Inmaculada perfección
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Por Diego Fischerman El musicólogo Carl Dahlhaus
caracteriza las obras tardías casi como un género en sí.
Lo que las caracteriza, dice, es el estar fuera de su tiempo. Las 4 Ultimas
Canciones de Richard Strauss son, desde ya, obras tardías. Y lo
son en más de un sentido. Tal vez, su estar fuera del tiempo
resulta en un sentido opuesto al de composiciones como los últimos
cuartetos para cuerdas de Beethoven, por ejemplo. Estos se proyectan,
incomprendidos, incapaces de comunicarse con sus contemporáneos,
hacia el futuro; las canciones de Strauss lo hacen hacia el pasado. Escritas
en 1948 sobre tres poemas de Hermann Hesse y uno de Joseph von Eichendorff,
estas obras remiten a un estilo abandonado al que, sin embargo, le extrae
un último e insospechado aliento.
UN
ESPECTACULO DEDICADO AL LIGETI DE LOS 60 Por D.F. Si la parte frívola del historicismo puede encontrarse en esos grupos un poco lastimosos cuyos integrantes se disfrazan de trovadores para interpretar música del medioevo, la apuesta de Marcelo Lombardero, en su régie de este espectáculo dedicado a mostrar parte de la producción del compositor György Ligeti en los años 60, parodia esa idea. Puesta de época, en palabras de su director escénico, aquí desde los vestuarios hasta las luces y algunas de las actitudes de los personajes remiten al imaginario de esos años. Las Aventuras y Nuevas Aventuras trabajan sobre fonemas sin significado pero, al mismo tiempo, sobre modos de emisión y articulación que remiten a conductas precisas. Esta versión, interpretada magníficamente por los tres cantantes (Kathryn Power, Marta Cullerés y el propio Lombardero) y una orquesta dirigida con precisión por Gerardo Gandini, se construye a partir de microescenas dramáticas en las que el humor aparece como rasgo esencial. El programa se completa con Articulaciones (una pieza electrónica que se pasa con la sala a oscuras), el Poema Sinfónico para 100 metrónomos y Continuum para clave. |
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