Por David Cufré y Claudio Zlotnik
Los banqueros esperaban ansiosos
el discurso de Fernando de la Rúa. Aspiraban a definiciones fuertes
y contundentes. Ambicionaban a encontrarse con un Presidente que los entusiasmaran.
Pero Fernando de la Rúa eligió ser él mismo y no
el que anhelan los banqueros. A pesar de que antes de que cerrara la Reunión
Anual de ABA, Eduardo Escasany, titular de la cámara que reúne
a los bancos más poderosos del país, insistiera con sus
reclamos de que el Gobierno evite la anarquía en la sociedad,
De la Rúa no cambió su discurso. El jefe de Estado se limitó
a realizar una encendida defensa de su gestión. Y, lejos de cualquier
reproche por las duras críticas que Escasany lanzó anteayer
y anoche, De la Rúa tomó un atajo ya conocido por los banqueros:
Tienen que bajar las tasas de interés, les pidió,
a modo de tirón de orejas. Por otra parte, anunció que en
el plazo de seis meses habrá una profunda reestructuración
del PAMI y de la Anses.
Minutos antes de que el Presidente arribara al Hotel Hilton, donde durante
dos días se llevó a cabo la reunión anual de ABA,
los banqueros y economistas que ya colmaban el salón para escucharlo
se preguntaban, ansiosos, acerca del contenido que tendría el mensaje
presidencial. Si, efectivamente, De la Rúa replicaría el
discurso de Escasany del día anterior, en el cual había
reclamado, indirectamente, un ejercicio del poder más fuerte. Si
no se asegura la vigencia de la ley, el Estado desaparece. Y si esto sucede,
se entroniza la anarquía, había advertido Escasany.
Precisamente, y aunque estaba prevista su presencia, De la Rúa
faltó a esa primera jornada. Y, anoche, ya con el jefe de Estado
en la convención, Escasany volvió a hablar de la anarquía.
En contra de lo que muchos de los presentes suponían, De la Rúa
evitó contestar el cuestionamiento que le envió el establishment.
Inició su discurso de 35 minutos pidiendo perdón por el
faltazo del día anterior ante una cita impostergable
por la conmemoración del 150º aniversario de la ciudad sanjuanina
de Jachal. Y ante el millar de banqueros que lo escuchaban se limitó
a reclamar dos cosas: la baja de las tasas de interés y que los
banqueros apoyen a las pequeñas y medianas empresas; acérquense
al interior del país y a transmitir optimismo a la gente y a los
inversores del extranjero. Siempre se lo pedimos y se lo seguiremos
pidiendo: tasas más bajas y mejores condiciones de acceso al crédito,
enfatizó el primer mandatario, enfatizando el mismo reclamo que
ya lo había pronunciado Domingo Cavallo el día anterior.
Además de esa solicitud, De la Rúa puso especial énfasis
en defender su gestión. Y fue aplaudido por los banqueros en tres
oportunidades: cuando mencionó que es el primer presidente
que bajó el gasto público en 1200 millones de pesos;
cuando rechazó los sabotajes sin sentido a las empresas
españolas y cuando reclamó asistencia de los bancos para
transmitir buenas ondas. Los necesitamos ahora porque la Argentina
está cambiado, señaló, en lo que pareció
la búsqueda de un acercamiento al sector financiero tras las ácidas
críticas.
Flanqueado por medio gabinete nacional en la larga mesa ubicada
en el escenario estaban Chrystian Colombo, Domingo Cavallo, Nicolás
Gallo y Adalberto Rodríguez Giavarini, De la Rúa dividió
su largo discurso en tres partes: los reclamos (baja de las tasas y apoyo
a su gestión); la defensa de la gestión y los objetivos
(mencionó la erradicación el déficit fiscal). Lejos
de enfrentarse al establishment, De la Rúa prefirió endulzar
los oídos de los banqueros, repitiendo varias veces que el enemigo
a liquidar es el déficit fiscal.
La defensa
Fui coherente en todos
mis mensajes. La coherencia ha guiado las acciones de mi Gobierno, aunque
esto no excluye que haya dificultades. Hansido muchas y más graves
de lo que pensamos todos. Algunas medidas no tuvieron el resultado esperado,
pero este tiempo es distinto.
Asumí la responsabilidad
de cambiar las condiciones económicas en un clima de sospecha de
los mercados financieros, potenciada por las crisis externas.
Se acabó el Estado
que gasta lo que no tiene. Se acabó el tiempo de los políticos
con impunidad. Se acabó el Estado inmóvil.
Nuestra economía
es seria y previsible. Perdieron quienes apostaron por el default. Ahora,
la apuesta es ser más competitivos.
Puedo decir que soy el
primer presidente de la historia en bajar el gasto primario en 1200 millones.
Se hizo eliminando gastos superfluos, gastos reservados y contratos políticos.
Promesas y objetivos
Cada año
habrá más ahorro. Mi meta es el superávit fiscal.
Todos los meses se reducen
partidas presupuestarias. Los recortes no se anuncian pero se implementan.
El déficit empobrece
a la gente y hace que las tasas sean usurarias, Voy a abolir el déficit
fiscal.
Habrá una profunda reestructuración
del PAMI y de la Anses. No se trata de privatizarlos ni desnaturalizarlos
sino de que no hayan sobresueldos ni corrupción.
Pese a las definiciones, importantes banqueros consultados por Página/12
fueron contundentes al evaluar el discurso presidencial: No hay
nada nuevo. Seguimos pensando que debe mostrar hechos concretos para demostrar
que el gobierno es fuerte y capaz de sacarnos de la crisis, dijo
uno de ellos, con un gesto de resignación.
Un resbalón
monetario
Guillermo Mondino, jefe de asesores de Cavallo, explicaba ayer
muy concentrado los planes del equipo económico en materia
tributaria hasta que tropezó con un fallido. Hay que
recuperar flexibilidad en la política monetaria, dijo,
y se quedó callado por unos segundos. Me pisé,
se disculpó, pero sin reírse. Y aclaró que
se refería a la política impositiva. Algunos
se quedaron pensando si el inconsciente no le hizo decir a Mondino
que se prepara una devaluación. Ninguno de los presentes
se animó a preguntar.
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BAJA
DE GASTOS, ECHAR EMPLEADOS, PRIVATIZAR EL NACION
El Plan FIEL que no pudo ser
En una de sus tribunas por excelencia,
la reunión anual de los banqueros de ABA, la ortodoxa Fundación
de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) propuso una
vez más su tradicional receta de hiperajuste del gasto público.
La versión aggiornada incluye recortes presupuestarios por 11.500
millones de pesos, la supresión de casi 100.000 puestos de trabajo,
la eliminación de la Anses, la privatización del Banco Nación
y la reducción de gastos en salud y educación.
El paper Una Política Económica para la Década,
que tuvo como presentador estrella ante los banqueros al ex secretario
de Hacienda de la última dictadura Manuel Solanet, no escatimó
ninguna de las propuestas más caras al establishment: la supresión
de 314 unidades administrativas en el Poder Ejecutivo, el recortes de
94.850 puestos de trabajo y la flexibilidad laboral para los agentes públicos.
Quizá antiguas fidelidades llevaron a Solanet a remarcar que deben
exceptuarse de la flexibilización a los agentes de seguridad
y las Fuerzas Armadas y al personal diplomático. A su turno,
Juan Luis Bour, director de FIEL, agregó las controvertidas propuestas
de eliminación del PAMI y de la Anses.
Entre las principales propuestas de política restantes se destacan
las siguientes:
La continuidad de la convertibilidad.
En materia impositiva: la descentralización
de la AFIP, la reducción de aportes patronales como forma
de combatir el desempleo y el trabajo informal del mínimo
no imponible al impuesto a las ganancias, y eliminación de impuestos
indirectos.
En la relación Nación/Provincias:
eliminación del régimen de coparticipación y su reemplazo
por un Fondo de Redistribución Regional, traspaso a las provincias
de los tributos a la transferencia de combustibles y sobre consumos específicos.
En el plano internacional,
vía una inserción internacional en el marco de un
regionalismo abierto, la propuesta sugiere una negociación
bilateral con el ALCA (a la chilena). Para el Mercosur se
propone una rebaja del arancel externo común promedio al 6 por
ciento a partir del 2005 y la eliminación de los aranceles específicos.
En cuanto a las regulaciones
laborales FIEL propone que las negociaciones entre empresarios y
trabajadores se realicen a nivel de firma o establecimiento, a elección
de la firma, la eliminación del sindicato con personería
gremial a fin de evitar el monopolio en la negociación,
y la imposibilidad de que el Ejecutivo homologue convenios que abarquen
a más de una empresa.
En materia previsional se aboga
por la eliminación del sistema de reparto, de modo tal que cada
nuevo trabajador pueda ingresar sólo al sistema de capitalización.
Mientras tanto, se demanda el aumento de los años de aporte de
30 a 35, edad mínima de retiro de 65 años para ambos sexos
y reducción progresiva de aportes patronales hasta una tasa del
4 por ciento. En largo plazo, fusión de la Anses con la Superintendencia
de AFJP.
El documento de FIEL reclama
por los fondos públicos destinados a educación. Para reducirlos
propone el arancelamiento de la educación superior, la eliminación
del Fondo de Incentivo Docente y la derogación del Estatuto del
Docente y la transformación de las escuelas públicas
en autónomas. Sin embargo, no se demanda que el Estado deje
de subsidiar a la educación privada.
Reducción de los gastos
destinados al PAMI en 500 millones y reemplazo progresivo del financiamiento
público de la salud por un sistema de capitalización
individual.
Solanet, que recibió entusiastas y prolongados aplausos de la platea,
concluyó que la no aplicación de este programa
no se debe a conflictos ideológicos, sino a la falta de sentido
común y voluntad política. El mismo sentido común
que determinó que los hombres de FIEL, con RicardoLópez
Murphy a la cabeza, hayan debido retirarse precipitadamente de su asomo
a la gestión gubernamental.
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