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EL SUB-20 JUGO SU MEJOR PARTIDO Y DEFINE EL DOMINGO CON GHANA
Cinco goles, mil toques, una final

Con dos goles de Saviola �figura
y máximo anotador histórico del torneo con diez tantos-, D�Alessandro, Romagnoli y Herrera, el equipo de Pekerman arrasó a un Paraguay que duró un cuarto de hora. Gran actuación.

El racimo apretado de jugadores argentinos, en la celebración del primer gol de Saviola.

Por Ariel Greco

En la mejor producción del torneo, la Selección Argentina Sub- 20 barrió de la cancha a Paraguay y se clasificó para la final del Mundial de la categoría. El 5-0 final fue casi anecdótico, ya que el conjunto de José Pekerman exhibió una notable superioridad a lo largo del encuentro, pudo haber convertido varios goles más y terminó regulando las fuerzas para la final del domingo ante Ghana. Saviola, en dos ocasiones, Romagnoli, D’Alessandro y Herrera marcaron los tantos de un equipo argentino sin puntos flojos.
El partido pintaba complicado. Con dos líneas de cuatro bien juntitas y bien pegadas al arquero, Paraguay aguantaba sin mayores sobresaltos los intentos argentinos. Así pasó el primer cuarto de hora sin ninguna situación de gol. Pero bastó la primera aparición de Javier Saviola para que toda la teoría se cayera a pedazos. El goleador del certamen –con sus dos tantos de ayer igualó con diez al brasileño Adailton como máximo anotador de la historia de los Mundiales juveniles– se benefició de un mal despeje de Felipe Giménez y con un derechazo medido colocó el 1-0. El gol tranquilizó a los chicos, que ya nunca abandonarían el dominio total de la situación. Medina era patrón en el medio, Ponzio quitaba y tocaba corto, los del fondo mostraban solvencia y los de arriba mataban. Demasiados argumentos para el limitado equipo paraguayo.
Sin un delantero fijo, con Saviola como referencia y los volantes llegando a fondo, Argentina comenzó a moldear una actuación memorable. Además, cuando D’Alessandro le dejó su lugar en la izquierda a Romagnoli para convertirse en el principal conductor, el equipo levantó aún más su producción. El pibe de River aguantó la pelota, hizo la pausa para evitar que Saviola quedara adelantado y habilitó con precisión a Maxi Rodríguez. Sin egoísmo, el mediocampista le sirvió el gol a Saviola, para que anotara el décimo en seis partidos. Contundencia total: dos ataques, dos goles. A partir de eso, la confianza de los chicos trepó a su punto máximo. Toques, paredes, lujos, el repertorio completo de un conjunto casi sin altibajos. Ayer hasta quedaron archivados los errores defensivos que había mostrado en los juegos anteriores.
Ante tanta diferencia, los paraguayos lo único que intentaron fue perder por poco. Ni eso pudieron llevar a cabo. El Juvenil siguió con su actitud arrolladora y los goles no tardaron en llegar. Recién después del quinto, los chicos levantaron el acelerador. Pekerman decidió cuidar a las figuras y a los amonestados, e incluso probó la defensa que jugará ante Ghana por la ausencia obligada de Coloccini. Hasta ese lujo se pudo dar el técnico. Es que el equipo tuvo orden, precisión, contundencia, individualidades de peso, actitud y todo lo que se le pueda agregar. En definitiva, Argentina jugó a lo campeón.

 


 

UNA ACTUACION DE MUY ALTO NIVEL COLECTIVO
D’Alessandro, Saviola & Cía.

Por Adrián De Benedictis

Caballero (6): lo único que se le puede cuestionar fue un rebote que dio en un centro de los paraguayos, en los primeros minutos. Luego, el chico de Boca mostró seguridad y transmitió tranquilidad a sus compañeros.
Colotto (6): cerca de los quince minutos de partido, cambió su posición y se fue a jugar por el sector izquierdo de la defensa. No tuvo problemas para controlar a Bareiro.
Burdisso (7): cuando estuvo en el centro barrió muy bien sobre las espaldas de Colotto. Luego, sobre la derecha, se complementó muy bien con Coloccini. Demostró la jerarquía que le dio la titularidad en Boca.
Coloccini (7): por una falta en la primera parte recibió una amonestación que le impedirá jugar la final. Luego no recurrió al juego fuerte, y le sobró con su habitual solvencia. Se despidió del Mundial mostrando gran categoría en la cancha.
Ponzio (6): fue muy importante en el medio. Recuperó muchas pelotas y fue impasable para Del Puerto. No se proyectó tanto por su sector como en otros partidos.
Medina (7): con el correr de los minutos se fue afirmando hasta convertirse en el dueño del mediocampo. Distribuyó con criterio hacia ambos costados y controló la zona a su antojo.
Arca (7): no tuvo problemas para neutralizar las subidas de Villalba. Jugó con la experiencia de un veterano.
Rodríguez (7): volvió a ser importante en ofensiva. Asistió a Saviola en el segundo tanto, y se desprendió permanentemente por la franja derecha. Casi convierte un gol de media vuelta.
D’Alessandro (8): una de las figuras. Fue decisivo con tres habilitaciones que terminaron en gol, en una levantando la pelota por arriba de la defensa. Además, marcó un tanto con un zurdazo desde afuera del área.
Romagnoli (7): tuvo que jugar un poco más adelantado por la ausencia de Herrera, y se movió bien tanto por izquierda como por derecha. Le ganó casi siempre a Esquivel en el mano a mano, y marcó el tercer gol con una gran definición por arriba de Barreto.
Saviola (8): otra vez, uno de los más destacados. Ayer hizo dos goles para llegar a los diez en el torneo. En el primero ganó la pelota ante dos defensores, y en el otro definió con un marcador encima.
Rosales (6): generó peligro cada vez que desbordó por la derecha.
Herrera: convirtió un gol con un derechazo alto.
Cetto: ingresó en los últimos minutos. Sería titular el domingo.

 

OPINION
Por Pablo Vignone

Un equipo quirúrgico

Está claro que esta Selección es inferior a la de Japón 1979 (¿Cómo no serlo, sin Maradona?) o a la de Malasia 1997. El problema es advertir su principal virtud: el carácter quirúrgico de sus actuaciones. Este equipo de Pekerman encarna un Riesgo Selección igual a cero. Es notable cómo encauza los partidos en su primera incursión en el área rival, pero cuando la gente quiere enancarse para darle rienda suelta a su ilusión, el equipo no le devuelve todo lo que ellos esperan. Ganan, sí, y no dejan la menor duda. Pero parece que la fiesta no es todo lo completa que se espera. Los hinchas, que empiezan a entonar el ole al tercer toque consecutivo, evidencian claramente con esa actitud la necesidad de un disfrute, de sumarse a una fiesta que dure al menos 90 minutos. Pero el equipo liquida los partidos con bisturí y sin sangre, y no paga suficientes dividendos como para llenarse la panza.
Este once se destaca pero no emociona, porque más que utilitario es quirúrgico y le han bastado los chispazos de Saviola para abandonar el quirófano lo antes posible. Ayer, Pekerman sacó al Pibito a los 12 del segundo: está bien, el partido estaba acabado y no valía la pena exponerlo, de cara a la final. Pero quedaban 30 minutos sin diversión, en los que los hinchas buscaron entusiasmarse con lo que fuera.
Esta Selección de Pekerman es la gran candidata a ganar el Mundial, y lo sabe. Porque conoce sus méritos, incomparables en el ámbito de este torneo. Convirtió 24 goles en 6 partidos (cuatro más que la campeona de Japón ‘79), anda con el pie derecho y le sobra contundencia. La gente lo despidió ayer al grito de ¡Dale campeón!, pero esa esperanza pareció sujeta a la ilusión de tener una gran tarde futbolística. Porque, para los que creen que el fútbol es, también, alguna otra cosa que resultados, la ilusión es lo último que se pierde.

 

LA SEMIFINAL AFRICANA RESULTO PAREJA Y OPACA
Ghana batió a Egipto sobre el final

Después de esperar 85 minutos durante los cuales no demostró ser ni más ni menos que su rival, Ghana logró doblegar a Egipto, le ganó 2 a 0 y se clasificó para la final del Mundial. El pase del seleccionado dirigido por Emmanuel Afraine resultó mucho más difícil de lo esperado.
Lejos del fútbol y de la actitud mostrada ante Brasil, Ghana salió a jugar demasiado cauteloso. La iniciativa y la pelota fueron de Egipto, pero a los egipcios esa responsabilidad le resultó demasiada pesada de llevar. Salvo el manejo y la voluntad Mohamed El Yamany, los demás no estuvieron a la altura de la circunstancias. Entonces, con uno que quería poco, como Ghana, y otro que no podía, Egipto, el partido se volvió lento, aburrido, previsible, sin situaciones de gol. Así, parecía que el partido se iría a la definición por el “gol de oro”, pero no fue así. Sobre el final, Ghana, casi sin proponérselo, se encontró con el gol y el pase a la final. Corrían 40 minutos del complemento, Razak Ibrahim envió un córner desde la derecha, Abass Inusah apareció por el primer palo, cabeceó sin problemas, y la pelota fue a morir al fondo del arco egipcio.
Egipto sintió el golpe y quiso reaccionar, pero no sólo no le quedaba tiempo, sino que tampoco tenía el peso ofensivo necesario para cambiar la historia en apenas cinco minutos. El técnico ensayó un par de cambios, pero la suerte de su equipo ya estaba echada. Y en el minuto 45, Ghana inició uno de los pocos contraataques que pudo meter a lo largo del partido. Derrick Boateng lanzó un pelotazo que El Atrawy pretendió ceder a su arquero, con tan mala suerte que la pelota ingresó al arco: 2-0 y partido terminado.
Así, Ghana le dio la razón a los pronósticos y se clasificó finalista, pero no jugó bien ni gustó. El domingo será la hora de la verdad.

 

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