Por Emanuel Respighi
Desde
Santiago de Chile
El telescopio más poderoso
y complejo del mundo no está en Estados Unidos, ni en Alemania,
ni en Rusia, ni en China, ni en Francia: se yergue en Chile, está
en funcionamiento desde setiembre pasado y es parte de un proyecto que
demandó veinte años de trabajo y una inversión de
500 millones de dólares. La historia de ese proyecto demencial,
si se tiene en cuenta que el telescopio es uno de los cuatro que están
sobre un cerro, a su vez ubicado en pleno desierto, fue narrada en el
documental Paranal: una ventana al universo, que preestrenó
aquí el Discovery Channel. El telescopio óptico que es orgullo
de los chilenos se conoce por VLT (Very Large Telescope) y el programa
con su historia se verá en la Argentina el domingo 8 de julio,
desde las 20
El especial plantea que la relación del hombre con el espacio infinito,
que está aún llena de preguntas sin responder, es tan antigua
como la conciencia que la humanidad tiene de si misma, e incluye aproximaciones
científicas, pero también literarias y esotéricas.
Sin embargo, desde que Galileo Galilei inventó el primer telescopio,
a comienzos del siglo XVII, el conocimiento de las galaxias, estrellas
y planetas ha evolucionado de un modo tan impresionante que un niño
de 12 años de hoy tiene más información acertada
que un científico del siglo XV.
La coproducción de Discovery y la empresa chilena Nueva Imagen
incluye casi dos años de filmación de las actividades en
el observatorio donde se yergue el telescopio, ubicado en el desierto
de Atacama, uno de los lugares más áridos del planeta. Utilizando
entrevistas e inéditas imágenes de galaxias y nebulosas,
el documental muestra el proceso entero del proyecto, desde su aprobación
a fines de los `70 hasta la puesta en marcha del último y cuarto
telescopio ubicados en el lugar, hace pocos meses. El objetivo del
Centro Observatorio del cerro Paranal es brindarles a los astrónomos
una sofisticada herramienta para el estudio del universo. La posibilidad
que otorga el VLT a los científicos es enorme, ya que pueden observarse
objetos cuya luz es cuatro billones de veces más débil de
lo que la visión humana normal puede detectar, explica Massimo
Tarenghi, jefe del proyecto del Observatorio Europeo Austral, la organización
de ciencia y tecnología en el campo de la astrofísica que
impulsó y financió el proyecto.
La ESO fue creada por varios países europeos en 1962, ante la evidencia
de que Europa estaba quedada relegada en materia de astronomía,
en comparación a los avances en ese terreno que habían conseguido
Estados Unidos y la ex URSS. Actualmente esta compuesta por Alemania,
Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Italia, Portugal, Suecia
y Suiza, quienes aportan parte de su PBI para la financiación de
proyectos de astronomía en el Hemisferio Sur. El documental, que
se repetirá en la Argentina el 9 de julio a las 21 y el 18 de agosto
a las 18, comienza su recorrido explicando los alcances y el funcionamiento
del VLT, que consta de cuatro telescopios, cada uno de los cuales tiene
un espejo central de 8,2 metros de diámetro y tres espejos auxiliares
de 1,8 metros, que lo posicionan como el espejo con mayor resolución
del mundo.
El Centro Astronómico está en la cima del cerro Paranal,
que fue removida con dinamita para aplanar la superficie e instalar la
pesada infraestructura tecnológica. La creación del cuarto
espejo y las dificultades de su traslado desde Alemania son dos de los
puntos críticos del proyecto, según la visión del
documental. El espejo vale 25 millones de dólares y su construcción
demandó 2 años. Por último, el programa describe
las vicisitudes que debieron enfrentar los obreros de la construcción
del observatorio y la vida de sacrificio de los astrónomos. El
clima propio del desierto y otras dificultades anexas en el lugar
no hay agua potable y no se permite el alumbrado de energía eléctrica
porque disminuye la resolución del telescopio conforman un
panorama que deja alos científicos, que viven en containers, acondicionados
como habitaciones, como verdaderos héroes del proyecto.
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