Por Silvina Friera
La vida artística del
director y docente teatral Orlando Acosta está indisolublemente
unida a la obra del poeta y dramaturgo granadino Federico García
Lorca (1898-1936). Para un chico santafecino pobre, el teatro era un lujo
inaccesible. De familia muy humilde, en la casa no abundaban los libros
y sus padres no podían enseñarle a leer poesía. Pero
un día alguien le compró una entrada para Doña Rosita
la soltera, una de las últimas piezas de la producción dramática
lorquiana, escrita en 1935. El teatro deslumbró tanto al chico
de 14 años, que repetía a cada instante que quería
ser actor. Una mujer le preguntó si le había gustado. La
obra es de García Lorca, Franco lo mandó matar, deslizó
la señora. Me di cuenta que el objetivo del teatro es hacer
que las cosas permanezcan vivas, recuerda Acosta en una entrevista
con Página 12.
En coincidencia con los 102 años del nacimiento del poeta, mañana
a las 21, en la sala Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges, se estrenará
El duende, dirigido por Acosta. El montaje propone un recorrido por la
vida y la obra de Lorca, basado en libros de poemas como Romancero Gitano,
Poema del Cantejondo y Poeta en Nueva York, con algunos fragmentos de
piezas teatrales como Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín,
El maleficio de la mariposa y Bodas de sangre. Auspiciado por la embajada
de España y Página/12, además de los textos poéticos
y dramáticos, dos sopranos interpretarán canciones de Manuel
de Falla.
El elenco del Colegio Nacional de Buenos Aires, integrado por Mariano
Saba, Constanza Peterlini, Juan Coulasso, Luis Berenblum, Alejandra Marimón,
las hermanas Vanessa y Eugenia Aguado Benítez, Gonzalo Tobal y
Marcelo Blanco, se transformará además en un grupo de teatro
itinerante. En los próximos tres meses El duende se presentará,
con entrada libre, en todas las facultades de la UBA en el marco
de los festejos por los 180 años y en bibliotecas nacionales
y municipales. Con el objetivo de difundir la poesía y el compromiso
social de Lorca, Acosta y su compañía emularán las
giras que el autor granadino realizó por los pueblos de España
con su grupo de teatro universitario La Barraca, fundado en 1932.
Si no fuera por Lorca, tal vez no hubiera conocido el teatro. El
me inició y me puso sobre un escenario, puntualiza el director.
Desde 1993, Acosta es profesor del taller teatral del Colegio y fundador
de su compañía de teatro. Ese mismo año debutó
con una adaptación del cuento La salud de los enfermos,
de Julio Cortázar. Dos años después estrenó
La casa de Bernarda Alba, premiado por el Fondo Nacional de las Artes
en seis rubros. Luego siguieron El reñidero, de Sergio De Cecco
(en 1996), un homenaje a Teatro Abierto con las piezas El acompañamiento
de Carlos Gorostiza y Gris de ausencia de Roberto Cossa, y Babilonia,
de Armando Discépolo, en 1998. Un pueblo que no cuida su
teatro, si no está muerto está moribundo, parafrasea
Acosta el pensamiento lorquiano.
¿Cómo surgió la elección de poesía
y teatro de Lorca?
A partir de una necesidad del grupo. Nuestra primera obra dramática
fue de él. Hay que volver a la poesía, a la metáfora,
a las imágenes que brinda la palabra. Estas cosas no muerden, al
contrario, alimentan muchísimo. La gente tiene necesidad de que
le cuenten cosas y si es de manera poética, mucho mejor.
¿Por qué falta poesía?
Estamos sometidos en un mundo donde hay que consumir, no importa
qué. La poesía está en la calle: como decía
Lorca, anda dando vueltas. Hay que saber capturarla, verla. Para mí
un taxista tiene poesía. El universo del poeta es el de las imágenes
ocultas, es imprescindible rescatar ese mundo.
¿Qué aspectos fue descubriendo en la preparación
de El duende?
Cómo poner en escena y en el cuerpo la palabra. Este espectáculo
tiene mucho que ver con el actor, lo que pasa con el texto y el autor.
Estábamosacostumbrados a trabajar con escenografía y vestuario.
Lorca decía que la poesía necesita que a quien la hace se
le vea la sangre, la carne, los huesos. Esta es nuestra experimentación:
con la palabra y el cuerpo podemos manifestarnos.
¿Cómo se fueron articulando los textos seleccionados?
Mi intención fue hacer un paralelo entre la vida del autor
y su obra. Lo que escribió estaba anunciando lo que le iba a suceder.
Me pasaba hasta las tres de la mañana seleccionando poemas y fragmentos
de obras. Le pedía a los chicos que chatearan en el universo lorquiano.
¿Cuál es el hilo conductor?
Desde la dirección busqué que el cuerpo y las emociones
prevalecieran. Tuve que encontrar grandes justificaciones para dejar de
lado textos que me gustaban mucho. El gran mérito de Lorca es que
va hacia un centro, pasando por mil imágenes. Como actor se necesita
visualizar ese centro para llegar, pero hay que transitar las mil imágenes
que despierta.
Queremos emocionar
Pasaron casi ocho años desde que se formó el grupo
del Nacional Buenos Aires y El duende es la octava puesta realizada
por Acosta. Los jóvenes actores, ex estudiantes del colegio,
continúan unidos por la misma pasión por el teatro,
pero con más experiencia. Para Alejandra Marimón,
aprender a decir poesía fue un desafío: Los
poemas te dejan tan al descubierto que si no tenés las imágenes
no estás diciendo nada, dice. El primer texto
de El duende (conferencia recital de Poeta en Nueva York) no está
escrito. Lorca lo improvisó con miedo de que lo coman los
300 bostezos de 300 cabezas defraudadas, precisa Mariano Saba.
Federico tenía la poesía en la punta de la lengua.
Juan Coulasso, actor y asistente de producción, se ríe
cuando recuerda que robó los tomos completos de Lorca de
la biblioteca de su abuela: Fue una persona con una sensibilidad
inmensa y una visión del mundo muy distinta de la que se
vive hoy. Este espectáculo habla del amor, un valor muy perdido.
Me interesa rescatar ese valor desde Lorca, asegura. La
superficialidad nos fagocita. Prendés la televisión
y está Gran Hermano. Es desesperante porque se
pierde el contenido, la esencia. Para Francisco Prim, la meta
es emocionar al público. Una persona que escucha por
primera vez los textos, que nos llevaron meses de trabajo, es lógico
que no entienda inmediatamente la estructura de los poemas. Pero
si logramos emocionarlos, estamos satisfechos, explica. Orlando
siempre dijo que el teatro dignifica al hombre. Me llevó
un tiempo comprender la definición, revela Coulasso.
|
|