Por Carlos Rodríguez
Dispuestos a doblar la apuesta,
los abogados famosos que defienden a los cinco policías acusados
de extorsionar al comerciante Desiderio Meza desataron ayer una virtual
guerra entre uniformados de uno y otro lado del mostrador de la
ley, luego de la primera andanada que habían lanzado para
desacreditar a la víctima. ¿A usted le hicieron firmar
una declaración ya escrita?, fue la pregunta, mezquina de
sutileza, que le disparó Mariano Cúneo Libarona a la sargento
Norma Fernández, dando a entender que la Federal virtualmente habría
fotocopiado incriminaciones para enviar a la cárcel a los acusados.
Fernández, junto con el comisario Carlos Sablich, el subcomisario
Juan Schettino, el inspector Marcelo Laures y el oficial Emilio Miragaya,
fueron los que sorprendieron, en flagrante delito, a sus colegas y extendieron
el pasaporte a la celda. Y ayer ratificaron, a pesar del duro interrogatorio,
que sólo dijeron lo que vieron y que lo que vieron complica a los
imputados.
Todo se hizo según lo dispuesto por el juez de Instrucción,
Carlos Bourel, sostuvo el comisario Sablich, quien al ocurrir los hechos
abril del 2000 era jefe de Defraudaciones y Estafas. Ahora
es responsable de Delitos Complejos y su nueva especialidad le sirvió
para sortear las bombas cazabobo que le tiraron, sobre todo Cúneo
y el ex secretario del Juzgado de Dolores, Roberto Schlagel, mientras
que el ex juez Carlos Branca se mantuvo alejado del campo de batalla propiamente
dicho. Los abogados trataron de demostrar que sus defendidos nunca recibieron
los 2 mil pesos que Meza dice haberles entregado, que la cámara
oculta del Canal 13 estuvo sólo de adorno y que los policías
buenos nunca pudieron escuchar ni ver nada que pueda servir
para condenar a los policías malos.
Estábamos para proteger al damnificado (se refería
a Meza) y resolvimos intervenir porque creíamos que había
llegado el momento, explicó Sablich acerca del procedimiento
realizado en Montes de Oca y Osvaldo Cruz, donde fueron detenidos el inspector
Mario Machado, el cabo 1º Roque Mona y el cabo Jorge Fernández,
sorprendidos cuando pretendían cobrar los 2 mil pesos que le habían
pedido al comerciante, bajo amenaza de armarle una causa.
Los testigos policiales relataron que Fernández y Mona rodearon
a Meza y le sacaron la campera, aparentemente para romper la cámara
oculta que tenía entre sus ropas para captar el momento de la entrega
del dinero. No hay reglas fijas para concretar este tipo de pagos,
estimó Sablich sobre el modus operandi de Machado,
Mona y Fernández, complotados con el subcomisario Edgardo Cejas
y el sargento Domingo Castiglione, los otros dos imputados. La frase más
lapidaria de Sablich llegó cuando dijo: Ni siquiera tuvieron
cuidado de hacerlo de otra forma. Meza dijo que le dio el dinero
a Fernández y que éste lo guardó en un bolsillo del
pantalón. Los policías que detuvieron a sus colegas explicaron
que los dos fajos de billetes, de mil pesos cada uno, estaban
perdidos entre la campera. No en un bolsillo sino debajo de la campera
o en un pliego, como si los extorsionadores hubieran tratado
de ocultar la evidencia.
Fue graciosa la intervención de Vicente Ayala y Jorge Ormeño,
del Servicio de Hidrografía Naval, testigos del procedimiento.
El primero que los llamó fue el imputado Fernández, para
que presenciaran la detención de Meza, el más ladrón
de los ladrones, según Mona. El desconcierto de Ayala y Ormeño
llegó cuando Fernández, que se había presentado como
policía, fue detenido por otro policía que lo
apuntaba con su 9 milímetros y que los llamaba para que fueran
testigos, al fin, de la detención de los que antes buscaban testigos.
El comisario Sablich, al referirse a la cámara oculta de Canal
13, admitió que el hubiese preferido no trabajar con periodistas
sino con los equipos de video de la fuerza. Reconoció, sin embargo,
que un periodista es una persona (sic) y como tal puede
ser testigo si deja de ser periodista por un rato. Schlagel le dijo
a este diario que los policías que acusan no pueden haber
escuchado, desde la distancia queestaban, que Meza y los acusados
hablaran sobre el dinero que aquél debía entregar. Pero
los policías testigos afirmaron que lo escucharon y eso quedó
asentado en las actas del juicio, que hasta ahora poco favor le hacen
a los defendidos de los abogados famosos.
Una
mujer vendió sus hijos
La terrible pobreza en la que
vive junto a su familia llevó a Ofelia a hacer lo impensable: la
joven madre fue detenida ayer en la localidad santiagueña de Sumampa,
acusada de cambiar a seis de sus ocho hijos por ropa y alimentos. En el
caso se encuentran involucradas dos enfermeras del hospital local, sospechadas
de haber colaborado en la venta de los niños.
Según indicaron fuentes de la investigación, el 5 de junio
último, Ofelia dio a luz en el hospital de su pueblo a un varoncito,
que pesó casi tres kilos y medio. Una de las enfermeras que la
atendía le propuso a la mujer entregar el bebé a mejores
padres, que se comprometían a ayudarla entregándole
ropa y alimentos.
Ofelia entregó a su hijo a una pareja cordobesa, según les
contó a los policías de la comisaría 33ª, donde
quedó detenida. Tras la declaración de la joven, una comisión
fue enviada a la provincia vecina, donde además de buscar al recién
nacido, se intentará localizar a otros cinco hijos de Ofelia, que
también habrían sido vendidos pocas horas después
de su nacimiento.
La venta de bebés en Santiago del Estero se ha hecho frecuente
en los últimos años; incluso, en algunas investigaciones
que quedaron estancadas en la etapa de instrucción, se detectaron
conexiones con países limítrofes.
|