La Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales planteó ayer al Gobierno su afán de irse cuanto
antes de Aerolíneas Argentinas, aun sin que esté garantizado
el sucesor. El planteo fue formulado por los directivos de la Sepi a la
ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, el jefe de Gabinete, Chrystian
Colombo, y el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, quienes evitaron
hacer pública esta renovada presión ibérica por partir,
al margen de la suerte que corra la convocatoria de acreedores, que se
está resolviendo en la Justicia. La empresa ayer operó con
absoluta normalidad, luego de que en la víspera España impartiera
la orden y posterior contraorden de suspender los vuelos, argumentando
falta de seguridad. Funcionarios argentinos y españoles siguieron
debatiendo hasta bien entrada la madrugada.
Según aseguró el vocero de Presidencia, Juan Pablo Baylac,
el encuentro habría sido promovido por Fernando de la Rúa,
para conocer con precisión cuál es la estrategia prevista
por los españoles en esta incierta coyuntura. Gurbindo Gutiérrez
y Emilio Cabrera, los funcionarios de Sepi radicados en Buenos Aires,
habrían reiterado durante el encuentro organizado en la Jefatura
de Gabinete el afán del holding español de retirarse cuanto
antes. Este apuro es, justamente, uno de los motivos de preocupación
del gobierno argentino, que aspira a reprivatizar la compañía
al mejor y no al primer postor.
El otro desvelo oficial es que la Sepi efectivamente garantice los recursos
necesarios para que Aerolíneas se mantenga operativa, provisión
de fondos que debería incluir el pago de los sueldos atrasados.
Ayer la Asociación del Personal Aeronáutico anunció
que mantendrá los campamentos apostados en Ezeiza y Aeroparque
hasta tanto la empresa honre esta obligación.
Por el momento, los gremios no prevén medidas de fuerza a pesar
de los sueldos impagos. Lo que promovieron es una presentación
judicial contra Fernando de la Rúa y la conducción de la
empresa por presunto incumplimiento en los deberes de funcionario público
y desobediencia judicial. La denuncia, radicada en el juzgado de Gabriel
Cavallo, se funda en el hecho de que ni el gobierno argentino ni los administradores
de AA habrían respetado el fallo impartido por el juez Martín
Silva Garretón, quien ordenó a uno y a los otros abstenerse
de modificar cualquier condición de la explotación y garantizar
las prestaciones tal como estas fueron previstas en el momento de la privatización.
La orden de Silva implica que la empresa debería restituir los
vuelos al exterior suspendidos y que no puede modificar las condiciones
de contratación de su personal, cambio que se da automáticamente
con la convocatoria de acreedores, ya que ésta derrumba los convenios
vigentes. Justamente, el dictamen del juez está fundado en una
cautelar autónoma interpuesta por la azafata y diputada Alicia
Castro con el propósito de evitar que Aerolíneas ingrese
en el concurso de acreedores.
Mientras en los Tribunales se dirime ese caso, el Gobierno discute si
respetar el pedido parlamentario de confiar a un negociador la búsqueda
de una salida al tema Aerolíneas, tarea para la que se autopostuló
Rodolfo Terragno. Si bien el ex funcionario radical tiene el respaldo
de gremios y legisladores, aún no hay acuerdo dentro del Gobierno
respecto a si asignarle a él esta estratégica misión.
Tampoco hay consenso sobre si ésta debe ser asumida por una persona
o por un grupo, en el que la Sepi podría nombrar un representante.
A la defensa que hasta ahora hizo de su gestión en Aerolíneas
Argentinas el propio Estado español, ayer se sumó el respaldo
expreso de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales.
Su titular, José María Cuevas arremetió contra el
ministro de economía, Domingo Cavallo, a quien responsabilizó
de haber cedido el gerenciamiento de la compañía a American
Airlines, cuyo paso por la línea de bandera es un mal recuerdo.
Sin embargo, esa gestión se concretó cuando el Estado argentino
ya habíaresignado su acción de oro y poco podía influir
en los destinos de la aerolíneas que Sepi dominaba absolutamente
a través de Iberia.
Cánticos contra
Guido Di Tella
Paredón, paredón, a todos los que vendieron
la Nación, coreaba ayer el grupo de trabajadores de
Aerolíneas que rodeó en Ezeiza a Guido Di Tella. El
ex canciller menemista fue sorprendido por los manifestantes cuando
se disponía a hacer el check in de su vuelo a Londres en
el stand de British Airways y debió ser escoltado por la
policía aeronáutica para embarcar eludiendo al grupo
que lo hostigaba con su cánticos. El reproche de los empleados
de la empresa privatizada apuntó a lo que parece ser el meollo
de la cuestión: una defectuosa privatización, empeorada
luego por deficientes decisiones del gobierno de Carlos Menem. Di
Tella no fue responsable directo, pero la ocasión lo transformó
ayer en un símbolo de la reprobada gestión estatal.
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La Auditoría
ya lo había dicho
Un detallado informe de la Auditoría General de la Nación
destacó en 1996 que Aerolíneas no había incumplido
con las obligaciones fundamentales emanadas de la privatización,
con lo cual el Estado estaba en condiciones de disponer la rescisión
del contrato. Sólo en los cinco primeros años de gestión,
los administradores hispano acumulaban inversiones incumplidas por
415 millones de dólares.
El informe de la AGN tiene fecha 15 de agosto de 1996 y está
rubricado por el radical Enrique Paixao, quien lo elevó a
la Comisión Mixta Revisora de Cuentas, la bicameral a la
que debe reportarse la Auditoría.
Según un resumen que difundió ayer la Asociación
del Personal de los Organismos de Control, la AGN detalló
que ya entre febrero de 1991 y el 12 de enero de 1993 la empresa
evidenciaba cuatro causas comunes de accidentes: falta
de cumplimiento de normas básicas de disciplina y coordinación
del personal, serias deficiencias en la instrucción e inadecuado
manejo de la documentación técnica.
La Auditoría también puso de relieve una falta que
en estos días subrayaron los técnicos de mantenimiento:
en lugar de ser reemplazadas por otros, porque estaban en
el límite económico de diseño, algunos
Boeing fueron enviados al exterior para ser sometidos a costosas
reparaciones. De broche: ninguno de los treinta y seis destinos
incluidos en el plan de inversiones de la oferta fue incorporado
a las rutas de la empresa.
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LETES
MAS CARAS Y EL RIESGO PAIS SUBIO A 981
Los mercados no dan respiro
Los mercados siguen mirando
con desconfianza al plan Cavallo. El Ministerio de Economía colocó
Letras del Tesoro (Letes) por 350 millones a 91 días, para lo cual
tuvo que pagar una tasa del 9,10 por ciento anual, superior a la de dos
semanas atrás. El riesgo país subió levemente para
quedar instalado en 981 puntos, un nivel altísimo incompatible
con la reactivación. Y la Bolsa local cayó 1,2 por ciento.
El Gobierno debió pagar ayer el costo extra de la desconfianza
que provocaron en los mercados las últimas medidas anunciadas por
Domingo Cavallo. Pidió crédito en dólares a tres
meses de plazo para renovar el vencimiento de Letes y el selecto grupo
de bancos internacionales que operan en la plaza local le facturaron una
tasa del 9,1 por ciento. Cabe recordar que en la última licitación
de Letes, también a 91 días, realizada el 12 de junio pasado,
poco después de concretado el megacanje, la tasa había sido
del 7,89 por ciento anual. Poco importó que esos bancos, llamados
creadores de mercado, hayan sido los organizadores del megacanje,
por el cual no sólo lograron repactar sus bonos en cartera a una
tasa de interés sustancialmente más alta sino que encima
cobraron jugosas comisiones administrativas, que hoy están
siendo investigadas por la Justicia. Tampoco sirvió para bajar
la tasa que a ese grupo de entidades financieras privilegiadas en el negocio
de prestarle al Estado haya sido incorporado recientemente David Mulford,
vicepresidente del Credit Suisse First Boston y amigo del ministro Cavallo.
La tasa no podía ser más baja, porque las Letes se
negocian a esos valores en el mercado secundario, se atajó
el broker de uno de los bancos creadores de mercado. Desde
esa perspectiva, la tasa que debe pagar el Gobierno surge automáticamente
de lo que rinde los papeles que se comercializan en el mercado entre los
operadores privados. Si los bancos aceptaran prestarle al Gobierno a una
tasa menor, argumentan, deberían contabilizar inmediatamente una
pérdida en sus balances que no están dispuestos a asumir.
De otro modo: para ellos, el Gobierno debe pagar la tasa que surge del
cálculo del riesgo país.
Justamente el riesgo país la tasa de interés que debe
pagar el gobierno por su deuda por encima de lo que paga el Tesoro norteamericano
ayer subió levemente, para seguir instalado en niveles siderales:
981 puntos básicos.
Sea como fuere, la gran expectativa de los operadores financieros, locales
y extranjeros, está centrada en lo que haga hoy la Reserva Federal
(banca central estadounidense). Los expertos confían en que la
FED vuelva a rebajar aún más las tasas, para evitar que
la economía norteamericana caiga en recesión. Pero no se
ponen de acuerdo en si el recorte será de 0,25 puntos porcentuales
o de 0,50 puntos.
Una rebaja de medio punto podría tener un efecto positivo para
los países emergentes, como Argentina. Porque cuanto
menor sea el rendimiento financiero ofrecido en los países centrales,
mayor la posibilidad de que los inversores más audaces apuesten
en estas latitudes, tentados por las altas tasas de interés. Pero
además, esa baja de tasas suele repercutir en una reducción
de los interés a pagar por el gobierno por su deuda, una porción
de la cual está emitida a tasa variable. Antes del megacanje, el
cálculo era que por cada medio punto de baja de la tasa norteamericana
el Estado argentino se ahorraba 130 millones de dólares anuales.
Sin embargo, como el megacanje significó trocar bonos a tasa variable
por otros a una alta tasa fija, el ahorro sería ahora menor, aunque
en Economía dicen que todavía no hicieron el recálculo.
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