| Página/12en Bolivia
 Por 
        Oscar Guisoni Desde La Paz
  Como 
        si no debiera enfrentar suficientes crisis, una muy inesperada estalló 
        en la mañana de ayer en las manos del gobierno boliviano. La Organización 
        de Deudores, un grupo de aguerridos endeudados con la banca local, en 
        su mayor parte prestatarios de microcrédito, ocuparon la sede de 
        la Superintendencia de Bancos, el organismo que regula el sector bancario 
        nacional. Pero no se trató de una ocupación de las que soporta 
        este país cotidianamente. Los deudores montaron un auténtico operativo desde las 8.30 de 
        la mañana. Algunos se disfrazaron con trajes, para no llamar la 
        atención y otros fueron ubicándose en lugares estratégicos 
        del edificio, sin que los guardias de seguridad se percataran. Minutos 
        antes de las diez de la mañana, el grueso del grupo llegó 
        al edificio, ubicado en el barrio residencial paceño de Sopocachi.
 Por entonces, la Policía apostada en la puerta ya no los pudo detener: 
        los manifestantes venían pertrechados con cartuchos de dinamita 
        y bombas molotov. En quince minutos, los 5 pisos de la Super, como se 
        la conoce popularmente en la ciudad, estaban ocupados y sus 60 empleados 
        eran rehenes de los Deudores.
 En el hall de entrada del edificio maniataron a la secretaria del Superintendente, 
        Carlos Calvo y a dos empleadas más, a unas sillas y sujetaron varios 
        cartuchos de dinamita alrededor de sus cuerpos, amenazando con hacerlas 
        volar por los aires si la Policía entraba en el edificio.
 A su vez, los ocupantes rociaron con gasolina el cuarto piso, donde se 
        encuentran los archivos concernientes a todos los movimientos bancarios 
        del país, mientras que un grupo de ellos se apostaba en los balcones 
        y arrojaba dinamita a la calle apenas veían movimientos policiales 
        o de particulares, intentando aproximarse al edificio.
 Los policías que se encontraban dentro fueron maniatados y sus 
        armas pasaron a poder de los ocupantes, que las utilizaron para controlar 
        a los empleados y como un instrumento para disuadir cualquier tipo de 
        intervención armada.
 Minutos después, otros grupos de Deudores ocupaban la sede de la 
        Conferencia Episcopal nacional y de la Defensoría del Pueblo, también 
        armados con molotovs y dinamita, aunque no tomaron rehenes y permitieron 
        a los empleados de ambas dependencias el libre tránsito. Este es 
        el fin de una larga crisis protagonizada por los deudores morosos de todo 
        el país, que desde hace 95 días viven en dependencias universitarias 
        de la ciudad de La Paz, protagonizando al menos una manifestación 
        diaria, en protesta por lo que consideran un trato usurero de la banca 
        local.
 La mayoría de estos deudores son indígenas pobres del interior 
        del país, que han tomado préstamos de ONGs financieras y 
        banca privada en general, a tasas de interés superiores al 40 por 
        ciento anual, más un añadido de extrañas y costosas 
        comisiones, intereses penales por mora y una decena de cargos más, 
        que llevan los costos de los pequeños préstamos a un interés 
        acumulado que en algunos casos llega a superar el 120 por ciento.
 Hace dos semanas hasta el mismo Banco Interamericano de Desarrollo (BID) 
        había advertido sobre la usura bancaria en Bolivia, que afecta 
        a los sectores de menores recursos. Y desde que comenzaron las protestas 
        de los deudores, muchas instituciones (Iglesia Católica, organizaciones 
        de Derechos Humanos, Defensoría del Pueblo) se han preocupado por 
        la suerte de estas personas que, en total, suman más de 300 mil 
        en todo el país.
 Esta crisis le estalla al gobierno de Banzer en un momento en el que está 
        haciendo lo imposible por apaciguar al líder indígena Felipe 
        Quispe,quien desde hace más de una semana mantiene bloqueadas las 
        carreteras del Altiplano, que conectan Bolivia con el Perú, en 
        pedido de una modificación de la ley de Reforma Agraria, además 
        de otras viejas reivindicaciones que estaban pendientes desde el final 
        de la última gran crisis que vivió el país, en septiembre 
        del 2.000.
 Al cierre de esta edición, la Iglesia y la Defensoría del 
        Pueblo habían llamado a un diálogo entre los representantes 
        de los deudores y la Banca, con el fin de terminar el conflicto, aunque 
        el gobierno no estaba dispuesto a sentarse a la mesa de negociaciones 
        si antes no se liberaban los rehenes de la Superintendencia de Bancos. 
        El Ministro de Gobierno, Guillermo Fortún, advirtió a los 
        mediadores del conflicto que, si no se llegaba a una rápida solución, 
        antes de la caída del sol, la Policía irrumpiría 
        violentamente dentro del edificio. Si eso ocurre, gritaban 
        los ocupantes desde los balcones de la Super, estamos dispuestos 
        a morir aquí. También morirán algunos de ellos, así 
        que no tenemos nada que perder.
 
        
          | Claves- Desde hace 
              95 días, la Organización de Deudores bolivianos protagoniza 
              al menos una marcha diaria de protesta en La Paz.
 - Armados con molotovs y dinamita, ayer ocuparon la Superintendencia 
              de Bancos, la sede de la Conferencia Episcopal y la Defensoría 
              del Pueblo.
 - Los deudores son en su mayoría indígenas pobres, 
              que recibieron préstamos por los que se les cobran intereses 
              de hasta un 120 por ciento anual.
 - El Banco Interamericano de Desarrollo había advertido sobre 
              los riesgos sociales de la banca usuraria en Bolivia.
 - El gobierno de Hugo Banzer enfrenta simultáneamente una 
              crisis con el líder indígena Felipe Quispe, que bloquea 
              las rutas en el altiplano.
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