Por
Diana Taylor *
Desde Londres
Serene
Gronow y Rebecca Wilson huyeron de sus casas, robaron un auto, y probaron
el sabor de vivir en fuga. No había un desierto norteamericano,
no había un convertible Thunderbird 66 y no hubo un Oscar
al final del camino, pero en mucho aspectos su escapada tuvo un notable
parecido a la de Susan Sarandon y Geena Davis en la película de
Ridley Scott, Thelma y Louise, sobre dos amigas que abandonan responsabilidades
y parejas por la excitación de la ruta infinita. La semana pasada,
las mujeres fueron condenadas en la Corte de Cardiff a dos años
y nueve meses cada una por su raíd criminal. Durante las audiencias,
el abogado de Gronow, Huw Wallace, no dejó de comparar el caso
con su contraparte en la ficción.
Fue como en la película de Hollywood dijo al jurado.
Vivían en un auto robado y actuaban una fantasía. Era como
Thelma y Louise. Dejaron atrás a sus novios y a sus hogares.
El abogado de Wilson, David Elias, dijo que todo el asunto fue resultado
de un impulso y que las mujeres vivieron en una tierra de sueños.
El tribunal lo oyó contar que uno de los elementos que disparó
el raíd criminal fue, como en el caso de Thelma y Louise, relaciones
insatisfactorias con sus parejas, y la realidad dura y pesada de sus vidas
como jóvenes madres. Wallace dijo que ambas eran infelices con
sus novios y temían represalias de ellos. Por eso, en un momento
impulsivo, las dos mujeres, estrechas amigas desde la infancia, se alentaron
mutuamente para sacarse de encima sus infinitas responsabilidades y cambiar
su vida gris por una aventura real.
Sin duda, una vez que saltaron dentro del Vauxhall Nova robado, llenaron
el tanque con nafta y escaparon antes de que los empleados de la estación
de servicio pudieran agarrarlas por no pagar, las fantasías de
libertad hicieron a un lado cualquier cautela remanente.
La mayoría de las mujeres enfrenta responsabilidades de un tipo
u otro a fin de sobrevivir cada día. Gronow y Wilson tienen apenas
22 años y dos hijos pequeños cada una. Wilson no trabajaba
y sus días se llenaban con las tareas domésticas y la atención
de los chicos, mientras Gronow tenía que equilibrar esas tareas
con su trabajo como peluquera. Los vecinos les dijeron a los reporteros
que creían que el motivo que disparó la fuga de las dos
mujeres era la necesidad de liberarse de la cantidad de obligaciones a
las que estaban atadas. Rebecca y Serene eran íntimas amigas
en la escuela e iban juntas a todas partes, dijo Elizabeth Price,
una vecina de la tranquila calle donde Wilson vivía con sus hijos.
Pero a medida que crecieron, tuvieron parejas y luego vinieron los
chicos y tuvieron más y más responsabilidades. Apenas salían
de su adolescencia y tal vez la presión de ser mamás jóvenes
las estaba ahogando. Deben haber extrañado la libertad que tenían
antes.
Los delitos de Gronow y Wilson empezaron el 4 de abril, cuando robaron
el Vauxhall en Cardiff. Durmieron en el auto robado durante nueve días
e iban a centros de entretenimiento cuando necesitaban higienizarse. Pero
esa vida se hizo menos buena cuando se les empezó a acabar el dinero.
Claramente, se necesitan medidas más inventivas, ideas con el espíritu
de Thelma y Louise.
Se lanzaron hacia Castle Coch, en el sur de Gales, donde se encontraron
con una turista, Natalie Correa. Gronow fingió tener un arma bajo
su remera. Dame tu cartera, dame tus llaves. ¡Dámelas
rápido o te vuelo la cabeza!, le gritó a la aterrorizada
mujer. Correa le dio la cartera y las llaves del Nissan de su novio. Felices,
las dos mujeres escaparon a alta velocidad por una calle residencial de
una manera que el juez Peter Jacobs describió como totalmente
lunática. Chocaron con otros dos autos y destruyeron el Nissan
en el proceso.
Milagrosamente, nadie resultó herido. Las dos mujeres trataron
después de usar las tarjetas de crédito robadas en un negocio
y en ese punto fueron detenidas por la policía. En la Corte, se
declararon culpables de robar los vehículos, y del asalto. Gronow
admitió cuatro cargos por obtener propiedad con engaños
y Wilson reconoció que manejó en forma peligrosa. Cualquier
criminal profesional que se respete se avergonzaría ante la torpeza
del flirteo de Wilson y Gronow con el delito. Pero tal vez la rebelión
era más importante para ellas que ejecutar un crimen perfecto.
* De The Guardian, de Londres, especial para Página/12.
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