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“En el cine actual existe cierta
fascinación por el asesino serial”

El director Atom Egoyan cuenta por qué �El viaje de Felicia� es una variante sobre el tema. �No es un thriller sino un drama�, dice.

Egoyan, un egipcio que se convirtió en referente del cine canadiense.
“El viaje...” presenta a Bob Hoskins como un oscuro y cruel personaje.

Nacido en El Cairo, hijo de padres armenios que se instalaron en Toronto cuando tenía solo tres años, Atom Egoyan es –junto con David Cronenberg– uno de los nombres fundamentales del cine canadiense contemporáneo. El conocimiento de su obra en Argentina es disperso y escaso: apenas un par de sus ocho largometrajes se estrenaron en Buenos Aires, Exótica (1994) y El dulce porvenir (1997), dos films perturbadores, que se internaban en las grietas más profundas y oscuras de la realidad. Mañana llega a la cartelera porteña su largometraje más reciente, El viaje de Felicia, rodado en Inglaterra a partir de una novela de William Trevor y protagonizado por Bob Hoskins, que interpreta a un extraño personaje llamado Hilditch, una suerte de ogro solitario que –como en un cuento de hadas– da albergue en su casa a una adolescente introvertida, quien no tardará en descubrir que tiene frente a sí a un auténtico Barba Azul, un impiadoso asesino de mujeres.
“Quería dedicarme a una estructura más simple y clásica después de El dulce porvenir y el libro de William Trevor me pareció perfecto”, declaró Egoyan en el Festival de Toronto, donde El viaje de Felicia se ofreció en la gala de apertura. “Sus personajes parecen suspendidos en el tiempo: Felicia proviene de una cultura rural casi decimonónica y Hilditch, en cambio, parece un producto de los años ‘50. La historia tiene muchos niveles distintos: cultural, familiar, psicológico, sexual, y todos se van entrelazando.”
– El asesinato serial es, a esta altura del cine, algo mundano para la cultura popular. ¿Cómo fue su acercamiento al tema?
–Es verdad, se ha transformado casi en un oficio. La representación del serial killing en la cultura cinematográfica contemporánea lo convierte en una ocupación, como el ejercicio del derecho (que exploré en El dulce porvenir). Esa es la única manera en que puedo entender la preponderancia de esta anormalidad particular. Nos fascina porque representa la más extrema de las agresiones morales. El carácter serial de la acción nos atrae estructuralmente, porque hace alusión al destino, a la inevitabilidad y a nuestra incapacidad para detenerlo. En las películas típicas sobre asesinos seriales, uno tiene por un lado los actos criminales y, por otro, a alguien que intenta detenerlos: ese es el punto dramático de tensión. El viaje de Felicia es diferente, porque no está construida como un thriller. La considero más un drama que un thriller.
– Todo parece suceder en un mundo doméstico, interior...
–Exactamente. Trato de representar al personaje de Bob Hoskins de la misma manera en que él se percibe a sí mismo. No creo que él se vea como un asesino serial. El está convencido de que es otra cosa que lo que eventualmente descubrimos que es. Eso es lo que me interesa, su negación, su habilidad para vivir en ese estado, y su intersección con la negación de Felicia, que es más sencilla e identificable. Ella tiene diecisiete años y cree que este chico que la ha embarazado la ama, y está bastante claro para nosotros que no es así. Pero ella se siente obligada a creer eso y repetírselo a sí misma.
– Uno de los clichés del imaginario del género serial killing (de Psicosis a Ted Bundy) es la madre malvada. ¿Cómo entra la madre de Hilditch en este contexto?
–Es una relación muy compleja. Arsinée (Khanjian, la esposa de Egoyan, que interpreta a la madre de Hilditch) y yo discutimos mucho sobre el personaje. Una de las principales diferencias entre la película y la novela es que el libro sexualiza la relación entre madre e hijo, y eso me resultaba reduccionista. Lo que más me interesa acerca de esa relación es que, dada la falta de atención que en su infancia padeció Hilditch, él construyó un ritual según el cual puede tener la atención completa de su madre, viendo una y otra vez sus viejos programas de televisión. Es más, ubica el aparato de modo tal que parece que lo mira a él, para hacer decuenta de que su relación fue una de cuidado y preocupación maternal. Y ese ritual lo ha pervertido mucho más que cualquier cosa que la madre haya hecho o dejado de hacer.
– La televisión parece la única memoria de Hilditch...
–Eso me fascina, la televisión como un archivo de la realidad y, al mismo tiempo, como una forma de la memoria personal. Hilditch es el producto de la tecnología como medio de la memoria. El pertenece a la primera generación que habría sido criada por y en los medios masivos. El no está al día con la tecnología (de hecho, vive detenido en los años ‘50) pero sin embargo es un producto de la tecnología como medio de fijar la memoria personal.

 


 

Lolita internada

La actriz y cantante Lolita Torres permanecía internada anoche en un sanatorio porteño, por un agravamiento de una artrosis avanzada que la tiene en problemas hace varios años. Lolita se recupera de su dolencia de esta semana pero no logra superar del todo el trance de una “enfermedad que avanza”, según definió su hijo, el cantante Diego Torres. “Esta es una enfermedad que avanza todo el tiempo y no hay nada que pueda hacerse para detenerla”, confió el hijo. La intérprete, que por más de medio siglo protagonizó una veintena de películas para el cine, ciclos en TV y obras teatrales, está internada desde el viernes, pero la información fue guardada en secreto hasta ayer. Por este mismo cuadro, Torres estuvo internada en agosto de 1999 en la clínica Bazterrica, y en diciembre de 2000 se alojó en el mismo Colegiales, víctima de un severo cuadro gastrointestinal provocado por la medicación para combatir la artrosis.

 

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