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DINAR LINEAS AEREAS


URSO CITO AL EX PRESIDENTE PARA UNA SEGUNDA INDAGATORIA
Menem delante de 500 preguntas

Tras 19 días de arresto de Menem, los investigadores han acumulado nuevos indicios y nuevos testimonios, como los de Sarlenga, Caselli y dos militares, que darían lugar hoy a otra tanda de preguntas en la ampliación de la declaración indagatoria.

Por Eduardo Tagliaferro

Carlos Menem tendrá una segunda oportunidad de explicarle al juez federal Jorge Urso su “verdadera verdad”, tal como él mismo afirmó, en el Hotel Presidente, el día anterior a su detención. La ampliación de la indagatoria le fue notificada personalmente ayer a su abogado Oscar Roger, en el despacho del magistrado. La declaración del ex presidente es esperada ansiosamente por los investigadores judiciales, que tienen más de 500 preguntas para formularle.
En su anterior comparencia, Menem se negó a declarar y se limitó a dejar en manos del juez un escrito en el que tomaba distancia de la venta ilegal de armas. Diecinueve días después de su arresto, por el juzgado se han ido acumulando testimonios y pruebas que complican la situación procesal de quien está sospechado de ser el jefe de la asociación ilícita que realizó el negocio millonario.
La nueva citación se produjo el mismo día en que el menemismo esperaba ansiosamente el fallo de Urso resolviendo el futuro procesal del ex presidente. “La citación es a fin de hacerle conocer todos los elementos que figuran en la causa”, fue la respuesta que entregaron ayer a Página/12 en el juzgado federal.
“¿Para qué lo llama?”, preguntó Roger al juez, según allegados de Tribunales. “El doctor Menem tiene que explicarle al país su verdad”, fue la respuesta. Aunque se mostró sorprendido por la citación de su cliente, a Roger no se le escapa que en esta ocasión el ex presidente no puede desaprovechar la oportunidad de entregar su versión de los hechos. Tampoco desconoce que en los últimos días se han sumado elementos que lo comprometen. Entre ellos los testimonios del vicecomodoro Tomás Medina y del almirante Edmundo Schaer, quienes declararon que en dos ocasiones se entrevistaron con Menem para concertar una millonaria venta de submarinos a Taiwan.
Funcionarios de Tribunales explicaron que el oficio ordenando la presencia de Menem en el despacho de Urso tenía su fundamento en el artículo 294 del Código Procesal Penal. También recordaron que en los seis años de investigaciones no era la primera vez en la causa que se resolvía ampliar la declaración indagatoria de alguno de los involucrados. Recientemente sucedió con los casos de Antonio Erman González y del ex subjefe del Ejército, Raúl Gómez Sabbaini, pero antes figura el antecedente de Mauricio Muzi, integrante de la comisión triministerial que autorizaba la aprobación de los decretos.
Antes de retirarse de Comodoro Py, Roger adelantó que “lo prepararía a Menem para hablar sobre tres testimonios que lo incriminan”. Al momento de detallarlos, ubicó entre éstos a los dichos de Esteban Caselli, actual secretario del gobernador bonaerense Carlos Ruckauf; de Luis Sarlenga, ex interventor en Fabricaciones Militares, y de los militares Medina y Schaer. Cuando se enteró de que nuevamente era llamado a indagatoria por Urso, la primera reacción del ex presidente fue la de presentarse a la audiencia tan sólo con un escrito y negarse al interrogatorio del fiscal Carlos Stornelli y del juez. A última hora sus hombres más cercanos intentaban convencerlo de que aceptara declarar frente a los funcionarios judiciales, a la vez que trabajaban sobre el escrito que dejarían en el expediente (ver aparte).
Más allá del compromiso de su letrado, entre quienes siguen de cerca la causa persistía la duda de si finalmente el ex presidente se allanará a responder la larga lista de interrogantes que tienen los investigadores para formularle. Tampoco podían dilucidar si sobre los tres items sobre los que se explayaría, el ex presidente aceptará que le formulen preguntas. Sobre dos de ellos, la defensa ya había avanzado en la presentación realizada el jueves último. En ese escrito los abogados desacreditan las declaraciones de Caselli, quien reconoció que fue Menem quien le ordenó transmitirle al ex ministro de Defensa Oscar Camilión “que mantenga a Sarlenga en su puesto”.
Cuando Caselli dijo que Menem había respaldado la continuidad de Sarlenga en Fabricaciones Militares, el ex presidente perdió la línea y lo calificó como “pinche de décima”. Para invalidar las declaraciones de Caselli, los defensores usan los argumentos utilizados por un viejo enemigo del menemismo: Domingo Cavallo. En este punto argumentan que en el libro “El peso de la verdad”, Cavallo señala que detrás de la venta de las armas se encontraban el propio Caselli y Alberto Kohan. Esto los induce a sostener que Caselli sería parte interesada en ocultar la verdad. Como subproducto de esta presentación comprometen a uno de los incondicionales del ex presidente como es el caso de Kohan. Cuando se les señala esta contradicción, los abogados de Menem no dudan y responden: “el único a salvar en esta causa es nuestro cliente”. El hecho pone de manifiesto que en la prehistoria discursiva del menemismo fueron enterrados argumentos como “el visto bueno de los Estados Unidos para venderle armas a Croacia” y la existencia de un “hecho político no judiciable”. En el juzgado se encargaron de transmitir que “no se investigan actos políticos, sino hechos delictivos”.
Tanto en el juzgado federal como en la fiscalía se viene trabajando a marcha forzada. En las oficinas del cuarto piso, donde tiene su despacho Urso, el pasado sábado y domingo fue un día laboral más. Incluso un poco más de lo normal. Muchos de los empleados adscriptos al juzgado, el domingo se retiraron de los tribunales pasadas las 23.
Aunque no están pendientes del operativo policial que se montará alrededor del traslado de Menem, en el juzgado federal ayer los funcionarios evidenciaban cierta preocupación porque no podían comunicarse con el responsable de la custodia del ex presidente. Eso impulsó a Urso a telefonear al jefe de la Policía Federal. “Mañana a las 10 de la mañana, quiero al doctor Menem sano y salvo en mi despacho”, se limitó a ordenar el magistrado.

Por un puñado de dólares
Si algo preocupa a Carlos Menem tanto o más que la causa que lo tiene detenido, es la investigación por enriquecimiento ilícito que se impulsa desde los tribunales federales. Los defensores Oscar Roger y Mariano Cavagna Martínez presentaron la semana pasada ante el juez federal Jorge Urso un escrito para que se abstenga de continuar con la pesquisa. Ayer, Roger se quejó por la demora en resolver la cuestión. La reacción se produjo luego de que Urso librara más de 100 oficios a reparticiones públicas, intentando conocer el patrimonio real del ex presidente y de sus familiares directos. El juez Juan José Galeano instruye una causa para esclarecer si el ex presidente se enriqueció ilícitamente en su paso por la gestión pública. Aunque Urso está en la búsqueda de la coima que rodeó la maniobra, en 1996 el fiscal Carlos Stornelli había pedido investigar el posible enriquecimiento de “Luis Sarlenga, y demás funcionarios que resulten involucrados”. Esta definición sería la base de una futura competencia legal que tendrían que resolver los tribunales de alzada.

EL PRESIDENTE LOS DESECHO
Los indultos, descartados

“Para estos casos los indultos no corresponden”, reiteró ayer el presidente Fernando de la Rúa en relación a la posibilidad de conceder un perdón excepcional a Carlos Menem, que cumple arresto domiciliario en la quinta que le facilitó su amigo Armando Gostanian. De la Rúa, dicen en su entorno, es un hombre reacio a conceder indultos en cualquier caso. Días atrás le llegaron consultas de un grupo de colaboradores del ex presidente que trabajan sobre esa posibilidad para salvarlo. Lo cierto es que a Menem tampoco lo convence insistir demasiado en esa dirección porque implicaría reconocer su culpabilidad y la falsedad de los decretos que permitieron el envío ilegal de armas a Ecuador y Croacia. De la Rúa formuló declaraciones en San Juan (foto), un viaje en son de paz con el ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero.

OPINION

Por Mario Wainfeld

Una defensa a la defensiva

Hace un par de semanas, algunos de los hombres de mayor confianza de Carlos Menem, con el senador Eduardo Bauzá a la cabeza, hicieron una ronda bastante reservada con varios de los penalistas más afamados de la Argentina. Más allá de la inusual importancia del caso y del cliente, las preguntas más importantes eran las que cualquier persona complicada en un expediente penal formula a un letrado a quien podría llegar a contratar: una prospectiva de las posibilidades de condena y una estimación de honorarios. Las respuestas variaron un poco, pero tuvieron denominadores comunes:
- La situación del ex Presidente es comprometida.
- Para mejorarla es preciso conocer al dedillo un expediente que acumula decenas de miles de fojas y que la defensa casi no estudió.
Eso inevitablemente implica que:
- Es necesario que unos cuantos profesionales de primer nivel trabajen full time para recuperar el tiempo perdido.
- Habrá que desembolsar honorarios fastuosos.
Parece que ese último detalle enfrió la actividad de los operadores menemistas, acicateados porque casi todos ellos advierten y resienten que, por razones variadas, han descuidado el costado técnico legal de la defensa del Jefe (partidario, se entiende). El entorno menemista reprocha falta de actividad (“no laburan”) a los actuales defensores del ex Presidente, Mariano Cavagna Martínez y Oscar Roger. En Comodoro Py se comparte esa visión, subjetiva de todos modos.
Activa o abúlica, la defensa jurídica de Menem hizo una primera apuesta, compartida con el núcleo más duro del entorno ex presidencial (en especial Alberto Kohan y Eduardo Menem) que fue plantear que la supuesta venta ilegal de armas era una cuestión política, no judiciable. El argumento se embellecía explicando que había sido no ya bendecida sino inducida por los Estados Unidos. Esa línea defensiva –que Menem hizo doctrina en el programa “Sabado Bus” de Nico Repetto– fue desbaratada por el propio Departamento de Estado. Fue también la única argumentación del escrito que la defensa acompañó el 7 de junio, día en que Menem fue detenido. Presentación marcadamente pobre desde el punto de vista técnico: muy breve, con apenas un par de citas legales, desnuda de menciones de jurisprudencia o de tratadistas de derecho. Fuentes del estudio de Cavagna Martínez aseguraron a este diario que el escrito fue concebido por el ex juez federal Gustavo Literas. No le da muchos motivos para ufanarse y –si se mide por sus resultados– no le habrá obligado a mucho trabajo. Varios párrafos del opus, por su grandilocuencia y ciertos lugares comunes, sugieren que Menem participó en su redacción. Sin duda tienen su copyright la alusión a “la política exterior (tendiente) a insertar a la Argentina en el concierto de las grandes potencias del mundo” y la afirmación “siempre alenté el esclarecimento total y absoluto de los hechos acá investigados”.
Más allá de ripios, la caída de esa trinchera defensiva forzó un cambio de táctica. El jueves pasado, se presentó un escrito burilado por Oscar Roger. Más completo que el anterior, más dotado de razonamientos legales, invocando precedentes de jurisprudencia y autores prestigiosos. Muchos son sus argumentos y –como cuadra a cualquiera que se defiende de una acusación penal– transitan desde la alegación de inocencia hasta el pedido del encuadramiento más piadoso. En verdad, casi todo el texto se endereza a derrumbar el cargo de asociación ilícita. Esto es, a tratar de evitar el encuadre cuya aplicación dejaría preso a Menem.
Leyendo entrelíneas esa presentación se intuye que evitarle la cárcel será el afán principal –si se elige decir de otro modo, la postura de mínima– de la defensa del ex Presidente. Una sensible reducción de las pretensiones: hace menos de un mes era evitar que se lo juzgara, ahora apenas ahorrarle la prisión. Una condena excarcelable sería acogida con alivio (¿en triunfo?) por los hombres del ex Presidente, como suele acontecer a los acusados en un juicio penal. Más preocupación por el pleito, búsqueda de alternativas profesionales, menos soberbia respecto de la eventual sentencia: todos datos que indican que en Don Torcuato se percibe que –también en este tema– el poder pasa por otro lado.

 

 

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