Por Silvina Friera
Cuando ves una obra de
Pirandello, tenés que aferrarte a la butaca y prepararte para atajar
cualquier cosa que el autor trate de arrojarte. Con esta frase empieza
el documental ficcionalizado que se emite a las 11 y a las 18 por Canal
á sobre la gira que Luigi Pirandello realizó por Europa
en 1925 con su compañía teatral. Hombre de Europa y de su
tiempo, primero poeta y novelista (El difunto Matías Pascal, Quaderno
di Serafino Gubbio operatore y Uno), y siempre polémico por su
temprana adhesión al fascismo, el dramaturgo fue un gran cuestionador
de las convenciones teatrales, al apartarse definitivamente de la dramaturgia
naturalista para llegar a la representación del teatro dentro
del teatro. Allí donde el escenario no se decora como un
salón burgués o como una hacienda campesina, sino simplemente
como un espacio vacío. Testigo y profeta del derrumbe de un mundo
y del arduo nacimiento de otro, que no ha terminado de formarse, pero
que le provoca suficiente espanto, su obsesión era deslumbrar al
público con el mismo horror que le producía la falta de
sentido de la existencia humana. Quizá, la mejor definición
sobre el significado de su obra esté sintetizado en sus propias
palabras: Acepto la vida para escribirla, no para vivirla.
Quince años de convivencia con su esposa, Antonietta Portulano
hija del socio de padre de Pirandello en una mina de azufre
que había perdido la razón y deambulaba por la casa como
un fantasma, fue el período en que surgieron sus mayores piezas.
Creaba recluido en el claustrofóbico mundo de la paranoia de su
mujer. Tengo una costumbre muy vieja: todos los domingos por la
mañana doy audiencia a los personajes de mis futuros relatos. Cinco
horas, de las ocho a la una. Y no sé por qué, pero, por
regla general, a estas audiencias acude la gente más descontenta
del mundo, recordó Pirandello en un relato publicado en 1911,
La tragedia de un personaje. El dramaturgo italiano nació,
al borde de la calamidad, de improviso y sin comadrona, en Agrigento (Sicilia)
el 28 de junio de 1867, en una vieja casona elegida por la familia para
refugiarse de una epidemia de cólera que asolaba la región.
El documental, con Jim Norton interpretando a Pirandello, propone un recorrido
por las obras más emblemáticas del dramaturgo, como Seis
personajes en busca de un autor, Las reglas del juego, Enrique IV, confrontados
con episodios de su vida. Las imágenes de Sicilia muestran una
ciudad llena de personajes, con seres al borde del delirio, que se autocontemplan
como en un juego de locos. La locura fascina a Pirandello porque considera
que todos los hombres pueden ser delincuentes o locos en algún
momento, idea que introdujo con mucha fuerza en la literatura moderna.
En Seis personajes..., su obra más conocida y representada, estrenada
el 10 de mayo de 1921 en el teatro Manzoni de Milán, las relaciones
familiares han alcanzado un punto de tensión intolerable. Un padre
y una hijastra encerrados en un terrible conflicto psicológico,
exigen, junto con los otros cuatro personajes, que sus historias sean
narradas. El problema del autor, de los personajes como criaturas dramáticas
y autónomas, la cuestión de diversos espacios escénicos
superpuestos y el desarrollo argumental descompuesto en planos simultáneos
(ilusión-realidad), escenarios vacíos, directores furiosos,
personajes que exigen que se les dé vida a través del teatro,
actores que se rebelan frente al director o que se convierten repentinamente
en espectadores, un público confundido por situaciones que no saben
si corresponden al espectáculo o no, son los ejes fundamentales
que convirtieron a Pirandello en un escritor tan moderno como controvertido.
Admiro a Mussolini. Aunque no me gusta la política para nada,
creo que Mussolini le da a Italia una noción de realidad,
le dice Pirandello a su devota compañera y musa inspiradora, la
actriz pirandelliana Marta Abbas. Se aproximó al fascismo en rechazo
al sistema parlamentario, que Pirandello veía como una democracia
ficticia einsustancial. Según la mirada del documental, mientras
la obra pirandelliana revolucionó al teatro occidental, al punto
que influenció a todos los autores posteriores, su comportamiento
es el de un hombre que apoyó la reacción, que aceptó
con halago la designación de senador del reino, poco antes de su
muerte. Premio Nobel de Literatura en 1934, Pirandello y sus obras conmueven,
estremecen, sacuden y a veces desorientan, como la vida misma.
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