La modalidad de los secuestros
express, muy expandida en algunos países latinoamericanos, está
cobrando auge aquí. El martes por la noche se dio el segundo caso
en apenas ocho días, y en los dos hechos las víctimas fueron
liberadas en la misma zona: Billinghurst, en el partido de San Martín.
En este último secuestro, de apenas dos horas, los captores se
alzaron con un botín de 1800 pesos. La víctima fue un hombre
de 37 años, Juan Carlos Spinelli, que pasó todo ese tiempo
dentro del baúl de tres autos diferentes incluyendo el suyo
propio y fue liberado después de que su mujer pagara el rescate,
previo regateo con la banda: el monto pedido en el comienzo de la negociación
era de 10 mil pesos.
El del martes se podría calificar como un típico caso de
secuestro express: La víctima es elegida al voleo, sin un
estudio previo. Spinelli fue elegido porque los secuestradores vieron
que tenía un auto caro, explicaron los investigadores. Estos
delitos se caracterizan por durar pocas horas y el rescate obtenido no
es demasiado oneroso.
El martes a las 20, Spinelli estacionaba su Alfa Romeo en el garaje de
su casa, ubicada en la calle Del Kaiser 1495, en Villa Bosch, cuando dos
hombres armados lo interceptaron. Se subieron a su auto y lo escondieron
en el baúl. A tres cuadras del lugar, los hombres pasaron con Spinelli
a otro vehículo, y lo ocultaron también en el baúl;
luego continuaron andando. A los pocos minutos hicieron un tercer cambio
de auto, y siempre con el secuestrado dentro del baúl, recorrieron
varios kilómetros, hasta que llamaron a la esposa de Spinelli.
Le exigieron 10 mil pesos a cambio de volver a ver con vida a su marido.
La mujer les explicó que en ese momento contaba con 1800, cifra
a la que los captores accedieron inmediatamente.
La mujer, asustada, avisó a la policía, la que derivó
el caso al fiscal de San Martín, Hernán Córdoba.
Ambos le recomendaron a la mujer no pagar el rescate, pero ella desoyó
esos consejos y juntó el dinero. Pagar es un arma de doble
filo apuntó un especialista a Página/12. Se
corre el mismo riesgo sobre la integridad física de la víctima
y se sienta el precedente para que la vuelvan a secuestrar.
Cinco llamados más realizaron los secuestradores, desde teléfonos
públicos, celulares propios y de Spinelli, hasta que pactaron el
lugar donde encontrarían el dinero del rescate: una esquina sobre
la avenida Márquez, en las inmediaciones del Hospital Eva Perón,
en la localidad de Billinghurst. La mujer, acompañada por efectivos
de la DDI de San Martín, llevó el dinero en una bolsa y
lo dejó en el lugar acordado. Los secuestradores llegaron unos
minutos después, pero no encontraron la bolsa con el rescate: La
plata no está, y a tu marido lo vamos a matar, le dijo uno
de los secuestradores a la mujer de Spinelli. Siempre a través
del teléfono, la mujer guió a los captores hasta que dieron
con el preciado botín.
Con los 1800 pesos en su poder, los secuestradores huyeron por Márquez
y doblaron en la avenida 9 de Julio. Seis cuadras más adelante
liberaron a Spinelli, que caminó hasta una estación de servicio,
desde donde llamó a su mujer. En la escueta declaración
brindada al fiscal, y visiblemente conmocionado por las dos intensas horas
vividas, Spinelli relató que fue golpeado por sus captores no
precisó cuántos eran finalmente, aunque no le dejaron
marcas, y que continuamente lo amenazaban de muerte si hablaba. Con respecto
a su situación personal, Spinelli tampoco aportó muchos
datos: dijo que es un desocupado.
El 19 de junio pasado se produjo el secuestro de un analista de sistemas,
Pedro Holovesky fue secuestrado y liberado horas más tarde sano
y salvo, tras el pago de un rescate de 1000 pesos, realizado por su esposa.
Holovesky, curiosamente, también fue liberado en la localidad de
Billinghurst, a muy pocas cuadras del lugar en que apareció Spinelli.
Fuentes judiciales deslizaron a Página/12 que esa zona es
muy conflictiva y se repiten este tipo de hechos; no hemos descartado
una connivenciapolicial. En ninguno de los dos secuestros los captores
fueron encontrados.
ASESINAN
A UN EMPRESARIO EN SU QUINTA DE PILAR
Crimen salvaje y misterioso
Un misterio rodea el crimen
de un empresario del autotransporte, un hombre de 66 años, de nacionalidad
italiana, que apareció en su casaquinta de la localidad de Derqui,
partido de Pilar, con signos de un ataque brutal. Los investigadores trabajan
sobre varias hipótesis, pero la que sobresale tiene alguna connotación
pasional: en el lugar habrían encontrado ropa interior femenina
de pequeñas dimensiones, con manchas de semen. Aunque en el lugar
no se detectó la falta de objetos de valor, no se descarta la posibilidad
de un intento de robo.
El empresario asesinado es Juan Testa, dueño de cinco colectivos
de la línea 176, que va desde Chacarita hasta Escobar. El hombre,
que vivía en San Miguel, solía ir hasta su casaquinta, ubicada
a la altura del kilómetro 11,5 de la ruta 25, en la localidad de
Derqui. Allí apareció su cadáver, semidesnudo, con
las manos atadas hacia adelante con sus propios pantalones, signos de
violentos golpes en la cabeza y en el cuerpo, y varios cortes de cuchillo,
entre ellos, uno en la garganta.
El cuerpo fue encontrado por el yerno de Testa, Javier Leonelli, el martes
a las 19.30, quien acudió al lugar alarmado porque su suegro no
había regresado a almorzar a su casa, como lo hacía todos
los días, ni contestaba los llamados a su teléfono celular.
No se sabe aún a que hora ocurrió el crimen. Por las características
del lugar se trata de una zona descampada no fue posible encontrar
testigos que den demasiadas pistas. Aunque un testigo reveló que
había visto ingresar a una menor. Los investigadores hallaron otros
indicios que les permitieron reconstruir algunas escenas del ataque. Testa
estaba cortando el pasto cuando llegaron las visitas y él les habría
franqueado la entrada hasta la casa, donde se produjo el crimen.
Dentro de la vivienda estaba todo desordenado, pero no como si hubieran
buscado cosas de valor. Eran signos de una pelea, como si la víctima
se hubiera resistido, relató a este diario una fuente de
la Departamental de Investigaciones de San Isidro.
La policía encontró en el lugar los elementos presuntamente
utilizados para asesinar al empresario: un hierro destinado a atizar el
fuego de la parrilla, y un trozo de madera, en los que se encontraron
restos de sangre y tejidos. También se encontró una cuchilla
que habría sido usada para producirle los cortes.
Los investigadores esperan el resultado de la autopsia para determinar
las causas de la muerte y algún otro signo que contribuya al esclarecimiento
del hecho. Cuando su yerno lo encontró, el hombre vestía
apenas una remera: estaba desnudo de la cintura hacia abajo. Y le habían
atado las manos con sus propios pantalones, hacia adelante. Por las características
del hecho, la policía supone que intervino más de una persona.
Pese a que en el lugar no se detectó la falta de objetos de valor,
el yerno de Testa le dijo a los medios que pudo haber sido un intento
de robo. Y recordó que años atrás habían
ingresado ladrones en la quinta. El no se llevaba mal con nadie,
agregó el familiar, como para descartar cualquier hipótesis
relacionada con una venganza. Que nosotros sepamos, no había
recibido ninguna amenaza, precisó. Interviene en el caso
el fiscal de San Isidro Roberto Costa.
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