El Gobierno ya fijó su
posición: no aceptará la extradición del represor
Alfredo Astiz a Italia y defenderá el principio de territorialidad.
Así lo definieron públicamente el ministro de Defensa, Horacio
Jaunarena, y el subsecretario de Comunicación, Juan Pablo Baylac.
El debate no es extradición sí o extradición
no, dijo el vocero y agregó que si el delito existió
en la Argentina, debe ser juzgado por la Justicia argentina.
Jaunarena fue el primer funcionario que hizo declaraciones públicamente
en defensa de un supuesto principio de soberanía que,
según estima el Gobierno, se vería afectado si Italia intenta
hacer justicia sobre los represores argentinos que quedaron libres por
las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Las palabras del ministro
fueron que más allá de la condición emblemática
de este personaje estaba convencido de que (no extraditarlo)
es la manera de preservar el principio esencial de soberanía.
Luego de la reunión de gabinete, las definiciones acerca del futuro
del asesino de la joven sueca Dagmar Hagelin y secuestrador de las monjas
francesas Alice Domon y Leonie Duquet estuvieron a cargo del vocero del
Gobierno. Debe circunscribirse este tema a la reivindicación
de la jurisdicción penal argentina, al principio de la territorialidad
de la ley penal, señaló Baylac. El funcionario resaltó
que Argentina ha aprobado la creación de la Corte Internacional
de Derecho Penal y por tanto es vanguardista en este aspecto de buscar
un tribunal que tenga categoría y jerarquía internacional,
y que se aboque, en el supuesto caso de existir el tipo de delito de lesa
humanidad, a su análisis. Pero la Corte Penal Internacional
aún no se terminó de conformar, por lo tanto Astiz, preso
desde el domingo a la noche en el Departamento de Investigaciones Penales
Administrativas de la Prefectura, no puede aún ser juzgado por
ese tribunal.
Al referirse específicamente a la orden de captura librada por
la justicia italiana contra el Angel Rubio por la desaparición
de Angela María Aieta y Juan y Susana Pegoraro, quien dio a luz
una niña en la Escuela de Mecánica de la Armada, Baylac
afirmó que si el delito existió en la Argentina debe
ser juzgado por la justicia en la Argentina.
Hasta ahora, la mayoría de los crímenes del ex marino están
amparados por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, ya que la
anulación de esas normas dictada por el juez federal Gabriel Cavallo
vale por el momento sólo para las desapariciones de José
Poblete y Gertrudis Hlaczik. Pero hoy El Cuervo puede ser
juzgado, como el resto de los represores, por el robo de los bebés
nacidos en las maternidades clandestinas montadas por la última
dictadura, como el caso de la hija de Susana Pegoraro, incluido en la
causa por la que se solicitó la detención de Astiz desde
Roma. La jueza María Servini de Cubría tiene abierta una
investigación aquí por el mismo hecho. Hasta ahora sólo
arrestó por ese caso al oficial de la Armada Policarpo Vázquez,
quien confesó haberse apropiado de una menor y quedó en
libertad la semana pasada porque pasaron dos años sin condena.
La situación de Astiz no se resolverá hasta que el gobierno
italiano no mande formalmente el pedido de extradición. Las autoridades
de ese país tienen 45 días para preparar los papeles y luego
la Cancillería y el ministerio de Justicia argentinos tendrán
la palabra.
El
Ministerio de Justicia de Francia contraataca
El gobierno francés renovó el pedido de extradición del
ex marino Alfredo Astiz para que sea juzgado en ese país. En
1990, Francia condenó en ausencia al represor a cadena perpetua.
Alice
Domon y Leonie Duquet, las dos religiosas francesas desaparecidas
en la Argentina.
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Por Eduardo Febbro
Desde París
La Justicia francesa volvió
ayer a la carga en su pugna por ver presos en el país a los criminales
de la última dictadura militar. El Ministerio de Justicia solicitó
a la Argentina la extradición del capitán Alfredo Astiz
en una decisión cuya rapidez tomó desprevenidos hasta a
los mismos abogados de las familias de los desaparecidos franceses. El
Ministerio pidió la extradición sin siquiera prevenir a
los abogados, principalmente a quienes se ocupan de los familiares de
las dos monjas, Alice Domon y Leonie Duquet, desaparecidas en Buenos Aires
en 1977 con una semana de intervalo. La acción de la Justicia sorprendió
tanto más cuanto que hacía apenas 24 horas que los abogados
habían pedido a París que reactivara el mandato de arresto
internacional lanzado contra el capitán Astiz luego de que en 1990
Francia condenara a Astiz en ausencia y a cadena perpetua.
Todo parece indicar que la demanda de la Justicia italiana y la posterior
detención de Astiz desencadenaron el pedido francés. Así,
luego de haber sido el primer país en condenar a un militar argentino
por los actos cometidos contra ciudadanos extranjeros en el curso de la
dictadura, Francia se suma ahora a las demás naciones que solicitan
la presencia de Astiz en su territorio para que cumpla su
condena. Cabe destacar que los medios franceses allegados al caso Astiz
nunca renunciaron a la idea de que el marino estuviese presente en Francia
a fin de que pudiese celebrarse un nuevo juicio en presencia del acusado.
Hace unos 5 años, sectores militares argentinos admitieron como
posible esa eventualidad y consultaron en París a varios estudios
de abogados capaces de asumir la defensa de Astiz si este era capturado
o tomaba la decisión de presentarse ante sus jueces. Aunque la
idea fue abandonada, los familiares de las víctimas y la Justicia
francesa no terminan de aceptar que Astiz haya escapado a todo juicio
a pesar del voluminoso prontuario que tiene.
Tras las dos amnistías que lo salvaron de la Justicia, Astiz sólo
fue sancionado en 1999 por apología del crimen. Lo
más doloroso es que Astiz nunca haya tenido que responder en su
país por el resto de los crímenes de los que está
acusado, comentó la abogada francesa Sophie Thonon. En cuanto
a la jurisdicción territorial reivindicada por la Argentina, Thonon
declaró que Buenos Aires la reivindica cuando le conviene
ya que, simultáneamente, ha firmado diversos tratados internacionales.
De hecho, si la justicia europea juzga se debe únicamente a que
la Justicia argentina no juzga.
Según los abogados, los últimos acontecimientos tornan posible
un juicio europeo a Astiz. Como la excepción a las amnistías
argentinas ha sido el robo de bebés, el marino enfrenta hoy una
demanda italiana en cuyo legajo está el caso de una desaparecida
que estaba embarazada cuando fue secuestrada. Susana Pegoraro dio a luz
en la Escuela de Mecánica de la Armada. La criatura fue entregada
al ex marino Policarpo Vázquez, quien confesó ante la jueza
argentina María Servini de Cubría que la nena que crió
no es su hija. La duda es si Evelyn es la hija de Pegoraro porque la chica
se niega a hacerse el estudio de ADN.
En ese contexto, Sophie Thonon alega que ese elemento puede llevar
a que se procese a Astiz. Además, Italia firmó un tratado
bilateral de extradición con Argentina. Pero mientras Roma actúa
ateniéndose a la instrucción de un proceso en curso, Francia
pide la extradición de Astiz luego del proceso que se le hizo en
1990, que terminó con una sentencia a cadena perpetua. Nadie
ignora que, no obstante, seguramente, Astiz está detenido en el
marco de una estrategia planeada por sus abogados a fin de enfrentar mejor
a la justicia argentina y no para responder a cualquier solicitud extraterritorial.
Con todo, para los familiares y sus abogados cualquier forma de acecho
que se cierna sobre un criminal como Astiz es ya una forma de condena.
ENTREVISTA
CON PHILIPPE TEXIER
Salida de emergencia
Por E.F.
Desde
París
Si Alfredo Astiz fue condenado
en Francia a cadena perpetua y hoy vuelve a estar en las redes de un pedido
de extradición, Philippe Texier es uno de los jueces que más
contribuyó a ello. A finales de los años 80, Texier
fue el primer juez que instruyó en Francia el caso Astiz que luego
desembocó en la sentencia de 1990. Este abogado de reconocida trayectoria
internacional sumó todas las piezas al expediente e incluso intentó
ver a Astiz cuando el militar era un prisionero de guerra de los británicos
y estaba detenido en una isla situada entre Inglaterra y los Estados Unidos.
Philippe Texier analiza, en diálogo con Página/12, el pedido
de extradición al tiempo que asegura que aún no existe una
justicia internacional capaz de reparar las fallas de las justicias nacionales
que no juzgan.
¿Considera que el pedido de extradición hecho por
Francia se inscribe en una lógica justa dentro de la extensa trayectoria
del caso Astiz?
Es lo más normal que haya un pedido de extradición,
sobre todo porque Astiz está actualmente arrestado y ya existe
un pedido de captura internacional contra él. Además, resulta
también perfectamente coherente que sea Francia, es decir el primer
país que lo enjuició. Cabe destacar que Astiz tiene derecho
a un proceso normal. El fue juzgado en Francia en ausencia y si de pronto
algún día llegara aquí lo podríamos juzgar
de otra manera, con testigos y un proceso con todas las garantías.
Hay sin embargo una imposibilidad real, que es el principio de extraterritorialidad.
Efectivamente. Yo no sé si hay un acuerdo de reciprocidad
con Francia. Lo que pasa es que Argentina tiene una posición, que
me parece además jurídicamente correcta, de no extraditar
a sus nacionales. Francia tiene la misma posición. Yo no le veo
entonces mucha posibilidad de éxito, ni al caso italiano, ni al
caso francés ni a ningún otro. Mientras Astiz esté
en la Argentina esto me parece difícil. Claro, otra cosa muy diferente
sería si Astiz estuviese en otro país. Sin embargo, la mayoría
de los países se niegan a extraditar a sus nacionales.
Parece una suerte de imposible rompecabezas jurídicos. ¿Cuál
sería para usted la solución?
Como siempre, lo ideal sería que la Justicia argentina lo
juzgue. Lo que pasa es que con todo lo que hubo en la Argentina, las leyes
de amnistía, de Obediencia Debida y Punto Final, ya no hay ninguna
posibilidad de juzgar este período de la historia argentina. Por
eso, en este caso, la única posibilidad es que sea juzgado en otro
país por esos hechos. Lamentablemente, la justicia internacional
todavía no existe. Algún día habrá una Corte
Penal Internacional. Su estatuto se aprobó en Roma en 1998, pero
todavía no existe. La única manera de juzgar a Astiz es
juzgarlo en un país que reconozca la competencia de esa Corte Internacional.
Queda con todo un aspecto controvertido cuando se analiza el carácter
de los crímenes cometidos y su calificación. Se trata, en
suma, de crímenes contra la humanidad. En ese sentido, cómo
interpretar la posición del gobierno argentino que dice que no
entregará a Astiz.
Si se considera que lo que cometió Astiz son crímenes
contra la humanidad, la posición del Gobierno es entonces errónea.
No sé cómo lo han calificado en la Argentina. Lo interesante
en esto es que ya hace años que Astiz no puede salir del país
porque si no, como hay una orden de captura internacional, corre el riesgo
de ser detenido.
Usted tuvo la ocasión de instruir el caso Astiz en un momento
muy especial: era la primera vez que se intentaba en Francia un juicio
de esa naturaleza contra un militar latinoamericano.
En aquella época todavía había en Francia testigos
argentinos. Los refugiados aún no habían vuelto a su país.
Pude interrogar a variostestigos y obtuve muchos documentos. Al final,
el dossier Astiz fue lo suficientemente completo como para que Astiz fuera
condenado a cadena perpetua en París. Recuerdo que la instrucción
del caso Astiz coincidió con la Guerra de las Malvinas. El estaba
preso en una isla situada entre el continente americano y el continente
europeo. Era un preso de guerra y estaba totalmente aislado. Yo mandé
una comisión rogatoria al juez británico porque ir a verlo
a la isla era una expedición muy compleja. El juez lo interrogó
pero Astiz se protegió detrás de las convenciones de Ginebra
sobre el derecho humanitario de la guerra: dio su identidad pero se negó
a contestar cualquier otra pregunta.
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