Por
Diego Fischerman
El
nombre remite a un antiguo instrumento musical y, también, a un
viento arrasador. Y, más allá del nombre, La Tromba promete
cambiar, en varios aspectos esenciales, el mercado porteño de la
música de tradición popular. Quienes integran esta agrupación
son varios de los principales músicos locales de jazz (tomando
esta palabra en el sentido más amplio posible). Y el objetivo,
aunque parezca redundante, empieza por juntarse. Mariana Baraj, Guillermo
Bazzola, Gabriela Comte, Rodrigo Domínguez, Ernesto Jodos, Luis
Nacht, Enrique Norris, Fernando Tarrés, Andrea Saslavsky y Sergio
Verdinelli empezaron hace un poco menos de un año. Así
como todos los músicos quieren tener un sello, hartos de los manejos
de las empresas más o menos grandes, algo que nos preocupaba a
varios de nosotros era la sensación de que estábamos demasiado
separados, explica el guitarrista Fernando Tarrés, radicado
durante años en Nueva York y actualmente de vuelta en Argentina.
Aquí hay muchísima gente talentosa continúa
pero lo que observé al volver fue que, tal vez por el cansancio
y el desgaste que produce una escena chica, había mucha desconexión.
No enemistades pero sí desinformación. Había tres
pianistas que estaban tocando muy bien pero ninguno de ellos sabía
lo que estaban haciendo los otros ni lo había escuchado últimamente.
La Tromba empezará sus actividades públicas este jueves
a las 21.30, en Un Gallo para Esculapio, Uriarte 1795 (y Costa Rica).
Este será el primero de los conciertos de un ciclo que se extenderá
durante julio y agosto. En esta inauguración participarán
el quinteto de Mariana Baraj y el sexteto de Ernesto Jodos. Además
se presentará una muestra fotográfica de Andrea Saslavsky.
Nos interesa más poner el acento en aquello que nos une que
en las diferencias, que, por otra parte, es bueno que las haya,
dice Tarrés. Y Guillermo Bazzola, también guitarrista y
uno de los artistas más dinámicos del medio, agrega que
la idea es convocar gente de distintas disciplinas y generar, también,
una manera de difundir lo que hacemos y de producir nuestros conciertos
actuando por afuera de las condiciones que son habituales en Buenos Aires.
Por ahora hay dos personas relacionadas con la literatura, una fotógrafa,
algunos músicos, un ciclo de conciertos y una exposición
de fotos. Es el comienzo. Queremos generar un espacio nuevo y ser dueños
de ese espacio. El problema en este momento es que no hay demasiados lugares
donde hacer las cosas ni muchos canales para difundir cualquier rama de
la cultura y el arte que se aleje de la masividad entendida como único
valor. Y que estos lugares están controlados por gente ajena al
medio o al quehacer artístico. La idea es revertir esa situación.
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