Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


PENAS DE PRISION EFECTIVA EN EL CASO QUIROZ
Los culpables del pozo fatal

La Justicia condenó a tres personas: dos �un empresario y un funcionario� deberán ir a la cárcel. Cristian murió en 1998.

Cristian (a la izquierda) cayó en el pozo abierto cuando volvía del jardín de infantes.

La primera reacción fue de sorpresa. Después de tres años, la Justicia de San Nicolás tomó una decisión insólita: condenó a prisión efectiva –dos años y diez meses en un caso y dos años y ocho meses en el otro– a un empresario y a un funcionario municipal acusados por la muerte de Cristian Quiroz, el chico de cinco años que cayó en un pozo. Un tercer imputado recibió una condena de dos años y el beneficio de la excarcelación. Oscar y Norma, los padres de Cristian, ya no esperaban que alguien pagara por esa muerte. “Otra vez hay esperanza para una familia pobre –dijo Oscar a Página/12–: por primera vez le vi a mi mujer una sonrisa en la cara.”
El juez Edgard Rodríguez, del Departamento Judicial de San Nicolás, encontró a tres de los seis acusados por la fiscalía en junio del año pasado culpables de homicidio culposo, un delito que prevé castigos entre seis meses y tres años de prisión, habitualmente excarcelable. Sin embargo, en dos de esos tres casos, el magistrado encontró suficientes agravantes como para no otorgar el beneficio de la libertad.
En el fallo, al que accedió este diario, Rodríguez tomó en cuenta al condenar a los tres imputados la “reducida” edad de Cristian y “el tiempo de sufrimiento que padeció la víctima previo a la muerte, por las particularidades del lugar donde cayera que impidieron su salvataje”.
Junto a esto se evaluaron otros agravantes para los condenados a prisión efectiva. Juan José Gómez era el ingeniero y funcionario municipal con “poder excluyente de decisión sobre la obra como para exigir en nombre de la comuna, al representante técnico de la contratista, el relleno del pozo en cuestión”. No lo hizo, por eso obtuvo dos años y ocho meses de prisión más una inhabilitación para ocupar cargos públicos.
Miguel Angel Pampalone, en cambio, es el presidente de la empresa Topsa SA, constructora y subcontratada para la perforación de los pozos de extracción de agua por Vechi SA. Es el segundo hombre que será encerrado, su condena es de dos años y diez meses. Para Rodríguez, Pampalone fue responsable por “sus facultades decisorias como representante técnico de Topsa, para ordenar el cegado (relleno) y del motivo evidente del abandono del pozo para evitar los gastos que ello le demandaba”. De acuerdo al contrato, el municipio sólo reconocía el pago de un sólo pozo piloto y de explotación. Como el pozo donde cayó Cristian no servía, Topsa hizo otro y dejó ese –que debería haber terminado con recursos propios– abierto en plena calle.
Cristian se cayó el jueves 19 de marzo de 1998, a las 12.35, cuando salía de la sala amarilla del jardín. Caminaba con Norma, su mamá, por la vereda de la avenida Moreno. Iban a la casa de la abuela. De pronto, Norma dejó de verlo, aunque durante la primera media hora escuchaba sus gritos desde el fondo del pozo. Ese fue sólo uno de los pozos de agua hechos por Topsa para el barrio. “En la zona se encontraron otros pozos que también tenían deficiencias”, explica ahora Alex Cartey, abogado de los Quiroz, sobre el trabajo de la empresa “que no tapó los pozos que ya habían cobrado”.
La sentencia incluyó una condena a prisión condicional de dos años para el inspector municipal Claudio Fabián Actis, “por la menor ingerencia que tuvo en el resultado final”. En su fallo, el juez desestimó otras tres acusaciones que había pedido la fiscal Susana Bruno. Quedaron “absueltos libremente” el empresario Jorge Vechi, el ex secretario de Obras Públicas de la comuna Oscar Garetto y Horacio Clerici, otro de los inspectores.
Pero la pelea para los Quiroz aún no termina. “No, todavía falta –le dice Marta a Página/12–, llega ahora la apelación y todo eso.” Cartey lo confirmó: la apelación fue presentada por la defensa de los condenados; seguirán en libertad hasta que el fallo quede firme. Pero esto no detuvo la sensación de triunfo en casa de Cristian. Su papá, que hasta aquí hizo huelgas de hambre, marchas y hasta recorrió 300 kilómetros en bicicleta para plantar una carpa frente a la Corte Suprema, ahora piensa que, a lo mejor, es verdad que hay justicia: “Esto me sacó la duda –le aseguró a este diario–: cuando hay funcionarios y gente de poder frente a una familia de pobre, creo que es una esperanza”.

 


 

PROTESTA DE RADIOTAXIS POR LAS FRECUENCIAS
Una tarde amarilla y negra

Una nueva protesta tuvo otra vez como escenario a la Plaza de Mayo: ayer fueron alrededor de mil radio-taxistas que se concentraron frente a la sede del Gobierno de la Ciudad para reclamar que se les conceda la autorización definitiva para utilizar frecuencias radiales, privilegio con el que cuentan sólo dos empresas de radiotaxis.
Para poder operar con servicio de radio, una ley de 1983 indica que las empresas deben cumplir con tres condiciones: tener como mínimo 150 vehículos, contar con una licencia de operador del servicio de radio y poseer una frecuencia propia. Esta última es la causante del conflicto, ya que la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) no autoriza las nuevas frecuencias. Ayer, dos columnas de taxistas convergieron en el microcentro, generando un caos en el tránsito de la zona. Los manifestantes reclamaban “terminar con esto de prorrogarnos la autorización cada tres meses”. Es que la Ssubsecretaría de Transporte porteña dictó una resolución por la que las empresas podían operar sin frecuencia durante 90 días. Una vez vencido ese lapso, se extendió el permiso por 90 días más, hasta que venció el 30 de junio. La irregularidad involucra cerca de 30 empresas, en las que trabajan más de 8000 taxistas.
Diez representantes se reunieron con el subsecretario Horacio Blot, quien al término del encuentro explicó a Página/12 que la cesión de licencias “depende exclusivamente de la CNC”. El funcionario entiende que ante el crecimiento de la demanda de radiotaxis “debemos resolver este problema definitivamente” y prometió acompañar en ello a los taxistas.
Si bien el permiso para operar caducó, muchas empresas obtuvieron un recurso de amparo de la Justicia, lo que les permite seguir trabajando.
Las que no están autorizadas “pueden seguir operando como taxis corrientes, pero no pueden portar el cartel de radiotaxi”, explicó Blot.
De todas maneras, una calificada fuente del gobierno porteño aseguró a este diario que Sacta –la empresa encargada de controlar los taxis– “dejará trabajar tranquilos a los radiotaxis hasta que se resuelva el problema”.

 

PRINCIPAL