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Condenan a 22 años de prisión al
taxista que violó a tres pasajeras

Eran todas chicas, que tomaron
el taxi en la Capital. El hombre negó las violaciones, pero los exámenes de ADN lo confirmaron.

El taxista no sólo las violó:
también les robaba sus pertenencias.
“Te va a pasar lo mismo que a las mochile-ras”, amenazó a una de ellas.

Un taxista fue condenado a 22 años de prisión por un tribunal oral de la Capital Federal, por haber violado a dos pasajeras y abusar sexualmente de otra, además de robarles sus pertenencias. Durante el juicio, Claudio Lorenzini –de 38 años, casado, padre de dos chicos– negó haber cometido los tres crímenes, sosteniendo que “era una persona sexualmente normal, que no tenía necesidad de violar mujeres porque podía conquistarlas”. Sin embargo, el Tribunal Oral en lo Criminal nº 4 –integrado por los jueces Juan José Amaral, Walter Luna e Hipólito Saá– desestimó los argumentos del acusado en base a los exámenes de ADN, que determinaron con una certeza del “99,9999998 por ciento” que Lorenzini cometió las violaciones.
La primera violación por la que fue condenado Lorenzini se produjo en octubre de 1998. J.T., una joven de 18 años, tomó el taxi junto con una compañera de trabajo. Después de dejar a su amiga, la chica debía seguir viaje hasta su casa de Parque Centenario, donde sus padres la esperaban para cenar. Pero el taxista la amenazó con un arma, le ató las manos y le vendó los ojos. Luego la violó, en el asiento trasero del Renault 12 que usaba para trabajar.
–¿Sos judía vos? –le preguntó Lorenzini a J.T. La chica respondió que, aunque tenía antepasados judíos, era católica, y le mostró la cruz y las medallitas que llevaba colgadas del cuello.
–¿Y para qué llevás todas esas cosas? –volvió a preguntar el hombre.
–Para que me protejan –contestó la joven.
–Se nota cómo te están protegiendo –fue la macabra respuesta que recibió. Con un recuerdo difuso de la cara de Lorenzini, esas palabras y la voz que las pronunciaba fueron la clave para que J.T. pudiera reconocer a su atacante.
En abril de 1999, Lorenzini violó a otra joven pasajera, que también había subido al auto en el barrio de Caballito. Mientras su victimario manejaba hacia un descampado en la zona sur del Gran Buenos Aires, C.H., aterrorizada en el piso del auto, se puso a rezar el voz baja. Lorenzini le ordenó que se callara. “Te mato si no lo hacés”, indicó.
El último episodio se produjo en agosto de 1999, cuando M.I. subió al Peugeot 504 que alquilaba Lorenzini, en una esquina del barrio porteño de Paternal. Un amigo al que había ido a saludar por el cumpleaños tuvo la precaución de anotar la patente del vehículo. En su camino hacia Villa Crespo, el taxista se desvió por una calle oscura. Tras amenazar con un revolver a la chica, la llevó a un descampado de Avellaneda, donde la violó y le robó el reloj y la billetera. Después la abandonó en la zona de los bosques de Palermo. Frente al tribunal, la madre de M.I. repitió angustiada lo que el taxista le había dicho a su hija: “Si no me hacés caso, te va a pasar lo mismo que a las mochileras”.
Los exámenes realizados por el equipo de peritos sobre muestras de semen obtenidas de la ropa y de los cuerpos de las tres jóvenes determinaron con una certeza del “99,9999998 por ciento” que fue Lorenzini quien cometió las violaciones y que la probabilidad de encontrar otra persona con el mismo patrón genético “es de una en 583.672.355”. Así derribaron el principal argumento de Lorenzini y su defensa, quienes sostenían que otro hombre había violado a las jóvenes.
“Ello muestra el despropósito de pretender que sea otro el sujeto autor de los hechos –señala el fallo–, cuando para encontrar un individuo con igual perfil genético que Lorenzini no sólo habría que hallarlo entre esa inmensa cantidad de personas, que nuestro país no tiene, sino que, además de compartir el perfil genético, tal individuo debería trabajar de taxista en la Ciudad de Buenos Aires, hacerlo en horario nocturno y conducir un vehículo” similar al que describieron las víctimas. Los jueces evaluaron que “tantas coincidencias quitan seriedad a la negativa de (Lorenzini), y a los planteos similares hechos por la defensa, que pretendió sembrar una duda que en realidad no puede existir”.

Producción: Silvina Seijas

 

Antecedentes diversos

Diciembre de 1997: El taxista Carlos Alberto Rey fue condenado a 3 años de prisión en suspenso, por los delitos de robo y abuso deshonesto. No fue a prisión, a pesar de que la Justicia comprobó que había obligado a una pasajera a practicarle sexo oral, porque el tribunal consideró que la fellatio no es violación.
Noviembre de 1998: Tras haber sido condenado en 1997 a 16 años de prisión por violar a tres mujeres, en 1998 un tribunal le aumentó a 24 años la condena a Juan Ernesto Cabeza, por haber abusado sexualmente de otra pasajera. Se consideró como agravante que la violación haya sido cometida por un chofer de transporte público.

 

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