El
papel lleva en el reverso, junto al destinatario, la efigie sonriente
de Carlos Gardel. En su interior, con la letra medio chueca de los que
recién aprenden a escribir, guarda un mensaje para los chicos de
1er. grado de una escuela de Buenos Aires. Queridos chicos: queremos
conocer su escuela y les contamos nuestros juegos favoritos, que son el
hombre azul y la mancha indio. Chau amigos, escriban pronto. Eso
escribió Jessica, sobre un dibujo pintado con marcadores. Ella
y sus compañeros de la escuela Tomás Guido,
del barrio de Constitución, son parte del programa Tu carta
va a la escuela, creado por la Secretaría de Educación
porteña con apoyo del Correo Argentino. A través de este
programa, los chicos de las primarias de la zona sur de la ciudad podrán
enviar cartas -en forma gratuita a otras escuelas y a los correos
de lectores de los principales diarios, con la esperanza de dar a conocer
sus inquietudes y, sobre todo, de obtener respuestas.
Yo escribí sobre los espacios verdes, sobre las pocas plazas
que hay en mi barrio, y que la gente no las cuida. Con una sola carta
no creo que se pueda hacer mucho, pero si la gente lee mi carta en el
diario, por ahí se da cuenta de que tiene el mismo problema, o
vive en el mismo barrio que yo, entonces van a mandar muchas cartas y
los políticos van a tener que hacer algo, explica Soledad,
que tiene 12 años y vive en Constitución. Sus amigas del
grado coinciden: les preocupa el medio ambiente. A Jésica, de 12,
la desvela la basura que tiran en la calle. A Yanina, de 13,
que tiren tóxicos al Riachuelo, porque contaminan el agua
y el aire, y le hacen mal a la gente.
En las cartas de 7º grado se vislumbran los problemas que rondan
el sur de la ciudad. Por un lado, la mala calidad de vida que padecieron,
durante años, los vecinos de la zona. Por otro, la desigualdad
de oportunidades educativas, marcada a fuego por la avenida Rivadavia.
No mandamos e-mails porque casi ninguno de nosotros tiene computadora
en su casa, explican los chicos del grado, casi al unísono.
Además, si escribís a mano, los demás aprenden
a conocer y a reconocer tu letra, dicen las chicas. Y coinciden
en señalar que su mayor anhelo como el de cualquier escritor
de cartas es recibir respuestas, de parte de los diarios y
de otros chicos, o de gente que se preocupe o pueda hacer algo para solucionar
los problemas que les contemos.
Un piso más abajo, los nenes de 1º grado se esfuerzan por
no romper la ronda que han formado, sentados en el piso, para leerle al
señor ese de barba que no es otro que el secretario
de Educación porteño, Daniel Filmus las cartas que
escribieron para otros chicos de su misma edad, que estudian en otras
escuelas de la ciudad. Yo les conté los dibujitos que me
gustan: Dexter, Digimón, y Las Chicas Superpoderosas, dice
uno de los nenes. Yo le escribí a mi novio, confiesa
una nena que no levanta un metro del suelo.
¿Y que le escribiste? preguntó esta cronista.
Que lo quiero mucho.
El sistema ida y vuelta implementado en este programa por
el Correo Argentino una hoja que se pliega para formar un sobre
donde enviar la carta, y que al mismo tiempo permite enviar una respuesta
ya paga tiene, en el lugar donde se anotan los datos del destinatario,
una caricatura de Carlos Gardel hecha por Hermenegildo Sábat.
¿Y ustedes saben quién era Carlos Gardel? les
pregunta Filmus a los chicos de 3º grado, que han elegido como tema
para su carta la historia de Juan Poquito y la chicharra,
escrita por María Elena Walsh.
Sí, un señor que se murió el mismo día
que Rodrigo dice una nena.
Pero en distintos accidentes aclara uno de sus compañeros.
Para Filmus, la experiencia es enriquecedora: antes los docentes
trabajaban con las cartas pero las dejaban en del cuaderno, algo que resulta
un contrasentido, las cartas se escriben para tener una respuesta.
Producción: Silvina Seijas
|