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Ya son 800 las denuncias por torturas a menores

La Suprema Corte bonaerense
dio a conocer esas 800 denuncias por apremios ilegales en nueve meses. En el Consejo del Menor rechazan a los chicos por falta de espacio.

Los chicos van a parar a las
comisarías, donde son maltratados.
El peor lugar es Lomas de Zamora,
con 121 episodios de violencia.

Por Horacio Cecchi

En los últimos cuatro meses, se quintuplicó el número de denuncias de torturas y apremios ilegales contra menores en comisarías e institutos bonaerenses, en comparación con los siete primeros meses de la gestión de Carlos Ruckauf como gobernador. Según el Registro abierto a tales efectos por la Suprema Corte provincial, desde su creación en setiembre pasado hasta junio de este año se presentaron 800 denuncias. Cuatrocientas corresponden al período marzo-junio de este año, a razón de 100 denuncias por mes. El departamento judicial de Lomas de Zamora, que agrupa seis partidos, es la niña bizarra de la estadística: alcanzó el máximo de 121 episodios de violencia. El máximo tribunal bonaerense envió un informe crítico a Ruckauf, a la titular del Consejo del Menor, Irma Lima, y al ministro de Seguridad, Ramón Verón.
En junio pasado, el mismo Verón se cruzó públicamente con la Suprema Corte, poniendo al rojo vivo la polémica existente entre su jefe y el tribunal. En aquel momento, Verón había argumentado en favor del hasta entonces ignoto agente Angel Fontanini, de la Comisaría 1ª de Quilmes, a quien la Justicia investiga por torturas contra menores. Verón sostuvo que la causa se había cerrado y lanzó su memorable frase: “Estoy acostumbrado a que la policía sea el jamón del sandwich”. Además de que no era cierto, porque la causa aún hoy sigue abierta en la Fiscalía 2ª de Quilmes, a cargo de Luis Armella, los 800 casos reunidos por el Registro de la SC en sus 9 meses de vida indican claramente que el jamón es otro.
A fines de agosto, Página/12 publicó un informe del asesor de menores de San Isidro, Carlos Bigalli, elevado a la Suprema Corte y en el que se indicaba el aumento de denuncias por torturas en comisarías. Según ese informe, en los primeros siete meses del año 2000 coincidentes con los inicios de la gestión de Ruckauf, las denuncias treparon de 7,16 casos por mes a 22,71. Según las cifras anunciadas ayer en la resolución 71 de la Suprema Corte, desde septiembre pasado hasta junio de este año incluido, se produjeron 800 denuncias. Cuatrocientas corresponden al período que va de marzo a junio, es decir, a un ritmo de 100 denuncias por mes, cinco veces más que el primer período de la mano dura.
La jurisdicción judicial de Lomas de Zamora, que agrupa los partidos de Lanús, Avellaneda, Almirante Brown, Ezeiza, Esteban Echeverría y la propia Lomas, está a la cabeza bonaerense con 121 denuncias, en su mayoría mérito de las comisarías 2ª de Avellaneda y 5ª de Lanús.
La resolución de la SC apunta al Consejo del Menor, a su titular Irma Lima y a Verón y, por elevación, a Ruckauf. En síntesis, acusa a la policía de torturar y al Consejo de rechazar a los menores que los jueces le derivan, y que por falta de cupo deben realojarse en las comisarías. “Cuando inicié mi gestión –señaló Irma Lima a este diario–, había más de 150 menores en comisarías. Hoy hay alrededor de 80.”
La reducción fue muy reciente. Hace quince días, adelantándose a la resolución 71, Ruckauf ordenó el “inmediato retiro de menores de las comisarías”. La comparación fue contundente: de casi 120 menores en seccionales a fines de junio se pasó a los 80 mencionados por Lima en la actualidad. La reducción no fue milagrosa: “Están apretados en el Registro de Evaluación y Ubicación del Consejo –reveló una fuente judicial–. Tiene, con muchas ganas, capacidad para 30 menores muy apretados. Ahora debe andar por encima de los 70”.
El Registro de Evaluación y Ubicación es el organismo que distribuye a los menores derivados por la Justicia a los diferentes institutos. Pero los institutos ya no tienen cupo y vuelven a Evaluación y Ubicación. “Y qué puedo hacer si ya no tengo espacio” sostiene Lima, mientras aguarda los fondos prometidos por Ruckauf para futuros centros de detención que, de todos modos y a este ritmo, serán sólo aspirinas.

 

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