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CUMPLIENDO UN PEDIDO DE ITALIA, SERVINI ORDENO LA CAPTURA DE ASTIZ
Otro genocida sin más escapatoria

En una causa por el asesinato de tres ciudadanos italianos en la Argentina, la Justicia de Italia pidió la detención de Alfredo Astiz. Servini de Cubría hizo efectiva la orden y decidió la captura.

El ex marino Alfredo Astiz está siendo buscado por pedido de Interpol Italia.
A partir de su detención, el juez Garzón po-dría reiterar la captura de un centenar de represores.

Por Victoria Ginzberg

La jueza María Servini de Cubría ordenó ayer por la tarde la detención del ex marino Alfredo Astiz, de acuerdo con un pedido de la Justicia italiana. El fiscal Francesco Caporale y el juez Claudio Tortora habían reclamado el miércoles al “Angel Rubio” y al capitán de fragata Jorge Vildoza –prófugo desde mediados de la década del 80– por el secuestro y la desaparición de tres ciudadanos italianos en Argentina durante la última dictadura militar. El paso dado por la magistrada reedita el debate acerca de la extraterritorialidad de la Justicia y podría hacer que el juez español Baltasar Garzón desempolve la solicitud de captura contra casi una centena de represores.
Servini recibió el pedido de Interpol y en seguida dispuso que la policía busque al ex marino que en 1977 marcó con un beso a los familiares de desaparecidos que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz. Esa fue la contraseña para que secuestraran, entre otros, a la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor. A pesar de haberse convertido en un símbolo de la represión ilegal, Astiz nunca fue condenado en el país por los crímenes que cometió como miembro del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Sólo recibió una sanción por apología del delito luego de que se ufanara ante la revista 3puntos de ser “el hombre mejor preparado para matar a un político o a un periodista”. En cambio, fue el primer represor juzgado en el exterior, cuando en 1990 recibió cadena perpetua en Francia por el asesinato de las monjas Alice Domon y Leonie Duquet. El juez español Baltasar Garzón también ordenó su detención –junto con la de otros 97 militares– pero el juez Gustavo Literas -ahora colaborador de la defensa de Carlos Menem– y el gobierno de Fernando de la Rúa se encargaron de que no prosperara. En Suecia existe otra causa contra el ex marino por el asesinato de la joven Dagmar Hagelin.
Astiz y Vildoza están acusados en Roma por la desaparición de tres ciudadanos de ese país en Argentina, Angela María Aieta –madre del dirigente peronista Juan Carlos Dante Gullo– y Juan Pegoraro y su hija Susana, que parió en la maternidad clandestina que funcionó en la ESMA. En esa causa también están imputados el dictador Emilio Eduardo Massera y los represores Antonio Vañek, Jorge “El Tigre” Acosta y Héctor Febres. El fiscal Caporale sólo reclamó el arresto del “Angel Rubio” y de “Gastón” porque consideró que en esos casos había “peligro de fuga”. Los otros cuatro represores no pueden huir, están arrestados por su responsabilidad en el robo de bebés. Aunque el “Angel Rubio” no sea llevado a Italia, de cualquier manera será juzgado en ausencia. El año pasado fueron condenados con ese procedimiento el ex general Carlos Guillermo “Pajarito” Suárez Mason, el general Santiago Omar Riveros, el ex jefe de la Prefectura Alejandro Puertas y los oficiales Luis Porchetto, Alejandro Puertas, Roberto Rossin y Héctor Maldonado.

Angela María, Juan y Susana

Angela María nació en Italia y llegó a Argentina cuando tenía cinco años. Fue secuestrada en su casa el 5 de agosto de 1976. Varios sobrevivientes de la ESMA la vieron en ese lugar pero recién este año la familia pudo acceder a un testigo que estuvo “colchón de por medio” con la mujer y que presenció el momento en que la sacaron del campo, aparentemente, para matarla. Angela María intuyó su destino y pidió que denunciaran que había estado prisionera en la ESMA.
El 18 de junio de 1977 en la estación de Constitución fueron secuestrados Juan y Susana Pegoraro. La mujer estaba embarazada de cinco meses. Su esposo, Rubén Bauer, desapareció el mismo día en La Plata. Los Pegoraro fueron llevados a la Base Naval de Submarino y Buzos Tácticos de Mar del Plata y en octubre fueron trasladados a la ESMA, donde Susana dio a luz y escribió una carta para que su mamá cuidara de su beba. La niña no llegó con su familia. Las Abuelas de Plaza de Mayo suponen que es la jovenque fue anotada con el nombre de Evelyn por el marino Policarpo Vázquez, pero como ella se niega a hacerse los análisis de sangre esto no se pudo confirmar.
Vildoza, subjefe del grupo de tareas de la ESMA, tiene una historia conocida por Servini de Cubría. Ella ordenó su captura en la causa por la apropiación del hijo de la desaparecida Cecilia Viñas. Vildoza se escapó a mediados de la década del `80 pero el niño que había robado se conectó años después con las Abuelas para someterse a los análisis de sangre que le devolvieron su identidad. Por ese caso fue arrestado en 1998 el dictador Emilio Eduardo Massera.
Luego de que Astiz esté tras las rejas, el ministro de Justicia del nuevo gobierno conservador italiano deberá iniciar el trámite de extradición para que el acusado sea trasladado a Roma. Servini de Cubría deberá comprobar si están dados los requisitos formales del procedimiento y si el delito por el que es reclamado el ex marino es punible para la legislación argentina. Finalmente el Gobierno tiene la posibilidad de tomar la decisión de paralizar el trámite. Cuando llegó el pedido desde España, el entonces ministro de Justicia y Derechos Humanos, Ricardo Gil Lavedra, argumentó que los represores podían seguir libres porque aquí existían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Pero en ese momento el juez federal Gabriel Cavallo no se había expedido por la inconstitucionalidad de esas normas.

 


 

LA DISCUSION SOBRE LA TERRITORIALIDAD JUDICIAL
El Gobierno tendrá que sincerarse

Por Irina Hauser

El pedido de detención del ex marino Alfredo Astiz obligará al Gobierno a fijar públicamente una posición, aplicable a otros casos, sobre el principio de territorialidad. Es decir, deberá hacer lo que no hizo escudado en argumentos de índole burocrática, cuando el juez español Baltasar Garzón pidió la captura internacional de 48 represores argentinos para juzgarlos en Madrid.
Es cierto que a mediados de mayo, ante un pedido de colaboración de fiscales de Alemania para investigar en ese país la desaparición de Pablo Armando Lepíscolo y el secuestro de Betina Ruth Erenhaus, Argentina contestó a través de la Cancillería que está dispuesta a amparar a los militares acusados de violaciones a los derechos humanos en base a un curioso principio de “soberanía”. “Las autoridades judiciales argentinas son las competentes para pronunciarse respecto de los delitos cometidos en su territorio”, sostuvieron.
Pero nunca el Gobierno expresó nada tan contundente ante un pedido de captura. De hecho, cuando llegó el momento de contestarle al juez Garzón, el ex juez local a cargo del trámite, Gustavo Literas hizo –con evidentes directivas– planteos tales como que la Justicia española debía tramitar la solicitud de detención por vía diplomática y que había olvidado consignar las huellas digitales y las fotos de los acusados. Resultado: a pesar de los reclamos de varios organismos, cuando llegaron los autos de procesamiento de Garzón, Cancillería resolvió cortar el trámite de cuajo con el argumento de que se habían vencido los plazos de urgencia para encarcelar a los represores, tal como lo había dicho el propio Literas.
En el caso de Astiz, todavía el Ministerio de Justicia italiano debe hacer el pedido formal de extradición. Claro que la jueza María Romilda Servini de Cubría podría liberar al Angel Rubio, si le parece, durante el juicio de extradición. El Gobierno, no obstante, deberá sentar una posición definitiva que, como todo indica, se perfila como una protección a los genocidas aplicando la legislación local.

 

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