá
de Aerocontinente. En Estados Unidos es propietario de dos compañías
de aviación cargueras, Cargo Aircraft Leasing Corp. e International
Pacific Trading, y de una empresa proveedoras de aeropartes, INC.
En un reciente informe de una comisión del Congreso peruano, que
investigó las actividades ilícitas de Vladimiro Montesinos,
el ex todopoderoso asesor del destituido presidente Alberto Fujimori (ver
acerca de su captura en páginas 20 y 21), se menciona a Fernando
Zevallos como uno de los personajes con quien Montesinos hizo negocios
relacionados con el comercio de drogas. A pesar de estar perseguido por
narcotráfico en el Perú, Zevallos sigue exhibiéndose
internacionalmente como un empresario exitoso. Y como su principal carta
de presentación muestra el sorprendente crecimiento en tiempos
de crisis y recesión de Aerocontinente, la empresa que ahora sueña
convertir en la megaaerolínea de Sudamérica, y que, según
diversos testimonios, nació con dinero sucio del narcotráfico.
Zevallos utiliza como arma de presión la publicidad que Aerocontinente
coloca en los medios de comunicación, que se encuentran en una
difícil situación económica, para que ellos silencien
sus vínculos con el narcotráfico. Si alguno rompiese ese
silencio informativo, entonces perderperdería a un buen cliente
en tiempos de recesión.
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