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En Cipolletti la causa sigue abierta
para saber quién mató a las chicas

Tras el veredicto, las actuaciones vuelven al juzgado para investigar a los asesinos aún no descubiertos: por lo menos tres o cuatro personas más.

Una de las tantas marchas para reclamar justicia en el triple crimen de Cipolletti.

Por Cristian Alarcón

Por lo menos tres o cuatro de los asesinos de las jóvenes masacradas en Cipolletti están en libertad. Los dos hombres que el jueves fueron condenados como autor y coautor de “secuestro reagravado seguido de muerte” son apenas los socios menores de un triple crimen en el que quedaron fuera de la mano de la Justicia –según los abogados de las familias– policías y miembros del poder político que toleraron el funcionamiento de un grupo mafioso “que consiguió armar una terrible red de encubrimiento”. Así quedó claro con el veredicto del tribunal oral que recorrió a lo largo de 30 audiencias los detalles de una trama en la que las dudas continúan siendo tantísimas más que las certezas. Tantas que en lo que se considera un caso raro dentro de la Justicia, la misma causa que derivó en el juicio oral finalizado esta semana continúa abierta. Las actuaciones volverán ahora a un juzgado de primera instancia que sigue teniendo la responsabilidad de buscar la verdad aún no revelada.
Los jueces César López Meyer, Evelina García y Juan Rotter, a pesar de condenar a Claudio Kielmasz y a Guillermo González Pino a cadena perpetua y a 18 años cada uno, fueron explícitos al afirmar que resultó imposible probar que ellos mataron a las chicas. La suerte de Paula y María Emilia González y de Verónica Villar estuvo atada al accionar de “entre cinco y seis sujetos” que las interceptaron el 9 de noviembre de 1997 “muy probablemente en la calle San Luis” y “luego las llevaron a uno o más lugares cercanos” donde “sufrieron lesiones de carácter sexual, no necesariamente violación”. Así se lee en la sentencia de los jueces, que además sostuvieron que luego las ultimaron, tampoco se sabe dónde, “sin haberse podido establecer quiénes fueron los autores materiales de cada uno de los ultrajes, y/o lesiones, y/o disparos mortales”.
“Primero debemos dejar claro que este resultado no puede satisfacer las expectativas ni en la familia, ni en la comunidad. Pero el tribunal lo dejó claro, esto tiene que seguir estudiándose”, le dijo ayer a Página/12 Fernando Dalmazo, el abogado de Juan y Ofelia Villar, padres de Verónica. Lo que quedó pendiente tras el juicio no es poco, ya que las pruebas analizadas demostraron que Kielmasz y González Pino participaron del secuestro pero no alcanzaron para asegurar quién “jaló del gatillo”, dónde fueron llevadas las chicas para someterlas a una “especie de orgía”, por qué las agresiones sexuales que no incluyeron la violación sino lesiones con objetos, quién disparó el arma que finalmente entregó a la familia el condenado Kielmasz, cómo las trasladaron hasta la orilla del canal de riego, bajo los olivillos donde dejaron los cuerpos.
Es por eso que para Ulises González, el padre de Paula y María Emilia, “tiene que quedar en claro que este fue el juicio de Kielmasz y González Pino, no el del Triple Crimen”. González se muestra lleno de esperanzas, aun después de los tres meses de incompleto juicio. “Hay personajes que todavía no han sido citados a declarar por la Justicia. La causa, que se ha dado por llamar “la causa residual”, sigue abierta y la lleva el mismo juez Pablo Iribarren”. Entre los hechos que aún no fueron aclarados en la investigación figuran los dichos de un concejal cipoleño. “Hace un año declaró en la causa que un jefe de la barra brava de Cipolletti le dijo que le intendente (Julio) Arriaga sabía todo lo que había pasado.”
Lo cierto es que los tiempos para juzgar a Kielmasz y Pino se vencían. El “loco”, como se lo conoce a Kielmasz, estaba preso hacía tres años y medio y el estafador, Pino, dos años y medio. Durante el juicio quedó clara la relación que especialmente González Pino mantenía con la policía del lugar. Está procesado por varias estafas consistentes en vender autos robados y en una organización ilícita, integrada también por José Luis Torres, ex subcomisario de la Seccional 69. Las vertientes en que podría profundizarse la investigación son esas, las relaciones entre los acusados y los personajes “con poder” que podrían estar involucrados en los asesinatos. “Ahora evaluamos ir a algunos organismos internacionales paraque analicen el caso y nos digan si es posible buscar justicia en alguna parte”, opina Ulises González.

 


 

OCHO REHENES EN UNA INMOBILIARIA
Canjeados por un policía

Eran cuatro ladrones a la pesca de un botín fácil pero el asunto se complicó. Habían elegido como blanco una inmobiliaria de Morón. Cuando quisieron escapar se toparon con la Bonaerense, con lo cual tomaron como rehenes a ocho personas, entre ellos mujeres y niños. Finalmente la banda aceptó cambiar los rehenes por un policía, con el que escaparon. Después de liberarlo, dos de ellos fueron apresados cuando obligaban a conducir al chofer de un micro con su propio itinerario.
El asalto fue en la inmobiliaria De Angelis, en San Martín y Avenida Rivadavia, cerca de las 20.30. Durante unos cuarenta minutos permanecieron encerrados en el lugar con los rehenes, hasta que un sargento de la comisaría 1ª de Morón se ofreció como intercambio. Aceptaron. Los testigos vieron cómo lo golpeaban y le sacaban el arma y el chaleco antibalas. Enseguida entregaron a quienes mantenían como reaseguro.
Salieron con el policía por los fondos del local, aunque cien policías rodeaban el sitio. Al nuevo rehén lo liberaron a los cincuenta metros. En la persecución dos de los ladrones “perdieron” cuando se escapaban en un colectivo de línea, cuyo chofer manejaba a pedido de ellos. Las fuentes de la Jefatura Departamental Conurbano Oeste dijeron que anoche continuaba la búsqueda de los dos que escaparon.

 

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