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LAS FARC LIBERARON A 242 UNIFORMADOS
Volviendo de las tinieblas

Mientras liberaban a policías y soldados, las FARC anunciaron la extensión de la lucha armada en las ciudades colombianas.

Ciudad: �El monte se va a quedar
solo, ya que los guerrilleros se van pa� la ciudad�, anunció ayer el número dos de las FARC, Jorge �Mono Jojoy� Briceño.

La alegría de los soldados
liberados ayer en el sur colombiano.
Llevaban hasta tres años presos en campamentos de las FARC.

Nunca una buena si no viene acompañada de una mala. Esta podría ser la queja recurrente del presidente colombiano Andrés Pastrana. Lleva casi tres años de gobierno con un programa estrella: el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la guerrilla más grande del país. Pero como el proceso de paz se lleva a cabo mientras la guerra no terminó, la Confederación Sudamericana de Fútbol podría suspender la realización allí de la Copa América (ver sección “Deportes”). Además, las FARC ya dijeron que extenderán la lucha armada a las ciudades, lo que provocó la reacción de la clase política colombiana. Entretanto, la buena noticia es que ayer las FARC liberaron a 242 militares y policías, luego del intercambio humanitario entre guerrilla y gobierno de la semana pasada. Con la custodia de efectivos de las FARC, estos uniformados atravesaron la selva del sur del país durante más de tres semanas, en canoas y a pie, para llegar a las cercanías del municipio de La Macarena, donde se encontraron con sus familiares.
La Macarena es uno de los cinco municipios de la zona desmilitarizada de 42.000 km2 que en 1998 el gobierno de Pastrana entregó a las FARC para iniciar el proceso de paz; es decir, que la entrega se produjo en territorio rebelde. A la ceremonia asistieron el Alto Comisionado para la Paz del gobierno, Camilo Gómez –que estuvo presente en el intercambio de prisioneros de la semana pasada– los diez delegados de la Comisión internacional que apoya el proceso de paz, integrantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y los familiares de los militares y policías liberados. Parece que las FARC querían más pompa. Como se trata de un “gesto unilateral de buena voluntad” (esto es, al gobierno en esta ocasión no entregó a ningún miembro de la guerrilla), las FARC cursaron invitaciones a las Fuerzas Armadas colombianas y al mismo Pastrana. Las primeras recibieron hasta con molestia la invitación. La molestia habrá sido mayor cuando escucharon decir al comandante guerrillero Germán “Grannobles” Briceño que “se trata de una derrota para el enemigo. Estamos entregando a sus prisioneros por voluntad propia y totalmente desarmados”.
El 4 de junio, dos días después de la firma del acuerdo humanitario entre Pastrana y el líder de las FARC, Manuel “Tirofijo” Marulanda, los uniformados liberados ayer iniciaron el viaje hacia La Macarena desde los distintos campamentos, dentro de la zona desmilitarizada, en los que estaban presos. La mayoría de ellos habían sido capturados hace tres años en destacamentos militares del sur del país, como los de Mitú y Miraflores. Según sus propios relatos, debieron hacer caminos a pie y remar en canoas por los ríos que atraviesan la selva del sur de Colombia, como si se tratara de una versión en pequeño de “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad. Anteayer, Camilo Gómez se entrevistó con todos ellos y los médicos de la Cruz Roja les hicieron la revisación médica. Durmieron en casillas alrededor del lugar donde serían liberados.
Ayer, finalmente, se abrazaron con sus familias. “Fue algo realmente inhumano, esto no debe volver a pasar, por ello es necesario terminar con esta guerra absurda”, declaró un soldado. “Aprendí a darle un nuevo valor a la vida. Creo que eso es lo único bueno que puede dejar una experiencia tan cruel como esta”, expresó otro. Muchos se quejaron de que sus superiores finalmente no habían sido liberados. Los militares liberados van a tener un motivo adicional de queja: luego de tres años de estar presos en la selva, tienen apenas diez días de descanso.
Pero la alegría en La Macarena no se trasladó a Bogotá, donde más bien se sacaban consecuencias del discurso que el número dos de las FARC, Jorge Briceño, alias “Mono Jojoy”, había pronunciado el miércoles por la noche ante los uniformados. “El monte se va a quedar solo, ya que los guerrilleros se van pa’ la ciudad”; una forma pintoresca de decir que las FARC van a extender la lucha armada a las ciudades. Ya el fin de semana pasado, luego del intercambio de 60 personas entre las FARC y el gobierno, un comando de la guerrilla asaltó la cárcel de máxima de seguridad de LaPicota, en Bogotá, donde al menos cien presos (algunos de las FARC) escaparon, cinco murieron y otros 12 resultaron heridos.
El hecho es que parte de la clase política se quiere comer vivo a Pastrana por la aparente libertad de movimientos y actitudes de las FARC a pesar de tratarse de un proceso de paz. Los precandidatos presidenciales, Horacio Serpa (liberal), Noemí Sanín (independiente), Alvaro Uribe (conservador disidente) y otras figuras políticas dijeron que era hora de un replanteo del esquema de un proceso de paz sin tregua previa. En ese sentido, el gobierno de Pastrana es quien impulsa el Plan Colombia, un programa antiguerrillas liderado militarmente por Estados Unidos. Quizás por todo esto la liberación de los prisioneros de las FARC, el único logro palpable de este proceso, aún no genere demasiado entusiasmo.

 

Claves

Como “un gesto de buena voluntad”, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) liberaron ayer a 242 militares y policías que habían sido capturados en el sur del país hace tres años.
Este “gesto” llega después de que el gobierno y las FARC completaran, la semana pasada, un intercambio de prisioneros.
Sin embargo, las FARC asaltaron el fin de semana pasado la cárcel de máxima seguridad de La Picota, en Bogotá, para liberar a otros guerrilleros presos. Algunos pudieron escapar.
Frente a los uniformados que fueron liberados, el número dos de las FARC, Jorge Briceño, anunció que esta táctica continuará y se ampliará en los próximos meses.

 

EL MONJE NEGRO, EN LA CARCEL QUE HIZO CONSTRUIR PARA GUERRILLEROS
Montesinos quedó encerrado en su laberinto

Por Carlos Noriega
Desde Lima

Vladimiro Montesinos ya se encuentra recluido en una de las ocho celdas de la Base Naval del Callao. Con el chaleco antibalas que no se ha sacado en ningún momento desde su llegada al Perú fue trasladado en la madrugada del jueves en una camioneta policial con lunas polarizadas desde el Palacio de Justicia, ubicado en el centro de Lima. Veinte patrulleros le dieron custodia durante el viaje de 15 minutos. El Monje Negro del fujimorismo había amenazado con una huelga de hambre si era llevado a esa prisión militar que, paradójicamente, él mismo mandó habilitar bajo condiciones extremadamente rigurosas para internar reclusos civiles.
La celda de aislamiento en la que el ex hombre fuerte del Perú ha quedado recluido tiene dos por tres metros, no cuenta con ventanas, tiene una litera de cemento pegada a la pared y los servicios higiénicos junto a otra de las paredes. Tiene una sólida puerta metálica con una rendija por la cual se les pasa la comida a los reclusos. Un pequeño foco es toda la iluminación del lugar. El agua de los servicios higiénicos sólo puede ser abierta desde el exterior por los guardias. Montesinos ha quedado prisionero en su propia creación. Fue él quien diseño este durísimo régimen carcelario, pensando “enterrar” en esas celdas a los líderes de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), a quienes ordenó que sólo se les deje salir media hora diaria a caminar por un patio, y en turnos para que no tengan contacto entre ellos, y les limitó las visitas a una vez al mes. Estas condiciones inhumanas se han flexibilizado con el nuevo gobierno. Ahora, Abimael Guzmán, líder del maoísta Sendero Luminoso, y Víctor Polay, jefe del guevarista MRTA, junto a otros cuatro dirigentes de esos grupos subversivos, son los nuevos vecinos del ex asesor de Fujimori.
Un verdadero pánico se ha apoderado de muchos sectores ante la revelación de que Montesinos ha decidido acogerse a la ley de colaboración eficaz para negociar la información que tiene sobre el funcionamiento de su red mafiosa a cambio de evitar una condena a cadena perpetua. Una descompuesta Martha Chávez, una de las más conspicuas dirigentes del fujimorismo, salió a decir que “lo que diga una persona no es suficiente para acusar a nadie”. Como presidenta de la Comisión de Defensa del Congreso durante la era fujimorista, Chávez jugó un papel clave para encubrir las actividades delictivas de Montesinos. En ese afán llegó al extremo de decir que Leonor La Rosa, una ex agente de los servicios de inteligencia torturada por sus compañeros hasta quedar parapléjica, se había autoflagelado para “desprestigiar al gobierno”. Ahora dice que “hay un intercambio de favores entre algunas personas que han recuperado elementos que Montesinos tenía y que los comprometían, a cambio que éste acuse a Fujimori y a otras personas”. No mencionó quienes habrían realizado esa supuesta negociación, ni aportó ningún elemento que respalde sus afirmaciones. Indignada y peleando con la prensa, alzó la voz para clamar: “Hay personas que decían apoyar a Fujimori y ahora lo han traicionado”.

 

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