Por
Diego Schurman
Paradojas
de la vida: el propio Carlos Menem se encargó ayer de quitarles
brillo a los festejos de su cumpleaños. No por pudor nunca
tuvo empacho en exacerbar su protagonismo sino por aprensión.
El juez Jorge Urso le recomendó que tuviera recato
en su comportamiento ya que si no restringiría las condiciones
de su arresto domiciliario. Para el ex presidente no es un tema menor,
pues espera ser procesado en las próximas horas por la venta ilegal
de armas, con lo que deberá continuar su encierro en la quinta
de Don Torcuato.
El tema lo mantuvo preocupado. Lo esbozó en un par de conversaciones,
mientras intercambiaba sonrisas y guiñadas de ojos. Por cortesía
e interés político, tenía pensado saludar a la gente
desde el parque. Mariano Cavagna Martínez lo hizo cambiar de idea.
El abogado defensor le reprodujo casi textualmente lo que el juez Urso
le había dicho horas antes:
Hay que mantenerse en la línea.
La defensa del ex presidente le recordó que Jorge Rafael Videla
estuvo a punto de perder el beneficio del arresto domiciliario cuando
lo denunciaron por haber salido al balcón de su departamento.
Menem, tan poco adepto a las formas, terminó aceptando el consejo
de su abogado y se comportó con un lord.
Chau, chau, adiós
Presi, hay que pasar el invierno trató de consolarlo
uno de aquellos ultramenemistas siempre dispuestos. La frase, que hizo
famosa Alvaro Alsogaray, no fue ingenua: es el propio Menem quien dijo
ante testigos que en septiembre quedará libre. Confía en
tener éxito a la hora de apelar ante la Cámara Federal.
Para ello ya se da por segura una renovación de su
defensa. Oscar Roger seguiría al frente del equipo mientras que
uno o dos abogados jóvenes, de bajo perfil, se incorporarán
para dar el sostén técnico. Mariano Cavagna Martínez,
en cambio, tiene las horas contadas.
Ya está avisado confiaron a Página/12 tres hombres
que participan de la estrategia defensiva del ex presidente.
El ex integrante de la Corte Suprema está cansado que lo responsabilicen
del seguro fallo en contra de Urso. Por eso no descarta dar un paso al
costado apenas se conozca la decisión del juez. Yo tomé
el tema con una mira que se cumple en el corto plazo, que es la parte
instructiva. El desenlace no sé cómo va a ser. No sé
si Menem me dirá Mariano: hasta acá llegaste vos
o yo le voy a decir doctor: hasta acá llegué yo,
detalló Cavagna Martínez.
¿Entonces su renuncia es inminente?
Es un trabajo insalubre. El tema me tiene cansado y cuando estoy
cansado me voy. Pero no es que no me interese, lo que no puedo es perder
el tiempo en contestar a los que me quieren echar. Si me quieren echar
que me echen.
Cavagna Martínez no trasladó su bronca a Menem. Es más,
como primer regalo de cumpleaños le dijo que el juez Urso no lo
procesaría durante la jornada si no entre mañana y el viernes.
Recién después sacó de un paquete dos libros para
congraciarse con el protagonista del día: La historia de
River y Que haría yo en el lugar de Maquiavelo.
Cuando venía el patilludo
Se ve que Menem va a tener para entretenerse. El fin de semana, Alberto
Lestelle le había acercado tres pesados tomos con la historia de
Alejandro Magno. Francisco Mayorga fue más pragmático, aunque
pecó de poco original. Se apareció con una formidable torta.
¿A que no saben qué inscripción llevaba el regalo
del ex secretario de Turismo?: Menem 2003, igual queotras
tres tortas, estandartes y los ya clásicos encendedores de Armando
Gostanián.
El que sí aportó un poco de creatividad fue Carlos Perciavalle.
Se mostró extrovertido y entrador. Habló de Tato Bores y
Nélida Roca. Y también recordó la época en
que Menem iba al teatro cuando aún era gobernador de La Rioja.
Veíamos con Gasalla que venía un patilludo... dijo
antes de descostillarse de risa.
Claudia Bello y Luis Durán quedaron embelesados con el artista,
quien ocupó por un momento el centro de escena.
Ana Kessler tampoco quiso estar ausente. El nombre de la ex funcionaria
menemista figura en la causa acercando recomendaciones al ahora detenido
Erman González. Por cierto, nadie quiso confirmar si el ex ministro
transmitió sus saludos a Menem. Tampoco se mencionó nada
de Emir Yoma, el ex cuñado presidencial, otro de los detenidos.
Sí, en cambio, se supo del llamado del reo Víctor Alderete,
el fiel ex interventor del PAMI.
Si de ex UCeDé se trata, Adelina Dalesio de Viola y María
Julia Alsogaray pusieron el cuerpo. Una llegó para el asado de
tira con ensalada criolla del mediodía. La otra se presentó
a la hora del té, aunque todavía quedaba coca light y vino.
Cecilia Bolocco ofició de anfitriona. Sobria, la flamante esposa
de Menem presentaba y despedía a las visitas.
Incluso lo hizo con la comisión de riojanos que aterrizó
en Don Torcuato. Desde el gobernador Angel Maza, hasta los legisladores
Eduardo y Adrián Menem, pasando por varios intendentes locales,
todos llegaron para estar cerca de su líder. Después de
su vuelo a La Rioja, Bolocco se sintió como entre amigos. Lo que
seguramente no le gustó o quizás sí fue
la botella cargada de píldoras de viagra que le acercó un
grupo de seguidoras del ex presidente que se agolparon en el portón
de la quinta.
Es para cuando cumpla 101 años exclamaron.
La hija de la lágrima
Menem debió soplar la velita hubo una en representación
de sus 71 años en varias oportunidades. No fue lo único
que repitió. También comentó seguido un artículo
del Financial Times donde se describe la embestida del presidente Fernando
De la Rúa contra los humoristas que se burlan de él.
Si la mañana fue para algunos leales, como Daniel Scioli, Hugo
Anzorreguy, Matilde Menéndez y Pepe Parada, la tarde fue para el
ultramenemismo con su caravana para la libertad (ver aparte).
La noche, en cambio, quedó para sus entorno más cercano.
Estuvo Eduardo Bauzá, Eduardo Menem y Alberto Kohan. Carlos Corach
fue un ausente con aviso: ya había sorprendido el domingo con una
visita de médico, según informaron fuentes ligadas al ex
ministro.
Otra vez la indiferencia de Zulemita afligió al ex mandatario.
El cree que va a ser un problema transitorio. Pero está muy
dolido. Desde el día que quedó detenido tiene expectativas
que lo fuera a visitar. Los que lo conocemos sabemos que le duele aunque
el prefiere no hablar del tema en público, dijo a este diario
un ex secretario de Estado que pidió reservas de su nombre.
Menem sigue aguardando el llamado de su hija.
Cavagna
se la ve venir
Todos
esperamos una sentencia desfavorable, fue la respuesta que entregó
Mariano Cavagna Martínez, abogado de Carlos Menem, al aventurar
la suerte que correrá su cliente en el fallo que en los próximos
días dará a conocer el juez federal Jorge Urso, en la
causa por la venta ilegal de armas. El letrado del ex presidente se
entrevistó con el magistrado para saber si había
novedades. Entre estas, el abogado quería saber si era
posible que hubiera un regalo desagradable, para su defendido,
precisamente en el día de su cumpleaños. En las escalinatas
de Comodoro Py, Cavagna Martínez recomendó prudencia
a todos los que se aprestaban a concurrir a la quinta de Don Torcuato
en la que Menem está detenido. Antes el abogado había
comentado que le regalaría al ex presidente un libro sobre
la historia de River Plate, campeón del siglo, y otro sobre
la vida de Nicolás Maquiavelo, un autor que Menem siempre dijo
haber leído. |
CRONICA
DE LA CARAVANA, LAS VISITAS Y EL SALUDO DE BOLOCCO
La
compañera Cecilia salió al balcón
Por
Laura Vales
Cuando
el balcón de la quinta de Armando Gostanian se iluminó con
el haz de un potente reflector, todo el mundo supo que esas luces eran
para Cecilia Bolocco. Ella apareció vestida de blanco. La gente,
desde la calle, le gritó algunas cosas, como Cecilia te amamos,
o Que dios te bendiga. Bolocco saludó a los manifestantes
y mostró un afiche con la cara de Carlos Menem. Después
pasó una mano por la foto, como si lo acariciara. Le salió
bastante bien. Los manifestantes agitaron sus banderas de Menem
2003, entonaron la primer estrofa de la marcha peronista, corearon
con entusiasmo todo el Feliz Cumpleaños. Fue el momento
del homenaje con que los incondicionales de Menem acompañaron al
ex presidente en su cumpleaños número 71. Casi nadie pudo
verlo. Nos manda a decir a todos que nos quiere pero que no puede
salir porque lo van a meter preso, repitieron a Página/12
tres mujeres ubicadas en la primera fila tras el alambrado.
Además de los simpatizantes que se reunieron en la puerta de la
quinta, el hipermenemismo organizó una marcha de vehículos
desde el centro de la Capital Federal a la casa de Don Torcuato donde
el ex presidente cumple arresto domiciliario.
La Caravana por la Libertad (así la bautizaron) arrancó
del centro a las cuatro de la tarde y despertó comentarios por
dos motivos. Para los que la vieron salir desde la esquina de las avenidas
Belgrano y 9 de Julio, el detalle increíble eran las camionetas
4 x 4 y los autos importados que abrieron la marcha, con sus carteles
de Menem preso político. Pero una vez que la caravana
empezó a andar el atractivo se desplazó a los transeúntes
que se topaban con la caravana y los coches que pasaban en sentido contrario:
en las veredas se gritó ladrones y desde los coches
se escucharon insultos variados.
Frente a la quinta de Gostanian hubo gente desde temprano. Los simpatizantes
del ex presidente pudieron ver su silueta de refilón, detrás
de una ventana, en las primeras horas de la mañana. Al mediodía
estuvo algo mejor porque Menem caminó hacia el quincho para compartir
el almuerzo con su círculo íntimo. Se dejó ver de
la mano con Bolocco; él de traje, ella con un saco blanco con cuello
de piel. Bolocco repartió besos, le dijo a la gente que Menem estaba
muy fuerte en su cumpleaños y que la presencia de todos
lo había emocionado. Antes de volver al interior de la casa, consoló
a un niño de unos doce años que se puso a llorar.
La tarde pasó entre mariachis (que cantaron una versión
de El rey en homenaje al cumpleañero) y batucadas.
Una agrupación tradicionalista de Tandil montó guardia con
bombachas y chambergos. Los gauchos de la Argentina vinimos a respaldar
al doctor Menem, anunció sin pestañear Mariela, de
poncho rojo y pantalones de jean.
Entre los que cruzaron el portón de acceso para abrazar a Menem
en su día estuvieron María Julia Alsogaray, la ex titular
del PAMI Matilde Menéndez, el ex secretario de Turismo Francisco
Paco Mayorga, Marta Alarcia, el soldado Chamamé y Daniel Scioli.
Herminio Iglesias apareció, a las siete y media de la noche, en
una de las calles laterales. Habló para la televisión y
después se cruzó al baño de una estación de
servicio seguido por dos guardaespaldas. Se tomó un cafecito en
el bar de la estación.
Desde allí escuchó, seguramente, el estruendo de los petardos
que festejaron la salida al balcón de Bolocco. Sonriente aunque
con gestos pausados que remitían más a cierta tristeza que
a la euforia, la mujer del ex presidente levantó durante cinco
minutos el afiche con la cara de su esposo. El texto del cartel señalaba:
La historia se repite. Lo mismo le hicieron a Perón.... Y
volvió.
Cuando Cecilia abandonó el balcón, una combi con altoparlantes
arrancó con un jingle pegadizo. La canción prometía
riojano, mi querido presidente, sos un orgullo, volverás
a gobernar. A las diez de la noche la voz de Menem seguía
resonando por los altoparlantes: le tienen pavura al pueblo,
insistía, le tienen miedo a un humilde hombre del interior.
Nuevas
pruebas sobre lo que pasó en Río Tercero
|
Monner
Sans acompañó una orden interna del general Andreoli ordenando al
personal de la fábrica �reserva� sobre asuntos de servicios. Andreoli
murió luego en circunstancias sospechosas. |
Por
Eduardo Tagliaferro
Mientras
se espera el fallo del juez Jorge Urso sobre la situación procesal
de Carlos Menem, en el expediente por la venta ilegal de armas se siguen
acumulando temas que pueden no sólo develar hechos inéditos
del affaire que tiene preso al ex presidente, sino también del
rol desempeñado por alguno de los imputados. Además del
esclarecimiento de la ruta del dinero involucrado en la maniobra, está
en estudio la posible conexidad de la venta de armas con la explosión
de la fábrica militar de Río Tercero. El abogado Ricardo
Monner Sans presentó ayer un escrito con una orden interna del
entonces interventor en Fabricaciones Militares, general Juan Carlos Andreoli,
en la que se le recordaba al personal de la fábrica estatal de
armamentos que está obligado a guardar reserva, sobre todo
asunto de servicio, obligación que subsistirá aún
después de cesar en sus funciones en la repartición.
Fechada el 2 de febrero de 1996 y con el logo de la Dirección General
de Fabricaciones Militares, la orden firmada por el propio Andreoli, parecía
tener un principal destinatario: su antecesor en el cargo, el riojano
Luis Sarlenga quien había sido procesado por Urso 47 días
antes. El silencio del ex interventor en Fabricaciones Militares, siempre
fue un tema que tuvo preocupado al menemismo. Al momento en que Andreoli
le recuerda tanto al personal en actividad como al retirado las figuras
penales contempladas en el Código si es que llegan a revelar las
actividades que se realizaban en las fabricas militares, la causa por
la venta ilegal de armas ocupaba las primeras planas en los medios.
Todavía no se tenía una real dimensión del rol desempeñado
por la fábrica de Río Tercero, pero estaban latentes las
reacciones que habían producido las dos explosiones en la planta
cordobesa. La primera de ellas ocurrió el 3 de noviembre del 95
con el saldo de siete muertos y más de 300 heridos. La segunda
tuvo lugar el 24 de noviembre. Entre ambas, el 16 de ese mes, Sarlenga
fue procesado por Urso. Por lo que la orden interna de Andreoli sonó
más a una amenaza que a un burocrático trámite administrativo.
Así lo entendió Monner Sans que en su presentación
se pregunta lo de Andreoli, ¿apunta a Sarlenga para que no
hablara? Aunque el abogado no ensaya una respuesta, la misma aparece claramente
inducida. El rol de Sarlenga en la venta ilegal no era desconocido por
un hombre como Andreoli, que sobresalía entre los generales cercanos
a Balza por una fina inteligencia y una destacada iniciativa propia.
Durante años, el general estuvo al frente de la Dirección
de Arsenales del Ejército. Precisamente desde esa dirección
se proveyó de gran parte del armamento que fue enviado a los Balcanes.
Este armamento fue encubierto en el marco de convenios entre la fuerza
y la repartición estatal de armamentos. Uno de esos convenios supo
contar con la firma de Andreoli en su condición de director de
Arsenales.
Andreoli accedió al sillón que ocupaba Sarlenga luego de
las dos explosiones en Río Tercero. En ese momento mantenía
una fluida relación personal con Menem. La amistad incluía
habituales tenidas en los links de golf. Además, Andreoli era un
verdadero sibarita que hacía gala de sus conocimientos gastronómicos.
Egresado de un politécnico francés, Andreoli no era un improvisado
en su nueva función, en dos ocasiones se había desempeñado
como director en fábricas militares. Tan estratégico como
su puesto en los arsenales del Ejército, fue el rol que el general
cumplió en Fabricaciones Militares. Su muerte fue tan sorpresiva
como enigmática. Los investigadores judiciales acumulan varias
dudas que sólo Andreoli podría develar. El 8 de octubre
del 96, el general falleció cuando el helicóptero Puma en
el que se trasladaba se estrelló en el campo de polo de Palermo.
Con él fallecieron el ex agregado militar argentino en Perú,
coronel Rodolfo Aguilar, y dos altos militares de la inteligencia peruana
que participaban de una conferencia entre los ejércitos de ambos
países.
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