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El delarruismo puro, enojado por las declaraciones de Juampi Cafiero

En público, el Gobierno salió a respaldar la visita del ministro de Desarrollo Social a los piqueteros salteños. En privado, abundaron las quejas porque Cafiero dijo que en la Rosada recibían a �corruptos y traficantes de armas�. Reaparecen las diferencias con el Frepaso.

Por Fernando Cibeira

En la relación entre el delarruismo puro y el ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, se abrió una fisura que, aunque busquen disimular, indica que las cosas difícilmente volverán a ser como antes. El antes y el después está marcado por la sorpresiva aparición del ministro frepasista conversando en Mosconi con los piqueteros salteños y sus posteriores declaraciones. Sobre todo esto último, las declaraciones a Página/12 y no el viaje en sí, era el hecho en el que los delarruistas justificaban su enojo con Cafiero. “Con lo que dijo, él divide al Gobierno en dos: Cafiero, que habla con los necesitados, y De la Rúa y Cavallo dialogan con los corruptos y los traficantes de armas”, explicaban ayer en el Ministerio de Trabajo. La ministra Patricia Bullrich fue la única integrante del Gobierno que se animó a salir a cruzar a Juampi en público, pero hay varios otros que coinciden con su visión.
Hacia afuera, el Gobierno dio una imagen bien diferente. Luego de la reunión que mantuvieron el domingo en Olivos para que le informara sobre sus gestiones, el presidente Fernando de la Rúa invitó a Cafiero a acompañarlo a San Juan en una demostración de que no habían quedado heridas. “No ha habido ninguna situación de conflicto o tensión interna en el gobierno”, aseguró De la Rúa en la rueda de prensa conjunta que armaron en San Juan. Ya antes de salir, en Aeroparque, De la Rúa había adelantado conceptos similares pero, por su cara, el ministro del Interior, Ramón Mestre, a su lado, parecía no estar tan seguro.
En su afán por mostrar que todo estaba bien, el Presidente también le quitó trascendencia a las palabras de Bullrich. “Si se la lee despojada de los comentarios que la rodean, se verá que no dice nada extraordinario ni grave ni conflictivo. Quizás ella considera un riesgo haber ido y que podría tener más un sentido político”, respondió.
Más allá de los comentarios que puedan agregarse, lo que dijo Bullrich el domingo fue lo suficientemente claro como para disimular su intencionalidad. Entre otras cosas, dijo que detrás del discurso social de Cafiero había “una típica maniobra política” y que buscaba “crecer políticamente” a costa del gobierno. La ministra no habló en forma inconsulta. El sábado le había comentado algo parecido al Presidente y, supuestamente, habían coincidido. Por eso, cerca de la ministra, ayer comentaban su sorpresa por la actitud que había tomado De la Rúa. “A veces no entiendo la lógica del gobierno”, le habría confesado Bullrich a un funcionario amigo. La ministra, cercana al grupo Sushi y amiga de Antonio de la Rúa, llegó a convertirse en la principal adversaria de Carlos “Chacho” Alvarez en el gobierno y, por añadidura, de todo el Frepaso. Bullrich no quiere que ahora Cafiero repita el recorrido de Alvarez, con una progresiva diferenciación hasta llegar a la ruptura.
Un dato que quedaba claro en la recorrida por los despachos era que como Cafiero salió airoso de su incursión en territorio piquetero, los reproches habían pasado a centrarse sólo en sus declaraciones. La frase del ministro frepasista acerca de que en la Rosada se recibía a “corruptos” y “traficantes de armas” quedó grabada en la memoria de varios. “La de Juampi fue una movida arriesgada pero le salió bien, así que hay que aceptar que la idea del viaje fue buena. El inconveniente fue la forma en que salió a hacer declaraciones, ahí estuvo poco feliz”, coincidía un funcionario cercano al Presidente.
Igual, era difícil conseguir que en la Rosada dijeran lo que de veras pensaban sobre la actitud de Cafiero: en su mayoría, los funcionarios se habían plegado al discurso oficial de negar cualquier divergencia, adoptado luego de algunos llamados telefónicos en el mediodía del domingo. “Yo no entro en eso, son conventillos, son juicios de valor. Lo esencial y lo importante es que hayan establecido todas las posibilidades para que el viaje a Salta de hoy se dé”, dijo ayer el secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo. Cerca de Cafiero mantenían la guardia alta. Pese al viaje conjunto y las repetidas declaraciones tranquilizadoras de De la Rúa, auguraban que recién hoy, cuando se vean las caras en la reunión de gabinete, conocerá cuáles serán las consecuencias de su viaje a Salta en la interna del Ejecutivo. Hasta el viernes que decidió subirse al avión, Cafiero se había ganado el afecto de De la Rúa. “Está muy metido en lo suyo. Y cuando opina en gabinete es útil porque da una visión diferenciada a la del resto”, lo alababa uno de los hombres del entorno presidencial. Hoy Cafiero palpará in situ si sus “diferencias” continúan siendo consideradas un aporte valioso por sus colegas de gabinete o si esa percepción varió.

Romero, por el retruco
Siguen los reproches al ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, que viajó el viernes a Salta sin consultar al presidente Fernando de la Rúa, para intentar destrabar el conflicto. Esta vez el gobernador salteño, Juan Carlos Romero, lo acusó de hacer “una especie de turismo social” por General Mosconi y Tartagal. “Deberá dar una explicación, ya que no tiene por qué visitar a los violentos y no llevar soluciones al problema”, advirtió Romero. “Nosotros –añadió– no creemos que los problemas se superen con la sola presencia de un funcionario.” El mandatario anunció, además, que el miércoles irá a Tartagal con todo su gabinete para “dialogar con los sectores de la comunidad que están en una actitud pacífica”.

 

Un soplo de vida al Frepaso

Para el Frente Grande, la aparición en escena de su único ministro, Juan Pablo Cafiero, con un discurso diferenciador del Gobierno en un conflicto tan particular como el de Mosconi fue un poco un volver a vivir. Como tal vez no sucediera desde la renuncia a la vicepresidencia de Carlos “Chacho” Alvarez, los dirigentes frentistas hicieron fila para expresar su apoyo a la actitud de Cafiero.
El jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro, sostuvo que “la acción de Cafiero muestra en los hechos algo que nosotros dijimos: este Gobierno debe tener una profunda preocupación social. Cafiero le llama autoridad social y ese lugar lo debemos ocupar nosotros, no para calentar un sillón sino para demostrar que se pueden hacer cosas”. Y agregó que así como el Gobierno se reunía con banqueros, era lógico que Cafiero conversara con piqueteros.
El jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, consideró que en vez de analizar el viaje por sus causas previas –como dio a entender que hizo Patricia Bullrich– era más sensato hacerlo por sus resultados. “Frente a una situación de conflicto, todo aquello que sirva para aquietar las aguas, para encontrar soluciones, debe ser bienvenido”, dijo Ibarra.
El senador bonaerense, Eduardo Sigal, consideró que la actitud de Cafiero “es una muestra de sensibilidad y amplitud política que señala un camino todavía no recorrido por el gobierno. El presidente De la Rúa haría muy bien en recomendar a todo su gabinete que muestre reflejos políticos de este tipo”. También diputados como Rafael Flores y Fernando Melillo dieron su apoyo, al igual que el Frente Grande bonaerense.

 

 

 

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