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ASESINAN A SANGRE FRIA A UN CABO DE LA FEDERAL
Otra bala contra un uniforme

El suboficial estaba de consigna en una esquina. Un hombre que bajó de un auto robado le disparó en la cara. El policía no alcanzó a sacar su arma. Tenía 27 años y un hijo de tres.

La esquina de Larrazábal y Vicente De Simone, en Lugano, donde fue asesinado el policía.

Por Carlos Rodríguez

Es una zona de casas bajas, bien cuidadas, llenas de jardines y parece tranquila, aunque pertenece al barrio de Villa Lugano, al que las estadísticas le adjudican un alto grado de “inseguridad”. La calma se rompió ayer, a las 14.10, cuando de un Ford Escort robado bajaron uno o dos hombres que se encaminaron, sin hacer gestos ampulosos, hacia el policía que estaba parado en una esquina. Los testigos difieren a la hora de determinar si hubo intercambio de palabras entre el uniformado y los desconocidos –del tipo “¿cómo llego a la calle tal...?”–, pero todos vuelven a concordar cuando describen la escena final: uno de los hombres le apuntó con su arma a la cabeza del cabo Marcelo Emilio Senatori y le disparó a quemarropa. Senatori, de 27 años, quedó tirado en la calle, justo en el cruce de Larrazábal y Vicente De Simone, y murió en el acto, sin articular palabra. Primero se pensó que los autores del crimen habían robado el Coto que está en esa cuadra y que ése era el móvil, pero el asalto nunca existió y la duda ahora es si fue una venganza. Lo único que se llevaron fue el arma reglamentaria del policía muerto.
“No sabemos cuál fue la causa. Primero se pensó en un robo, pero la gente del supermercado asegura que no le robaron nada, de manera que no tenemos idea de por qué lo mataron”, le dijo a Página/12 el comisario Luis Alberto Buscaglia, titular de la seccional 48ª, con responsabilidad en la jurisdicción, a la que pertenecía el cabo asesinado. Senatori tenía su parada habitual en Larrazábal y Castañares, a menos de cien metros del lugar donde cayó. Su horario de vigilancia era de 8 a 16 y a un vecino le había hecho, poco antes de morir, un comentario de rutina: “Me queda poco y me voy para casa”. Senatori es casado y tenía un hijo de tres años. Estaba en la fuerza desde el 14 de julio de 1995.
Por el “modus operandi”, Buscaglia sacó como conclusión que los autores del hecho “no serían de la zona”. El comisario confirmó que “hubo un solo disparo y fue hecho a quemarropa, sin que el cabo haya intentado defensa alguna. Lo sorprendieron”. En el lugar, los peritos policiales encontraron una vaina servida que pertenecía a una pistola calibre 45. Después de matar a Senatori, los desconocidos, que eran tres, dejaron abandonado el Escort y se subieron a un Fiat Palio que pasaba por la zona.
Nadie acierta a decir si subieron de asalto, amenazando con sus armas al chofer del Palio, o si el conductor era un cómplice que los estaba esperando para escapar. Lo cierto es que todos se fueron y que el auto, hasta anoche, no había aparecido. El Escort, patente CUA-616, había sido robado en San Isidro.
“Quiso hablar pero no pudo, se atragantaba con la sangre”, relató a los periodistas una vecina del lugar que cuando se refería a Senatori decía “pobrecito” o “era muy buen chico”. Todos los vecinos dijeron conocer al cabo y dudaron de la posibilidad de una venganza. “No tenía el porte del policía corrupto o prepotente, era un chico educado y acá nunca tuvo problemas con nadie”, juró el dueño de una verdulería de la cuadra.
“A nosotros no nos robaron nada. Ni siquiera entraron al local y tampoco pasaron por la vereda, de manera que no los tomamos con las cámaras que tenemos en la entrada”, aseguró a este diario Rodolfo Morán, directivo de la red de supermercados Coto, quien se hizo presente en la sucursal al enterarse de lo sucedido. El local había cerrado ayer sus puertas, pero sólo “en señal de duelo por lo ocurrido”, ya que “no hubo robo alguno”. De todos modos, trascendió que la policía había secuestrado las cintas grabadas en el lugar para buscar alguna pista.
La sucursal de Coto, en Larrazábal al 3400, está frente al lugar donde quedó tirado el cuerpo de Senatori. Había sido asaltada tres semanas atrás, un domingo al mediodía, cuando se llevaron 3.000 pesos de las cajas, en un típico caso de robo “express”. Ayer por la tarde, personal de las brigadas que patrullan la zona y de la División Homicidios, estaban buscando datos que ayudaran a encontrar a los responsables del hecho. Habría cinco testigos presenciales. En las dos horas que siguieron al hecho hubo procedimientos en la calle, con requisa de vehículos y presuntos sospechosos tirados en el piso, pero los autores no habían aparecido. Con el caso de Senatori suman 29 los efectivos de la Federal que murieron en lo que va del año.

 

La hipótesis de Santos

El jefe de la Policía Federal, comisario general Rubén Santos, trazó un curioso paralelo entre denuncias de corrupción policial y los asesinatos de efectivos de esa fuerza: “A los pocos días de que se publica una nota en la que se plantea un eventual problema de corrupción policial, matan a uno o a dos policías”, aseguró, en una entrevista concedida al Diario Judicial. Para el jefe de la Federal, esto ocurre “porque el delincuente ve que se genera un descreimiento y que internamente bajamos la guardia, y al bajar la guardia ellos se potencian”.
Sin embargo, admitió que si bien “en la fuerza tenemos una franja muy ancha de hombres que piensan como yo, hay una franjita pequeña, pero molesta que no actúa de acuerdo a derecho”.

 

ROBO A UN SUPERMERCADO CENTRICO
Golpe entre góndolas

Los ladrones ingresaron al supermercado, a cuatro cuadras del Obelisco, el martes a la noche, y esperaron pacientes hasta las primeras horas del ayer. Entonces, después de reducir a los empleados de una empresa transportadora de caudales y al personal de limpieza del local, se alzaron con la recaudación de dos días. Ocurrió en la sucursal de Casa Tía de Rivadavia y Carlos Pellegrini. Los investigadores sospechan de la existencia de un entregador –posiblemente, alguna persona que trabaja o trabajó para la firma– que haya facilitado el ingreso de los ladrones al local sin ser vistos, y que les haya brindado detalles que allanaron el camino de los asaltantes.
fuentes vinculadas con la investigación señalaron que los asaltantes eran tres y que ingresaron al local entre las 21 y las 21.30 del martes. Se habrían ocultado en algún depósito o dependencia sin ser vistos por el personal o por los clientes. Allí esperaron hasta la medianoche, momento en que se realizan las tareas de limpieza y de reposición de mercadería, y cuando personal de Juncadella-Prosegur retira la recaudación del comercio. La señal esperada para salir del escondite fue el sonido del transporte de caudales estacionado en la puerta. En menos de 15 minutos, los ladrones desarmaron a los dos custodios del camión, los maniataron, les sacaron sus armas y un chaleco anti-balas. Luego los encerraron en un baño del local, junto con los empleados de limpieza y los repositores. Según estimaron fuentes policiales, los delincuentes se habrían llevado cerca de 100 mil pesos, suma recaudada durante lunes y martes.
Los investigadores sospechan que hubo un entregador porque, según los testimonios de los rehenes, los tres hombres conocían a la perfección la distribución de cada sector del local. Además, ubicaron sin problemas la llave de las cajas de seguridad, guardada en una caja azul. Otro detalle que hace pensar en un cómplice es la facilidad con la que los asaltantes permanecieron ocultos dentro del comercio.
El trío de ladrones escapó con el botín a bordo de un automóvil Peugeot 206, sin disparar un solo tiro y hasta última hora de ayer no habían podido ser ubicados. Interviene en el hecho personal de la comisaría 3ª y de la fiscalía Nº 32.

 

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