Por Claudio Zlotnik
A varios miembros del
equipo económico nos preocupa la situación política.
Sabemos que no habrá una crisis, pero particularmente estoy cansado
de recibir preguntas de fondos de inversión y bancos del exterior
sobre la salud del Presidente. Así de franco, pero pidiendo
encarecidamente mantener en reserva su nombre, un importante integrante
del elenco ministerial confesaba su fatiga ante Página/12. En el
diálogo contó que es tal la incertidumbre existente en general
sobre la situación política que el viernes debió
salir al cruce de un rumor desopilante: Me llamaron
para preguntarme si esta semana De la Rúa dejaría la Presidencia
por motivos de salud y se formaría un gobierno de unidad nacional,
con Cavallo como garante del modelo, incluyendo al justicialismo y al
radicalismo. Es éste el clima en que el equipo trata de convencer
a los inversores extranjeros de la viabilidad del último paquete
anunciado el viernes 15 para sacar a la Argentina de la recesión.
Diversos colaboradores de Cavallo, que aceptaron dialogar con este diario
sobre la cuestión, alegaron que los funcionarios políticos
se esmeran muy poco por defender la estrategia económica, dejando
expuesto en soledad al ministro de Economía. Por otra parte, y
a medida que se prolonga la crisis, los financistas muestran que les preocupa
la falta de protagonismo del Presidente, a pesar de los últimos
cambios introducidos en el área de comunicaciones de la Casa de
Gobierno.
En el Palacio de Hacienda entienden que Cavallo echó toda la carne
al asador para lograr la reactivación. Con el megacanje,
las programas procompetitividad y las últimas medidas, su apuesta
fue apuntar en todas las direcciones. Sabe que a algún blanco va
a darle, y entonces la economía empezará a moverse,
describió uno de los asistentes del ministro. Otro coequiper confesó:
Cavallo entró pensando que su sola presencia alcanzaba para
calmar a los mercados y seducir a los inversores. Al principio dijo que
nunca se ocuparía de cuestiones financieras ni anunciaría
paquetes de medidas. Pero cuando vio que la cuestión no marchaba
rectificó su estrategia y apretó el acelerador. Ahora esperamos
que en la Casa Rosada entiendan que también ellos deben cambiar
de actitud.
Después del megacanje y del factor de empalme, los funcionarios
de Economía creen que la situación pasó de explosiva
a controlable. Pero admiten que si bien se ahuyentó
el fantasma de la cesación de pagos, reflotó el temor de
los inversores a una próxima devaluación. Al respecto, en
el Palacio de Hacienda son contundentes: Es imposible que ello ocurra.
¿Quién se arriesgaría a armar una corrida en contra
del peso sabiendo que el Banco Central cuenta con 30.000 millones de dólares
en las reservas?, se preguntaron las fuentes. Es imposible
que la Argentina sea forzada a devaluar por el mercado, como ocurrió
en Brasil, descartaron.
Sin embargo, Cavallo admitió una sobrevaluación del
peso de al menos un 20 por ciento. ¿Cómo hará para
corregir los precios relativos? -preguntó este diario.
Con la introducción del factor de empalme ya
ganamos casi un 10 por ciento y conseguimos empezar a equilibrar las cosas
con Brasil. No tiene sentido devaluar porque provocaríamos un deterioro
fortísimo en la población. Los salarios bajarían
cuanto menos un 30 por ciento y el Producto Bruto caería entre
5 y 10 por ciento en un año. Una devaluación nos llevaría
al peor escenario, y está totalmente desechada.
Un punto fuerte de apoyo con el que cuenta Cavallo es el sistema financiero.
Pese a los temores que existían ante un posible retiro masivo de
depósitos después de haber tocado el tipo de cambio comercial,
la semana pasada las colocaciones bancarias se mantuvieron intactas. Y
Cavallo respiró aliviado. En otras épocas, el sistema
bancario era un multiplicador de los problemas económicos. Ahora,
por el contrario, es nuestro principal amortiguador. La gente y los inversores
perciben que los bancos tienen riesgo cero, explicó un interlocutor.
Frente a la solidez del sistema financiero, el flanco débil que
se les presenta a los ejecutores de la política económica
es el riesgo país, termómetro que mide la (des)confianza
de los inversores en la Argentina. Desde que asumió, Cavallo nunca
pudo ver ese indicador bajando de los 850 puntos, y el viernes pasado
debió contemplarlo en 990, una marca que torna imposible la recuperación.
Al respecto, en el team económico conviven dos análisis.
Por un lado, se asevera que, tras el megacanje, la Argentina podría
darse el lujo de no salir a pedir prestado en los mercados
internacionales hasta casi fin de año. Y que, por tanto, no importa
demasiado el nivel del riesgo país, ya que hay tiempo para ilusionarse
con una baja. No obstante, los funcionarios admiten que si el riesgo no
mejora, los bancos mantendrán las tasas de interés en los
altos niveles actuales, lo que seguirá trabando el despegue. Además,
mientras persista la incertidumbre, las entidades financieras seguirán
pisando los depósitos, restringiendo los préstamos.
En este escenario, en Economía cruzan los dedos. Saben que el contexto
internacional está jugando en contra (devaluación del real
y del euro, menor crecimiento esperado en Brasil y achatamiento en los
precios de los commodities). Ahora toda la apuesta es a que las últimas
medidas produzcan el efecto esperado, y que después de tres años
de recesión los motores de la economía vuelvan a encenderse.
Suspicacias
Desde que hace diez días se anunció la creación
del factor de empalme para subir el dólar comercial
sin subirlo, el término elegido se prestó a comentarios
suspicaces por otra de sus acepciones vulgares. Más exactamente,
la de erección del miembro viril. Algunos analistas entendieron
así que ese agregado variable debía funcionar como
una especie de viagra para la fláccida economía nacional.
Para evitar habladurías se lo rebautizó factor
de convergencia, aunque si la cotización del euro cayera
actuaría más como un factor de divergencia.
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