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PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

Doménico Cavallo no volvió solo

Al amparo del regreso de Domingo Cavallo, el mago, retornaron a Economía y adyacencias varios brujos, la mayoría de tonada cordobesa y pasado comprometedor, en general a puestos con importante manejo de fondos e intereses estatales. A casos como los de Oscar Cayetano Chialvo u Horacio Tomás Liendo, ya mencionados en esta columna, se suma, entre otros, el de Rubén Domingo Poncio, ex subsecretario de Normalización Patrimonial (del actual se habla más abajo) y ahora nuevo liquidador del Instituto Nacional de Reaseguros, con $ 425 millones a repartir entre compañías privadas. La primera función que, diez años atrás, le asignó Cavallo fue la de interventor del hoy extinto Banco Nacional de Desarrollo.
Por aquel desempeño, Poncio está imputado en una causa por vaciamiento del BND, en la que está procesado su antecesor, Roberto Luis Arano. A Poncio se le imputan 11 ilícitos, consistentes en malversación de caudales públicos, cuyo eje fue la aceptación –a pesar de que la ley de Emergencia Económica se lo prohibía– de una propuesta de Celulosa Puerto Piray (CPP), para cancelar una deuda por 18,2 millones de dólares mediante la entrega de acciones de Celulosa Argentina (CASA). Ambas empresas pertenecían a Citicorp Equity Investments, que se las había comprado al propio BND con títulos de la deuda externa argentina. Las mentadas acciones, que el Banco tomó a siete veces su valor, fueron fruto de una suscripción recíproca de papeles entre CPP y CASA, ambas del Citi. Todo lo que aportó CASA a CPP fue un pagaré por 19 millones a cuenta de futuras emisiones de acciones. Con ese pagaré de CASA, CPP le “compró” las acciones que fueron entregadas al BND. El resultado final fue cancelar una deuda millonaria a costo cero. La causa fue sobreseída dos veces por el juez Rodolfo Canicoba Corral, pero una y otra vez la Cámara (Sala II) revocó sus fallos. El juicio lo lleva desde noviembre Jorge Urso, pero no lo ha movido.
De la reaparición de figuras fuertemente cuestionadas en su momento forma parte la del cordobés Daniel Tillard como subsecretario de Normalización Patrimonial, el viejo puesto de Poncio, por lo que han invertido el orden jerárquico. De esa órbita depende la coordinación de entes liquidados, incluyendo la ex Obras Sanitarias de la Nación, de la que Tillard fue liquidador tras la privatización. En aquel momento fue acusado por Antonio Erman González de estar pagando porcentajes “exorbitantes” a una UTE (unión transitoria de empresas) a la que adjudicó la cobranza de cuentas viejas en marzo de 1995. Según datos que aportó Erman, el cobrador privado se quedaba con tajadas que iban del 62 al 79% de lo recaudado. González se vengaba así de Cavallo, que lo había tildado de corrupto por un proyecto con el que pretendiera tercerizar el cobro de todas las tarifas públicas, antes de las privatizaciones, pagando 15%.
Tillard también fue elegido por Cavallo para liquidador del Instituto de Servicios Sociales Bancarios, pero una medida cautelar de la Justicia frenó su asunción porque la esposa del nombrado, Julia Couzo Peñaloza, había sido hasta muy poco antes prestadora del ISSB por intermedio de la clínica y prepaga Amedín, propiedad de la familia Couzo. Otro familiar, Enrique Couzo, fue a su vez síndico del Instituto. El negocio de los prestadores del Instituto, en manos del sindicalista Juan José Zanola, consistía en cobrar por sus servicios una cápita, o asignación mensual fija individual (en el caso de Amedín era de $ 15,40), pero sobre un padrón de bancarios hipertrofiado. Esto es, al menos, lo que descubrió una auditoría de Harteneck López (Coopers & Lybrand), según la cual los listados contenían “un número significativo de afiliados que correspondería dar de baja”.
Otros bocados importantes aparecen entre los conflictivos proyectos que impulsa el ministro de Infraestructura y Vivienda, el cavallista y cordobés Carlos Bastos. Entre otros anhelos suyos, quiere disolver el Tribunal Arbitral de Obras Públicas, creado por la añeja ley 13.064 como instancia prejudicial para resolver conflictos que se susciten entre el Estado como comitente y los contratistas. Este foro de mediación, con presencia de entidades empresarias y profesionales, debería ahora intervenir en las cuestiones litigiosas que surjan con los concesionarios viales ante el cambio de todo el sistema, impuesto por Infraestructura. La supresión del Tribunal le permitiría a Bastos controlar la negociación de los diferendos, encomendándosela a un nuevo ente a crear.
Este es el organismo que sucedería a Vialidad Nacional, segunda pieza en la mira (con sus 3500 empleados), encargándose de compensar a las concesionarias viales por la caducidad anticipada de los contratos de peaje y acordar las futuras reglas de juego, incluyendo la asignación de los fondos que produzca la flamante sobretasa al gasoil, que será administrada por un grupo de bancos. Ante las resistencias suscitadas, el subsecretario de Obras Públicas, Aníbal Rothamel, ex administrador de Vialidad y hombre del radical Nicolás Gallo, actual secretario general de la Presidencia, asegura privadamente no haber participado de la medida.
Bastos tramita asimismo la disolución del Tribunal de Tasaciones de la Nación (TTN), de intervención obligada en cualquier expropiación (ley 21.499) para determinar las indemnizaciones. El decreto 436/00 (sobre Transparencia en la Gestión de las Contrataciones) le encomienda participar asimismo cada vez que el Estado nacional compre, venda, alquile o dé en concesión bienes. En medios próximos al TTN se insinúa que la intención de Bastos es evitar que el Tribunal se entrometa en el Proyecto Retiro, que exige la tasación de cuantiosos bienes ferroviarios.
Disuelto el Tribunal, esa tarea sería asumida por el Onabe, Organismo Nacional de Administración de Bienes, conducido por María Eugenia Márquez Miranda, de estrecha relación con el ministro. En el Onabe, hoy en reestructuración, revista Horacio Ordóñez, hermano de Matías, el hombre de bajo perfil que en la gestión menemista de Cavallo se encargó de rematar innumerables inmuebles y muebles del Estado. Matías Ordóñez sobrevivió al mutis de Cavallo en 1996, quedando al frente del Enabief (Bienes Ferroviarios), en la misma esquina de Libertador y Ramos Mejía donde ahora cuelga la placa del Onabe y permanece su hermano Horacio.
El expediente en el que se tramita la eliminación del TTN fue pedido por Rafael Bielsa, titular de la Sigen, invocando su obligación de informar a Presidencia de cualquier decisión tomada o a tomarse que pueda implicar un perjuicio para el erario público. Pero, según información reciente, Bielsa aún no ha logrado reunirse con la carpeta.


 

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