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PARA LOS CAVALLISTAS, ES OTRO EL PROBLEMA DETRAS DE LA CRISIS
Perú y Argentina, dos enfermos políticos

Son los dos países latinoamericanos con caída
del Producto y comparten un parecido vacío de poder. Domingo Cavallo quiere construirlo mediante acuerdos con los gobiernos provinciales.

Domingo Felipe Cavallo, ministro de Economía, ¿dónde está el gobierno de unidad nacional?

Por Julio Nudler

“... El Gobierno sigue postergando decisiones en torno de la Anses y el Pami, que controlan la mitad del presupuesto nacional. La crisis social se agudiza, con expresiones de violencia e inseguridad crecientes, como fruto de la larga recesión. El Gobierno debería ser más efectivo en esta materia, para prevenir problemas y minimizar los costos sociales de la crisis.” Este párrafo forma parte de un comentario sin firma emitido por la Fundación Mediterránea el viernes, y es una muestra más del pase de facturas entre los diferentes focos de poder dentro de la conducción nacional. Pero más allá de los ataques cruzados, fuentes del cavallismo piensan que ahora la única vía posible de calmar a los mercados, que siguen turbulentos un mes después del megacanje, es revitalizar el pacto fiscal federal de fines de 2000, como una demostración de gobernabilidad.
Entrenados en “demostrar” sus razonamientos, los mediterráneos remarcan que durante el primer semestre ayer expirado hubo una clara desaceleración en la economía latinoamericana, pero que aun así todos los países siguen con signo positivo, salvo dos: Perú y la Argentina. Esto evidencia –dicen– la importancia del factor político. “Perú no ha tenido presidente desde la fuga de Fujimori, y la Argentina... tampoco, en algún sentido, desde la renuncia de Carlos Alvarez y la virtual desarticulación de la Alianza.”
Recuerdan que cuando llegó Cavallo se habló de un gobierno de unidad nacional, pero nunca se conformó. Además, los muchos detractores del cordobés en el radicalismo, como Leopoldo Moreau, siguieron trabajando para quitarle base de sustentación. La única manera de soldar esas fisuras –concluyen– es celebrar un acuerdo con las provincias en torno de cuatro o cinco asuntos cruciales. Ese consenso es más fácil con los gobernadores porque todos ellos comparten la necesidad de administrar ordenadamente sus distritos y lograr objetivos básicos como poder pagar los sueldos. El resto de los políticos parecen despreocupados de todo. La flamante ley del libro expresa para los cavallistas esa desaprensión: si combatir la evasión fiscal es la única manera de asegurar la viabilidad de largo plazo, no se puede excluir del IVA a todo un sector ni eximir a los escritores de Ganancias.
Mientras varios gobernadores, incluyendo a Carlos Ruckauf (Buenos Aires) y Carlos Reutemann (Santa Fe), denuncian deudas del Tesoro Nacional, en Economía insisten en que la única fuente de poder político real existente en el país son los pactos que pueda lograr el gobierno de la Nación con los provinciales. El punto de apoyo para alcanzar ese entendimiento radica en las necesidades mutuas. Las provincias están financieramente maltrechas, con altas proporciones de sus ingresos por coparticipación embargadas por créditos que tomaron en el pasado a tasas muy altas. Hacienda intentará atraerlas mediante una ingeniería financiera que permita reprogramar los plazos y reducir las tasas, lo que a su vez requerirá mejorar la calidad de las garantías.
Las provincias, que reclaman varias cuotas impagas del fondo fiduciario con que se solventan los planes sociales, reaccionaron críticamente ante algunas decisiones anunciadas por Cavallo el 15 de junio, en particular la de subir impuestos no coparticipables, como las contribuciones patronales a la Seguridad Social, y considerarlos pagos a cuenta de IVA, que sí se coparticipa. La medida no perjudica en lo inmediato al interior porque tiene garantizada una suma fija mensual, pero le ensombrece el horizonte, ya que a partir de 2003 perderá ese piso asegurado.
El equipo económico buscará hacer pie sobre este tembladeral para plantear, ante todo, la emisión de algunas señales conjuntas, entre Nación y provincias, sobre los presupuestos del 2002. La idea no es plantear cesantías de empleados públicos, porque en el momento son socialmente impotables, pero sí algunos cortes drásticos al llamado “costo de la política”, además de algunas cuestiones “intertemporales”, como la reforma previsional. Aunque ya no consideran imprescindible bajar el riesgo país a 600 puntos, Economía admite que no se puede vivir con tanta turbulencia.

 


 

TRES BANQUEROS DE ELITE, FUERA DE MICROFONO
Dudas, ajuste y mano dura

Por Claudio Zlotnik y David Cufré

–Cuando mis amigos me preguntan, les digo que dejen la plata en el país, porque no habrá devaluación ni se tocarán los depósitos –aseguró el banquero. ¿Y después de las elecciones? El financista apretó los labios, bajó la mirada y, después de meditar unos instantes, repitió: “Después de las elecciones... ¿Pero a quién le convendría una devaluación? Sería un desastre, un caos. No tendría ningún sentido.” En diálogos off the record, Página/12 testeó las impresiones de tres banqueros de elite sobre el futuro de la Convertibilidad, y quiso saber para cuándo esperan la reactivación. Las consultas tuvieron lugar durante la convención de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), que sesionó a comienzos de la última semana. En ese evento, algunos de los interlocutores de este diario defendieron públicamente las últimas medidas de Domingo Cavallo, descartaron la devaluación y se manifestaron esperanzados en que la recesión será pronto un mal recuerdo. Pero al hablar fuera de registro admitieron su desconcierto. Y confiaron que el panorama es tan complicado que resulta imposible cualquier predicción.
“Por supuesto que la devaluación es un escenario posible. Todos los bancos están muy pendientes de la evolución de los depósitos y de si el público cambia sus plazos fijos de pesos a dólares. Esto no pasaba hace algunos meses. Ahora hay mucha incertidumbre”, contó uno de los hombres de banca consultados. “Por el momento no hay drenaje de depósitos y el corrimiento a dólares es constante pero leve”, afirmó. “Pero si la gente ve que no aumentan las ventas de autos, que el riesgo país sigue subiendo y que el Gobierno no tiene capacidad de respuesta –completó–, la situación será tan inestable que puede pasar cualquier cosa.”
Esa sensación de imprevisibilidad es la que más inquieta a los banqueros. Y se refuerza con hechos como el de anteayer, cuando el riesgo país se disparó –entre otros motivos– porque el economista Guillermo Calvo dijo que en Wall Street se teme que la Argentina no pueda pagar la deuda (ver aparte). Bastó que alguien con relativa influencia en los mercados le jugara en contra al Gobierno para que se desencadenara una ola de rumores sobre la renuncia de Cavallo y se desplomaran los bonos. Nada de eso hubiera pasado si los financistas confiaran más en las promesas oficiales de reactivación que en las advertencias de Calvo, lo que demuestra la debilidad del Ejecutivo.
Otro punto señalado por uno de los banqueros es la preocupación que existe en el sector financiero por la evolución de las cuentas públicas. “El FMI está cansado de los incumplimientos argentinos a las metas acordadas. El déficit fiscal este año será de 9 o 10 mil millones de pesos, contra los 6500 convenidos. Habrá que ver si eso no hace caer el acuerdo con el Fondo, lo que sería catastrófico, porque en ese caso el default sería inevitable”, dramatizó.
También dijo que para evitar que reaparezca el fantasma de la cesación de pagos, Cavallo debería armar un colchón financiero antes de las elecciones de octubre. Pero mientras el riesgo país siga en torno de los mil puntos, el ministro tiene vedada la posibilidad de colocar títulos públicos. “Con el megacanje, el Gobierno despejó vencimientos de la deuda hasta fin de año. Pero a medida que nos vayamos acercando a diciembre, si no hay reactivación o es muy leve, la tensión en los mercados será muy intensa”, indicó, sosteniendo que las emisiones de bonos deberían concretarse antes de las elecciones porque el panorama político puede complicarse aún más para el Gobierno si sufre una derrota contundente.
De acuerdo al análisis de los banqueros, las elecciones son, precisamente, otro factor de incertidumbre. Sobre todo, por lo que pueda ocurrir después. La opinión del banquero mencionada al comienzo es, justamente, que una devaluación es imposible antes de octubre. Pero no quiso arriesgar un pronóstico sobre qué pasará tras los comicios. “Cavallo está buscando reactivar el consumo con medidas importantes. Confío en que tendrá éxito y que el clima económico cambiará en el corto plazo”, se esperanzó. Pero reconoció que la depresión económica es tan pronunciada que cualquier medida puede naufragar.
Respecto de las chances que asignan a la reactivación, las opiniones de los financistas están divididas. Dos de ellos se dijeron pesimistas, y a las razones económicas le sumaron una política. “De la Rúa está perdido. No gobierna ni sabe qué hacer con las crisis del gabinete. Por eso Escasany dijo que hay una situación de anarquía. Le estaba reclamando acción, antes de que sea tarde.” Más allá de esa interpretación, lo que (Eduardo) Escasany, presidente de ABA, dejó entrever en el discurso con que inauguró la convención anual fue que, para el establishment financiero, gobernar con autoridad implica despejar las rutas de piqueteros. Y que el Gobierno imponga la receta del ajuste fiscal.

 

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