Por Martín
Granovsky
Hay que agradecerle a Juan
Pablo Baylac sus críticas a Marcelo Tinelli. Anoche el Fernando
de la Rúa de Gran Cuñado apareció hiperquinético,
casi autoritario, asertivo y vigoroso. La movida le puso un interesante
toque de sutileza a la imitación del Presidente y, de paso, cumplió
con un sueño colectivo: ver a un De la Rúa distinto.
El partido entre Boca y Cruz Azul le quitó suspenso al programa
de Tinelli, pero no alcanzó a borrar del mapa las expectativas
tras una semana de guerra sorda. El De la Rúa de Gran Cuñado
venía apareciendo cada vez más dubitativo, pesado y errático.
Popularmente se diría que también arterioesclerótico,
pero no conviene disgustar al ministro Héctor Lombardo con vulgaridades:
su voz es la autorizada para las arterias, así como los comunicadores
del Gobierno aparecían como la palabra autorizada para advertir
contra una supuesta escalada para derruir la imagen presidencial. El conductor
de Videomatch, que nunca peleó con el poder en tiempos de Carlos
Menem, tampoco parece dispuesto a estirar la cuerda ante De la Rúa.
O al menos no quiso hacerlo ayer. Ni recurrió a ningún editorial,
ni puso brulotes en boca de sus humoristas. Incluso el texto del enviado
excluyó al Presidente. Mencionó a Menem y al juez Jorge
Urso, pero no a De la Rúa. Sirvieron vino Menem,/ está
realmente exquisito/ y como el dueño/ con el tiempo se hizo más
rico, cantó mientras rozaba las yemas del pulgar y el índice
de la mano derecha. En todo caso el ataque al Gobierno se concentró
en Domingo Cavallo: Vos sos como Tamara/ el pasado te condena.
La ausencia de editoriales no impidió pequeños toques irónicos.
Al principio, con la cortina de Memphis la Blusera (Vos sos uno
del montón/ no sos nadie/ igual que yo), Tinelli reemplazó
una palabra y cantó, por encima, antes de amar la vida hasta
el final, tinellizada y olvidada. Después de
que se escuchara más te quieren pisotear/ a pelear,
Tinelli volvió a su verbo, en un mensaje al Gobierno sin nombrarlo:
Yo estoy tinellizado, ¿y usted?, preguntó burlándose
de la solemnidad que esta semana atribuyó los problemas del Gobierno
a la sátira de los humoristas.
Pero la gran sorpresa fue la primera escena de Gran Cuñado. La
escenografía era la misma de siempre, en broma, en serio, aquí
o en cualquier programa igual del mundo. Los sillones donde cada personaje
llora y ríe su claustrofobia, las cámaras en circuito cerrado
que convierten una cama en algo más controlado que la caja de un
banco, el enorme sillón negro para escuchar la voz de Padrino del
Gran Cuñado, las mesitas ratonas, las paredes blancas de un minimalismo
hospitalario. Los personajes, los mismos de la semana pasada, sin María
Julia, nominada para abandonar el estudio: Fernando (de la Rúa),
Domingo (Cavallo), Carlos (Ruckauf), Hugo (Moyano), Emir (Yoma), Erman
(González), Carlos Saúl (Menem), Elisa (Carrió),
Chacho (Alvarez) y Cecilia (Bolocco).
¿Ya vamos a pasar la casa de Gran Cuñado? pregunta
Tinelli. No nos metamos en líos. La gente está enloquecida
con Gran Cuñado, ¿eh?
Varios están enloquecidos responde La Enana, la locutora.
En esta semana tranquila que tenemos en la Argentina anuncia
por fin Tinelli vamos a ver El Gran Cuñado.
De la Rúa se pasea de un lugar a otro con el celular en la mano.
Una vieja novela diría que tiene el ceño fruncido. Se lo
ve como exasperado por la lentitud ajena. No duda con las palabras. No
vacila con el recorrido dentro de la sala. No dice generalidades. Va al
punto, y lo que dice lo entiende cualquiera.
¿Qué hacés, cómo estás? ¿O
sea que yo voy a tener que soportar el 9.6? De ninguna manera. Nada. Y
la plata de algún lado la sacamos.
Otro llamado:
¿Que cómo me doy cuenta de quién habla? Por
el caller ID, la capacidad que tienen los teléfonos digitales de
identificar las llamadas entrantes dice Fernando mientras golpea
la mesa. Argentina es Argentina, Iberia es de España. Me
lo arreglás mañana. Chau.
Un llamado más: Darío, no me pases llamadas para el
día de hoy. Cada uno tiene que hacer lo que quedamos y deja
el teléfono para dirigirse a sus compañeros de Gran Cuñado:
Vamos a jugar un partido de fútbol.
Atiende otro celular:
Bush, how are you, fine? Estoy en la house de big cuñaden.
Y te dejo, porque hay cosas más importantes que hablar con el presidente
de los Estados Unidos.
Tinelli comentará:
Hay gente que se pone las pilas.
Y muestra a las chicas de un quesito, vestidas con los colores de
San Lorenzo. Música. Me fascina por su forma de bailar,
dice la letra. Con su forma de Baylac, repite Tinelli. Y dice:
La forma de Baylac es esta. Y une las puntas de los dedos
de una mano con los de la otra, dando vueltas en el aire, siguiendo la
cumbia.
Algunos se preocupan por la votación de Gran Cuñado,
pero la votación en serio es en octubre, ¿eh? recuerda
el sutil Tinelli de anoche antes de demostrar que es el dueño de
la pelota y que, como dueño de la manija, puede participar de un
calzoncillo open a pesar de sus abdominales que no están trabajados
como hierros.
El sillón, en el segundo bloque, le tocó a Elisa. Fuerte,
pero es ella.
Estoy rodeada de chorros, ladrones, inútiles e ineptos. No
sé si estoy en Gran Cuñado, en la Casa de Gobierno o en
el Congreso. Ya me afanaron dos bombachas y un cassette de Cacho Castaña.
Tinelli prueba un chivo-chupetín y se sacude.
¡Ay, Marcelo! lamenta La Enana. Se tinellizó.
En el episodio siguiente de Gran Cuñado, De la Rúa sigue
tan maníaco como al principio, insoportablemente verborrágido
y decidido. No se aguanta en actitud pasiva ni la mirada de los demás.
A Domingo: Hablá menos con Wall Street, y después
de todo lo que te expliqué decí que es idea tuya que yo
no te voy a cobrar facturas.
A Menem: ¿Qué te pasa a vos, que te veo preocupado?
La estrategia de tus abogados no fue absolutamente correcta. Y explica.
A Chacho: ¿Qué te pasa a vos, que me mirás
con esa cara? Chacho dice: Me aburro. Y De la Rúa:
El aburrimiento tiene como epicentro el aburrimiento. Habla a las
caras de un distanciamiento de la madre. Yo no soy lacaniano, pero adopto
políticas lacanianas.
El Gran Cuñado pregunta por qué no anda el extractor de
aire. Por el ruido ya nomás te dijo. Tiene dos magnetos,
hay un choque de magnetismo. No se calienta la resistencia, pero sí
hay choque, abunda Fernando y viene una gran explicación.
Pero hablemos en criollo: tiene mucha grasa el filtro.
Del humor tinellizado habla toda la nación/ Pero acá
están los autores de la boludización, cantan en otro
bloque los humoristas de Tinelli.
Y casi es el fin. Hay que computar un gag insoportable con un verdulero
de Flores, indemnizado con una estadía en Río, la música
de Los Chacales, la imitación de Los Chotales, la confesión
de Julieta Prandi de que tiene novio (es dueño de un restaurante,
pero no me pidas el nombre, Marcelo.
El final llegó con los de Gran Cuñado jugando a Dígalo
con mímica. De la Rúa ni figuró y Chacho consiguió
escapar de la casa con su valija en la mano.
El Gobierno logró mayor sutileza en Tinelli. ¿Fue Tinelli
el que logró, por reacción, el milagro de que el Gobierno
actuara en conjunto y con decisión? Lástima que el cambio
del programa de Tinelli no mejore la vida de nadie, pero cómo estuvimos
ayer, ¿eh?
LA
PREOCUPACION OFICIAL, SEGUN AITO DE LA RUA
Como que todo es una joda
Esto da lugar a debates
y opiniones, pero nunca me han oído a mí, ni habrán
visto que de parte del Presidente haya nada que afecte o restrinja la
libertad de prensa, aseguró Fernando de la Rúa, en
un intento por bajarle el tono a la polémica desatada por la imitación
que aparece en Videomatch. A pesar de los esfuerzos del Presidente,
ayer el debate continuó, en esta caso por la intervención
de su hijo Aíto. Creo que se le está faltando el respeto
a la investidura presidencial. Me parece que se pasaron. Los medios no
se dan cuenta del daño que le hacen a un país. Eso es lo
que a mí me preocupa: la pérdida de confianza, la banalización
de la política, como que todo es una joda, aseguró
el joven De la Rúa.
El debate sobre la tinellización de la política comenzó
el martes, cuando varios funcionarios salieron a desmentir la existencia
de un plan para frenar la parodia el Gran Hermano que aparece
en Videomatch, en la que el falso De la Rúa tiene un
papel protagónico. Anoche, De la Rúa (el verdadero) ratificó
que no hay voluntad de silenciar a Marcelo Tinelli.
Sin embargo, la polémica no sólo es imparable, en parte
porque el Gobierno hace todo lo posible por avivarla. Además de
las declaraciones cotidianas de Juan Pablo Baylac, ayer el hijo menor
de De la Rúa se refirió al tema en diálogo con Luis
Majul. Yo creo que los medios sí están un poco sobrepasados.
Creo que se le está faltando el respeto a la investidura presidencial,
más que al Presidente. Esto es malo para los próximos presidentes,
es malo para la Argentina. No le hace bien al país, a la gente
que tiene que cree que su país va a salir, que tiene que ver un
presidente fuerte. Me parece que se pasaron.
Aíto descartó cualquier intento de censura. No lo
veo iniciando juicio por sentirse él personalmente atacado. De
hecho él va a fijar cuál es su estrategia de la manera que
lo crea conveniente. Sí me parece que necesita un poco de respeto,
sostuvo el joven funcionario. Dijo que éste no es un problema
que lo desvele (a su padre). Pero sí siente que falta respeto y
yo siento que los medios no se dan cuenta del daño que le hacen
al país. Eso es lo que a mí me preocupa: el daño,
la pérdida de confianza, la banalización de la política,
como que todo es una joda, todo da lo mismo.
Cuando Majul le preguntó si la culpa era de Tinelli o de la gestión
de De la Rúa, Aíto reconoció que la crisis
de un país ayuda a que todo esto pase, pero que nada
da pie a tanta joda, nada da pie a tanta maldad.
En otro tramo del reportaje, el hijo menor del Presidente explicó
por qué no es absurdo que cobre un sueldo de 5 mil pesos como titular
de Educ.ar. Soy un chico de 25 años, hijo del presidente,
podría trabajar en cualquier empresa, ganar más plata de
la que gano, y estoy al lado de mi viejo trabajando en un proyecto para
el cual yo conseguí el financiamiento de 11 millones de dólares.
Cuando Majul le recordó que su salario se lo paga el Estado, Aíto
respondió. Me paga una sociedad del Estado que se financia
con un dinero que yo conseguí de un proyecto que yo generé
con Martín Varsavsky. Yo no gano ni más ni menos de lo que
gana cualquier ejecutivo de una empresa de Internet. Podría estar
en cualquier empresa, usar mis contactos y dedicarme a hacer negocios
privados. Tampoco puede donar la mitad de sueldo, como su padre.
Tengo 25 años y tengo que vivir. Alquilo mi departamento.
No tengo mucha plata ahorrada, vivo de lo que gano. Obviamente esta suma
me alcanza y me sobra. Pero no estoy en condiciones de donar mi sueldo.
OTRAS
VOCES
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Sendra (Humorista)
Yo al programa de Tinelli no lo sigo, pero hay algo que
hay que tener en cuenta: el humor generalmente se basa en sobreentendidos,
y si en el programa de Tinelli se dice algo y eso pega, es porque
la sociedad lo percibe enseguida. Lo que pasa es que al Gobierno
no le preocupa el cómo es sino el hecho que se
note. A este Gobierno le han hecho cambiar de impuestos poniéndole
mala cara, y no pudo imponer ni el cambio de hora. Así que
no hay que tener en cuenta lo que diga el entorno de De la Rúa.
En realidad, a lo que diga el Gobierno con este tema del humor hay
que hacer como si De la Rúa estuviera en el poder: es decir,
no hay que hacer nada.
Norman Erlich (Humorista)
Yo no opino sobre otros profesionales del humor, porque
cada uno elige su camino. Además, no hago humor político,
y tampoco puedo ponerme en juez de nadie. Lo que sí puedo
decir es que prefiero que el humor sea un poco más depurado,
más allá del partido que esté en el Gobierno.
Me preocupa la calidad del humor. En cuanto a la reacción
del Gobierno, me parece lógica; Menem le inició juicios
a varias personas de los medios. Entonces, que el entorno de De
la Rúa porque ni siquiera es él se queje,
me parece lógico; es bastante aceptable que lo máximo
que haya llegado a hacer sea quejarse. Es verdad que la imagen de
un presidente sufre si se lo verduguea tanto como a De la Rúa.
Pero también es cierto que, más allá de todo,
hay problemas más importantes para resolver en Argentina.
Rudy (Humorista)
La función del Gobierno es gobernar, y no preocuparse
de lo que los humoristas digan de él. Es darle una trascendencia
exagerada a todo esto, porque siempre ha habido humor político,
o de actualidad, de peor o mejor calidad, y nunca un chiste derrumbó
a un Gobierno. Si el Gobierno piensa que va a caer con un chiste
quiere decir que hay problemas de otra índole. Yo no creo
que exista una polémica. ¿Cuál es la polémica?
Me parece que se está como inflando algo, que no tiene tanta
entidad. Lo grave sería que el Gobierno considere que su
mayor preocupación sea las bromas que le hacen en la tele.
Eso sería grave. Se estarían fabricando enemigos cuando
en realidad están en otro lado. En cuanto a la tinellización,
no sé, sí sé que hay una banalización,
independientemente de Tinelli. Se habla de tinellización,
pero no es una idea que yo comparta, no creo que la vida esté
tinellizada. Sí hay una banalización vinculada
al auge de cierto tipo de programas, no necesariamente los de Tinelli,
y que no está mal que existan. El tema es que está
bárbaro que haya cosas superficiales si además hay
otras cosas que no lo son. Lo que pasa es que se da por sentado
que todo está tinellizado, y nadie lo discute.
Moisés Ikonicoff (Ex funcionario de Carlos Menem y actor
de teatro de revistas)
Todo esto pasa porque el Presidente está asesorado
por el grupo Sushi. El Presidente, en primer lugar, tendría
que empezar a gobernar bien, cosa que no está haciendo. Esos
tipos no entienden cómo funciona hoy la sociedad. Hoy en
día todo es espectáculo, hasta la medicina y la política.
En los siglos XIX y XX el mundo se dividía en obreros y burgueses,
y ahora se divide en anónimos y celebridades. Y las celebridades
forman parte del espectáculo y tienen que aceptar las reglas
de ese juego. Ahora pasa esto en la Argentina, pero en Estados Unidos
sucede desde hace años. De la Rúa, en vez de pelearse
con Tinelli, tendría que echar a todos sus asesores, que
son nenes de mamá. Tienen reacciones primarias, y les falta
cultura. No les pidan que hayan leído algún libro
de Von Clausewitz o de Max Weber.
Daniel Paz (Humorista)
La verdad, no sé bien qué es el término
tinellización. En cuanto a la tendencia a pedirle
a ciertos humoristas a que moderen su trabajo, yo creo que cada
uno tiene que hacer lo suyo lo mejor posible. Mi trabajo como humorista
es reírme de las cosas que pasan, y el Gobierno tiene que
gobernar. Trato de hacer lo mío lo mejor posible, y el Gobierno
tiene que hacer lo mismo. Me parece muy maricón esto de ir
a descubrir ataques en lo que hacen los humoristas.
Hoy día la democracia tiene la suficiente solidez para bancarse
muchas bromas, a diferencia de hace 15 años. Y hay que tener
en cuenta que el humor funciona como una válvula de escape,
como algo liberador, porque si no la gente saldría a romper
todo.
Luis Brandoni (Actor y diputado UCR)
La verdad es que no quisiera hablar del tema. Todo esto
me parece un gran despropósito. Están haciendo algo
tremendo de lo que en realidad no es. Ya somos grandes y cada uno
sabe lo que hace, y tiene que hacerse cargo. Yo no voy a entrar
a hablar de Tinelli, porque sería aumentarle el rating a
él.
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