Por
Rory Carroll *
Desde Belgrado
La
continuación de la existencia de Yugoslavia estaba ayer en la cuerda
floja. Los políticos trataban de ponerse de acuerdo sobre cómo
armar un nuevo gobierno federal después de la renuncia del premier
yugoslavo Zoran Zisic en protesta por la extradición forzada de
Slobodan Milosevic a La Haya. El peligro es una convocatoria a elecciones
anticipadas, que harían peligrar a Yugoslavia (Serbia más
Montenegro), porque significaría una palanca a las chances de los
separatistas montenegrinos.
El presidente yugoslavo Vojislav Kostunica procurará hoy salvar
la federación yugoslava persuadiendo al Partido Socialista Montenegrino
que abandonó la coalición de gobierno para distanciarse
de la entrega de Milosevic al Tribunal Penal Internacional para los Crímenes
de la ex Yugoslavia. El premier serbio Zoran Djindjic hizo lo suyo ayer
por bajar la crisis reclamando una reforma constitucional y minimizando
las diferencias en el interior de la alianza reformista en el gobierno.
Tenemos que encontrar un concepto que sirva para reformar la federación
y después ofrecerlo al pueblo de Montenegro como una posible solución
a la crisis, dijo. Un llamado a elecciones era poco probable en
el corto plazo, agregó, pero si las dos repúblicas fracasaban
en la creación de un nuevo concepto de Estado, entonces no
quedará otra solución que la separación. Sugirió
que las funciones de la federación debían ser reducidas.
El Partido Socialista de Montenegro, que favorece la federación
a pesar de haber renunciado a su posición en el gobierno, sugirió
a su vez que volvería a unirse a pesar del repudio de la extradición
del jueves. Sin embargo, los analistas creen que el futuro a largo plazo
de Yugoslavia está en duda mientras la república de Montenegro
siga gobernada por separatistas, quienes consideran que la crisis actual
es la mejor oportunidad para proclamar el fin de la federación.
Montenegro y Serbia alcanzarán ahora mejor que nunca un acuerdo
sobre una unión de Estados independientes, reconocidos cada uno
de ellos internacionalmente, dijo el premier montenegrino Filip
Vujanovic. Y si a Serbia no le interesa esta unión, Montenegro
proclamará pronto la independencia, aclaró.
La crisis puso en una tensión única a la coalición
reformista DOS, que favorece la unión. Esta alianza actualmente
en el gobierno nuclea a 18 partidos que se unieron para derrocar al presidente
Milosevic en octubre. Ahora resulta evidente que va a dividirse, pero,
cómo dicen los diplomáticos en Belgrado, la pregunta es
cuándo. El desacuerdo sobre la extradición convirtió
la rivalidad entre Kostunica y Djindic en una guerra abierta por el poder.
La vociferante oposición del presidente Kostunica a la entrega
de Milosevic, y su pretensión de que no había sido informado,
fueron vistas como esfuerzos por conquistar a los nacionalistas serbios.
Negó que, en realidad y en secreto, favoreciera la entrega de Milosevic
que aseguraba 1280 millones de dólares de ayuda extranjera para
Yugoslavia. Y para equilibrar el control que Djindic ejerce sobre la policía,
Kostunica corteja al ejército. La semana pasada condecoró
a dos generales.
En una entrevista que publicó hoy lunes el diario de negocios alemán
Handelsblatt, Djindjic advirtió que la situación política
se volverá crítica muy pronto, a menos que la ayuda extranjera
llegue pronto. Nuestro futuro depende de cuán rápido
el capital extranjero llegue a Serbia, dijo. Después
de diez años de aislamiento estamos prácticamente en bancarrota.
Es peligroso que las mejoras no se vean pronto, agregó.
Mientras, en su celda holandesa, Milosevic pidió libros, ropa y
dinero en efectivo, y se prepara para encontrarse hoy con sus abogados
y el martes ante el tribunal. Se espera que se declare inocente de los
crímenescontra la humanidad. Alegará, dijeron sus abogados,
que todo el juicio es un show de la OTAN, en venganza porque no quiso
abandonar Kosovo.
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De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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