Por
Marta Dillon
Desde General Mosconi, Salta
Vamos
a pasar a un cuarto intermedio, pero no porque ustedes estén todos
de acuerdo en el punto uno, sino porque yo también estoy de acuerdo,
Enrique Martínez, secretario de Pymes, buscaba la salida de un
laberinto en el que derrapó durante más de una hora como
si caminara en el barro. El punto al que hacía referencia era la
primera exigencia del petitorio que presentó el pueblo de Mosconi:
el desprocesamiento de sus líderes, la condena clara a la represión
y el esclarecimiento de las muertes que ya son cinco desde que empezaron
los cortes de ruta en esta zona. Y la visión de las heridas que
se exhibieron en la reunión que se realizó en la biblioteca
pública, los relatos de los golpes, los cartuchos servidos de los
gases que se arrojaron el día del padre lo obligaron a tomar parte.
Entiendo que ustedes están resistiendo una actitud fascista,
pero no hay que hacerle el juego a esa política, no nos quedemos
encerrados, pidió el funcionario mientras chocaba siempre
con las mismas exigencias. El círculo del que él quería
salir, anoche se cerró sobre las propuestas productivas que todavía
no pudo exponer.
Las conversaciones en la biblioteca pública seguirán hoy,
sin una hora fija, cuando el secretario pueda dar alguna respuesta sobre
las gestiones que se comprometió a emprender para dar garantías
de que terminarán las persecuciones. Cómo conseguirá
esas garantías es una pregunta sin respuesta. Martínez llegó
a Mosconi con la intención de buscar soluciones de fondo, pero
el camino que él acaba de iniciar, para los pobladores, es una
huella tan transitada en la que es tan fácil sumergirse como en
un pozo ciego.
¿Usted me viene a hablar de proyectos? Todos estos tengo
para mostrarle, dijo Juan Carlos Hippie Fernández antes de
sacar de su bolsillo un abanico interminable de tarjetas. Desde
el Presidente de la Nación para abajo, todos me han entregado su
promesa y su teléfono, pero nunca más lo contestaron.
Martínez y su comitiva escucharon en un incómodo silencio,
los tibios aplausos que los habían recibido amenazaban con congelarse
como el rocío en las madrugadas de Mosconi. Pero su voluntad fue
firme, igual que la del pueblo, y el diálogo no se interrumpió,
apenas se suspendió. Y Quique Martínez se fue
entre los aplausos de la gente que sintieron que por una vez habían
conmovido a un funcionario.
La plaza de Mosconi había despertado más temprano que de
costumbre el lunes. La ansiedad llevaba preguntas de una carpa a la otra
con la excusa del mate compartido ¿llegaría finalmente la
comitiva? ¿A qué hora? ¿A dónde? Las respuestas
eran contradictorias hasta las nueve, igual había que estar preparados,
sujetar las banderas que el viento fue deshilachando a lo largo de la
semana, levantar la basura, organizar los fogones en los que se cuece
el mate para el desayuno. Las mujeres sostienen esta rutina de las mañanas,
se organizan en cuadrillas y, mientras unas hierven el agua en grandes
ollas, otras se calzan guantes de nylon y prolijamente despojan la plaza
de los restos de la noche. Algunas más preparan a los chicos que
amanecieron a la intemperie para su primer día de clase después
de una semana de furia.
Al mediodía, la comisión de vecinos que reunió la
pastoral de Mosconi y que sirvieron de nexo al ministro Juan Pablo Cafiero
para su primera reunión con los líderes piqueteros se acercaron
a la plaza abrazados a sus carpetas de trabajo. El juez de paz, Blanor
Guerrero, recibió la confirmación de que la comitiva llegaría
a Mosconi al mediodía sin pasar por Salta. Desde la casa de gobierno,
en la capital de la provincia, esa noticia conseguida a través
de los medios caldea un ambiente que lanza rumores impulsados por lo que
un vocero de la gobernación llamaindiferencia absoluta.
Se desliza la existencia de piquetes en Orán, a donde llegaría
el gobernador el miércoles para arribar a esta zona.
Es evidente que el gobierno provincial ha abandonado a Mosconi,
sintetizó Martínez mucho más tarde sobre las diferencias
con Romero.
Lejos de esta polémica, en un bar en el que era posible respirar
el humo del aceite en el que se queman las papas fritas a 50 centavos
el cono, los piqueteros se reunieron con las directoras de escuela, el
cura párroco Martín Aguirre y el juez de Paz. Señores,
hasta aquí llega nuestra gestión, ahora es el turno de ustedes
de hablar con los representantes del gobierno nacional, dijo el
juez y para los piqueteros eso fue una pequeña victoria, finalmente
las posiciones se habían acercado y la comisión de vecinos
avalaba la representación de quienes resisten en la plaza. Como
amigos, como que nos hemos criado juntos, puedo decir que ninguno de los
que están en la plaza son delincuentes, dijo Guerrero, mientras
atisbaba la avenida principal buscando un despliegue de custodios y hombres
de traje que nunca llegó. Llegaron, sí, antes de las cuatro
de la tarde, tres representantes de la comitiva oficial. Eran Sergio Federovisky,
vocero de Martínez, Pablo Pontoriero, técnico de la misma
secretaria y Carlos Lerner, director del área protección
Pymes. Fueron las mujeres las primeras en aplaudirlos, reconociéndolos
a pesar de las camperas y los jeans, a pesar incluso de la desorientación
de los funcionarios que no sabían exactamente dónde y con
quien iban a hablar. Piquete, alertado por los fotógrafos que seguían
a la comitiva se plantó delante de ellos: Le voy a pedir
que hagan lo que hizo el ministro, que se suban al palco y le hablen a
toda la gente. Enseguida los tres funcionarios de la segunda línea
de la comitiva aceptaron, no sabían que los reclamos se desbordarían
como esos mismos canales que acarrean los desperdicios tóxicos
de las empresas petroleras para dejarlos en los umbrales de las comunidades
indígenas de la zona. Queremos que los funcionarios vengan
a hospedarse en Mosconi, aca tenemos un residencial y si nosotros fuimos
los que pusimos el cuero es justo que estén acá y no en
Tartagal, fue el ovacionado pedido de Piquete Ruiz. Hubo una promesa
endeble, nadie sabía de la existencia del residencial y enseguida
Lerner ensayó una disculpa: vamos a estar trabajando, necesitamos
teléfonos, fax, incluso e mail. Pepino Fernández eligió
los márgenes de la plaza, hasta que Federovisky dijo que iban a
reunirse primero con los intendentes de cuatro comunas del departamento
de San Martín Aguaray, Ballivián, Embarcación
y Salvador Mazza y con los empresarios. Por esos empresarios
estamos como estamos, estamos hartos de que nos roben, acá la gente
se caga de hambre, se caga muriendo, dijo llegando en dos trancos
hasta el pie del mástil donde se organizó el pequeño
discurso. Y entonces llegó la advertencia: No vamos a hablar
de nada si no nos aseguran que no vamos a ser detenidos, si no se pide
el desprocesamiento. Que todos los puntos del petitorio iban a ser
conversados, que no iban a quedarse ni un día ni dos sino todos
los que fueran necesarios, que estaban a disposición de la gente.
Que les habían prometido un mate y que eso era lo que habían
ido a buscar a la tarde, ya habría tiempo para conversar. Eso dijeron
los funcionarios buscando una salida de ese palco informal sobre el que
llovían pedidos. Una salida elegante como la que encontró
Martínez más tarde, que disimulara los golpes y las patinadas
en el barro de un grupo de funcionarios que intentan pavimentar el laberinto
en el que se sumergieron con buenas intenciones. Aun cuando insistan que
no vienen a prometer sino a hacer.
Una
citación al ministro
Al
juez federal de Salta Abel Cornejo no parece haberle caído
del todo bien el encuentro del ministro de Desarrollo Social Juan
Pablo Cafiero con Pepino Fernández y Piquete Ruiz, ambos prófugos.
Si bien es urgente solucionar la cuestión social de Mosconi,
se debe buscar no interferir la acción de la justicia,
dijo ayer el magistrado en declaraciones radiales. Cornejo anticipó
que pedirá de manera oficial el testimonio de Cafiero sobre
su reunión con los líderes piqueteros.
El ministro recibirá un oficio por escrito para ilustrar
a la Justicia en qué consistió la reunión y en
qué circunstancias pudo ubicar estar personas, detalló
el juez.
Cornejo aclaró, sin embargo, que no es que la Justicia
de Salta no los encuentre, la Justicia sabe dónde están,
pero a su criterio hay que ponderar ciertas situaciones que
se pueden producir y en base a un contexto social agitado ponderar
también cuál es el momento exacto para hacerlos comparecer.
El pedido de desprocesamiento de todos los piqueteros y la libertad
de los detenidos es una de los principales reclamos de los manifestantes
en Salta. Cornejo advirtió ayer que, en el caso de Fernández
y Ruiz, ambos debían declarar y no lo hicieron
por su participación en los hechos de noviembre pasado,
por los que se abrió una causa en la que están imputados
de incitación a la violencia colectiva, intimidación
pública y sedición. |
MARTINEZ
FIJA LOS EJES DE SU PROPUESTA Y SUS DIFERENCIAS CON INTERIOR
Querían
que no viniéramos
Por
M. D.
Después
de haber compartido la cena con los piqueteros en la plaza de Mosconi,
y algunas horas antes del inicio de las reuniones con los distintos sectores
de la población, el secretario de Pymes, Enrique Martínez,
se refirió a algunos de los puntos a tratar y dio su propia visión
sobre lo actuado por el gobierno provincial.
El primer punto del petitorio de los pobladores de General Mosconi
es el desprocesamiento de los líderes piqueteros. ¿Se tratará
esta cuestión?
La Policía Federal nos brindó apoyo logístico
y solicité información sobre pedido de personas u órdenes
de captura y me confirmaron que ellos no tenían conocimiento, ni
obraba en su poder, ningún tipo de orden de captura sobre ciudadanos
de General Mosconi ni de procesamiento tampoco. De todos modos no es mi
tarea hablar sobre cuestiones policiales.
También se exige el retiro de la Gendarmería.
Obviamente si venimos a tratar el tema del desarrollo productivo
y social en un pueblo ocupado es absolutamente ridículo, no estamos
dispuestos a eso.
Desde el gobierno provincial se ha anunciado que Juan Carlos Romero
y su gabinete estarían aquí en esta semana, ¿van
a trabajar en conjunto?
No vine a trabajar con funcionarios provinciales más que
en el pedido de información. No sé a qué viene Romero,
no hemos tenido contacto más que con el secretario de empleo, Aníbal
Caro, quien nos llamó para conocer nuestra propuesta.
¿La visita del ministro Cafiero modificó el tenor
de cuáles serían los interlocutores de la propuesta?
Esa visita facilitó nuestra llegada porque demostró
que no había condiciones de inseguridad o falta de paz social para
trabajar. Yo estaba convencido de que las cosas eran como Cafiero las
planteó. Había gente del mismo gobierno nacional que pensaba
lo contrario y me parece que cualquiera que esté en Mosconi o Tartagal
se da cuenta de que no hay ninguna situación pre subversiva. El
problema es que cuando el poder político expresa su desprecio por
la gente, ésta explota. A este respecto se advierte una puja de
concepciones: si se trata una pueblada en los mismos términos que
a un motín carcelario me parece que se convierte a esa pueblada
en un tema policial. El tema es diferenciar lo que es una toma de rehenes
de una protesta social que hay que canalizar.
El respaldo del Presidente a Cafiero fortalece la escasa representación
del Frepaso en el gobierno de la Alianza?
No sé si somos pocos o muchos, pero sí fortalece las
ideas del Frepaso, no es cuestión de confrontar la ideología
radical con la nuestra sino de recuperar la esencia de nuestro pensamiento.
¿Por qué se definió que sea usted quien venga
a Mosconi?
Porque yo ofrecí el plan de trabajo, y hubiéramos
venido antes de no ser por los estrictos pedidos del gobierno provincial.
¿El ministerio de Interior hizo alguna recomendación
a esta comitiva?
Que no viniéramos.
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