Por Julio Nudler
... El Gobierno sigue
postergando decisiones en torno de la Anses y el Pami, que controlan la
mitad del presupuesto nacional. La crisis social se agudiza, con expresiones
de violencia e inseguridad crecientes, como fruto de la larga recesión.
El Gobierno debería ser más efectivo en esta materia, para
prevenir problemas y minimizar los costos sociales de la crisis.
Este párrafo forma parte de un comentario sin firma emitido por
la Fundación Mediterránea el viernes, y es una muestra más
del pase de facturas entre los diferentes focos de poder dentro de la
conducción nacional. Pero más allá de los ataques
cruzados, fuentes del cavallismo piensan que ahora la única vía
posible de calmar a los mercados, que siguen turbulentos un mes después
del megacanje, es revitalizar el pacto fiscal federal de fines de 2000,
como una demostración de gobernabilidad.
Entrenados en demostrar sus razonamientos, los mediterráneos
remarcan que durante el primer semestre ayer expirado hubo una clara desaceleración
en la economía latinoamericana, pero que aun así todos los
países siguen con signo positivo, salvo dos: Perú y la Argentina.
Esto evidencia dicen la importancia del factor político.
Perú no ha tenido presidente desde la fuga de Fujimori, y
la Argentina... tampoco, en algún sentido, desde la renuncia de
Carlos Alvarez y la virtual desarticulación de la Alianza.
Recuerdan que cuando llegó Cavallo se habló de un gobierno
de unidad nacional, pero nunca se conformó. Además, los
muchos detractores del cordobés en el radicalismo, como Leopoldo
Moreau, siguieron trabajando para quitarle base de sustentación.
La única manera de soldar esas fisuras concluyen es
celebrar un acuerdo con las provincias en torno de cuatro o cinco asuntos
cruciales. Ese consenso es más fácil con los gobernadores
porque todos ellos comparten la necesidad de administrar ordenadamente
sus distritos y lograr objetivos básicos como poder pagar los sueldos.
El resto de los políticos parecen despreocupados de todo. La flamante
ley del libro expresa para los cavallistas esa desaprensión: si
combatir la evasión fiscal es la única manera de asegurar
la viabilidad de largo plazo, no se puede excluir del IVA a todo un sector
ni eximir a los escritores de Ganancias.
Mientras varios gobernadores, incluyendo a Carlos Ruckauf (Buenos Aires)
y Carlos Reutemann (Santa Fe), denuncian deudas del Tesoro Nacional, en
Economía insisten en que la única fuente de poder político
real existente en el país son los pactos que pueda lograr el gobierno
de la Nación con los provinciales. El punto de apoyo para alcanzar
ese entendimiento radica en las necesidades mutuas. Las provincias están
financieramente maltrechas, con altas proporciones de sus ingresos por
coparticipación embargadas por créditos que tomaron en el
pasado a tasas muy altas. Hacienda intentará atraerlas mediante
una ingeniería financiera que permita reprogramar los plazos y
reducir las tasas, lo que a su vez requerirá mejorar la calidad
de las garantías.
Las provincias, que reclaman varias cuotas impagas del fondo fiduciario
con que se solventan los planes sociales, reaccionaron críticamente
ante algunas decisiones anunciadas por Cavallo el 15 de junio, en particular
la de subir impuestos no coparticipables, como las contribuciones patronales
a la Seguridad Social, y considerarlos pagos a cuenta de IVA, que sí
se coparticipa. La medida no perjudica en lo inmediato al interior porque
tiene garantizada una suma fija mensual, pero le ensombrece el horizonte,
ya que a partir de 2003 perderá ese piso asegurado.
El equipo económico buscará hacer pie sobre este tembladeral
para plantear, ante todo, la emisión de algunas señales
conjuntas, entre Nación y provincias, sobre los presupuestos del
2002. La idea no es plantear cesantías de empleados públicos,
porque en el momento son socialmente impotables, pero sí algunos
cortes drásticos al llamado costo de la política,
además de algunas cuestiones intertemporales, como
la reforma previsional. Aunque ya no consideran imprescindible bajar el
riesgo país a 600 puntos, Economía admite que no se puede
vivir con tanta turbulencia.
TRES
BANQUEROS DE ELITE, FUERA DE MICROFONO
Dudas, ajuste y mano dura
Por Claudio Zlotnik
y David Cufré
Cuando mis amigos me
preguntan, les digo que dejen la plata en el país, porque no habrá
devaluación ni se tocarán los depósitos aseguró
el banquero. ¿Y después de las elecciones? El financista
apretó los labios, bajó la mirada y, después de meditar
unos instantes, repitió: Después de las elecciones...
¿Pero a quién le convendría una devaluación?
Sería un desastre, un caos. No tendría ningún sentido.
En diálogos off the record, Página/12 testeó las
impresiones de tres banqueros de elite sobre el futuro de la Convertibilidad,
y quiso saber para cuándo esperan la reactivación. Las consultas
tuvieron lugar durante la convención de la Asociación de
Bancos de la Argentina (ABA), que sesionó a comienzos de la última
semana. En ese evento, algunos de los interlocutores de este diario defendieron
públicamente las últimas medidas de Domingo Cavallo, descartaron
la devaluación y se manifestaron esperanzados en que la recesión
será pronto un mal recuerdo. Pero al hablar fuera de registro admitieron
su desconcierto. Y confiaron que el panorama es tan complicado que resulta
imposible cualquier predicción.
Por supuesto que la devaluación es un escenario posible.
Todos los bancos están muy pendientes de la evolución de
los depósitos y de si el público cambia sus plazos fijos
de pesos a dólares. Esto no pasaba hace algunos meses. Ahora hay
mucha incertidumbre, contó uno de los hombres de banca consultados.
Por el momento no hay drenaje de depósitos y el corrimiento
a dólares es constante pero leve, afirmó. Pero
si la gente ve que no aumentan las ventas de autos, que el riesgo país
sigue subiendo y que el Gobierno no tiene capacidad de respuesta completó,
la situación será tan inestable que puede pasar cualquier
cosa.
Esa sensación de imprevisibilidad es la que más inquieta
a los banqueros. Y se refuerza con hechos como el de anteayer, cuando
el riesgo país se disparó entre otros motivos
porque el economista Guillermo Calvo dijo que en Wall Street se teme que
la Argentina no pueda pagar la deuda (ver aparte). Bastó que alguien
con relativa influencia en los mercados le jugara en contra al Gobierno
para que se desencadenara una ola de rumores sobre la renuncia de Cavallo
y se desplomaran los bonos. Nada de eso hubiera pasado si los financistas
confiaran más en las promesas oficiales de reactivación
que en las advertencias de Calvo, lo que demuestra la debilidad del Ejecutivo.
Otro punto señalado por uno de los banqueros es la preocupación
que existe en el sector financiero por la evolución de las cuentas
públicas. El FMI está cansado de los incumplimientos
argentinos a las metas acordadas. El déficit fiscal este año
será de 9 o 10 mil millones de pesos, contra los 6500 convenidos.
Habrá que ver si eso no hace caer el acuerdo con el Fondo, lo que
sería catastrófico, porque en ese caso el default sería
inevitable, dramatizó.
También dijo que para evitar que reaparezca el fantasma de la cesación
de pagos, Cavallo debería armar un colchón financiero antes
de las elecciones de octubre. Pero mientras el riesgo país siga
en torno de los mil puntos, el ministro tiene vedada la posibilidad de
colocar títulos públicos. Con el megacanje, el Gobierno
despejó vencimientos de la deuda hasta fin de año. Pero
a medida que nos vayamos acercando a diciembre, si no hay reactivación
o es muy leve, la tensión en los mercados será muy intensa,
indicó, sosteniendo que las emisiones de bonos deberían
concretarse antes de las elecciones porque el panorama político
puede complicarse aún más para el Gobierno si sufre una
derrota contundente.
De acuerdo al análisis de los banqueros, las elecciones son, precisamente,
otro factor de incertidumbre. Sobre todo, por lo que pueda ocurrir después.
La opinión del banquero mencionada al comienzo es, justamente,
que una devaluación es imposible antes de octubre. Pero no quiso
arriesgar un pronóstico sobre qué pasará tras los
comicios. Cavallo está buscando reactivar el consumo con
medidas importantes. Confío en que tendrá éxito y
que el clima económico cambiará en el corto plazo,
se esperanzó. Pero reconoció que la depresión económica
es tan pronunciada que cualquier medida puede naufragar.
Respecto de las chances que asignan a la reactivación, las opiniones
de los financistas están divididas. Dos de ellos se dijeron pesimistas,
y a las razones económicas le sumaron una política. De
la Rúa está perdido. No gobierna ni sabe qué hacer
con las crisis del gabinete. Por eso Escasany dijo que hay una situación
de anarquía. Le estaba reclamando acción, antes de que sea
tarde. Más allá de esa interpretación, lo que
(Eduardo) Escasany, presidente de ABA, dejó entrever en el discurso
con que inauguró la convención anual fue que, para el establishment
financiero, gobernar con autoridad implica despejar las rutas de piqueteros.
Y que el Gobierno imponga la receta del ajuste fiscal.
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