Después
de ser buscado todo el fin de semana por la Policía Federal, el
ex marino Alfredo Astiz se entregó a las 23.50 de anoche, acompañado
por un abogado, ante la división operativa de la delegación
de Interpol que tiene su sede en el Departamento Central de Policía.
Al ser informada, la jueza María Servini de Cubría ordenó
su detención inmediata, que se lo identificara y se le tomaran
las huellas. Como adelantó Página/12, Servini de Cubría
había ordenado su arresto preventivo el viernes, cuando hizo lugar
a un pedido de la justicia italiana por la desaparición de tres
ciudadanos de esa nacionalidad durante la dictadura militar (ver aparte).
Como el Departamento ya no es utilizado para detenciones de ningún
tipo debido a las repetidas fugas de su Alcaidía, como la
notable del Tractorcito Cabrera Astiz iba a ser trasladado
a la sede central de la Prefectura Naval, en el puerto porteño.
Los policías federales buscaban a Astiz en nuevas direcciones
cuando llegó la noticia de que se había entregado. El sábado
habían rastreado sin éxito en el Círculo Naval (lugar
que el represor había fijado como su domicilio), en la casa de
sus padres y en el interior del país. En fuentes judiciales se
especulaba con que el ex represor se entregaría a la Justicia,
una suposición basada en que tiene otra condena
anterior por apología del delito, y no le conviene estar prófugo.
Pero hasta el domingo a la noche, el buscado no intentó hacer ningún
tipo de contacto para entregarse, ni a través de abogados ni de
allegados. La policía, según informó la jueza, se
presentó en la casa de los padres (de Astiz) y otros lugares
de Capital y del interior del país, pero no hubo ningún
resultado. El ex oficial había sido declarado prófugo, el
siguiente paso si no se presentaba.
La orden de arresto contra Astiz tiene un carácter preventivo.
En el requerimiento que enviaron a Servini, el juez italiano Claudio Tórtora
y su fiscal Francesco Caporale consideraron que existe un peligro
de fuga. Por la misma causa de la desaparición de los argentinos
ciudadanos italianos, los funcionarios también solicitaron y
consiguieron que se libre una orden de detención contra el
capitán de fragata Jorge Vildoza, quien está prófugo,
se sospecha que escondido en el Paraguay.
En Roma, Astiz y Vildoza están acusados por la desaparición
de los ciudadanos italianos Juan Pegoraro, su hija Susana que estaba
embarazada y dio a luz en la maternidad clandestina que funcionó
en la ESMA a una niña, Evelyn, hoy de 21 años de edad
y Angela María Aieta, madre de Juan Carlos Dante Gullo.
Ayer, antes de que se supiera de la rendición, el dirigente justicialista
había calificado el pedido de arresto de los responsables de la
desaparición de su madre como sorprendente, pero positivo.
Gullo explicó que comencé a trabajar en este tema
hace tiempo, colaborando con los organismos de derechos humanos y ahora
sólo falta que Astiz sea detenido o se ponga a disposición
de la jueza, como efectivamente ocurrió. El dirigente ya
había adelantado que hoy habrá una reunión en la
sede de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), para analizar
los pasos a seguir.
En los próximos días el gobierno italiano deberá
tomar la decisión de iniciar el trámite de extradición,
cursando un pedido formal a la Argentina, mientras que desde el tribunal
donde se sustancia el proceso deberán llegar las pruebas reunidas
en contra de los dos represores argentinos. Una vez que la justicia local
defina si hace lugar al pedido de extradición, el Ejecutivo que
en estos casos tiene la última palabra- deberá pronunciarse.
En la causa
judicial italiana que investiga las tres desapariciones, además
de Astiz y Vildoza están imputados otros represores: el dictador
Emilio Eduardo Massera, Antonio Vañek, Jorge El Tigre
Acosta y Héctor Febres. Los cuatro están bajo arresto por
robo de bebés durante la dictadura. Astiz nunca fue condenado en
la Argentina por las violaciones a los derechos humanos que cometió
como miembro del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la
Armada. Fue, en cambio, el primer represor juzgado en el exterior. En
1990 Francia le dictó en ausencia cadena perpetua por el asesinato
de las monjas Alice Domon y Leonie Duquet. En Suecia existe una causa
abierta contra el ex marino por el asesinato de la joven Dagmar Hagelin.
El juez español Baltasar Garzón también ordenó
su detención junto con la de otros 97 militares en
los primeros días del año pasado. Pero el entonces juez
Gustavo Literas que hoy colabora en la defensa de Carlos Menem
puso piedras en el camino y el gobierno de Fernando de la Rúa se
opuso a la extradición con la bandera de la territorialidad y la
soberanía jurídica.
Las
víctimas italianas
- Angela
María Aieta fue secuestrada en su casa el 5 de agosto de
1976. Había nacido en Italia, aunque vivía en la Argentina
desde los cinco años. Varios sobrevivientes de la ESMA la
vieron en ese centro clandestino de detención. Este año,
sus familiares pudieron acceder a un testigo que estuvo colchón
de por medio con Angela y presenció el momento en que
los marinos la sacaron del lugar, aparentemente para matarla. En
ese último minuto ella alcanzó a pedir que denunciaran
que había estado prisionera en la ESMA.
- Juan y Susana Pegoraro eran padre e hija. Fueron secuestrados
el 18 de junio de 1977 en la estación de Constitución.
Susana estaba embarazada de cinco meses; su esposo, Rubén
Bauer, desapareció el mismo día en la ciudad de La
Plata.
- Los Pegoraro fueron mantenidos en cautiverio en la Base Naval
de Submarinos y Buzos Tácticos de Mar del Plata y en octubre
los llevaron a la ESMA. Allí Susana dio a luz y escribió
una carta para que su mamá cuidara a la beba. La niña
nunca llegó con su familia. Las Abuelas de Plaza de Mayo
suponen que se trata de la joven que fue apropiada por el marino
Policarpo Vázquez y anotada con el nombre de Evelyn, pero
ella se niega a hacer los análisis de sangre por lo que su
identidad no se pudo confirmar.
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Claves
- El ex marino
se presentó casi a la medianoche en el Departamento Central,
donde tiene su oficina Interpol.
- La Policía Federal lo buscaba desde el viernes cuando,
como reveló Página/12, la jueza Servini de Cubría
ordenó su arresto preventivo.
- Los policías habían rastreado a Astiz en su casa,
la de sus padres, su domicilio legal y otros lugares del Interior,
sin resultados.
- Jorge Vildoza, otro represor, también está siendo
buscado por la misma causa, pero hace tiempo que está prófugo,
se sospecha que en Paraguay.
- La justicia italiana había pedido la medida por temor a
que Astiz también se fugara.
- Los italianos siguen una causa contra varios represores de la
Armada por el secuestro y desaparición de tres ítalo-argentinos
durante la dictadura.
- Ahora, Roma tendrá que presentar un pedido formal de extradición.
- Astiz ya recibió una cadena perpetua en ausencia en Francia.
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EL
RECORRIDO DE UN SIMBOLO DE LA REPRESION, ALFREDO ASTIZ
El
largo vuelo del cuervo llegó a su fin
Perdonado y ascendido por Raúl Alfonsín y reivindicado por
Carlos Menem, Alfredo Astiz (alias Cuervo, Angel Rubio, Gonzalo, Escudero)
ya no es solamente un símbolo de la guerra sucia y los años
de plomo, sino la encarnación de las complicidades y bajezas de
nuestro país, que
le daba empleos oficiales al jefe del Angel, el capitán Jorge Eduardo
Acosta y a otros connotados integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 de la
Escuela de Mecánica de la Armada. Un rol emblemático que
el Cuervo nunca rehusó, consciente de que en él se personificaba
al oficial subalterno, que había sido cazador, guardián
y verdugo de los campos de exterminio. Tan consciente que en una de las
disposiciones ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas recordó
que era ese carácter de símbolo el que lo había convertido
(desde 1982) en objeto de una ensañada persecución.
Símbolo del Almirantazgo se empeñaría en preservar
y ascender, desde los tiempos en que los jefes navales chantajeaban a
Alfonsín con su renuncia colectiva si el Cuervo llegaba a pasaba
a retiro.
A partir de las palizas callejeras se empezó a decir que Astiz
era un chivo expiatorio, que había muchos peores que él
y que centrar las acusaciones en alguien que, al fin y al cabo, era tan
joven en los años del terror era un error que sólo podía
favorecer la vida tranquila de los represores menos famosos. Una tesis
que no sólo era levantada por el penado indultado Emilio Massera
ahora detenido sino también por algunos intelectuales
progresistas pero no muy informados sobre la real identidad del hombre
que infiltró a Madres de Plaza de Mayo y propició el secuestro
y asesinato de las monjas francesas.
Contrariamente a lo que sostienen unos y otros, todo este escándalo
en torno a un solo tipo está absolutamente justificado. Astiz
es uno de los cuadros típicos que se formaron (y deformaron) en
las doctrinas contrainsurgentes de los sesenta y setenta y aplicaron las
doctrinas represivas norteamericanas y francesas hasta las últimas
consecuencias y absolutamente convencidos de lo que hacían. Se
lo puede acusar de muchas cosas, pero no de imbécil.
Bastante después de la guerra sucia y de su indecorosa rendición
ante los británicos, Astiz seguía convencido de que esa
guerra por las conciencias seguía vigente y de que sólo
se había ganado una batalla contra el enemigo
subversivo que ahora volcaba su accionar a la acción
psicológica, es decir al desarme espiritual. Era, para decirlo
con una palabra de los setenta, un cuadro de la represión.
En democracia fue repudiado hasta por sus pares. Así se recuerda
en 1997 cuando el entonces capitán Pedro Taramasco y el juez federal
Luis Dardanelli Alsina se retiraron de un casamiento en Bahía Blanca
disgustados por su presencia. Ni hablar de la ola de repudios en el Gobierno,
la oposición y los organismos de derechos humanos cuando dijo en
un reportaje ser el hombre mejor preparado para matar. Por
esa y otras frases en 1998 le dieron 60 días de arresto en una
unidad militar.
Pero como Menem lo destituyó terminó quedando en libertad
antes de cumplir apenas una semana de prisión.
En marzo del 2000 la Justicia Federal lo condenó a tres meses de
arresto en suspenso por el delito de apología del crimen. Ya arrastraba
una condena a prisión perpetua en Francia, donde se lo juzgó
en ausencia por la desaparición de las monjas Alice Domon y Leonie
Duquet. Desde el 99 pesa sobre él una orden de captura internacional
dispuesta por el juez español Baltasar Garzón.
Si no eran con el ex marino, los problemas lo generaban sus guardaespaldas.
Como aquella que golpearon a un reportero gráfico de este diario
que lo sorprendió en una estación de servicio. No fue la
única que vez que sorprendieron a Astiz. En febrero del 2000 veinte
jóvenes de la agrupación H.I.J.O.S entraron camuflados a
Tribunales como estudiantes de derecho y en el momento que entraba Astiz
se sacaron las camisas y los buzos para mostrar sus remeras pintadas a
mano las leyendas: Cárcel al torturador y Cárcel
a los asesinos.
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