Por Gabriela Cañas
Desde
Bruselas
Augusto Pinochet, Ariel Sharon,
Saddam Hussein, el difunto Laurent-Désiré Kabila, Laurent
Gbagbo y otros dirigentes o ex dirigentes de diversos rincones del planeta
están denunciados en Bruselas por crímenes contra la humanidad.
Una ley única en el mundo de competencia universal permitió
el mes pasado condenar por genocidio a cuatro ruandeses y eso ha provocado
la cascada de denuncias que temía el gobierno belga. La querella
contra Sharon, el primer ministro israelí, acaba de ser admitida
a trámite y se da la circunstancia de que el político emprende
hoy mismo una gira por Europa en la que no está incluida Bélgica,
país que preside este semestre la Unión Europea.
Las denuncias contra Sharon, contra Hussein, el presidente iraquí,
y contra Gbagbo, presidente de Costa de Marfil, han sido presentadas en
el último mes; justo después de que el Tribunal de Justicia
de Bruselas condenara por genocidio a cuatro ciudadanos ruandeses (dos
religiosas entre ellos). Era la primera vez que el Tribunal llevaba hasta
el final la ley belga de 1993 que permite juzgar crímenes contra
la humanidad cometidos en cualquier parte del mundo por cualquier ciudadano.
Tras el veredicto ruandés, y mientras la opinión belga aplaudía
esta suerte de Tribunal Internacional instituido en Bruselas, el gobierno
alertaba contra la cascada de denuncias que, finalmente, está cayendo
sobre la justicia belga y que viene a sumarse a denuncias anteriores:
la de Pinochet, la del presidente del Congo ya fallecido Laurent Kabila
y su ministro de Exteriores, contra el presidente de Ruanda, Paul Kagame,
contra tres ex dirigentes jemeres rojos, contra el ex ministro marroquí
del Interior, Driss Basri, contra dirigentes guatemaltecos y contra el
ex jefe de Estado del Chad, Hissène Habré.
Pero por el momento la denuncia que más incomoda a la diplomacia
belga es la de Ariel Sharon, en manos ya de un juez de instrucción.
Sharon tenía previsto visitar oficialmente Bruselas el mes pasado.
El atentado en una discoteca de Tel Aviv que costó la vida a 17
personas y dejó 70 heridos fue una razón contundente para
anular la visita. De paso, Sharon eludió aterrizar en un país
cuya justicia puede iniciar en breve su persecución.
Sharon emprende hoy jueves una visita a Europa. Estará en Berlín
y París, pero Bruselas no figura en la agenda del viaje. Tanto
la Comisión Europea como el Ministerio belga de Asuntos Exteriores
alegan razones de calendario y rechazan cualquier relación con
la denuncia, pero el jueves mismo el rotativo Le Soir aventuraba dicha
relación y aseguraba que el canciller israelí Shimon Peres
ha dicho en una reunión interna que Bélgica no tiene
el derecho moral de juzgar a Israel.
El canciller belga Louis Michel se reúne hoy en Berlín con
Sharon y en su departamento aseguran que el gobierno belga desea la presencia
del primer ministro israelí en Bruselas, aun reconociendo que la
ley de 1993 y las denuncias (hay dos en realidad contra Sharon), generan
a la diplomacia belga una situación embarazosa. La
denuncia presentada a mediados de junio contra Sharon y que ya está
en fase de instrucción la firman 28 ciudadanos familiares de víctimas
o supervivientes de la matanza de los campos de refugiados de Sabra y
Chatila en 1982, donde murieron entre 700 y 3.500 personas a manos de
las milicias libanesas, que actuaron con el visto bueno de Sharon, entonces
ministro de Defensa.
La querella contra Saddam Hussein la han presentado cinco refugiados kurdos
que viven en Bélgica y Holanda. La de Laurent Gbagbo va firmada
por 150 personas e incluye en la acusación a los ministros de Interior,
Boga Doudou, y de Defensa, Lida Kouassi. Una asociación llamada
Prevención del genocidio, fundada por un sociólogo belga,
está detrás de esta denuncia que también tiene asignado
ya un juez instructor. Otros ciudadanos deIsrael ya han anunciado que
preparan otra denuncia contra el líder palestino, Yasser Arafat.
La avalancha de denuncias y la creación de situaciones incómodas
para la diplomacia han obligado a Bélgica a replantearse la aplicación
de una ley pionera que le ha permitido erigirse en defensora internacional
de los Derechos Humanos. Pero en ausencia de un acuerdo global torpedeado
por Estados Unidos que permita instituir un Tribunal Penal Internacional,
Bélgica no desea quedarse sola en esta batalla, como indica el
propio Michel y apoyan otros estamentos. Este caso debería
servir de ejemplo para que otros países persiguieran los crímenes
contra la humanidad, dice Michèle Hirsch, una de las abogadas
apersonadas como parte civil contra los ruandeses, que también
sospechaba la llegada de esta avalancha de denuncias y que, además,
considera que la norma puede mejorarse: La ley de 1993 es tan dura
que con ella podríamos meter en la cárcel a la mitad de
la población de Ruanda.
El cambio que de momento se propone introducir el gobierno belga va en
otro sentido. Un equipo de expertos presididos por el ministro de Justicia
quiere enmendar la norma este mismo año para poder filtrar
las denuncias. Un aspecto que se baraja es el de consultar al Parlamento
en caso de que el denunciado esté en el poder. Otro, crear un colegio
de magistrados que resuelva previamente los asuntos antes de admitirlos
a trámite, porque, como dicen en Exteriores, mezclar la política
con la justicia no es deseable.
Empieza una guerra
sucia
Israelíes y palestinos amenazan sumergirse en una guerra
sucia, sin fondo. Ariel Sharon ordenó ayer reforzar
la política de autodefensa activa, un eufemismo
detrás del cual se esconden las ejecuciones sumarias de dirigentes
de la Intifada. Por su parte Yasser Arafat reiteró a sus
fuerzas de seguridad la consigna de detener a todos los agentes
secretos de los israelíes; los colaboradores. Las ejecuciones
selectivas de los líderes de la Intifada ampliarán
su campo de acción: no sólo se abatirán a aquellos
que tratan de llevara termino un atentado sino también a
todos los activistas, que supongan una amenaza para Israel. La lista
inicial compuesta por 26 blancos, queda de esta manera
ampliada hasta el infinito.
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MATARON
A UN CATOLICO EN IRLANDA DEL NORTE
Echándole nafta al fuego
A medida que se acerca la marcha
protestante del próximo domingo, la escalada de violencia en Irlanda
del Norte amenaza con desandar a pasos agigantados el acuerdo de paz del
Viernes Santo de 1998. Tony Blair condenó ayer el asesinato de
un joven católico de 19 años a plena luz del día
y en la vía pública e instó a los grupos paramilitares
a entregar sus armas, a la vez que se entrevistó con su par irlandés,
Bertie Ahren, para evitar el colapso total de las tratativas entre ambos
gobiernos y establecer un calendario de negociaciones para esta misma
semana.
A dos días de la renuncia el pasado lunes del premier
de Ulster, David Trimble, en rechazo al incumplimiento de los plazos de
desarme de la guerrilla republicana del IRA exigidos por su Partido Unionista
del Ulster (PUU), otro acontecimiento se suma a los retrocesos en las
negociaciones de paz. El crimen que el grupo Defensa de las Manos Rojas
se atribuyó el cual fue identificado como la organización
paramilitar Fuerza de Voluntarios Lealistas anuncia la posibilidad
de que la violencia tome toda la provincia este fin de semana, como viene
ocurriendo durante los últimos seis años en esta misma celebración:
una tradicional marcha por la ciudad de Portadown que recuerda una batalla
ganada a los católicos hace siglos. Fue un ataque a sangre
fría y bien organizado, señaló el vicejefe
de Policía de Irlanda del Norte, Alan McQuillan, en referencia
a que el joven fue asesinado a corta distancia desde una motocicleta.
A su vez, un portavoz del partido Sinn Fein (brazo político del
IRA) rechazó nuevamente el desarme del IRA aduciendo que las negociaciones
entre ambos bandos deben incluir la retirada de tropas británicas
de Irlanda del Norte y la reforma de la policía probritánica.
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