Por Andrea Ferrari
No sé qué
pasó, pero estoy más famosa que la Bolocco. Lidia
Ortiz de Burry aún no entiende por qué el teléfono
de su casa en La Plata no para de sonar desde que se conoció la
noticia. Hasta vinieron los canales de televisión. No sé
qué esperaban ver se ríe, tal vez una vieja
llena de armas. A esta profesora jubilada la fama le ha llegado
inesperadamente, cuando está a punto de cumplir los 76 años.
Y fue por el impacto de una idea que empezó a poner en práctica
hace pocos meses: canjear armas por alimentos y dinero. La difundió
en los comedores de las villas en los que viene colaborando en los últimos
años. Y llegaron los primeros casos: adolescentes que aceptaron
su propuesta. Así fue como esta señora locuaz, de clase
media alta, marido neurocirujano y una envidiable energía ha recorrido
ya tres veces el camino entre su casa y la comisaría para depositar
allí el arma que un chico le puso en sus manos a cambio de un poco
de ayuda.
Fue profesora de geografía en dos escuelas públicas. Se
jubiló hace muchos años y empezó
a buscar en qué usar su tiempo. Dice que es mucho el tiempo libre
porque no sólo han crecido sus seis hijos, sino también
sus 16 nietos. Ya no me necesitan, así que estoy totalmente
desocupada, cuenta como si no tuviera más de 20 años.
Primero se acercó a hogares de chicos de la calle y luego empezó
a ayudar en los comedores comunitarios. Lleva ropa y alimentos que obtiene
de un supermercado y de algunos restaurantes y panaderías. La
conseguí a fuerza de pedir, de presentar notas, pero hay lugares
donde nunca te dan nada.
La idea del canje de armas, cuenta, se le ocurrió leyendo el diario.
Primero se enteró que se había hecho en Nueva York. Luego,
que también se había puesto en práctica en Mendoza.
Si ellos lo hacen pensó, yo también puedo
hacerlo. Lo comentó en los comedores a los que ayuda y allí
estuvieron de acuerdo. El ofrecimiento era bien concreto: proponía
que le acercaran un arma, directamente o a través de un intermediario.
A cambio, le daría alimentos y ropa al intermediario y al dueño
del arma esa misma ayuda y también una beca de 30 pesos mensuales.
¿Y cómo financia esa ayuda?
Bueno, yo tengo algunos recursos. Mi padre me dejó dinero,
mi marido es profesional. Y a mi edad no tengo tantos gastos. Somos de
esa clase media que todavía no se hunde. Yo me dije que mil pesos
más o menos a fin de año no me iban a cambiar la vida.
¿Y su marido qué opina de esto?
No le gusta nada. A mis hijos tampoco. Con los comedores no dicen
nada, pero esto no les gusta.
¿Usted no tiene miedo?
No. ¿Qué me va a pasar?
Primero se le acercó en el barrio una chica, la intermediaria,
en forma muy reservada. Le iba a alcanzar un arma, de otro
muchacho. Ella le entregó alimentos y ropa y llevó el arma
a la comisaría.
¿Qué arma era?
No sé, yo de marcas no entiendo nada, era un revólver.
¿En la comisaría qué dijeron?
Como a mí me han hecho varias entrevistas, siempre las llevo,
para que no piensen que soy una vieja loca. Después me dijeron
que yo corría un riesgo, porque el arma podía tener pedido
de captura. Entonces tramité en el Renar un permiso especial. En
la comisaría me aceptan el arma y se hace un acta. Me dijeron que
después las armas se funden.
Tipo de material: revólver. Marca: Dallas. Calibre: 22 L.
Nº de serie: 1063. Observaciones: no se encuentra en buen estado.
Eso dice el acta que firmaron Lidia y los responsables de la Delegación
Renar. Pero no fue la única vez.
El verdadero dueño del arma terminó acercándose a
ella. Y luego vino un amigo. A ellos Lidia les ofreció un trabajo,
pintar un departamento desocupado. Lo hicieron muy bien cuenta
y se ganaron 300 pesos, pero se les acabó enseguida porque tenían
muchas deudas. Luego se acercó otro muchacho, amigo de los
anteriores. Era un sábado y le dijo que no podría darle
el arma ese día porque tenía que trabajar a la noche:
era su herramienta de trabajo.
¿Y usted qué le dijo?
Uno tiene que ir acomodándose a las circunstancias. Me la
dio al otro día. Son todos chicos, de 16, 17 años. Yo trato
de que vuelvan con su familia para que no estén a la deriva, converso
con ellos, les digo que vuelvan a estudiar.
¿Qué espera de esto?
Yo tengo claro que no voy a cambiar nada por sacar dos o tres armas
de la calle, pero los chicos sí se pueden salvar. Si lo que yo
hago lo hiciera mucha gente el delito disminuiría mucho, no tengo
dudas. Y no es difícil, hay que ir a más barrios.
¿Qué piensa de la política de seguridad de
la provincia?
¿De la mano dura? Es lo peor que se puede hacer, así
no se logra nada. Sólo se va a crear más odio, más
separación. Yo pienso que el problema es económico, la falta
de trabajo. Y que tenemos que poner el hombro, si la clase media y la
clase alta no colaboran sería muy lamentable.
UNA
BASE DE DATOS PARA CHICOS Y ADOLESCENTES
Niños en riesgo bajo la lupa
La situación de los niños
y adolescentes en estado de emergencia social quedará plasmada
en una base de datos, impulsada en forma conjunta por el Ministerio de
Desarrollo Social y la Unesco. El proyecto se inscribe en las actividades
del flamante Observatorio Social de lnfancia y Adolescencia (OSIA), lanzado
ayer por el ministro Juan Pablo Cafiero. El funcionario anunció
además la distribución de un seguro mensual que beneficiará
a 259 mil familias en situación de extrema pobreza, con hijos de
entre 0 y 17 años.
El Observatorio Social tendrá la función de crear y sostener
una base de datos sobre la situación de niños y adolescentes;
alertar sobre el surgimiento de nuevas problemáticas que afecten
a esa población; difundir experiencias internacionales exitosas
para ese sector y articular los esfuerzos de entidades públicas
y privadas que trabajen en el tema. También se apuntará
a estudiar las consecuencias sociales de la internación de menores
en el sistema tutelar (institutos): el propósito es detectar los
factores que pueden contribuir a una integración social exitosa
o bien a conductas delictivas. Este estudio se hará por primera
vez en el ámbito oficial, destacó Cafiero.
Por otra parte, el ministro confirmó que se hará efectivo
un seguro para la niñez, que consistirá en el aporte de
100 pesos mensuales, con el objetivo de mejorar los ingresos de 259 mil
familias de villas y barrios carenciados de todo el país, con hijos
menores de 17 años. Será una suerte de subsidio destinado
a grupos familiares que no tienen beneficios como los que gozan los que
trabajan bajo relación de dependencia.
La mitad de esa asignación se entregará en forma directa,
sin contraprestación alguna, mientras que el resto se hará
mediante un compromiso asumido por los beneficiarios: las madres deberán
completar sus estudios primarios o cuidar los hijos de las vecinas que
trabajan o estudian, o trabajar en programas de vacunación o de
prevención de la violencia familiar. El seguro será distribuido
por consejos locales integrados por autoridades comunales y representantes
de entidades sociales y religiosas, que fiscalizarán su funcionamiento.
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