Por Carlos Rodríguez
Es una zona de casas bajas,
bien cuidadas, llenas de jardines y parece tranquila, aunque pertenece
al barrio de Villa Lugano, al que las estadísticas le adjudican
un alto grado de inseguridad. La calma se rompió ayer,
a las 14.10, cuando de un Ford Escort robado bajaron uno o dos hombres
que se encaminaron, sin hacer gestos ampulosos, hacia el policía
que estaba parado en una esquina. Los testigos difieren a la hora de determinar
si hubo intercambio de palabras entre el uniformado y los desconocidos
del tipo ¿cómo llego a la calle tal...?,
pero todos vuelven a concordar cuando describen la escena final: uno de
los hombres le apuntó con su arma a la cabeza del cabo Marcelo
Emilio Senatori y le disparó a quemarropa. Senatori, de 27 años,
quedó tirado en la calle, justo en el cruce de Larrazábal
y Vicente De Simone, y murió en el acto, sin articular palabra.
Primero se pensó que los autores del crimen habían robado
el Coto que está en esa cuadra y que ése era el móvil,
pero el asalto nunca existió y la duda ahora es si fue una venganza.
Lo único que se llevaron fue el arma reglamentaria del policía
muerto.
No sabemos cuál fue la causa. Primero se pensó en
un robo, pero la gente del supermercado asegura que no le robaron nada,
de manera que no tenemos idea de por qué lo mataron, le dijo
a Página/12 el comisario Luis Alberto Buscaglia, titular de la
seccional 48ª, con responsabilidad en la jurisdicción, a la
que pertenecía el cabo asesinado. Senatori tenía su parada
habitual en Larrazábal y Castañares, a menos de cien metros
del lugar donde cayó. Su horario de vigilancia era de 8 a 16 y
a un vecino le había hecho, poco antes de morir, un comentario
de rutina: Me queda poco y me voy para casa. Senatori es casado
y tenía un hijo de tres años. Estaba en la fuerza desde
el 14 de julio de 1995.
Por el modus operandi, Buscaglia sacó como conclusión
que los autores del hecho no serían de la zona. El
comisario confirmó que hubo un solo disparo y fue hecho a
quemarropa, sin que el cabo haya intentado defensa alguna. Lo sorprendieron.
En el lugar, los peritos policiales encontraron una vaina servida que
pertenecía a una pistola calibre 45. Después de matar a
Senatori, los desconocidos, que eran tres, dejaron abandonado el Escort
y se subieron a un Fiat Palio que pasaba por la zona.
Nadie acierta a decir si subieron de asalto, amenazando con sus armas
al chofer del Palio, o si el conductor era un cómplice que los
estaba esperando para escapar. Lo cierto es que todos se fueron y que
el auto, hasta anoche, no había aparecido. El Escort, patente CUA-616,
había sido robado en San Isidro.
Quiso hablar pero no pudo, se atragantaba con la sangre, relató
a los periodistas una vecina del lugar que cuando se refería a
Senatori decía pobrecito o era muy buen chico.
Todos los vecinos dijeron conocer al cabo y dudaron de la posibilidad
de una venganza. No tenía el porte del policía corrupto
o prepotente, era un chico educado y acá nunca tuvo problemas con
nadie, juró el dueño de una verdulería de la
cuadra.
A nosotros no nos robaron nada. Ni siquiera entraron al local y
tampoco pasaron por la vereda, de manera que no los tomamos con las cámaras
que tenemos en la entrada, aseguró a este diario Rodolfo
Morán, directivo de la red de supermercados Coto, quien se hizo
presente en la sucursal al enterarse de lo sucedido. El local había
cerrado ayer sus puertas, pero sólo en señal de duelo
por lo ocurrido, ya que no hubo robo alguno. De todos
modos, trascendió que la policía había secuestrado
las cintas grabadas en el lugar para buscar alguna pista.
La sucursal de Coto, en Larrazábal al 3400, está frente
al lugar donde quedó tirado el cuerpo de Senatori. Había
sido asaltada tres semanas atrás, un domingo al mediodía,
cuando se llevaron 3.000 pesos de las cajas, en un típico caso
de robo express. Ayer por la tarde, personal de las brigadas
que patrullan la zona y de la División Homicidios, estaban buscando
datos que ayudaran a encontrar a los responsables del hecho. Habría
cinco testigos presenciales. En las dos horas que siguieron al hecho hubo
procedimientos en la calle, con requisa de vehículos y presuntos
sospechosos tirados en el piso, pero los autores no habían aparecido.
Con el caso de Senatori suman 29 los efectivos de la Federal que murieron
en lo que va del año.
La hipótesis
de Santos
El jefe de la Policía Federal, comisario general Rubén
Santos, trazó un curioso paralelo entre denuncias de corrupción
policial y los asesinatos de efectivos de esa fuerza: A los
pocos días de que se publica una nota en la que se plantea
un eventual problema de corrupción policial, matan a uno
o a dos policías, aseguró, en una entrevista
concedida al Diario Judicial. Para el jefe de la Federal, esto ocurre
porque el delincuente ve que se genera un descreimiento y
que internamente bajamos la guardia, y al bajar la guardia ellos
se potencian.
Sin embargo, admitió que si bien en la fuerza tenemos
una franja muy ancha de hombres que piensan como yo, hay una franjita
pequeña, pero molesta que no actúa de acuerdo a derecho.
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ROBO
A UN SUPERMERCADO CENTRICO
Golpe entre góndolas
Los ladrones ingresaron al supermercado,
a cuatro cuadras del Obelisco, el martes a la noche, y esperaron pacientes
hasta las primeras horas del ayer. Entonces, después de reducir
a los empleados de una empresa transportadora de caudales y al personal
de limpieza del local, se alzaron con la recaudación de dos días.
Ocurrió en la sucursal de Casa Tía de Rivadavia y Carlos
Pellegrini. Los investigadores sospechan de la existencia de un entregador
posiblemente, alguna persona que trabaja o trabajó para la
firma que haya facilitado el ingreso de los ladrones al local sin
ser vistos, y que les haya brindado detalles que allanaron el camino de
los asaltantes.
fuentes vinculadas con la investigación señalaron que los
asaltantes eran tres y que ingresaron al local entre las 21 y las 21.30
del martes. Se habrían ocultado en algún depósito
o dependencia sin ser vistos por el personal o por los clientes. Allí
esperaron hasta la medianoche, momento en que se realizan las tareas de
limpieza y de reposición de mercadería, y cuando personal
de Juncadella-Prosegur retira la recaudación del comercio. La señal
esperada para salir del escondite fue el sonido del transporte de caudales
estacionado en la puerta. En menos de 15 minutos, los ladrones desarmaron
a los dos custodios del camión, los maniataron, les sacaron sus
armas y un chaleco anti-balas. Luego los encerraron en un baño
del local, junto con los empleados de limpieza y los repositores. Según
estimaron fuentes policiales, los delincuentes se habrían llevado
cerca de 100 mil pesos, suma recaudada durante lunes y martes.
Los investigadores sospechan que hubo un entregador porque, según
los testimonios de los rehenes, los tres hombres conocían a la
perfección la distribución de cada sector del local. Además,
ubicaron sin problemas la llave de las cajas de seguridad, guardada en
una caja azul. Otro detalle que hace pensar en un cómplice es la
facilidad con la que los asaltantes permanecieron ocultos dentro del comercio.
El trío de ladrones escapó con el botín a bordo de
un automóvil Peugeot 206, sin disparar un solo tiro y hasta última
hora de ayer no habían podido ser ubicados. Interviene en el hecho
personal de la comisaría 3ª y de la fiscalía Nº
32.
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