Por Juan José
Panno
Bianchi había dicho que
no había que festejar a cuenta. Que iba a ser difícil. Y
vaya si lo fue. Boca, que jugó mal, perdió el partido 10;
y lo pudo haber perdido por una diferencia mayor y quedarse con las manos
vacías. Sin embargo, pudo festejar a la hora de los penales.
El primer impacto de una noche caliente lo escribieron los visitantes
cuando faltaba poco para finalizar el período inicial. Conviene
reconstruirlo paso a paso. Corner desde la izquierda: Pinheiro, de derecha
y cerrado. La pelota cae entre Gaitán y Cardozo. El de Boca va
al suelo, el de Cruz azul le pega paralelo hacia el medio, fuerte. Palencia,
en el área chica, la empuja y le clava un puñal a Córdoba,
que es el que tiene más a mano entre las 60.000 almas que hay en
la Bombonera. Todos los demás también sufren el estiletazo,
mientras un puñado de mexicanos en un costado de la cabecera levanta
el grito hacia el cielito lindo. No se dan cuenta que llueve. Llueve miedo,
incertidumbre y angustia en toda la cancha. Ese hecho, el gol, fue la
gota que desbordó el vaso, la culminación del buen juego
de los visitantes mezclados con la endeblez defensiva de Boca.
En los últimos veinte minutos del primer tiempo, Cruz Azul le encontró
la vuelta al partido. Pinheiro sobre la izquierda se metía entre
Villarreal e Ibarra y desde allí se juntaba con Palencia, que a
la vez establecía comunicaciones en línea directa con Campos
y Cardozo. Por la derecha, Gutiérrez lo complicaba a Clemente Rodríguez.
Agrandados, los mexicanos fueron creciendo en su juego en la medida en
que Serna hacía agua en el medio, Traverso y Gaitán perdían
precisión en las entregas y Bermúdez veía duplicado
su trabajo. Un tiro de Campos en el poste -Córdoba reaccionó
muy bien en el rebote y otra buena atajada del arquero ante un remate
de Cardozo fueron el prólogo al gol
En el otro arco, Oscar Pérez había pasado también
por algunos sofocones pero menos intensos que los de sus colegas boquenses.
En el segundo tiempo Bianchi mandó a la cancha a Giménez
en lugar de Villarreal, y lo puso a jugar sobre la derecha mientras Gaitán
retrasaba su posición. La primera sensación fue que el equipo
local iba a pasar por arriba a su rival. Estuvo a un paso del gol Delgado,
después Giménez y más tarde Bermúdez. Pero
fue la luz de un fósforo. Cruz Azul, manejando bien la pelota,
encontró espacios en la contra y sumó nuevas situaciones
de gol, además de mejorar su imagen. La más clara de sus
llegadas fue un tiro libre desde larga distancia de Pinheiro que se estrelló
en un palo.
Boca jugó los últimos minutos al filo, sosteniéndose
en el fondo con el recurso del offside bien secundado por el árbitro
y el juez de línea y buscó por diferentes vías. Las
ilusiones se renovaban cada vez que Riquelme recibía, pero el 10
estuvo en una noche negra. De todas maneras, un par de remates suyos pudieron
darle a Boca el empate que no merecía.
La definición por penales, a la que apostaron los mexicanos en
el último tramo del partido, pero nunca demorando el juego ni pegando
patadas, llegó inexorable.
Román, buzón, gol. Palencia fuerte a la izquierda de Córdoba,
gol. Serna a la izquierda del arquero, 2 a 1. Galdames, débil a
la izquierda de Córdoba, que le ataja adelantándose un paso.
Delgado, violentísimo a la izquierda de Pérez, 3 a 1. Hernández,
muy mal, por arriba del travesaño. Bermúdez, travesaño.
El festejo se demora. Le toca a Pinheiro. Le da fuerte, la pelota roza
el travesaño, se levanta y se convierte en una bomba que explota
de alegría. Bianchi había dicho que no era sencillo, pero
nadie imaginó que para gozar la vuelta olímpica antes había
que sufrir tanto.
EL
ARQUERO SE DESTACO EN EL UNO POR UNO
Córdoba lo sostuvo en el fondo
Por Ariel Greco
Córdoba: Durante el partido, fue una de las figuras claves
de Boca y sostuvo el resultado con dos o tres tapadas de gran nivel. Fundamental
en dar tranquilidad al contener el penal de Galdames. Nuevamente héroe
en una definición de la Copa.
Ibarra: Muy flojo, muy lejos de su nivel habitual, se equivocó
en la proyección, abusó del traslado y para colmo descuidó
las espaldas. Una tarea para el olvido.
Bermúdez: El más sólido de una defensa muy
inestable. Impuso su potencia física en el juego aéreo y
tuvo algunos cruces de gran jerarquía. Fue el único que
se salvó del incendio de los del fondo, aunque su tarea tampoco
fue una maravilla.
Matellán: Arrancó sólido y pintaba para un
gran partido. Pero de a poco el paraguayo Cardozo le fue ganando el duelo
y lo terminó desacomodando. Tuvo chances en ofensiva aunque le
faltó precisión a su cabezazo.
Rodríguez: una tarea por demás olvidable. Le pesó
el partido, no produjo nada en ataque y una invitación para que
lo encararan con éxito los delanteros mexicanos. Recién
sobre el final levantó un poco su producción.
Villarreal: Le costó encontrar su posición en la
cancha, ya que Pinheiro le ganó la espalda. Tuvo algunas buenas
incursiones en ataque aunque le falta alma de delantero para definir.
Fue reemplazado.
Serna: Otro de los que tuvo una noche desconocida. No aportó
su quite habitual, y estuvo impreciso con el balón. Apenas pudo
levantar su nivel en base a garra y corazón. Igual no le alcanzó.
Traverso: El más parejo de la mitad de la cancha. Estuvo
bien en su fuerte, la recuperación, pero como es lógico,
no hizo un gran aporte en ofensiva. En base a coraje suplantó sus
limitaciones técnicas.
Riquelme: Se lo notó discontinuo y muy fastidioso, no participó
demasiado del juego, aunque los mejores momentos de Boca siempre tuvieron
que ver con su presencia.
Gaitán: Comenzó tirado de punta y se lo notó
fuera de posición. Cuando pasó de volante le quemó
la pelota y nunca consiguió hacerse cargo de la conducción
del equipo teniendo en cuenta las lagunas de Riquelme.
Delgado: Otro de los que tuvo una noche negra. No aportó
desborde, solo fue confusión y nunca eligió la opción
más acertada. Se equivocó más de lo que produjo.
Giménez: Su ingreso fue importante porque le dio al equipo
una alternativa más para el desborde por los costados. Puso empuje
y ganas, pero no tuvo la claridad necesaria para hacerse decisivo.
Bianchi: Llegamos
con lo justo
No hicimos un buen partido pero los muchachos sacaron fuerza
no sé de donde y es gracias a ellos este nuevo título,
señaló Carlos Bianchi ni bien se produjo la consagración
de Boca como bicampeón de la Copa Libertadores de América.
En el balance de las dos finales es lógico que Boca
haya sido el campeón aseguró Bianchi. Llegamos
a este partido con lo justo, con jugadores que no estaban al ciento
por ciento en lo físico. Pero sacaron fuerzas para poder
ir a los penales y gracias a los muchachos todo terminó en
fiesta
Bianchi igualó el récord de Osvaldo Zubeldía,
el único director técnico que ganó tres veces
como técnico la Copa Libertadores. Zubeldía las obtuvo
dirigiendo a Estudiantes entre 1968 y 1970; Bianchi la logró
con Vélez en 1994, y los dos últimos años con
Boca.
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LAS
TRIBUNAS, UN ESPECTACULO APARTE
El que no salta, no va a Japón
Por
Facundo Martínez
Todo estaba preparado
para una fiesta. En la cancha no cabía un alfiler, mucha gente
quedó afuera, se habían recaudado más de un millón
doscientos mil dólares, record en la Bombonera. Pero hubo que sufrir
un rato.
El Cruz Azul había desafiado a los hinchas haciendo el precalentamiento
en plena cancha, como si quisieran adaptarse así a la presión
de un estadio lleno, pero ni con esa actitud los mexicanos se imaginaron
lo que sería después el recibimiento oficial. Cuando salieron
a la cancha a jugar, un griterío ensordecedor, que pareció
hacer temblar el estadio, los aturdió.
La mecha de la fiesta se encendió diez minutos antes del inicio,
con bengalas, humos de color azul y amarillo y miles de banderitas de
plástico que el club había repartido entre los hinchas.
Riquelme no se va, gritaban. Cuando salió el equipo,la
Bombonera explotó con más fuego, con más humo, con
miles de cintas que caían desde las tribunas. Y con las infaltables
porristas.
Desde los palcos VIP cayeron papelitos azules y amarillos que se esparcieron
por el aire formando un manto de pasión, y dos banderas gigantes
bajaron, desde lo alto de la platea, y desde la popular de Casa Amarilla.
Por momentos, con el partido en marcha, los hinchas gritaban eufóricos
y por momentos se aplacaban, quizás a causa de esos gases lacrimógenos
que invadieron tanto el campo como los costados de la cancha. Y porque
Palencia podía con Boca.
El gol despertó a los hinchas que comenzaron a alentar con el infaltable
Dale Boca, dale Bo, en el entretiempo nadie se movió.
Porque faltaba ganar. Es la hora, es la hora de ganar, cantaban,
Ponga huevo, que ganamos.
El segundo tiempo se fue entre sufrimientos. Antes de los penales, desde
la 12 se improvisó una suerte de festival de pirotecnia, con mucho
verde y rojo, explotando durante 10 minutos, para intimidar a los mexicanos.
Después, la Bombonera colapsó como no había hecho
en toda la noche. Por el triunfo y por el contexto, porque desde los techos
comenzaron a destellar los fuegos artificiales que encendieron el cielo.
Boca despidió a los mexicanos con aplausos, que se iban llorando.
El campeón se metió en el túnel y salió para
recibir la Copa de manos de Nicolás Leoz. Tuvo su vuelta olímpica,
con aterrizaje incluido, y se llenó los oídos de Topo Gigio
con el Dale Campeón, el que no salta no va a Japón
GANO
LA 4X4 DE TOYOTA AL MEJOR JUGADOR DE LA FINAL
La última noche de Riquelme
Por
Adrián De Benedictis
La última
noche quizás. Sí, la última noche de Juan Riquelme
con la camiseta de Boca, antes de su posible desembarco europeo. Más
allá de una dilatada transferencia y de su malestar con los directivos
del club, anoche pudo haberse cerrado un capítulo inolvidable en
la historia de Boca. Tal vez la máxima estrella deje su lugar para
otro heredero de Diego Maradona. Acaso por eso, el propio Maradona no
quiso perderse este desenlace y estuvo presente desde su palco.
Podrá decirse que fue una noche más. Que Riquelme estuvo
fastidioso en la segunda final de la Copa Libertadores ante el Cruz Azul
mexicano. Que entre Galdames, Gutiérrez y Hernández le complicaron
su recorrido hasta el arco visitante. Pero él no estaba dispuesto
a que la noche pasara en medio de la intrascendencia.
Su recibimiento fue a pura ovación. A las 21.22 el estadio hizo
su primera explosión cuando su nombre fue anunciado por los altoparlantes.
Once minutos más tarde y cuando él ya se preparaba en el
campo de juego, la primera respuesta del público fue un Riquelme
no se va. Era su público.
Claro, a pesar de la marca rigurosa Riquelme se hizo tiempo para construir
sus habituales jugadas con el sello característico. A los 17 minutos
del primer tiempo, encaró por la derecha entre tres rivales, y
cuando quedó mano a mano con el arquero no pudo definir. Poco,
muy poco.
A pesar de que seguía siendo el más claro de su equipo no
lo dejaban reaccionar con comodidad. El partido se iba y Boca lo necesitaba.
La impaciencia se adueñaba de los hinchas y en él estaban
depositadas todas las esperanzas por un nuevo título. Sobre el
final, el arquero Pérez le detuvo lo que pudo haber sido su gol.
Apenas algún rasgo de su inteligencia para ubicar la pelota en
jugadas detenidas. Nada más.
Riquelme convirtió el penal en su serie, y la Copa y la 4x4 de
Toyota quedaron de su lado. En, tal vez, su última noche.
fuera
de juego
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El volante argentino Angel Morales figuraba en la planilla oficial
del partido entre los titulares de Cruz Azul. Sin embargo el jugador
sufrió un inconveniente en el calentamiento precompetitivo
y no pudo ser de la partida: a último momento lo reemplazó
Tomás Campos.
El encuentro estuvo interrumpido durante 7 minutos luego de que
los jugadores sintieran el efecto de los gases lacrimógenos
que arrojó la policía en la calle Irala instantes
antes del comienzo del encuentro. El inconveniente surgió
luego de que hinchas de Boca con entradas falsificadas, pretendían
ingresar al estadio.
El triunfo de Boca se festejó también en Liniers.
Con el título el equipo de Carlos Bianchi, Vélez obtuvo
su pasaporte a la Copa Libertadores del año que viene. Aunque
ya no está en el club de Liniers, Bianchi le sigue regalando
alegrías
Martín Palermo acompañó a sus ex compañeros
durante la previa de la gran final. El delantero del Villarreal
almorzó con el plantel de Boca y luego observó el
partido desde la boca del túnel.
Alrededor de 250 mexicanos se acercaron a la Bombonera para alentar
a Cruz Azul. Los hinchas se ubicaron en la tribuna del Riachuelo,
en la segunda bandeja rodeados de simpatizantes de Boca. Sin embargo
no hubo inconvenientes.
El presidente Mauricio Macri fue el único en ingresar al
camarín local minutos antes del match. Al tesorero de la
entidad Osvaldo Salvestrini ni se le ocurrió por el feroz
entredicho con los jugadores.
Se supo que la decisión de los directivos es retener a
Carlos Bianchi en la conducción del primer equipo. El contrato
caduca al finalizar el año y en este segundo semestre comenzarán
las charlas. Una gran bandera desplegada por la hinchada de Boca
obvió a los dirigentes y resaltó a los futbolistas
y el cuerpo técnico.
El referí peruano Gilberto Hidalgo y sus colaboradores,
los asistentes también oriundos de aquel país
Yuri Pineda y Luis Avila, más el cuarto árbitro, arribaron
a La Bombonera muy temprano y, para llevarse un recuerdo, antes
del partido se tomaron varias fotografías con el marco de
la tribuna Natalio Pescia, totalmente colmada.
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