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EL PUEBLO DE MOSCONI EXIGE DESPROCESAMIENTOS Y CONDENA A LA REPRESION ANTES DE HABLAR CON EL GOBIERNO
La violencia estatal pasó a ser primer ítem de la agenda

Enrique Martínez llegó a Salta. El y su equipo dialogaron amigablemente con los pobladores de Tartagal y Mosconi. Los funcionarios, aceptando un reclamo de la gente, se hospedarán en Mosconi. Pero los mosconenses exigen garantías antes de hablar de las propuestas productivas de Martínez.

Por Marta Dillon
Desde General Mosconi, Salta

“Vamos a pasar a un cuarto intermedio, pero no porque ustedes estén todos de acuerdo en el punto uno, sino porque yo también estoy de acuerdo”, Enrique Martínez, secretario de Pymes, buscaba la salida de un laberinto en el que derrapó durante más de una hora como si caminara en el barro. El punto al que hacía referencia era la primera exigencia del petitorio que presentó el pueblo de Mosconi: el desprocesamiento de sus líderes, la condena clara a la represión y el esclarecimiento de las muertes que ya son cinco desde que empezaron los cortes de ruta en esta zona. Y la visión de las heridas que se exhibieron en la reunión que se realizó en la biblioteca pública, los relatos de los golpes, los cartuchos servidos de los gases que se arrojaron el día del padre lo obligaron a tomar parte. “Entiendo que ustedes están resistiendo una actitud fascista, pero no hay que hacerle el juego a esa política, no nos quedemos encerrados”, pidió el funcionario mientras chocaba siempre con las mismas exigencias. El círculo del que él quería salir, anoche se cerró sobre las propuestas productivas que todavía no pudo exponer.
Las conversaciones en la biblioteca pública seguirán hoy, sin una hora fija, cuando el secretario pueda dar alguna respuesta sobre las gestiones que se comprometió a emprender para dar garantías de que terminarán las persecuciones. Cómo conseguirá esas garantías es una pregunta sin respuesta. Martínez llegó a Mosconi con la intención de buscar soluciones de fondo, pero el camino que él acaba de iniciar, para los pobladores, es una huella tan transitada en la que es tan fácil sumergirse como en un pozo ciego.
“¿Usted me viene a hablar de proyectos? Todos estos tengo para mostrarle”, dijo Juan Carlos Hippie Fernández antes de sacar de su bolsillo un abanico interminable de tarjetas. “Desde el Presidente de la Nación para abajo, todos me han entregado su promesa y su teléfono, pero nunca más lo contestaron”. Martínez y su comitiva escucharon en un incómodo silencio, los tibios aplausos que los habían recibido amenazaban con congelarse como el rocío en las madrugadas de Mosconi. Pero su voluntad fue firme, igual que la del pueblo, y el diálogo no se interrumpió, apenas se suspendió. Y “Quique” Martínez se fue entre los aplausos de la gente que sintieron que por una vez habían conmovido a un funcionario.
La plaza de Mosconi había despertado más temprano que de costumbre el lunes. La ansiedad llevaba preguntas de una carpa a la otra con la excusa del mate compartido ¿llegaría finalmente la comitiva? ¿A qué hora? ¿A dónde? Las respuestas eran contradictorias hasta las nueve, igual había que estar preparados, sujetar las banderas que el viento fue deshilachando a lo largo de la semana, levantar la basura, organizar los fogones en los que se cuece el mate para el desayuno. Las mujeres sostienen esta rutina de las mañanas, se organizan en cuadrillas y, mientras unas hierven el agua en grandes ollas, otras se calzan guantes de nylon y prolijamente despojan la plaza de los restos de la noche. Algunas más preparan a los chicos que amanecieron a la intemperie para su primer día de clase después de una semana de furia.
Al mediodía, la comisión de vecinos que reunió la pastoral de Mosconi y que sirvieron de nexo al ministro Juan Pablo Cafiero para su primera reunión con los líderes piqueteros se acercaron a la plaza abrazados a sus carpetas de trabajo. El juez de paz, Blanor Guerrero, recibió la confirmación de que la comitiva llegaría a Mosconi al mediodía sin pasar por Salta. Desde la casa de gobierno, en la capital de la provincia, esa noticia conseguida a través de los medios caldea un ambiente que lanza rumores impulsados por lo que un vocero de la gobernación llama”indiferencia absoluta”. Se desliza la existencia de piquetes en Orán, a donde llegaría el gobernador el miércoles para arribar a esta zona.
“Es evidente que el gobierno provincial ha abandonado a Mosconi”, sintetizó Martínez mucho más tarde sobre las diferencias con Romero.
Lejos de esta polémica, en un bar en el que era posible respirar el humo del aceite en el que se queman las papas fritas a 50 centavos el cono, los piqueteros se reunieron con las directoras de escuela, el cura párroco Martín Aguirre y el juez de Paz. “Señores, hasta aquí llega nuestra gestión, ahora es el turno de ustedes de hablar con los representantes del gobierno nacional”, dijo el juez y para los piqueteros eso fue una pequeña victoria, finalmente las posiciones se habían acercado y la comisión de vecinos avalaba la representación de quienes resisten en la plaza. “Como amigos, como que nos hemos criado juntos, puedo decir que ninguno de los que están en la plaza son delincuentes”, dijo Guerrero, mientras atisbaba la avenida principal buscando un despliegue de custodios y hombres de traje que nunca llegó. Llegaron, sí, antes de las cuatro de la tarde, tres representantes de la comitiva oficial. Eran Sergio Federovisky, vocero de Martínez, Pablo Pontoriero, técnico de la misma secretaria y Carlos Lerner, director del área protección Pymes. Fueron las mujeres las primeras en aplaudirlos, reconociéndolos a pesar de las camperas y los jeans, a pesar incluso de la desorientación de los funcionarios que no sabían exactamente dónde y con quien iban a hablar. Piquete, alertado por los fotógrafos que seguían a la comitiva se plantó delante de ellos: “Le voy a pedir que hagan lo que hizo el ministro, que se suban al palco y le hablen a toda la gente”. Enseguida los tres funcionarios de la segunda línea de la comitiva aceptaron, no sabían que los reclamos se desbordarían como esos mismos canales que acarrean los desperdicios tóxicos de las empresas petroleras para dejarlos en los umbrales de las comunidades indígenas de la zona. “Queremos que los funcionarios vengan a hospedarse en Mosconi, aca tenemos un residencial y si nosotros fuimos los que pusimos el cuero es justo que estén acá y no en Tartagal”, fue el ovacionado pedido de Piquete Ruiz. Hubo una promesa endeble, nadie sabía de la existencia del residencial y enseguida Lerner ensayó una disculpa: “vamos a estar trabajando, necesitamos teléfonos, fax, incluso e mail”. Pepino Fernández eligió los márgenes de la plaza, hasta que Federovisky dijo que iban a reunirse primero con los intendentes de cuatro comunas del departamento de San Martín –Aguaray, Ballivián, Embarcación y Salvador Mazza– y con los empresarios. “Por esos empresarios estamos como estamos, estamos hartos de que nos roben, acá la gente se caga de hambre, se caga muriendo”, dijo llegando en dos trancos hasta el pie del mástil donde se organizó el pequeño discurso. Y entonces llegó la advertencia: “No vamos a hablar de nada si no nos aseguran que no vamos a ser detenidos, si no se pide el desprocesamiento”. Que todos los puntos del petitorio iban a ser conversados, que no iban a quedarse ni un día ni dos sino todos los que fueran necesarios, que estaban a disposición de la gente. Que les habían prometido un mate y que eso era lo que habían ido a buscar a la tarde, ya habría tiempo para conversar. Eso dijeron los funcionarios buscando una salida de ese palco informal sobre el que llovían pedidos. Una salida elegante como la que encontró Martínez más tarde, que disimulara los golpes y las patinadas en el barro de un grupo de funcionarios que intentan pavimentar el laberinto en el que se sumergieron con buenas intenciones. Aun cuando insistan que no vienen a prometer sino a hacer.

Una citación al ministro
Al juez federal de Salta Abel Cornejo no parece haberle caído del todo bien el encuentro del ministro de Desarrollo Social Juan Pablo Cafiero con Pepino Fernández y Piquete Ruiz, ambos prófugos. “Si bien es urgente solucionar la cuestión social de Mosconi, se debe buscar no interferir la acción de la justicia”, dijo ayer el magistrado en declaraciones radiales. Cornejo anticipó que pedirá de manera oficial el testimonio de Cafiero sobre su reunión con los líderes piqueteros.
El ministro recibirá un oficio “por escrito para ilustrar a la Justicia en qué consistió la reunión y en qué circunstancias pudo ubicar estar personas”, detalló el juez.
Cornejo aclaró, sin embargo, que “no es que la Justicia de Salta no los encuentre, la Justicia sabe dónde están”, pero a su criterio “hay que ponderar ciertas situaciones que se pueden producir y en base a un contexto social agitado ponderar también cuál es el momento exacto para hacerlos comparecer”.
El pedido de desprocesamiento de todos los piqueteros y la libertad de los detenidos es una de los principales reclamos de los manifestantes en Salta. Cornejo advirtió ayer que, en el caso de Fernández y Ruiz, ambos “debían declarar –y no lo hicieron– por su participación en los hechos de noviembre pasado”, por los que se abrió una causa en la que están imputados de “incitación a la violencia colectiva, intimidación pública y sedición”.

MARTINEZ FIJA LOS EJES DE SU PROPUESTA Y SUS DIFERENCIAS CON INTERIOR
“Querían que no viniéramos”

Por M. D.

Después de haber compartido la cena con los piqueteros en la plaza de Mosconi, y algunas horas antes del inicio de las reuniones con los distintos sectores de la población, el secretario de Pymes, Enrique Martínez, se refirió a algunos de los puntos a tratar y dio su propia visión sobre lo actuado por el gobierno provincial.
–El primer punto del petitorio de los pobladores de General Mosconi es el desprocesamiento de los líderes piqueteros. ¿Se tratará esta cuestión?
–La Policía Federal nos brindó apoyo logístico y solicité información sobre pedido de personas u órdenes de captura y me confirmaron que ellos no tenían conocimiento, ni obraba en su poder, ningún tipo de orden de captura sobre ciudadanos de General Mosconi ni de procesamiento tampoco. De todos modos no es mi tarea hablar sobre cuestiones policiales.
–También se exige el retiro de la Gendarmería.
–Obviamente si venimos a tratar el tema del desarrollo productivo y social en un pueblo ocupado es absolutamente ridículo, no estamos dispuestos a eso.
–Desde el gobierno provincial se ha anunciado que Juan Carlos Romero y su gabinete estarían aquí en esta semana, ¿van a trabajar en conjunto?
–No vine a trabajar con funcionarios provinciales más que en el pedido de información. No sé a qué viene Romero, no hemos tenido contacto más que con el secretario de empleo, Aníbal Caro, quien nos llamó para conocer nuestra propuesta.
–¿La visita del ministro Cafiero modificó el tenor de cuáles serían los interlocutores de la propuesta?
–Esa visita facilitó nuestra llegada porque demostró que no había condiciones de inseguridad o falta de paz social para trabajar. Yo estaba convencido de que las cosas eran como Cafiero las planteó. Había gente del mismo gobierno nacional que pensaba lo contrario y me parece que cualquiera que esté en Mosconi o Tartagal se da cuenta de que no hay ninguna situación pre subversiva. El problema es que cuando el poder político expresa su desprecio por la gente, ésta explota. A este respecto se advierte una puja de concepciones: si se trata una pueblada en los mismos términos que a un motín carcelario me parece que se convierte a esa pueblada en un tema policial. El tema es diferenciar lo que es una toma de rehenes de una protesta social que hay que canalizar.
–El respaldo del Presidente a Cafiero fortalece la escasa representación del Frepaso en el gobierno de la Alianza?
–No sé si somos pocos o muchos, pero sí fortalece las ideas del Frepaso, no es cuestión de confrontar la ideología radical con la nuestra sino de recuperar la esencia de nuestro pensamiento.
–¿Por qué se definió que sea usted quien venga a Mosconi?
–Porque yo ofrecí el plan de trabajo, y hubiéramos venido antes de no ser por los estrictos pedidos del gobierno provincial.
–¿El ministerio de Interior hizo alguna recomendación a esta comitiva?
–Que no viniéramos.

 

 

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