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El “ganglio centinela”, un nuevo
enfoque para el cáncer de mama

La técnica, aún en etapa de investigación, consigue extirpar lo menos posible y operar sin que la paciente siquiera sea internada. Uno de los creadores del método lo analiza aquí.

Armando Giuliano, jefe de cirugía oncológica en el John Wayne Cancer Institute.

Por Pedro Lipcovich

Cada vez más, el diagnóstico de cáncer de mama dejará de suscitar miedo a la mutilación: se afirma en el mundo la tendencia a la cirugía conservadora, que consigue extirpar lo menos posible. Visita Buenos Aires uno de los creadores del método del “ganglio centinela”, que, al retirar sólo uno de los ganglios de la axila, permitirá que la paciente se opere sin siquiera necesidad de internarse; la técnica está en avanzada fase de investigación en varios lugares del mundo, incluido nuestro país. Además, en Estados Unidos se ensaya un método que, generando ondas de radio en el interior mismo del tumor, logra destruirlo sin cirugía. Claro que, para que cualquiera de estos métodos sea aplicable, el tumor tiene que ser muy chiquito, y la manera de que sea chiquito es que la mujer se prevenga mediante autoexamen mensual y consultas periódicas.
Además del sistema de circulación de la sangre, en cada cuerpo humano existe otro sistema donde un fluido, la linfa, circula sin latidos. El sistema linfático produce células inmunitarias que se acumulan en sus ganglios. Además, su circulación lenta pero continua recupera los líquidos excedentes en los tejidos. Por eso, cuando a una mujer, al extirparle un tumor de mama, se le retiran los ganglios de la axila, padecerá hinchazón en sus brazos; también puede sentir entumecimientos y dificultad para mover el hombro. Ocho de cada 10 operadas sufren alguno de estos síntomas. Claro, la extirpación de los ganglios se hace en previsión de que hayan llegado a ellos células del tumor. Pero, ¿por qué retirarlos todos? Supongamos que se pudiera detectar cuál es el primero de esos ganglios, el más próximo al tumor: si, en la biopsia, resulta no contener células cancerosas, entonces los demás ganglios, más alejados del tumor, tampoco las tendrán. Y estará bien denominar “centinela” a este ganglio que es el primero en divisar al invasor. Esta es la teoría que Armando Giuliano, actual jefe de cirugía oncológica en el John Wayne Cancer Institute de Santa Monica, Estados Unidos, confrontó con la práctica desde 1991.
“La técnica requiere inyectar un colorante alrededor del tumor y detectar cuál es el primer ganglio en teñirse: ése es el centinela”, explica Giuliano, quien visita la Argentina para participar en el Simposio Internacional “Ganglio centinela en cáncer de mama”, organizado por la Fundación Cáncer y el Instituto Alexander Fleming.
Identificado el centinela, se lo examina: “Si no hay en él células enfermas, tampoco las habrá en los demás ganglios de la axila; si las hay, puede que también hayan llegado a los demás”, afirma Giuliano, y señala que “en la mayoría de las mujeres, cuando el diagnóstico ha sido precoz, no llega a haber compromiso de los ganglios”. Actualmente el ganglio centinela se detecta, no sólo mediante colorante sino gracias una sustancia radiactiva de baja intensidad, que a su vez registra un detector de rayos gamma.
El National Cancer Institute (NCI) de Estados Unidos auspicia dos vastas pruebas de investigación clínica sobre esta técnica. Abarcarán más de 11 mil mujeres con cáncer de mama para determinar “si el control sobre la diseminación del cáncer de mama, la supervivencia total y el número de años sin que reaparezca la enfermedad son equivalentes” entre el método del ganglio centinela y el método tradicional. El web del Institute (www.nci.nih.gov) incluye información sobre el tema (sentinel node).
En la Argentina, “si la paciente reúne las condiciones y acepta participar en un protocolo de investigación, utilizamos la técnica del ganglio centinela”, destacó Federico Coló, oncólogo del Instituto Alexander Fleming. Jorge Itala, jefe de patología mamaria del Hospital de Clínicas, anunció que “próximamente vamos a iniciar un protocolo de investigación sobre ganglio centinela: estamos a punto de recibir el equipo necesario para detectar la sustancia radiactiva que lo identifica”. Es que “la tendencia es: cada vez menos cirugía –comentó Giuliano–; en algunos institutos de Estados Unidos se ensaya el método de’radioablación’: una sonda, introducida en el tumor, genera ondas electromagnéticas que lo destruyen”.

 


 

QUEDO PARAPLEJICO POR UN BALAZO
Indemnizarán a un chico

”Por razones de equidad y solidaridad social”: así explica en su fallo la Suprema Corte bonaerense los motivos para indemnizar a un joven de 21 años que quedó parapléjico a los 15 cuando un policía le disparó por la espalda al confundirlo con un ladrón. Desde ese momento su vida fue un infierno: estuvo internado un año, fue sometido a 12 operaciones, contrajo una infección intrahospitalaria y debieron amputarle cuatro dedos del pie. Su abogado pedía una indemnización de un millón de pesos pero recibirá 200.000.
En el fallo la Suprema Corte bonaerense fijó esa suma para indemnizar a Julio David Castillo, baleado el 21 de mayo de 1995 por el policía Pedro Vicente Bravo, en el partido de Tres de Febrero. El policía que baleó a Castillo fue sin embargo absuelto por la Cámara de Apelaciones de San Martín por el beneficio de la duda, pese a que había sido condenado en primera instancia a dos años de prisión y cuatro de inhabilitación para portar armas, por el delito de lesiones gravísimas. Con este último caso, el agente Bravo tiene en su haber ya cuatro antecedentes por lesiones culposas, imprudencia, lesiones leves y resistencia a la autoridad. En su descargo, el uniformado aseguró que fue atacado a balazos por un grupo de delincuentes que habían cometido un robo, pero en el lugar sólo se encontraron vainas policiales.
La Corte desestimó un planteo por “daños y perjuicios” y optó por la figura de “solidaridad social”. El abogado defensor, Alberto Lifchitz, pretendía para su cliente un resarcimiento de un millón de pesos, lo que fue avalado por la Cámara Civil y apelado luego por el fiscal Ricardo Szelagowski. El reclamo se apoyó en dos fallos judiciales: en noviembre de 1999, el juzgado de primera instancia en lo civil y comercial número 4 de San Martín condenó al Estado provincial a pagarle 655.000 pesos. En julio del año pasado la Cámara de Apelación elevó a 755 mil esa indemnización. Pero tras la apelación, la Suprema Corte fijó la suma de 200 mil pesos. Después del balazo que le cambió la vida para siempre, el chico estuvo casi un mes internado en el Hospital Interzonal de Agudos Eva Perón, donde lo creyeron delincuente, lo ataron a la cama y no lo dejaron ver a su familia, según consta en la causa. Luego, en el Instituto de Rehabilitación Roca fue sometido a 12 intervenciones quirúrgicas, contrajo una infección intrahospitalaria y permaneció cuatro meses boca abajo sin poder moverse. Por eso, debieron amputarle los dedos del pie derecho.

 

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