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El destino de Aerolíneas sería la disolución al costo de 350 millones

Esa alternativa sería aprobada en asamblea de accionistas, el 23 de julio. Los españoles aportarán ese monto para las indemnizaciones y otros gastos. Así, quedará limpia para los nuevos operadores.

Por Claudio Scaletta

Si no lo decide antes la Justicia, la opción de “disolución” de Aerolíneas Argentinas será tomada el próximo 23 de julio, cuando se reúna nuevamente la asamblea de accionistas. La operación costará los mismos 350 millones de dólares que la SEPI, el holding estatal español controlante de AA, había comprometido para continuar las operaciones de la compañía hasta su eventual transferencia. La decisión es coherente con los planes de potenciales adquirentes que aspiran a conservar el nombre comercial y las rutas de Aerolíneas, pero no sus pasivos y las dificultades gremiales. También, en la actual realidad financiera de la empresa, aparece como la opción políticamente menos costosa para los gobiernos de Argentina y España. E infinitamente superior para el destino legal de los miembros del directorio, siempre temerosos de una posible quiebra fraudulenta.
Ayer en Madrid, el presidente de la SEPI, Pedro Ferreras, fue explícito: Es “una hipótesis bastante improbable que Aerolíneas Argentinas pueda salvarse en el último momento”, adelantó. “Si los gremios siguen sin aceptar el Plan Director”, insistió anacrónico, “no habrá más solución que proceder a la liquidación de la empresa”. “Mientras tanto, la Sociedad está realizando todos los esfuerzos posibles para ver si alguien se muestra en condiciones, o manifiesta la voluntad, de poner en marcha un plan de reflotamiento de la compañía en vista de que sistemáticamente no se ha querido que fuera SEPI quien pusiera en marcha el plan director”, se quejó Ferreras.
Los potenciales interesados en Aerolíneas Argentinas, los candidatos más probables, Eduardo Eurnekian y Juan Carlos Pellegrini, consideran sin embargo que el mejor escenario es la refundación de una nueva empresa conservando de la antigua sólo el nombre comercial y una porción minoritaria de sus empleados, inicialmente alrededor de 2500 “recontratados”. Para estas aspiraciones, la liquidación, cuando no directamente la quiebra, es un paso previo, pues los pasivos y las indemnizaciones deberán ser absorbidos por la SEPI. En el proceso, parte de los fondos necesarios podrán surgir de la venta de activos. Un cálculo estimativo sugiere que el total de recursos para “disolver” la empresa rondaría los 350 millones de dólares, la misma cifra que la SEPI se había comprometido a aportar en el hipotético caso de que se hubiese alcanzado un consenso con los gremios para la aplicación del fracasado plan director. De acuerdo a estas cuentas, los 300 millones que se adeudan por leasing de aeronaves se solucionarían simplemente devolviendo los aviones, en tanto que los pasivos comerciales por más de 250 millones se cubrirían con la venta de activos: aviones propios, inmuebles y empresas subsidiarias como Jet Pack, o la misma Austral, que en el actual contexto podría ser “reflotable”. Por supuesto, en el camino, el estado deberá aportar los poco más de 8 millones que aun debe capitalizar. Para que esta operación sea posible, el próximo 23, la asamblea de accionistas se basara en el artículo 94 de la Ley de Sociedades Comerciales, que en su inciso 4 establece como causante de “disolución” a “la imposibilidad sobreviniente” de lograr el “objeto para el cual se formó” la sociedad. En este caso, volar. Pero el punto fundamental es que la disolución habilita la venta por partes de los activos de la empresa.
Lo que seguramente deberá solventar la SEPI son los 280 millones de indemnizaciones. Siempre visto desde la situación actual y amén de la neutralización del potencial conflicto social, esta opción resulta para los trabajadores una alternativa más deseable que una quiebra. En una reunión mantenida la semana pasada entre los sindicatos y el gobierno, un integrante del gremio de los pilotos se habría referido a las indemnizaciones como “un problema de algo más de 300 millones”. Rápida, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, corrigió la cifra a la baja: “No son 300, son alrededor de 280 millones”, sostuvo dando muestras de que los números ya estaban hechos. En tanto, esta semana vence el plazo máximo para pagar los salarios de junio. Mientras Emilio Cabrera anunció el pasado viernes que la SEPI no aportará dinero y el Estado argentino tiene la misma decisión, el flujo de fondos de la compañía no generó ni podrá generar los recursos necesarios para cumplir con esta obligación.

 

 

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