Los
poscomunistas alemanes son una fuerza cada vez más viable políticamente.
Ayer el Partido del Socialismo Democrático (PDS) emitió
en Berlín una declaración en la que condena la construcción
del Muro hace 40 años, el 13 de agosto de 1961. Hemos puesto
fin al stalinismo, proclamó Gabi Zimmer, presidenta de un
partido que sigue siendo determinante en los estados federados que formaban
parte de la antigua Alemania oriental. Sin embargo, no pidieron perdón.
Excusarse habría sido demasiado fácil, dijo
Zimmer en la misma conferencia de prensa.
Con la autocrítica, los poscomunistas buscan poner punto
final al debate sobre las responsabilidades históricas del
PDS como partido heredero del régimen del socialismo real
que gobernó la Alemania comunista desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial hasta su desmoronamiento en 1989. El debate sobre el análisis
histórico del PDS no puede ser más oportuno. Cobró
intensidad después de que el Partido Socialdemócrata (SPD)
del canciller Gerhard Schroeder aceptara hace pocos días los votos
de los poscomunistas para derrocar al alcalde-gobernador de Berlín,
el demócrata cristiano Eberhard Diepgen.
La dirección poscomunista ya reconoce la apertura política
que le permite sentarse en la mesa política como un interlocutor
válido. En el interior de sus filas quiere encontrar la tercera
vía entre los fundamentalistas que añoran
el pasado del socialismo real y los renovadores que saben
que el futuro político pasa por desprenderse de lo hoy difícilmente
defendible. Para muchos en el PDS, reconocer y decir que el Muro
no fue democrático ni fue socialista, según establece
el documento de ayer, es un paso doloroso. Lo mismo que afirmar que las
violaciones de los derechos humanos cometidas bajo determinadas circunstancias
históricas igual son violaciones elementales de los derechos humanos.
La declaración es el resultado de una prolongada lucha interna,
en el que las fuerzas reformadoras, con el popular dirigente Gregor Gysi
a la cabeza, buscan doblegar al núcleo stalinista que sigue creyendo
que la difunta República Democrática Alemana (RDA) fue el
mejor de los dos modelos que enfrentaron a la Alemania dividida en la
posguerra y que el Muro de Berlín fue la valla de defensa
antifascista, como se lo llamó en la Guerra Fría.
La construcción del Muro fue la prueba en cemento de la inferioridad
del modelo de socialismo stalinista de la RDA frente al modelo de capitalismo
real de la República Federal, trata de explicar el documento
de ayer, pero también establece que ningún ideal u
objetivo supremo puede justificar políticamente la injusticias
que se relacionan con el Muro.
El Muro de Berlín se empezó a construir por orden directa
de los principales dirigentes de la RDA, el 13 de agosto de 1961. Partió
la ciudad en dos y enfatizó la guerra ideológica que oponía
al llamado mundo libre y occidental y la revolución
socialista de obreros y campesinos. Hasta su desmoronamiento en
1989, el muro de la ciudad de Berlín se prolongaba en una frontera
de 165 kilómetros de largo entre las dos Alemanias compuesta por
cemento armado, alambre de púas, minas antipersonales y corredor
de la muerte. Un número no determinado de personas, que se calcula
en poco más de cien, murieron entre 1961 y 1989 en el intento de
saltar la muralla y escapar de Berlín oriental a la parte occidental.
Un acontecimiento berlinés de ayer probó la oportunidad
del mea culpa poscomunista. Los tres principales candidatos potenciales
a canciller por la Unión Cristianodemócrata (CDU), la presidenta
del partido Angela Merkel, el jefe del Gobierno regional de Baviera Edmund
Stoiber, y el jefe de la bancada parlamentaria Friedrich Merz, recibieron
insultos verbales y huevos bien reales en el este de la ciudad. Era en
el acto de lanzamiento de la campaña democristiana para las elecciones
de setiembre en la ciudadestado.
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