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LOS DESOCUPADOS CORTARON LA AUTOPISTA BUENOS AIRES-LA PLATA
Los piquetes sorpresa al ataque

Durante cuatro horas, el tránsito se detuvo ante los cortes en los accesos del sur de la Capital. La presión policial los disuadió.

La Autopista Buenos Aires-
La Plata fue bloqueada por el Movimiento Teresa Rodríguez y el de Desocupados.

Por Santiago Rodríguez

Tres horas para llegar de Quilmes a Palermo u otro tanto para ir desde el centro porteño a cualquier otro lugar del sur del Gran Buenos Aires al que habitualmente no se pone más de 40 minutos de viaje. Eso es lo que ocurrió ayer por la tarde cuando en forma sorpresiva y simultánea piqueteros del Movimiento Teresa Rodríguez y del Movimiento de Trabajadores Desocupados cortaron los principales pasos que unen la Capital Federal con esa zona del conurbano. Al caer la noche, y cuando la imagen de efectivos de la policía bonaerense pertrechados a escasos metros de los piquetes presagiaba que los cortes terminarían en represión, los manifestantes levantaron la protesta. “Los puntos esenciales de nuestros reclamos son la libertad de todos los compañeros detenidos, tanto en Mosconi, como en Mar del Plata y Jujuy, y el desprocesamiento de 3000 luchadores populares, que simplemente reclamaban trabajo genuino para vivir dignamente”, declaró uno de sus líderes, Roberto Martino.
El primer corte se produjo a las 14.30 en el Puente Pueyrredón, que une la Ciudad de Buenos Aires con Avellaneda, y en menos de dos horas se reprodujeron en el kilómetro 3,5 de la autopista Buenos Aires-La Plata y los puentes Vélez Sarsfield y La Noria. La protesta se prolongó hasta pasadas las seis y media de la tarde. “A partir de este momento levantamos todos los cortes y el miércoles a las 9 de la mañana habrá una reunión en Casa de Gobierno con el viceministro (de Interior, Lautaro) García Batallán”, explicó entonces Martino.
En Interior, sin embargo, desmintieron la existencia de esa reunión. “La extorsión, usando de rehenes a los trabajadores que vuelven a sus hogares, no tiene nada que ver con el diálogo que debe imperar en la Argentina”, aclaró el propio García Batallán, quien sostuvo que “hemos dialogado muchas veces con representantes de todos los sectores, incluido el señor Martino, y lo seguiremos haciendo, pero no parece sensato la imposición de entrevistas a través de la televisión”. El funcionario destacó, además, que los cortes se realizaron “en protesta por cuestiones ajenas a la órbita de resolución del gobierno nacional” y agregó que “los reclamos tienen que ver con la jurisdicción de la provincia de Buenos Aires o con distintos procesos judiciales que están llevando a cabo diferentes jueces de la Nación”.
Martino declaró que “queremos vivir para mantener a nuestras familias con trabajo genuino y vamos a luchar hasta que no exista un chico más que se muera de hambre”. Los reclamos de los piqueteros, no obstante, no se limitaban a lo laboral: también demandaban la liberación de los detenidos en otras protestas sociales, entre ellos los arrestados hace un par de semanas en General Mosconi, el dirigente marplatense de los desocupados Emilio Alí y líder de los jubilados Raúl Castells.
En el Gobierno aseguraron que la apelación a la supuesta reunión con García Batallán fue la “excusa” que encontraron los manifestantes para salir de la situación en la que estaban. A la hora en que los piqueteros tomaron esa decisión –siendo viernes y encima en vísperas de un fin de semana largo– el tránsito era un caos, en cada uno de los cortes no había mucho más de 50 personas y la policía bonaerense estaba ya apostada a pocos metros de los piquetes, con una orden de judicial de desalojo.
La estrategia de Interior fue en todo momento cargar al gobernador Carlos Ruckauf la responsabilidad de despejar los accesos bloqueados. Y en La Plata no se anduvieron con vueltas. “Esto es un hecho policial; son apenas 100 tipos, un viernes a la noche previo a un fin de semana largo. No podemos permitir que continúen con la protesta porque además no es posible dialogar, ya que no se trata de reclamos puntuales a la provincia, sino de reivindicaciones políticas en contra del modelo económico”, dijo a Página/12 una alta fuente bonaerense cuando promediaban los cortes.
A esa misma hora, el ministro de Justicia de la provincia, Jorge Casanovas, estaba instalado en la Casa Rosada con el secretario de Seguridad, Enrique Mathov, solicitándole el envío de la Gendarmería para apoyar a la bonaerense. La orden que recibieron los gendarmes asignados a la misión fue precisa: actuar sólo en caso de que la policía no pudiera resolver las cosas por sí sola.
Los piqueteros levantaron los cortes frente a la evidente decisión que había de desalojarlos. De todos modos, Juan Pablo Nocelli, de la mesa directiva del Movimiento Teresa Rodríguez, adelantó que las protestas de ayer “forman parte del comienzo de un plan de lucha”.

 

Duhaldismo sin Chiche

La crisis que vive el gobierno de Carlos Ruckauf provocó que Eduardo Duhalde diera a conocer la lista de candidatos del PJ bonaerense sin mucha estridencia. Este anunció que será acompañado por Mabel Müller en su pelea por las bancas a senadores, mientras que Antonio Cafiero será suplente. En la nómina de diputados, el primero es Jorge Remes Lenicov, quien será secundado por el actual ministro de Justicia, Jorge Casanovas. El anuncio generó más sorpresa por los ausentes que por los participantes. Por caso, llamó la atención la no inclusión de Hilda “Chiche” Duhalde, Mario Cafiero y Alberto Pierri, quien condujo la Cámara baja durante diez años. También quedaron excluidos, más previsiblemente, los menemistas Dulce Granados y Claudio Sebastiani.

 

PASAJEROS Y CONDUCTORES DESBORDADOS EN LA CIUDAD
Odisea de viernes a la tarde

Por Pablo Vignone

–Señora, espere que cierro el coche y la acompaño caminando...
El taxista se apiadó de la pasajera, que quería llegar como fuese, con su madre y con su hija, a su casa, detrás de la subida de la avenida Brasil a la Autopista Buenos Aires–La Plata. Después de una hora de bocinazos, lentos movimientos en primera marcha y gran tensión, el coche se detuvo en Puerto Madero a la altura de Belgrano, a mil quinientos metros del destino final. Y hubo que caminar...
El piquete de la Autopista generó, entre las 19 y las 21, un caos nunca antes visto en la zona del Bajo porteño. El chofer del interno 24 de la línea 93 le abrió la puerta a la mujer que pretendía subir al coche y le dijo: “Señora, va a llegar más rápido si va caminando”. Razón no le faltaba.
El tránsito, que suele ser denso en esa zona los viernes por la noche, estaba ayer, preludio de un largo fin de semana, impracticable. A la subida de la Autopista 25 de Mayo, en Paseo Colón y San Juan, se llegaba con dificultad; a la subida de Brasil era imposible arribar. Los camiones hacían masa sobre Brasil, y la cola ya trepaba la cuesta del Parque Lezama como la savia por los troncos añosos de sus árboles. Hacia el lado de la Boca, el panorama no era más benigno: como el puente Nicolás Avellaneda parecía ser una vía abierta, la avenida Almirante Brown desbordó pronto: esta vez fueron autos, colectivos y enormes camiones con acoplados, y no el agua habitué, los que inundaron el asfalto.
Conducir era un ejercicio insoportable. El alocado concierto de bocinas solo era reprimido por el constante ulular de los helicópteros, que desde el cielo nublado vigilaban los accesos, esperando la disolución del piquete para habilitar el ingreso a la Autopista.
A esa altura, el mar de vehículos se desparramaba por las calles de San Telmo, mientras sus encolerizados conductores buscaban una salida. El embudo que se generaba en la subida se extendía por Brasil, doblaba por Paseo Colón, pasaba por debajo de la 25 de Mayo y extendía su boca hasta la avenida Independencia, a más de mil metros de la desembocadura. Un auténtico océano de frenadas abruptas, motores recalentados y malhumor.

 

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