Por Claudio Zlotnik
Renunció De la
Rúa. Al mediodía, la versión había pasado
de boca en boca entre los operadores de la city. A esa altura del día,
el gobernador aliancista del Chaco, Angel Rozas, ya había declarado
públicamente que a Fernando de la Rúa los acontecimientos
lo han superado, dando inicio a una ola de especulaciones que desencadenó
una tormenta en los mercados y fuertes reacciones políticas. El
riesgo país registró una nueva escalada llegó
a los 1079 puntos y hubo un derrape del 4,2 por ciento de las acciones,
que ni siquiera se logró desactivar con sucesivas desmentidas oficiales.
El índice MerVal llegó al nivel más bajo en la administración
de la Alianza. Es difícil saber si hay una sola fuerza o
sector fogoneando detrás de las versiones, pero hay diversas situaciones
que se montan sobre un estado de ánimo bastante enrarecido,
describía ayer ante este diario una fuente de primer nivel del
Gobierno. De alguna manera, la definición de Rozas y el efecto
que ésta produjo entre los inversores pusieron de manifiesto la
incertidumbre que existe en la Argentina después de tres años
de recesión económica, donde cualquier chispa es capaz de
generar un incendio. En este marco, la reacción negativa de los
mercados no es más que un emergente de la crisis. Un dato más
sobre la incertidumbre.
Esa versión es absolutamente disparatada y proviene de gente
que está en contra del país, disparó el secretario
General de la Presidencia, Nicolás Gallo, uno de los funcionarios
del entorno presidencial que ayer salió a desechar categóricamente
el rumor sobre una inminente dimisión de De la Rúa. Desde
el justicialismo, y ante el revuelo que generó la apreciación
de Rozas, Carlos Ruckauf prefirió tomar distancia. No he
visto al Presidente en una situación tan dramática como
la ve Rozas, pero es alarmante que haya dicho eso, señaló
el gobernador bonaerense. Desde Economía, en tanto, los funcionarios
prefirieron mantenerse al margen de los acontecimientos y evitaron hacer
declaraciones públicas. Anoche, un miembro del equipo económico
resaltó a Página/12 que las declaraciones del gobernador
chaqueño cayeron como un balde de agua fría, ayer
(por el lunes), durante el encuentro con gobernadores aliancistas, había
defendido la gestión del Presidente con vehemencia y ahora hizo
todo lo contrario.
Los dichos de Rozas dejaron a la luz lo que desde hace tiempo viene escuchándose
en la intimidad de los despachos, tanto oficiales como de bancos y empresas.
¿Existe gobernabilidad en la Argentina? ¿La culpa de que
no se salga de la crisis es de De la Rúa? Existen varios datos
de la realidad que por lo menos dan margen para hacerse esas preguntas,
y otras por el estilo: los continuos cambios en el área de comunicaciones
oficial es un buen ejemplo para cuestionarse si, en efecto, el gobierno
tiene la sartén por el mango.
Página/12 se comunicó ayer con dos banqueros, dos operadores
bursátiles y un grupo de economistas. Esas voces, representantes
cabales del pensamiento del establishment, coincidieron en que existe
una gran crisis política. Y hasta que ésta no se resuelva,
habrá pocas chances de solucionar la crisis económica.
En el Palacio de Hacienda piensan algo parecido. De hecho, durante un
encuentro con gerentes de finanzas de las AFJP, el viceministro Daniel
Marx hizo una cruda descripción. La Argentina está
en el medio del río. Ni debajo de los 600 puntos de riesgo país
(que animaría a la reactivación) ni por encima de los 1500
(nivel en el cual se ahondaría dramáticamente la crisis).
El poder político cree que se puede vivir con un riesgo en torno
de los 1000 puntos. Pero todos sabemos que eso es imposible, les
dijo a los especialistas. El diagnóstico de Marx es idéntico
al de los financistas: gran parte de la responsabilidad de la crisis la
tienen los políticos que no quieren hacer el ajuste de sus gastos.
Justamente, hasta anoche, los gobernadores del PJ y el propio Marx negociaban
un achique de las cuentas provinciales a cambio de fondos frescos, y ya
habría un principio de acuerdo. La tensión entre las parteshabía
enrarecido el clima de los negocios en la city, y los inversores habían
encontrado una nueva excusa para deshacerse de sus tenencias en títulos
públicos, disparando el riesgo país.
En medio de esta atmósfera, en todo el Gobierno se tejían
hipótesis sobre los rumores de la mañana. En el Palacio
de Hacienda reconocieron que a la crisis económica se le ha añadido
una gran incertidumbre política. No sólo por la supuesta
debilidad del jefe de Estado sino también por la actitud beligerante
que vinieron mostrando los gobernadores, comentó, enojado
por las circunstancias, un estrecho colaborador de Domingo Cavallo a este
diario.
Mientras tanto, en el edificio de enfrente, en la Casa Rosada, un alto
funcionario del Ejecutivo dio su versión de los hechos, en diálogo
con Página/12: mencionó la existencia de una máquina
del rumor, de la cual se nos hace muy difícil saber
quién o quiénes la están fogoneando.
Lejos de cualquier teoría conspirativa, en la city están
acostumbrados a moverse guiados por el pragmatismo. No bien aparecieron
las declaraciones de Rozas en las pantallas de las agencias noticiosas
internacionales, se produjo una ola de ventas de títulos públicos
que instantáneamente se contagió a Wall Street. Hasta ese
momento, el mediodía, la jornada parecía tranquila: el riesgo
país caía diez puntos respecto del cierre anterior y las
acciones mostraban alzas. Pero sobrevinieron las órdenes de venta
y el consiguiente derrumbe de las cotizaciones. Finalmente, el riesgo
país finalizó con una suba de 18 puntos hasta los
1079 y el índice de acciones líderes MerVal cayó
4,2 por ciento, a su nivel más bajo desde la devaluación
de Brasil, a comienzos de 1999.
De pronto, la histeria se había apoderado de los financistas. Desde
sus casas matrices, los gerentes de los bancos líderes recibían
llamados para conocer sobre la veracidad de los rumores. ¿Rozas
actuó solo o está adelantando que, efectivamente, De la
Rúa se va antes de tiempo?. Esa era la pregunta que, a media
tarde, se hicieron dos importantes banqueros que habían sido consultados
por este diario.
Desde Olivos, por la noche, se intentaba hacer una lectura desapasionada.
Hay una suma de acontecimientos, describía ante este
diario un alto funcionario del Ejecutivo: Las versiones desde el
exterior, la que larga un diario en tapa sobre la renuncia de De la Rúa
y el error que comete Rozas, pero además está la crítica
impiadosa del CEMA, la situación explosiva en la provincia de Buenos
Aires y las expectativas por la decisión que mañana (por
hoy) adoptará el juez Urso sobre Carlos Menem: si todo eso se carga
en una máquina de rumor sobre que el país ya está
en default o que todo se va a la m..., el caldo de cultivo para las versiones
más disparatadas está dado. Para hoy se espera una
jornada más apacible: es probable que se alcance un acuerdo con
los gobernadores justicialistas por el pago de la deuda de la administración
nacional y se confía en que no haya nuevos desatinos de la dirigencia
política. Además, el riesgo país se toma el día
de descanso: por el feriado en Estados Unidos (Día de la Independencia)
no hay mercados en Wall Street, y por lo tanto no cotizan los bonos argentinos.
¿CUANTO
TIEMPO AGUANTA CAVALLO CON EL RIESGO PAIS A MAS DE 1000?
Bailando en la cornisa de los 1100 puntos
Por
Maximiliano Montenegro
¿Cuánto
tiempo aguanta Domingo Cavallo con un riesgo país largamente arriba
de los 1000 puntos? Nadie lo sabe con certeza, pero la respuesta obvia
es: no mucho. El motivo es que con estos niveles de tasas de interés,
no hay ninguna posibilidad de que la economía salga de la recesión
más larga de la historia argentina. Pero además, en este
escenario, el Gobierno se moverá al borde del abismo, teniendo
que refinanciar martes por medio el vencimiento de títulos de la
deuda pública. En estas condiciones, las tasas no sólo son
ruinosas para el Estado, sino que se corre el riesgo de que
en algún momento se corte el crédito y Argentina caiga en
la tan temida cesación de pagos.
Tres ejecutivos de bancos de inversión extranjeros aseguraron a
Página/12 que, en conversaciones reservadas en los últimos
días, Domingo Cavallo transmitió a los mercados
el mensaje de que no se habían materializado las promesas de más
poder político que le había hecho el Presidente y despotricó
por el avance del radicalismo en áreas como la AFIP, la Anses y
el PAMI. ¿Por qué Cavallo lanzaría ese boomerang
que regresa de los mercados en forma de más incertidumbre y riesgo
país?
¿Será su forma de disciplinar a gobernadores y radicalismo
para encolumnarse detrás del ajuste, como solía hacer en
su primera etapa en Economía? ¿Querrá tener una puerta
para eyectarse del Gobierno antes del colapso, dejando abierta la posibilidad
de volver después con todo el poder? Ayer, entre algunos analistas
de los principales bancos de inversión circulaban toda clase de
especulaciones, pero con la vista puesta no en el Presidente sino en su
ministro de Economía.
El riesgo país es la tasa de interés extra que debe pagar
el gobierno argentino por su deuda por sobre lo que abona el gobierno
estadounidense. Ayer, el riesgo cerró a 1079 puntos, 10,8 por ciento
por arriba del 4,5 por ciento que paga el Tesoro norteamericano. Traducido,
si Cavallo saliera a pedir plata mañana a los mercados,
nadie le prestaría a menos del 15 por ciento en dólares
por un plazo corto. Esa tasa de interés le fija un piso a la tasa
que debe pagar el sector privado, ya sean empresas o familias en busca
de un crédito.
Con Machinea, antes de la renuncia de Chacho Alvarez, el riesgo estaba
en 700 puntos y aun así la economía no arrancaba. Porque
había muy pocas empresas dispuestas a invertir con ese costo del
dinero en dólares. Tampoco tentaba a las familias más preocupadas
por conservar el empleo o eludir las rebajas salariales que en salir a
endeudarse para cambiar el auto, comprar un electrodoméstico o
una vivienda. Con tasas equivalentes a un nivel de riesgo de 1100 puntos,
mucho menos.
Así, no hay luz al final del túnel de la recesión.
Y esa percepción, a manera de trampa, dispara todavía más
crisis. Porque sin reactivación, no hay cuenta fiscal que cierre
y los acreedores del Estado se ponen todavía más nerviosos,
guiados por la idea de que, pese al megacanje, más vale vender
títulos argentinos a cualquier precio que quedarse con papeles
que nadie pagará. Con más recesión, además,
no hay plata para pagar salarios en las provincias y el clima social,
empezando por el Gran Buenos Aires, se acercará cada vez más
a las imágenes de Mosconi y Tartagal.
El martes próximo el Gobierno deberá saldrá a pedir
prestado a los mercados 850 millones de dólares. No
porque Cavallo esté particularmente interesado en seguir endeudándose
a tasas ruinosas sino porque no le queda otra: por la otra
ventanilla, vencen 1200 millones de Letras del Tesoro (Letes). Si el Gobierno
no las paga, entraría automáticamente en el famoso default
(cesación de pagos), del que hace apenas un mes el ministro había
tratado de escapar con el costosísimo megacanje.
Más aun, se licitarán 850 millones de Letes y no los 1200
millones que se necesitan refinanciar, porque ya anticipan en Economía
nadie estaría dispuesto a prestar tantos dólares al Gobierno,
al menos a una tasa que no sea la que pagaría un almacenero en
quiebra. Por eso, los 350 millones faltantes se cubrirían con fondos
de la recaudación, que habría que reponer antes de fin de
mes para que los números de junio cierren en línea con el
FMI. Es un monto equivalente a lo que reclaman las provincias para poder
pagar salarios y aguinaldo de junio. Si Cavallo logra que éstas
consigan esos fondos de los grandes bancos que operan en la plaza local
como se negociaba ayer menos plata habrá disponible
para el gobierno nacional.
Sea como fuere, si Cavallo sortea esa prueba, dentro de dos martes habrá
otra. Y el ministro tendrá que volver a hacer malabares en la cornisa.
De seguir el riesgo por las nubes y no haber reactivación, así
debería seguir hasta las elecciones de octubre. ¿Cuánto
aguantará sin caerse?
La
economía argentina, como una ruta cortada
El activismo social bloqueó el camino del ajuste por el
ajuste mismo. En la carretera, entre el piquete y los acreedores,
los economistas se toman a golpes.
|
|
Por Julio Nudler
La economía
argentina es una ruta cortada. De este lado están los economistas
del modelo, divididos en grupos, cada uno con su estrategia para superar
el embotellamiento. Unos sostienen que hace falta imponer la ortodoxia,
podando drásticamente el gasto público, para lo cual es
imprescindible arrasar con los piqueteros, que previsiblemente se multiplicarán.
Los banqueros apoyan este criterio, y se impacientan ante las vacilaciones
del poder político. La represión abierta tarda en llegar,
y esto permite que crezca el activismo social, que cruza barricadas en
las carreteras del ajuste y las metas acordadas.
Sobre el asfalto también están Domingo Cavallo y sus economistas,
cuyo punto de partida es que, al menos en las condiciones actuales, no
es posible arrollar la protesta, aunque tampoco desmontarla con plata
del fisco. Detrás de ellos están los tenedores de los títulos
públicos, cerrándoles la retirada. Delante, la rebelión
de los indigentes, que se propaga a sectores plebeyos del empresariado
con poder de presión, como los dueños de colectivos. En
el medio, los cavallistas siguen apostando a poder reducir el conflicto
con el milagro de una reactivación, que buscan con recetas de cocina-fusión.
Atrapados entre los límites sociales y la presión incesante
de los mercados, los economistas del modelo se toman a trompadas. Entre
el CEMA y la Fundación Mediterránea estalla una guerra fratricida,
en la que olvidan todos aquellos años, de 1991 a 1996, durante
los cuales convivieron sin querellas bajo el palio del menemismo. Todas
las capillas del economismo ortodoxo, desde FIEL hasta la Fundación
Mercado, pasando por los radicales que nucleó José Luis
Machinea, pueden trenzarse en batallas aparentes al sentir el aguijón
de la crisis, pero en el fondo se quieren.
Podría proponerse el experimento de invitar a un coloquio cerrado,
sin periodistas ni otros testigos, a los secretarios de Hacienda de los
últimos cinco ministros de Economía: Ricardo Gutiérrez
(ayer con Cavallo, hoy con Carlos Ruckauf), Pablo Guidotti (CEMA), Mario
Vicens (próximo a FADE), Daniel Artana (FIEL) y Jorge Baldrich
(Mediterránea). El balance, al cabo de la discusión, sería
de un acuerdo superior al 90 por ciento, abarcando temas tan fundamentales
como la eliminación del déficit y la reforma previsional.
¿Por qué tendrán esa manía de mostrarse bajo
los focos como enemigos irreconciliables?
En cualquier caso, ninguno de ellos ni sus jefes avanzaron sobre intereses
que consideran intangibles: las grandes fortunas, el establishment financiero,
los precios de transferencia de las multinacionales, los laboratorios
medicinales, las AFJP, los grandes evasores, etcétera. Ninguno
se preocupó por rendir ese examen de legitimidad. Una vez más:
¿por qué se pelearán?
Aunque ya van tres años de crisis, nadie le ve un final cercano,
lo cual significa que la bronca seguirá creciendo. Son 36 meses
de deflación y caída del Producto, lo cual equivale a una
persistente merma en la productividad de la economía argentina.
La deflación atenúa la falta de competitividad, determinada
por el tipo de cambio, pero el descenso de la productividad aleja cada
vez más al país del mundo que crece, e impide vislumbrarlo
como una economía viable.
Para los partidarios del ajuste con represión, el deterioro progresivo
que provoca la depresión es su mejor aliado, fortaleciendo el discurso
derechista, antidemocrático, que ya prolifera en radio y televisión.
Por eso, los rumores y los presuntos datos corren más rápidamente
que la realidad, la deforman y exageran. Se presenta como un hecho el
corte en la cadena de pagos, similar al vivido en el otoño
de 1995. Pero si esto fuese cierto, ¿cómo se genera la recaudación
del impuesto a débitos/créditos bancarios? Se argumentan
fugas de depósitos, caídas estrepitosas en los indicadores.
Pero la situación, aunque durísima, muestra altibajos, mesetas
y aislados atisbos de recuperación. En todo caso, las usinas de
versiones y presagios no tienen nada mejor que ofrecer.
Los partidos políticos, mientras tanto, no encuentran un lugar
en la ruta cortada, y terminan contribuyendo al atasco. El partido del
superministro Cavallo piensa aliarse en octubre con unos u otros, según
le convenga en cada distrito, lo cual ilumina la claridad del mapa ideológico.
Además, si el principal miembro del gabinete nacional se presenta
aparentemente en varias jurisdicciones como opositor, ¿cuál
podrá ser la lectura de los resultados? Lo que sea bueno para Fernando
de la Rúa será malo para su política económica.
Consecuencia: subirá el riesgo país. Y también volará
si el escrutinio es inverso. El episodio Rozas de ayer (ver aparte), o
el aprecio que se profesan Ruckauf y el reo Carlos Menem, son otros ejemplos
de un tablero político caótico.
Pero ésta, ni ninguna otra nota sobre la crisis, puede concluir
sin unas sentidas palabras sobre el contexto externo, el mismo que disfrazó
de buen ministro a Roque Fernández y dejó a Machinea apoyado
contra la parada del colectivo en una noche de lock out. El mundo sigue
siendo la gran esperanza, pero por ahora su respuesta es el riesgo país,
esa tabla donde la Argentina sigue tercera cómoda.
|